You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Mi esposa, la puta del edificio - Parte 8

Luego de ese encuentro con Benja en el galpón, los días que siguieron el villero se la pasó matando a mensajes a Mariana todo el tiempo, los cuales ella a veces respondía, a veces no, pero estratégicamente no le daba mucha bola en general. Ella no me volvió a mostrar los chats, pero yo naturalmente los veía igual. Benja se la pasaba diciendo que la quería ver de nuevo, y que la quería a ella. Le pedía fotos todo el tiempo pero Mariana hábilmente nunca llegó a decirle que ella lo quería, y no le volvió a pasar mas fotos. Siempre haciéndose la conflictuada entre lo que sentía y su situación de casada. Esto, combinado con el hecho que en sus dos encuentros ella se aseguró que el no haya podido cogérsela, estaba seguro que lo tenía a Benja con la cabeza estallándole. O quizás, a decir verdad, con sus dos cabezas estallándole.

Mariana se estaba haciendo desear con una naturalidad y una eficacia que daban miedo. Tal cual lo había planeado, ya tenía comiéndole de la mano a Benja y cuanto mas días pasaban, mas enroscado se lo notaba a el.

Ese Miércoles a la noche estábamos cenando tranquilos cuando vi que le vibró el celu a Mariana. Ella simplemente lo miró y lo volvió a dejar en la mesa.
“Benja de nuevo?”, le pregunté.
“Si”
“Cómo lo tenés al pibe…”, me sonreí, “No para.”
“Y, asi es el amor a esa edad, no?”, me dijo.
“Seh… el amor…”, dije con un tonito irónico que Mariana captó enseguida. Se llevó un poco de comida a la boca y me contestó.
“No te creas que no se lo que quiere, Juan Carlos.”
Yo la miré unos segundos en silencio, “Si, yo también lo se.”
Me sonrió y siguió masticando, mirándome.

Desde aquella noche en la cama en que charlábamos y Mariana me contó cómo pensaba y que pensaba, esa faceta de ella que yo desconocía me empezó a interesar. Fue como si ella se hubiese levantado una tapita en la cabeza, por decirlo asi, y me haya dejado mirarle los mecanismos que tenía adentro. Yo noté que estaba desarrollando mucho interés por saber cómo y por que ella hacía lo que hacía, pero me di cuenta rápido que me iba a llevar mucho tiempo entender sus planes dentro de planes dentro de planes. Pero si me interesaba conocerlos. No era un tema de inseguridad mia, que necesitaba saber cómo pensaba ella para saber que no me iba a cagar. Todo lo contrario. Confiaba en ella como lo hice siempre. Mi interés a esa altura era ya casi clínico. Académico. Vi la oportunidad de impresionar a mi nueva maestra y la tomé, sin esperar que ella me lo pregunte o me de el pie.

“Quiere reemplazarme”, le dije sencillamente.
Mariana dejó de masticar un poco, como agradablemente sorprendida, y arqueó una ceja. Luego se sonrió, “… muy bieeeeen, amor!”
Yo me sonreí también, complacido por su cumplido, “Viste?”
“A ver, desarrolle…”, me dijo y se sostuvo el mentón, dándome toda su atención.

Me limpié la boca un poco con la servilleta y me tomé un sorbo de vino, pensando que le iba a decir, “Benja tiene la oportunidad de oro, la oportunidad de su vida, y no se la quiere perder.”
“Eso está claro, pero cómo va a hacer?”, me preguntó Mariana.
“Va a buscar la forma de asegurarse de quedarse con vos”, le dije, “Ya te dijo que me dejes un par de veces.”
“Y cómo pensás que lo va a hacer?”
“Esa es la parte que todavía no tengo clara”, le dije, “Eh… estamos hablando de un hipotético, no?”
“Si, amor, claro.”, se rió.
“En ese caso…hmmm.”, pensé un momento, “Que vos sigas conmigo y que ustedes se vean de vez en cuando no le sirve. Si, eventualmente te va a coger, claro. No creo que ni vos te aguantes el no cogértelo mucho tiempo mas…”, le hice una mueca socarrona y ella se empezó a reír con ganas, “… si, ponele que te tenga ahí. Te ve de vez en cuando, te coge cuando se ven, de repente a veces te pide plata o algo y la Mariana boludita enamorada le da. Pero a la larga no le sirve.”
“…Porque cuanto mas tiempo pase en una situación asi, mas chances hay que yo me arrepienta o que algo pase, que las cosas se arruinen… Soy un blanco en movimiento. Tiene que tirar el tiro o perderme.”, me acotó.
“Si”, le dije yo asintiendo, “Lo que no se todavía es que tiro va a tirar, ni cuándo. Te tiene que convencer que te deshagas de mi y moverse a ocupar mi lugar. Pero no se cómo lo iría a hacer. No se que herramientas tendría para hacerlo…”
“Muy bien.”, me dijo Mariana sonriendo.
“Aprobé?”, le puse una carita de súplica.
“Muy bien diez”, me sonrió dulcemente.

