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María la santa (4)

Se despertaba cada mañana y repetía la misma rutina. Le daba un beso en la frente a su novio que seguía durmiendo, buscaba una bata para no sentir el cambio de temperatura, iba al baño, se cepillaba los dientes, se cepillaba el pelo y maquillaba velozmente. 


Iba a la cocina, ponía el café, preparaba unas tostadas, las untaba, agregaba una feta de jamón y volvía a la cama a despertar a su novio para compartir el desayuno. 

Le gustaba madrugar y que él tenga todo servido en la cama. Tomarse su tiempo para compartir una taza de café y darse unos mimos mañaneros. 

A veces casi no hablaban, respetaban el silencio mirando sus teléfonos. Otras repasaban la agenda de uno u otro para el día. 

Después de 20min como máximo, ella retomaba la rutina, elegía su tanga, su corpiño (si es que se ponía), pantalón y remera. Ya después era fácil, guardapolvo más el abrigo dependiendo del clima. 

Agustín siempre solía reprochar lo mismo, todos sus pantalones marcaban demasiado su figura. No solo era el entrenamiento que ella le daba, sino también que sabía muy bien lo que compraba y cómo ayudaba a resaltar su esfuerzo. 

Amaba usar calzas, eran muy cómodas y le hacían un culo inmejorable. Ganaba incontables elogios por la calle, fingía molestarla pero le encantaban. 

Siempre Luis el de la puerta del jardín tenía uno nuevo preparado. A él sí se los agradecía con una sonrisa. Era un señor de 60 y largos que podría estar jubilado pero disfrutaba del trabajo. Aunque también, lo necesitaba. 

Si le preguntan cerca de María, les diría que por verla pasar a la mañana, no se jubila. Era atrevido pero ella le daba esos permisos, nunca se propasaba de un comentario por la mañana y fin. 

En los recreos, algunos de mantenimiento o limpieza, incluso el Director del jardín, se asomaban porque sabían que era una oportunidad inmejorable para ver a María agacharse jugando con los niños. Siempre lo hacían con disimulo aunque ella lo sabía bien y procuraba no dejarlos con las ganas nunca. 

Entre canciones infantiles, juegos y miradas, pasaba su mañana. 

Para el mediodía, los numerosos padres copaban la entrada. Varias madres la tildaban de "zorra" por captar la atención de los padres/tíos/abuelos presentes a la salida. 

Ella solo se ocupaba de su tarea de entregar cada niño al adulto correspondiente. 

A veces, manchas de pintura en su blanco rostro  le daban una tierna imagen que encendia las fantasías de los presentes. 

Su sonrisa nunca se desdibujada frente a los chicos, en eso era indiscutible. 

Cristian también era parte de su rutina, siempre intentaba generar conversación con ella. Más después del "café" que compartieron. 

Inclusive, un mes después de ese episodio, apareció después de que la esposa haya buscado a Thiaguito. 

"Uy, me confundí pensé que me tocaba a mí buscarlo" simuló bastante mal.

Ella se rió y le confesó no creerle. Entre risas lo admitió.

"Simplemente quería verte"

Le sorprendió el sincericidio y que un hombre casado sea tan imprudente. Lo vió como un elogio en parte. 

Si bien ella mantenía su impecable sonrisa de maestra jardinera, en su cabeza pensaba en ese ancho miembro que escondía Cristian. Era difícil no recordar que sus pequeñas manos con cierta complejidad lograban rodear su verga para pajearlo mientras lo peteaba. 

"Ya que estoy siendo sincero, me gustaría repetir lo del otro día" la frase de Cristian sacó del flashback a María. 

Él arrogante la miraba de arriba a abajo como contemplando el trofeo que había ganado. 

Ella tenía su cola apoyada al marco de la puerta exagerando aún más sus dimensiones y dando la sensación de estar en un caño. 

"Uy perdón, va a tener que ser otro día que esta tarde tengo pilates".

No era mentira. Pero sí una excusa para bajarle un poco los humos que tenía. 

Él remó la conversación como pudo pero ella volvió pronto para adentro a buscar sus cosas e irse. 

Ya por los pasillos del jardín rememoró nuevamente su experiencia con Cristian. Le costaba sacarse ese pijón de la cabeza a pesar de haberlo rechazado.

Nuevamente su mente no pudo ir más allá en sus fantasías. Un llamado la trajo de vuelta. 

