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Chica pícara en el gimnasio

Suelo ir al gimnasio tres veces a la semana. No me da para estar "mamadísimo", pero me mantengo en forma y cuido mi salud, además de desestresarme de la jornada laboral.
Es un gimnasio mixto, bastante grande y muy concurrido. En el horario que voy, es hora pico, por lo que siempre hay entre 15 y 20 personas entrenando a la vez. La mayoría son hombres, pero hay algunas chicas. De estas, tres o cuatro están buenísimas. Por supuesto, cada una tiene su grupete de chicos por los que anda babeando, y los chicos hacen su juego de poder por conquistar a las chicas, ya saben, lo típico. Yo la verdad, no converso con nadie allí más que con el instructor; es que soy bastante tímido y estoy hace poco tiempo.

Ya hace varias semanas, una chica me está enamorando cada vez más. Es morena, bastante bajita, piernas y cola perfectas. Tiene poco pecho pero aún así se ven muy atractivos. De cara es un bombón, y además tiene una mirada muy, muy pícara. Literalmente parece que estuviera pidiendo pene cuando te mira.

El viernes pasado, me enteré que se llama Leticia. Ella llegó, yo estaba hablando con el instructor, y él la saludó "Hola Leti, como estás?". Ella se acercó y le dió un beso en la mejilla. Como yo estaba hablando con él, (supongo por respeto) también me saludó a mí. Lo que me extrañó es que me tomó la cintura y me sonrió luego de saludarme. La verdad quedé bastante sorprendido, es que no me lo esperaba. Luego de eso, pasó la hora y media de gimnasio mirándome. Incluso desde lejos, estábamos en diferentes puntas y veía que me miraba. Ya cuando me empezó a incomodar, se me acercó en un momento y me dijo "Vos trabajás por acá no? creo que te he visto". Le contesté "No, en realidad trabajo a diez cuadras, pero quizás nos cruzamos alguna vez por acá". Intercambiamos algunas palabras más, y cada uno continuó su jornada. Estas situaciones me dejaron bastante pensativo. ¿Que querría Leti? ¿Sólo hablar o algo más? no quise ilusionarme, así que no le dí importancia.

El lunes pasado volví al gimnasio, y Leti ya estaba entrenando; llegó antes que yo. La saludé con la mano, de lejos, porque no sabía si correspondía. Ella me miró insinuante y me sonrió, levantando su mano para saludarme. Esa tarde, volvió a mirarme durante todo el entreno. La verdad, el primer día me incomodó, esta segunda vez ya me estaba poniendo la pija bien dura. Encima fue con una camiseta escotada y mostraba lo poco que tenía.

Hoy miércoles, salí del trabajo más temprano y aproveché a ir al gimnasio más temprano. Sorprendentemente, ella ya estaba entrenando. Generalmente, Leti llega a la misma hora que yo o un poquito más tarde, pero esta vez ya había llegado. Como estaba de espalda, no la saludé, no nos cruzamos miradas. Minutos más tarde, estaba yo en el aparato de piernas, y siento una mano en el hombro. Era ella. "Cómo estás?" me dijo, y vino a darme un beso. Nuevamente quedé sorprendido y no sabía porqué lo hacía, pero lo dejé pasar. La saludé, y listo.

Esa misma tarde, cuando terminé mi jornada, el gimnasio estaba prácticamente vacío porque era muy temprano aún. Así que entré al vestuario, me saqué la ropa y guardé todo en el casillero. Cuando me doy vuelta, tenía a Leti parada atrás, mirándome pícara. Dí un salto y atiné a taparme la pija. "Qué haces acá?" pregunté. Ella se rió y me dijo "A qué crees que vine?". "No sé, a verme la pija?" bormeé. Ella se rió y me dijo que sí. No lo dudó ni un segundo, dió los dos pasos que la separaban de mí, me agarró del cuello y empezó a besarme. Yo no podía creer lo que estaba viviendo pero aproveché la situación y seguí besándola. Nuestras lenguas se enroscaban apasionadamente mientras nuestras manos tanteaban el cuerpo del otro. De a poco, fuimos caminando sin dejar de chuponearnos hasta entrar en la zona de las duchas. Allí, ella me empujó dentro de una de las duchas y me apretó contra la pared. Mientras me seguía besando, se sacaba la ropa. Yo ya estaba desnudo.
Cuando se sacó la ropa pude ver su sensual cuerpo oscuro. Los pechos que parecían pequeños con la ropa puesta, eran bastante grandes y puntiagudos. La vulva bien depilada y con una forma perfecta, bajé la mano para sentirla y estaba súper calentita. Aproveché a meter un dedo sin pensar cómo podría reaccionar, y sin dejar de besarme, exhaló un gemido suave. Con el dedo adentro, empecé a moverlo suavemente y noté que estaba súper mojada, así que seguí masturbándola y ella gimiendo cada vez más fuerte, mientras me besaba y con sus manos se manoseaba las preciosas tetas, apretándose de a poquito los pezones negros. 
En determinado momento, se dio la vuelta y se agachó. Se notaba que había entrenado toda la vida. Prácticamente su cabeza tocó las piernas, dejándome la vagina a entera disposición. Mi pija, ya chorreando jugo, estaba bien dura y lista para meterse. Sin dudarlo, dí medio paso y la metí. Ella gimió. Sentir su vagina cálida envolviendo mi pene era una sensación increíble y majestuosa. Empecé a moverme poco a poco mientras ella seguía gimiendo. Noté que se seguía manoseando la teta izquierda con su mano izquierda, y con la derecha empezó a manosear el clítoris. "Ya casi me vengo, seguí por favor no pares" me dijo entre gemidos. Intensifiqué mis movimientos hasta que ocurrió... Gimió fuerte y sentí sus temblores internos; se vino. Dió un salto y me sacó de adentro suyo. Se dió media vuelta y me quedó mirando con una sonrisa de lo más sensual y una cara de puta tremenda. Se arrodilló frente a mí, y mientras se manoseaba las tetas me dijo "Dale, dale, llename la carita de leche". Acercó su cara a mi pene, lo dejó a un centímetro, y esperó. Yo me agarré la pija y empecé a agitarla. Ella me agarró los huevos y los masajeó con mucha suavidad. No tardé ni un minuto. Enseguida largué tres chorros fuertes de leche en su negra y preciosa carita. Para mi sorpresa, aspiró el chorro que le había quedado más cerca de la boca Y SE LO TRAGÓ. 
Extenuados, nos tiramos al piso unos segundos. Nos miramos, nos reímos, y nos volvimos a levantar. Luego, nos bañamos juntos en la ducha en la que estábamos metidos, y pícaramente salimos, deseando que nadie nos hubiera escuchado.
Por suerte, como el gimnasio estaba vacío, no hubo ningún testigo de lo sucedido.
Estoy deseando volver al gimnasio y verle la cara... No sé cómo nos vamos a saludar. No voy a ilusionarme pero, si vuelve a darse la oportunidad, yo me la cojo nuevamente...

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