Seguimos comiendo un rato y de repente la vi pensar unos momentos en silencio, luego tomó su celular. “Tenemos el biombo tirado en la baulera todavía, no?”, me preguntó.
Yo me extrañé, “El… de madera? Que era de tu tia?”
“Si, ese. Cuántos otros biombos tenemos, amor, por Dios….”, se mordió el labio y empezó a tipear algo en el celu.
“Debe estar ahí. Para que?”
“Vamos a darle al Benja la oportunidad de mostrar que herramientas tiene… y de paso ponerte contento a vos.”, me dijo y me sonrió.
Me levanté y me fui a sentar al lado de ella, poniéndole un brazo alrededor de los hombros y mirando lo que hacía en su celu. Lo empezó a mensajear a Benja, quien le contestó enseguida, seguramente estaría pegado a su teléfono.


Mi esposa, la puta del edificio - Parte 8

tetona

cornudo

esposa culona

La noche siguiente, Jueves, después que llegamos los dos de trabajar y cenamos, fui a la baulera del edificio y subí el pesado biombo. Con Mariana nos pusimos a armar la “Cornudo Station”, como ella la terminó bautizando. Gracias a que nuestro cuarto era bastante amplio la armamos en una esquina del ambiente, ubicando y doblando el biombo de forma de crear un pequeño espacio discreto y que no iba a llamar mucho la atención, para que yo pueda estar ahí y verlos.

Dentro del espacio yo me puse una silla de madera, bien pesada y sólida, y me aseguré que no cruja ni haga ningún ruido con mi peso. Completé el lugar con un par de toallones de baño por si necesitaba pajearme y limpiarme, lo cual yo estaba seguro que iba a suceder varias veces. Ya que inicialmente por lo que preveíamos que iba a suceder yo iba a estar un largo rato ahí, decidimos completar las cosas con un par de frascos de vidrio por si yo necesitaba orinar, ya que no podía salir de ahí para ir al baño, una botella de agua para tener algo para tomar y, sólo por ser precavidos, unos sándwiches de miga en un tupper por si me daba hambre.

Desde afuera, completamos la ilusión colgándole unas sábanas dobladas y adelante le pusimos una silla con ropa amontonada y un par de cosas mas. La idea era hacer de eso un rincón al que nadie le iba a prestar mucha atención, que era parte del ambiente y que nadie tendría la necesidad de acercarse ahí a investigar nada. Yo usé una de mis sierritas que tenía y con algo de trabajo le corté al biombo una sección horizontal bastante finita para permitirme acercar la cara y ver a través de ella. La probé y se veía fantástico todo, mientras que desde afuera no llamaba la atención.

Cuando los dos terminamos el trabajo nos sentamos en la cama a admirarla.
“Te juro que me dan ganas de usarla yo alguna vez… “, me dijo Mariana y nos reímos los dos.

El plan era que yo me iba a quedar escondido ahí hasta que finalmente se durmieran, y ahí saldría sigilosamente. Para que yo pudiera también dormir algo esa noche, ya que no me animaba a quedarme dormido ahí sentado por si hacía algún ruido, me llevé una colchoneta y una frazada al departamento vacío de al lado, junto con algo para desayunar para dejar ahí también y dejarlos amanecer tranquilos, sin mi presencia.

Llegó el tan anticipado Viernes y cuando llegué del trabajo a eso de las 19, Mariana ya me estaba esperando con mi comida lista. Ella había citado a Benja para las 21, por lo cual tenía tiempo. Mariana no iba a cenar, prefería hacerlo con Benja mas tarde, pero igual se sentó conmigo a la mesa y charlamos mientras yo comía. Me fui a duchar y a ponerme listo. Cuando salí me puse a ultimar los detalles con Mariana. Ella se reía y estaba completamente calma, el que necesitaba revisar todo el plan aparentemente era yo.

Cuando finalmente se hizo la hora sonó el portero eléctrico, nos abrazamos y besamos con Mariana, me despedí de ella y me fui a ubicar a mi lugar detrás del biombo. A sentarme y esperar. Seguramente iba a pasar un rato largo hasta que ellos aparecieran en el dormitorio, pero asi lo había dispuesto Mariana. Lo único que tenía que hacer era sentarme y esperar. Eso, y rogar que durante las horas siguientes no tuviese que toser o estornudar, pero eso lamentablemente estaba fuera de mi control.