"Hola amor, hoy tengo un fútbol imprevisto. No me esperes a cenar" le dijo Agustín del otro lado. 

El incendio que tenía en su interior, iba a tener que ser apagado de alguna manera y su novio no iría a cooperar.

Volvió algo rápido al exterior del colegio y aún seguía Cristian en su auto mandando unos mensajes por Whatsapp. 

"Mejor no voy a pilates" dijo con medio torso dentro del auto y una sonrisa imposible de rechazar. 

La lujuria invadió ese hombre casado. No veía la hora de volver a desnudar esa pendeja que increíblemente le daba bola y encima la chupaba como los dioses. 

Finalmente ella buscó sus pertenencias y salió en el auto BMW de Cristian. Era infiel pero con un enorme poder adquisitivo. De hecho, en el jardín todos lo eran salvo ella. 

En el camino, él intentó sacar una charla sobre el colegio y lo difícil que sería tener paciencia para aguantar tantos chicos día a día. María no quería hablar, no le interesaba él en lo más mínimo, solamente lo que tenía en su pantalón. 

Por eso, no respondió al tema sugerido, en cambio, se agachó en el auto y liberó la verga de Cristian en un segundo y se dedicó a chuparla sin pensarlo dos veces. 

Cerró sus ojos y disfrutó de endurecer ése pedazo de carne dentro de su boca.
Fué sintiendo como extendía sus dimensiones entre sus lamidas e iba tomando el tamaño que ella recordaba.

Si algo no podía negar era lo mucho que la calentaba toda esa situación. 

De por sí la volvía loca una pija así. Más disfrutaba de ir en ese auto de un hombre casado, mientras su novio elegía jugar al fútbol y como si fuera poco, era el padre de un alumnito. 

Cristian tenía pensado ir a un telo más alejado y lindo. Quería impresionarla. No contó con que ella lo impresione a él con su lengua. Terminó entrando a uno de muy mala muerte cercano al lugar, necesitaba urgente dejar de manejar. 

Apenas entraron, ella se acomodó en su asiento, se relamía como si fuera una gata mientras él intentaba guardar su erecto pene en el pantalón. Bajaron y Cristián pidió la suite más cara de ese horrible lugar. 

Al entrar, se encontraron con un modesto cuarto con un enorme jacuzzi. 

A María se le iluminó la cara en un tierno gesto infantil. Fué corriendo a prenderlo mientras al agacharse, Cristián se contagió de la alegría de aquella chica por ver la cola increíble que iría a probar en cuestión de segundos. 

El agua empezó a salir de esa canilla y la dulce María saltó de la emoción. 

Su culo rebotaba de manera hipnótica. Cristian admiraba en silencio con su visible erección aún sostenida. 

Ella casi ignorando que estaba acompañada, se empezó a desvestir. Sin buscar ser sexy, sin embargo, sus movimientos eran sumamente sensuales por su mera naturalidad. 

Él, prácticamente babeaba apreciando cada instante. 

La ropa de ella estaba totalmente en el piso y su figura, con su piel tersa y blanca, daban un espectáculo. 

Cristian recorría con la mirada cada centímetro de esas nalgas perfectas. Veía lo que muchos soñaban o pegaban fortunas con tal de encontrar uno igual alguna vez en su vida. 

Cómo una mujer podía tener esa figura y tanta inocencia a la vez? 

Cómo podía justamente tener un semblante tan angelical pero ser la más puta que jamás se haya cruzado? 

Ella mojó un pié y notó que el agua estaba agradable. Metió el otro y girandose invitó a su admirador del otro lado de la habitación a sumarse. 

"Vení Cris, está increíble!"

Él dió cortos pasos, deleitándose con la forma que tenía ella de jugar con el agua. 

Es verdad que el agua estaba increíble, aunque aún más lo estaba María. 

"Tengo que terminar lo que empecé"

Sentó a Cristian en el borde del hidromasaje y retomó la mamada que le estaba haciendo en el auto. 

Su boca apretaba la cabeza de su pija mientras daba cortitos lenguetazos en su punta. Las manos de ella, al igual que la última vez, una en sus bolas y la otra se dedicaba a masturbarse a ella misma. 

Rodeaba todo su pijón con lenguetazos que recorrían de punta a punta. No conforme, tragaba hasta la última pulgada regalando una garganta profunda que él jamás había experimentado hasta ese entonces. Culminaba con hilos de saliva que iban de su verga hasta sus labios producto de la pasión con la que lo peteaba. 