Escuché a Mariana abrir la puerta del departamento y recibirlo, “Hola Benja!”
“Hoooola mi amorrrr… que hace’… “, lo escuché decir.
Luego de un momento muy breve de silencio la oi a ella, “Ay… ay… no… ufff… Benja, perdóname pero…ufff… tenés mucho olor!”
“Uh… seh… perdóname che… pero vengo de laburá…”, le dijo Benja, “Perdoná….”
“No, está bien… no te preocupes. Pasá…”, le dijo y los escuché moverse al living, “No te querés duchar? Mientras termino la comida?”
“Si, dale, te iba a decí…, gracia’ hermosa.”
“Dame tu ropa que la pongo a lavar mientras, querés?”, le preguntó Mariana, “Duchate tranquilo y yo te busco algo de ropa de mi marido…”
Benja se debe haber desnudado ahí mismo en el living y Mariana debe haber querido tomar su gorro también, porque lo escuché decir, “Eh, no mami, la gorra de la acadé no se lava nunca, e’ como la bandera…”
Mariana se rió, “Bueno, dale, duchate tranquilo”
“Gracia’ mi reina hermosa….”, le dijo Benja y los escuché darse un sonoro beso.

Escuché a Mariana arrancar el lavarropas y luego el ruido de la ducha. A través de la rendija del biombo vi a Mariana aparecer en el cuarto y tomar algo de mi ropa del placard. Sin darse vuelta para mirarme me preguntó bajito, “Todo bien?”
“Si, todo bien”, le contesté igual de suave.
“Voy a tratar de tenerlo un rato en el living después de comer, si querés salí y mirá, pero metete rápido de vuelta. No te arriesgues.”, me dijo.
“Bueno, dale. Gracias mi amor.”
“Si necesitás abortar es ahora o nunca, Juan Carlos. Mientras está en la ducha. Después ya es tarde…”, me dijo sin mirar.
“No, tranquila, si vos estás bien, yo estoy bien.”, le respondí.
“Ojalá…”, me dijo y se fue.
“Que?”, le pregunté confundido, pero ya se había ido.

Curiosamente yo todavía no estaba sexualmente excitado. Estaba mas nervioso que otra cosa, eran los nervios de pensar el ser descubierto por accidente. Pero todavía tenía tiempo para tratar de calmarme. Me entretenía mientras tanto con mi celular, ya que por ahora podía hacerlo.

Luego de un rato escuché a Benja cortar el agua y después salir del baño, yendo para la cocina donde estaba Mariana. Los escuché charlar, reírse y algún que otro silencio sospechoso que indicaba quizás algunos besos. Luego se sentaron a la mesa a cenar, charlando. Habrán estado como una hora ahí. Mi celular marcaba ya las 22:30 cuando los escuché terminar en la cocina e ir al living, y el sonido de la TV. Se habrían sentado a ver algo de tele. Yo no podía escuchar nada y ya de tanto tiempo de estar ahí estaba bastante aburrido y curioso.

Decidí arriesgarme y con extremo cuidado salir de atrás del biombo, dirigiéndome en la oscuridad del cuarto hasta la abertura que daba al living, donde los había visto antes a Mariana, Benja y Tony el dia que se conocieron. El dia que vi a mi esposa mamando las vergas de dos cartoneros en nuestro living, imagen que tengo marcada a fuego en mi cabeza.

Habían apagado la luz del living y sólo se veían los reflejos y destellos de las imágenes cambiantes de la TV, llenando el ambiente, lo cual me ayudó bastante para animarme y acercarme, sabiendo que les iba a ser difícil verme. Me asomé tímidamente por el borde de la abertura y los vi sentados en el sillón, mirando la TV. Benja tenía un brazo alrededor de Mariana y la estaba acurrucando contra el, acariciándole el costado y la espalda, mientras que ella descansaba su cabeza en el hombro del villero, abrazándolo sobre su estómago. Acurrucaditos en el sillón como dos enamoraditos. Mariana estaba con su pantalón y remera, mientras que a Benja ella le había dado de mi ropa – una camisa de polo blanca y uno de mis shorts, junto con mis sandalias de goma.

Nada mas los vi charlando bajito, riéndose, mirándose y acariciándose. Me sonreí a mi mismo viendo a Mariana, cumpliendo el rol de enamoradita a la perfección, sonriendo y contenta de tener a su machito para ella a solas, aunque sea una noche. A Benja también lo noté muy cómodo, disfrutando del entorno y la situación que seguramente era tan inusual y tan placentera para el.

Benja empezó a sentirle y acariciarle el culo a Mariana por encima del pantalón, se miraron y empezaron a besarse amorosamente, sin cambiar mucho de posición. Benja le sostenía y le acariciaba la mejilla a Mariana en sus besos y ella le entregaba apasionada sus labios y su lengua. Pronto vi la mano de Mariana, sin que Benja se la tenga que guiar, deslizarse por la camisa del villero hacia abajo, encontrando su bulto bajo los shorts y comenzando a sentírselo por sobre la tela, tocando y estrujando suavemente. Benja soltó la mejilla de Mariana y sin dejar de besarse profundo comenzó a amasarle uno de sus enormes pechos.

Luego de un rato se dijeron algo bajito, Mariana se sonrió y se movió a desabrocharle el short a Benja y mientras el la ayudaba, se lo bajó un poco y Mariana le sacó la verga y los huevos al aire. Ella miraba la pija del villero con hambre, fijamente, tan cerca de su rostro. Cambió de posición para ponerse de costado sobre el y la tomó en su suave boca, mientras que con una de sus manos comenzó a acariciarle suavemente los huevos a Benja. El echó la cabeza para atrás en un gesto de placer y le puso una mano en el cuello a Mariana, sin empujarla, pero haciéndole sentir que su mano estaba ahí. La pija marrón de Benja me hipnotizó desde ese ángulo. Erecta y con la saliva de Mariana cubriéndola, dejándola brillante y reflejando la luz de la TV. Mi propia verga ya estaba dura también, desde un principio, cuando vi a mi esposa en los brazos de ese villero que la estaba complaciendo tanto.

Mariana siguió mamándolo lenta y cariñosamente, sin dejar de acariciarle los huevos, mientras que Benja en un momento se aburrió de la nuca de Mariana y llevó su mano a estrujarle y amasarle uno de sus enormes pechos sobre su remera. Estaba claro que Mariana no lo estaba mamando para hacerlo acabar, solamente para darle placer. Me imaginé que en algún momento Benja no iba a aguantar mas y le acabaría en la boca a mi esposa, o que se cansaría de la lentitud de su mamada y directamente iba a sostenerle la cabeza y cogerle la boca a Mariana hasta acabar, como ya lo había visto hacerle aquella noche en el galpón, pero no. El la dejó hacer, mientras se lo veía disfrutar tanto.

Siguieron asi un rato hasta que Benja la tomó de la cabeza y la levantó para mirarla. Mientras Mariana se limpiaba los labios y le sonreía, Benja le dijo, "Vamo' a acostarno'? Quere'?".
Ella le sonrió y le asintió, por lo que lo mas rápido que pude volví a nuestro cuarto y a la oscuridad detrás del biombo, tomé aire hondo y pronto la habitación se iluminó.
Benja se sentó en la cama y se sacó mi remera de polo. Mariana se inclinó para darle un par de besos y le dijo, "Voy al baño, Benja... acostate y esperame, si?"
"Dale linda, hace tranqui.. no tarde' mucho eh?", se rió.

Benja se deslizó sobre las sábanas, sin meterse y apoyó la espalda contra la cabecera, quedando con su torso desnudo y cubierto solamente con uno de mis boxers que Mariana le había dado. A tan poca distancia, por fin lo pude ver bien. La verdad que el villero tenía un buen cuerpo. No tenía los músculos marcados ni mucho menos, pero se lo veía joven y en forma. Debía estar acarreando y cargando cosas todo el dia, casi todos los días, por lo que se le había desarrollado una buena musculatura en todos lados, hasta en las piernas. No era un cuerpo de gimnasio, era un cuerpo marcado por el trabajo pesado.

Lo vi mirar alrededor de nuestro cuarto, examinándolo. De puro prejuicioso, y también porque recordaba como había querido robarle el celu a Mariana, pensé que iba a revolver algún cajón para ver que encontraba, pero felizmente era mas inteligente que eso. Sintió las sábanas debajo de el con las manos y movió las piernas también sintiéndolas como un nene que hacía angelitos sobre la nieve. Una leve sonrisa se le dibujó en los labios y yo intuí lo que estaba pensando. Que ya se veía ahi. Que ya se veía en ese lugar y en esa vida, con Mariana. Y que se sentía cada vez mas cerca.

Escuché que Mariana terminaba en el baño y el agua del inodoro correr. Pronto apareció Mariana en la habitación. Estaba bellísima y Benja no pudo evitar admirarla. Se había puesto su conjuntito de ropa interior negra de encaje. La bombacha bien, pero bien calada y el corpiño que le levantaba las tetas, el mismo que tenía aquella vez que le mandó una foto.
"Ufff... mami...", le dijo Benja.
"Te gusta?", le sonrió ella.
"Me mata, linda, vení...", dijo y le hizo un lugar a su lado.
Benja se deslizó como para recostarse un poco mas y Mariana se le recostó también al lado, los dos empezaron a acariciarse y mirarse de nuevo.
"Sos hermosa... ", le dijo Benja acariciándole la mejilla y jugándole un poco con el pelo
"Gracias... se que soy linda pero... bueno, siempre a una mujer le gusta escucharlo.", dijo Mariana mientras le acariciaba el pecho al villero.
"No so' linda, te dije que sos hermosa... e' la verda'."