Otra vez, esa pendeja lo tenía en transe, inmóvil y a su merced. 

Estaba regalado a que ella haga y deshaga su mundo entero. 

Un vaivén con su cabeza que aceleraba el ritmo, una chupada de pija intensa. Sin frenarse. Los gemidos de él se mezclaban con el ruido del agua y la ruidosa mamada de ella. 

Ella miraba la carita de él que estaba haciendo su mejor esfuerzo para resistir. Ambos sabían que si lo deseaba, lo iba a hacer acabar en un segundo. Sin embargo, disfrutaba de ese momento tanto como él. 

La mano con la que se pajeaba a ella misma, era consciente de eso. Su conchita estaba completamente mojada para esa altura. 

"Hoy no te vas a ir sin que te reviente a cogidas" le dijo él producto de la calentura de ver esos ojos verdes clavados en su pija. 

Ella golpeó sus labios con su glande mientras le respondía con un "shhhh". 

Acto seguido, lo pajeó intensamente mientras salivaba su verga y relamía sus bolas. 

Cristian no pudo con eso y dejó salir espesos chorros de leche en abundancia que fueron a parar por toda la cara de María. Ella seguía con su tarea como si nada mientras sus mejillas, desbordaban de líquido blanco. 

Cuando paró de acabar. Ella metió entero su miembro en la boca y lo dejó reluciente. 

No pudo contener su costumbre, probó de esa leche usando sus dedos para llevarlos a su boca. No lo hizo ni una ni dos veces, sino que 5 o 6.

Él estaba perdidamente admirado por ella. Lo que disfrutaba de cada gota de su acabada. 

Se mojó la cara para limpiar lo restante e incluso ya sin gran parte del maquillaje, seguía siendo un ángel hermoso. 

Miró en su cartera y tenía algunas notificaciones en el teléfono. 

"Hola amor, ya estoy en la cancha, estoy esperando que vengan los chicos" le decía Agustín a su novia. 

María: "Ay bueno bombón, mucha suerte y pasala lindo hoy! A qué hora venís?" 

Agus: "seguro me quedo a tomar algo acá ya sabés, vos qué haces?"

María: "iba a ir a pilates pero al final vine a tomar un café acá cerca"

Agus: "ah, si estás al pedo te llamo"

María: "dale amor obvio"

Cristian, que se recuperaba de la chupada de pija, no podía creer cuando María, atendió el teléfono a su novio con un simple "hola bombón!". 

Su mano izquierda sostenía el teléfono, la derecha, masturbaba esa pija algo flácida que aún dejaba salir algunas gotitas de leche que ella se encargaba de limpiar con su dedo y repetir la acción de llevarlo a su boca. 

Agustín: "qué tal ese café?"

María: "rico y calentito!"

Agustín: "jajaja y cancelaste pilates por eso sos una cerda!"

María: "siii, me quise dar el gustitoooo"

Cristian vió como su pija se paró mágicamente aún más dura que antes. Toda la escena era un detonante perfecto. 

Agustín: "che y qué vas a cenar?"

Cristián no quiso perder oportunidad. Se posicionó detrás de ella y empezó a rozar con la cabeza de su pene, la conchita empapada de ella que estaba de rodillas en el jacuzzi y con sus brazos fuera por el teléfono. 

María no podía resistir la tentación...

"Agghhhh... Carne supongo, me antojé amor"

Agus: "ah qué rico!" 

María: "siiii. No veo la hora"

Cristian fué enterrando suavemente toda esa verga, aunque viendo con la enorme facilidad que entraba, dió un fuerte empujón y la clavó de una produciendo un grito de placer de ella en medio de la llamada.

Agus: "estás bien???"

María: "si amor perdón, exageré"

Su voz estaba empezando a sonar extraña. Debería haber frenado esa charla tras ese momento que casi la descubren. Sin embargo, el morbo pudo más. 

María: "y... A ... Qué hora... Van tus... Amigos?" Ya le costaba dialogar, el ritmo de Cristian era intenso, sin piedad. Sabía que a ella no le interesaba que se la cojan suavemente. 

Agus: "estás bien segura? Te escucho rara"

A su novia la estaban cogiendo con muchísimas ganas. Estaba muy bien la verdad. Cristian la tenía agarrada del pelo y su otra mano aferrada a su enorme culo. 