Comenzaron a besarse profundo de nuevo y Benja tomó una de las piernas de Mariana, llevándola sobre su cadera mientras le amasaba el culo a mi esposa. Ambos gemían suavemente en sus besos y a mi la pija ya se me estaba endureciendo notablemente. Abrazados los dos de costado, mi ángulo privilegiado me dejaba ver entre las piernas de Mariana y el bulto ya formado de Benja bajo los boxers, tan cerca uno del otro.

"No se puede cree' que tu marido no te cuide, reina...", le dijo, "Mirá lo que so'... nunca vi una mina asi de linda...", le dijo entre besos.
Mariana suspiró, "Me cuida... no nos llevamos mal..."
"No te cuida", la corrigió Benja, "Si no yo no estaría acá, no?"
Mariana lo miró un momento, "Puede ser... no se lo que me pasa con vos, Benja, te miro y....", terminó con un suspiro.
"Y que?"
"Y nada. Eso. Nunca sentí algo asi."
"Asi cómo?", le preguntó Benja.
"Asi... intenso... me siento querida. Deseada..."
Benja se sonrió amplio, "Eso e' porque yo te quiero, mami. Yo te quiero y el otro no. No te da' cuenta?"
Mariana asintió, "Claro que me doy cuenta, Benja."
"Entonce' que espera'?"
"No se, Benja... la otra noche..."
"Que otra noche? En el galpón?"
"Si, la otra noche en el galpón, yo...", ella suspiró y lo besó largo y profundo, "Esa noche yo... no podía creer lo que estaba haciendo... escapándome de aca, de el... a escondidas. No soy yo."
"Hiciste lo que querías hacer... 'ta todo bien con eso.", le contestó Benja.
"Cuando estábamos ahi... y me diste vuelta y me chupaste....", dijo Mariana y Benja asintió, "... sabés cuánto hacia que yo no tenía un orgasmo asi? Un montón", le dijo y yo me reí por dentro.
Benja la besó y le estrujó la nalga fuerte, "E' lo que quiero hacerte, mami... hacerte' feli', porque vo' te lo merece'. Y yo también."
Mariana asintió, "Con Juan Carlos... ya casi ni tenemos sexo. Por eso te dije lo del forro, te acordás? Como el no puede tener hijos, si yo llego a quedar embarazada... bueh, vos te imaginarás el problema que sería"

Benja la miró un segundo y se empezó a cagar de la risa mal.
"Que pasa?", le preguntó Mariana
El villero la miró, riéndose todavía, "Naaaahh... me 'ta jodiendo... encima de cuerno, huevoduro? Jajajaja..."

A Mariana le cambió el semblante drásticamente. Se zafó del abrazo de Benja y se dió vuelta, dándole la espalda y abrazando la almohada. Benja se quedó un poco duro y le acariciaba el hombro.
"Eeeh... che, que pasa? Que dije?", le preguntó. Ella no le respondió, "Reina? Que pasa che?". Ella seguía sin responderle por lo que suavemente Benja se incorporó un poco y gentilmente la tomó del hombro, haciéndola darse vuelta. El rostro de Mariana al darse vuelta parecía que estaba a punto de largarse a llorar ahi mismo. Benja se dió cuenta inmediatamente lo que había dicho y se puso serio.

"Uh... soy un gil, mi amor... perdoname che... por favo'...", le dijo mientras la acariciaba, "No me di cuenta...."
Mariana yacía en la cama sobre su espalda, su respiración le hacía subir y bajar sus grandes pechos gentilmente mientras miraba a Benja. Luego de unos segundos pareció componerse y llevó sus dedos a acariciar el rostro del villero, mirándolo suavemente, "Está bien... no te preocupes...", le dijo.

Luego de un rato de silencio en el que se miraban y se acariciaban, el le dijo, "Vo' quere' tene' uno no?"
Mariana asintió, "Si, siempre quise. Pero bueno, nunca pude. Siempre quise, desde chiquita."
Benja le sonrió, "Que quere' tene'? Varon o nena?"
Mariana finalmente le sonrió dulcemente, mirándolo como perdida en los ojos de Benja, "Las dos cosas. Dos varones y dos nenas."
Benja se sonrió, "Eeeh... cuatro quere'?"
Mariana se encogió de hombros, "Si, siempre quise eso, no se por que.", luego se rió sola, "Nunca se lo dije a nadie eso."
Benja se inclinó para besarla de nuevo, un beso largo y dulce, apasionado, que Mariana respondió de la misma manera. Se le quedó con la cara cerca luego del beso, penetrándole los ojos a Mariana y rozando las puntas de sus narices, "Yo te quiero, mami... en serio..."
"Si, ya se", le dijo Mariana, "Lo se, sos muy dulce conmigo."
"Vo' me quere'?", le preguntó.
Mariana solamente lo miraba dulcemente, "Estás aca conmigo, no?"
"Pero me quere'?", le insistió.
Mariana estuvo un largo, largo rato mirándolo, hasta que pareció succionarse sus propios labios dentro de su boca, como queriendo ahogar un sentimiento que le afloraba, finalmente asintió y le dijo casi en un susurro "... te quiero. Te quiero mucho, Benja."
Benja sonrió amplio otra vez y la besó profundamente, "Que hermosa que so'... cuánto te amo, reina... te quiero dar todo..."
"Yo también, Benja...", le suspiró Mariana, "No se que me pasa con vos..."

El villero le deslizó la mano por las tetas a Mariana, sientiéndoselas y masajeándolas un rato, y luego la deslizó mas abajo, para frotarle suavemente a la altura del ombligo mientras se besaban amorosamente.
"Tengo unas gana' de hacerte un nene en esta pancita... mmm...", le dijo sonriendo y mirándola fijo.

A Mariana se le pusieron los ojos como dos platos y tragó saliva, "Benja, no, no es un chiste..."
"No lo dije como chiste", la miró un poco mas serio.
"No me jodas con eso, Benja, por favor... te lo pido por favor, con eso no...", le suplicó.
"Te dije que no es un chiste, che...", le insistió, "Tu marido no puede tene' pibe, bueh... pero yo si."
"Pero...", arrancó Mariana y Benja la interrumpió.
"Sabé' lo feli' que me haría tener un nene con vo'?", le dijo y le estrujó suavemente la pancita, "Desde que te vi lo pensé..."
"Benja, yo..."
"Dejate de jode' y largalo al tipo ese, loco... no me aguanto verte sufrí' asi...Yo te quiero... te amo, mi reina....", se empezó a despachar Benja, "Cual es el problema, eh? Que, te va a echa' de aca? Te veni' conmigo. Luga' tenemo'."
Mariana suspiró, "Ay, Benja, no me va a echar a ningún lado... el departamento es mio, está a mi nombre. El tiene otras propiedades..."
"Y bueno, 'tonce cual es el problema? Si nos queremo!", le sonrió Benja, "Que se vaya a la mierda el forro ese..."

Mariana solo lo miraba y lo acariciaba. Benja deslizó su mano lentamente hasta encontrar el borde de la bombachita minúscula de Mariana, siguió un poco mas y le empezó a frotar suavemente la concha por debajo de la tela, mientras se inclinó a besarla. Ambos empezaron a gemir en el beso y Mariana le abrió las piernas un poco para darle mejor acceso.

"Mirá lo que so', mami... date cuenta lo hermosa que so'... lo loco que me volve'.. dejame hacerte feli', mi amor...", le dijo mientras la frotaba.
"Benja, yo..."
Benja le empezó a sacar y deslizar la bombachita a ella mientras le seguía hablando, "Quere' que hagamo' un nene, mi amor? Mi belleza..."
"Benja...", suspiró Mariana
"Te quiero... te amo... dejame que te haga feli'..."
Mariana estuvo un rato mirándolo tiernamente y finalmente se le lanzó y lo abrazó fuerte, besándolo profundo, "Te quiero... te quiero, te quiero...."

Benja le respondió el beso con fuerza y terminó de sacarle bruscamente la bombacha. Pude ver la concha de Mariana ya húmeda y sus labios vaginales un poco hinchados. El villero entonces sin dejar de besarla se quitó mis boxers y liberó al aire su verga, que también estaba ya larga y tiesa.
Yo me moví un poco en la silla, rogándo que no hiciera ruido o crujiera. Me di cuenta que hacía rato que ya tenía mi propia pija en la mano y me había estado masturbando hacía ya minutos.

Mariana abrió las piernas mas y Benja se le montó encima de ella, en ningún momento dejándo los dos de besarse apasionadamente. El villero movía sus caderas y su verga marrón, ya tiesa como una piedra e intentaba encontrarle la entrada a Mariana a ciegas, pero sólo lograba frotarle el largo de su pija sobre el clitoris de mi esposa, lo que la hacía gemirle en la boca y ponerlo mas caliente aun.

Finalmente la punta de esa pija villera y amarronada encontró la vagina de Mariana y se la mandó toda adentro de un sólo suave empujón, al fondo, haciendo que sus huevos se aplasten contra el culo de mi mujer. Vi los labios vaginales de Mariana ensanchándose y permiténdole entrar, seguramente cubriendo toda la longitud de esa verga con su lubricación. Los dos gritaron y gruñieron en su beso, vi las manos de Mariana aferrarse a la espalda marrón y musculosa de Benja y éste la empezó a bombear, haciéndole sentir todo su largo con embestidas suaves y profundas.