Maria: "siiiiiii...iiiiiiiiiiiii..." Exagerada respuesta pero no podía hilar dos palabras seguidas. 

Agus: "ahí llegó Lucho, te voy a dejar, te amo"

María: "te amo, suerte... AHHH, ganá"

Cortó rápido antes de recibir más preguntas por su gemido final. 

Cristian la agarraba fuertemente de sus nalgas y taladraba con su ancha pija la conchita de esa pendeja que ahora sí, no dejaba de chillar de placer. 

"No le dijiste a tu novio que te estoy reventando la conchita pendeja puta"

Eso a ella le encantó. Le gustaba esa agresividad. 

Lo miró sonriente y le pidió más. "Rompeme toda dale que tenías ganas de hacerme mierda" 

Qué increíble como lo calentaba. Le daba embestidas que buscaban perforarla. Ella se dedicaba a jadear y disfrutar de esa cogida. 

Empezó a acabarse mientras él la penetraba con intensidad y ella jugaba con su clítoris. Ese doble estímulo fue demasiado y llegó al clímax. 

Eso no lo detuvo, sino que por el contrario, lo motivó a seguir. 

Sin darle respiro, continuó con su mete y saca mientras María aún daba espasmos por su orgasmo. 

Cuando ella se detuvo, él la sacó de los palos de aquél hidro, llevándola a la precaria cama de telo. 

Le puso sus patitas al hombro y continuó con su tarea. 

Ella no podía resistir seguir pidiendo ser cogida. Él con gusto le daba lo que pedía. 

Jugaba con los pezones rosados de ella, los apretaba, los retorcía. María solo devolvía gemidos y una carita de placer.

Cristian, la tomó del cuello mientras dejó caer las piernas de ella y aceleró aún más sus embestidas. 

María totalmente entregada y casi sin fuerzas, se resignaba a aferrarse de las sábanas mientras ese ancho miembro la clavaba una y otra vez. 

Volvió a acabarse ella y eso generó que él la siga. 

Sacó su pija de su conchita y velozmente lo llevó a la boca de ella.

Nunca dudó, lo recibió feliz y tragó toda la leche que aún salía casi como si fuese la primera del día. 

Impecable como siempre, ni una gota había desperdiciado. 

Cristian seguía enamorado de la adicción de la seño por la leche. Su esposa jamás lo hacía y ella lo agradecía cada vez que se la daba. 

La recorrió una vez más con su mirada, viendo su increíble figura, acariciando sus nalgas y su pelo desalineado por la reciente cogida. Ella aún daba lamidas a cada centímetro de su miembro en caso de encontrar algún indicio más de su acabada. 

Cristian no podía más, le parecía un sueño lo que estaba viviendo pero su cuerpo necesitaba un descanso. 

Para ella, esa pausa no era opción. Se sentó encima de su cara, poniendo ese culo infernal y conchita contra sus labios. A él no le quedó otra que chupar en ritmo con el meneo de su cadera sobre él. 

Su lengua recorría el banquete que María ofrecía. Podía sentir el sabor de su flujo que era adictivo. Lo que empezó como un oral forzado, se volvió un éxtasis infrenable. Los gemidos de ella, incentivaban aún más al sometido Cristian.

María vió como esa gruesa verga volvió a la vida. No dudó, se inclinó quedando en un 69, chupó esa verga como si tuviera una abstinencia de años. Cristian le daba chupones a su conchita mientras, la sensibilidad tras acabada que tenía lo hacía retorcerse del placer por la mamada de ella.

Quería decirle que era una pendeja puta, quizás la más puta que habría conocido jamás. Pero tenía la boca completamente ocupada. 

María seguía devorando esa pija que ya estaba completamente dura otra vez. 

Cómo resistirse?

Cambió la lengua de Cristian por su verga. De espaldas a él, se montó y comenzó a cabalgarlo furiosamente entre gritos de placer. 

Ella masajeaba sus tetas mientras lo usaba de consolador humano. 

Él, acostado, se limitaba a disfrutar del show que daba ese culo mientras su conchita estaba siendo satisfacida. 

María se empezó a acabar entre tanto meneo de su parte, cayendo rendida de espaldas sobre el pecho de él. No se la sacó de adentro hasta después de un largo rato.

Cristian ya no tenía cómo acabarse más. Su rol de juguete sexual había terminado. 

Ella, satisfecha, decidió dormir un poquito antes de volver a su casa. 

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