"AAaaaahhh si mamiiii... mirá lo que es... esa conchaaaaa...", exclamó Benja y apuró sus embestidas un poco. Por fin, después de tanto tiempo, se estaba cogiendo a mi amada esposa.
Mariana tiró la cabeza a un costado y con los ojos cerrados se aferraba a la espalda de su nuevo macho, "Ay! Ay! Ay la puta madre Benjaaaaa! Es muy grandeeeee!!!", la oi gemir, lo cual me pareció puro acting para hacerlo calentar mas. Mi propia pija ya estaba al borde de estallar en mi mano, mientras veia al villero poseer a Mariana. La imagen de su verga renegrida penetrándola tan dulcemente y los gemidos de puro goce de mi esposa me estaban llevándo a un límite de morbo.

"Siii mami... te gusta mi pija eh?", le dijo y le sonrió, mirándo como estaba haciendo gozar a esa terrible hembra abajo de el. No lo podía ver pero estaba seguro que sus embates le estaban sacudiendo las tetas a Mariana de forma increíble
"Siiii sssssiiiii!", gemía Mariana como una verdadera perra, "Benjaaaaaa!!!!"
Benja se rió, "Tomaaaa pija villera mamiiiiii!!!! Que linda concha... que tené chetitaaaaa..."
"Me encantaaaaa!!! Aaaaahhh no pares.... no paresssssss mi amoorrrrrrr", le gemía Mariana.
"Quere' que te haga un nene?! Eh?", la animaba Benja.
"SI! AY SI!", gritó Mariana mientras los dedos se le enterraban en los músculos de la espalda al cartonero, "Llenameeeee... llename mi amorrrr... ssssiiii....aaaayyyy..."
"Te la voy a llena' toda de lecheeee...", gruñia Benja mientras se dejó caer sobre ella y le puso los brazos bajo los hombros a Mariana, asegurándose de sujetarla bien.
"Si mi amorrrr... ssssiii.... llename por favoooorrr... quiero tu nene! Quiero tu neneeeee!!!", gimió Mariana y la noté empezando a temblar y sacudirse, los principios de su orgasmo.

Yo estaba casi descolocado en mi escondite. En mi desesperación de verlos cogerse asi, miré un poco alrededor mío para encontrar una de los toallones de baño y no hacer un enchastre. Cuando tomé el toallón, juro que mi corazón me dió un vuelco en el pecho. Escondido entre los dos toallones y revelado ahora que había tomado el de arriba, vi claramente un blister de pastillas. Yo ya sabía que era, pero lo agarré igual para examinarlo, mientras los gritos y gemidos de mi esposa mientras ese villero se la cogía tan dulce llenaban la habitación.

Era el blister de pastillas anticonceptivas de Mariana. Lleno. Con todas las pastillitas del mes aun ahi. Sin uso. Tragué una densa saliva. Lo había dejado Mariana ahi. A propósito. A propósito? O por error? Para que yo lo vea? Para que yo lo encuentre, ahi, en mi posición de no poder hacer nada ya?

Volví a mirar desesperado por la rendija y lo vi todo. Benja no aguantó mas al oir eso y explotó. Le enterró la verga en un empellón final y se la dejó ahi, mientras los dos se gruñían y se gemían sus orgasmos en sus caras pegadas. Mariana llevó sus dos manos al culo del cartonero y lo presionó fuerte contra ella. Cuando vi la verga enterrada hasta el fondo de la concha de Mariana y los huevos de Benja pulsándole suavemente, yo tampoco pude mas y comencé a acabar fuerte. Un orgasmo increíble, como nunca antes lo había tenido, hizo que me salten mis propios chorros de leche con una fuerza inusitada. Sentía como mi culo se fruncía como nunca y un dulce mareo, mi cuerpo sacudiéndose en la silla en silencio. Se me debe haber escapado un gemido, estoy seguro, pero con el ruido de los otros dos no se habrían dado cuenta. Sin pensarlo mordí y me puse parte del toallón en la boca por las dudas, y que mi leche cayera donde sea.

Los dos (o nosotros tres?) se quedaron ahi luego de un momento, jadeando y recuperándose. Benja se incorporó un poco y extrajo su larga verga de adentro de mi esposa, gotitas y restos de su blanca leche le adornaban el largo de su pija, mezclados junto con el goce y los flujos de Mariana. Luego de un segundo la vagina de mi esposa se acomodó casi instintivamente y escuché un pequeño sonido de aire, haciendo que unos restitos del semen del villero sean expulsados y le gotéen suavemente para abajo, besándole la raya de su culazo aplastado contra la cama.


esposa puta

Los vi quedarse abrazados y besándose un largo rato, amándose con caricias, besos y palabritas. Descansaron un rato, Mariana trajo una botella de cerveza de la heladera y la compartieron un poco, con Benja tomándose casi todo el. Luego de una hora se pusieron a coger de nuevo. Mariana finalmente parecía ya no estar actuando tanto, o al menos había disminuído apenas, un poco, el papel de boludita, luego de que finalmente había consumado el hecho con su macho. Benja la dió vuelta y la orientó mas o menos hacia donde estaba yo, la puso en cuatro y sujetándola de ese culazo increíble le empezó a dar, duro y parejo, otra vez. El rostro de Mariana gozaba con dulzura todos los empellones de su macho desde atrás, gimiendo y disfrutando lo bien que se la cogía el villero, haciendo que esas tetas enormes le bailoteen al quedar colgando en su posición. Y, por supuesto, acabó con dulzura cuando sintió los empujones duros de Benja, llenándola de nuevo de su semen calentito. El cartonero se le había puesto encima de ella, sobre su espalda, y agarrado como una garrapata en cuclillas le hizo disfrutar de esa verga dura, suave y profundo en su concha.

Descansaron un par de horas mas y volvieron a las andadas. Pero ésta vez de costado, quizás Benja o ella ya estaban un poco cansados. Mariana yacía en su costado y el villero desde atrás la abrazó, se aferró de esas tetas magníficas y le deslizó de nuevo la verga en la vagina a mi esposa. Era claro que, al menos esa noche, no quería saber nada con la boca o el culo de mi esposa. Era claro que estaba enfocado en preñar a su hembra de una vez. Luego de una corta cogida acabaron los dos suave y dulcemente, abrazados y pegados, y una vez mas vi como la leche del villero se escapaba entre los labios vaginales de Mariana cuando por fin le sacaba la pija de adentro.

De las pajas que me hice yo realmente no puedo contarles, porque no sabría decirles cuantas fueron. Al menos la misma cantidad que las cogidas de mi esposa y su macho. Quizás mas. No lo se.

Apagaron la luz y, por fin se durmieron. Yo esperé un rato prudencial hasta que escuché a Benja roncar apenas suavemente y miré el reloj, eran mas de las tres. Muy sigilosamente me levanté y me tuve que estabilizar con una mano contra la pared porque las piernas me temblaban. De tanto estar sentado o de tantas pajas, no lo se. Cuando me sentí como para hacerlo, salí de atrás del biombo, los miré a los dos dormidos en la oscuridad, y sin hacer ruido me fui. Abrí la puerta del departamento despacio y me fui al departamento lindante, donde me esperaba mi colchoneta y mi frazada. Cai dormido casi inmediatamente.

Con la luz de la mañana me desperté. Fui a la cocina del departamento vació y me calenté un pequeño café y me comí una barrita de cereal. Fue ahi cuando comencé a escucharlo. Eran las 8 y media, mas o menos. Con la taza humeante en la mano fui al dormitorio y me puse a mirar a través del pulmón hacia mi dormitorio.

Vi la figura de Mariana y sonreí, sorbiendo mi café. Solo la veía de la cintura para arriba, mas o menos, pero estaba con la cabeza echada hacia atrás y el pelo largo que le caía. Se movía arriba y abajo rítmicamente y los pechos enormes le saltaban y brincaban con cada moviemiento. Tenía una expresión de placer enorme en el rostro y se me ocurrió pensar lo que quizás le debían doler los pechos a una mujer, cuando los tenía asi de grandes y pesados, y se movía de esa manera.
Por suerte enseguida vi las manos amarronadas de Benja, elevándose y sosteniéndoselas, estrujándolas entre los dedos.

Me quedé ahi hasta que vi que el villero se fue de casa, finalmente, luego de varios minutos de besitos y despedidas. Se fue sin desayunar, pero se llevó mi ropa puesta y la de el lavada en una bolsa. Esperé un tiempo prudencial y volví a casa. Cuando cerré la puerta llamé a Mariana.

"Amor?", dije
"Aca en la pieza...", la escuché contestarme.
Fui a mi dormitorio y la vi, recostada un poco con la espalda contra la cabecera. Estaba desnuda todavía y el pelo hecho un desastre. Me la quedé viendo un rato. Un rato en la que ella no me dijo nada, mas que mirarme.

Saqué del bolsillo el blister de pastillas anticonceptivas que me había guardado y se lo tiré en la cama, le cayó al lado. Lo vio y nada mas me miró, sin decir nada. Nos miramos un rato muy largo, en silencio, tratando cada uno de adivinar las intenciones del otro. Finalmente ella se sonrió un poquito y lo único que hizo fue abrirse de piernas ante mi, dejándome ver bien su concha usada por el villero.

Yo solamente suspiré al verla, me subí a la cama, me arrodillé frente a ella y comencé a lamer, mientras que sentí sus dedos enredándose en mi pelo.

0 comentarios - Mi esposa, la puta del edificio - Parte 8