la que buscaba mis pezones o eran mis pezones los que se ofrecían tiesos a su boca. Podía sentir sus labios apretar y sus colmillos presionar mis aureolas, pero sin llegar a perforar la piel de mis pezones.
-Cielo, me gusta mucho el aroma de tu piel.
–Ese aroma de tus pechos lactantes es embriagador.
–El sabor de tu piel y el calor que desprendes me incita a morder y a chupar tu sangre.
–Es una pena que tenga que reservarte para el próximo viernes.
-Entonces sí que vas a satisfacerme a mí a otros que me reservo, para que sea una sorpresa.
-Yamilka, me estás volviendo loca de placer.
–No dejes de chupar mis pezones.
–No me queda leche por haber estado alimentando a mi bebé.
–Sigue chupando que estoy a punto de tener un orgasmo.
No me cabía la menor duda de que ella también estaba muy excitada, lo demostraba los flujos que corrían por sus muslos y una vez me llegó el tan ansiado clímax, la sujeté por los pechos y después de un rato de lamer todo el contorno de sus aureolas, me fui metiendo sus pezones en la boca, para apretarlos con mis dientes y estirar de ellos como si fueran de goma.
Por sus estremecimientos podía ir comprobando que a los vampiros también les duele cuando se les infringe daño corporal, al mismo tiempo que sienten placer al igual que nosotros. No contenta con mi estimulación en sus pezones, me apoderé de su vagina con una de mis manos, introduciendo varios dedos y haciendo pinza con mi pulgar sobre su clítoris.
Eso es algo que tengo aprendido, por darme mucho placer cuando es a mí a quien me lo hacen. Mis mordisquitos en sus pezones y masajes en su vagina, consiguieron el objetivo de hacerla llegar a un orgasmo muy escandaloso, con gemidos y convulsiones.
No había sido consciente de mis terribles mordiscos en sus pechos, hasta que pude verlos completamente ensangrentados y cosidos con señales de dientes. Pequeñas gotas de sangre daban muestra del duro tratamiento dado en sus pezones. En mi boca continuaba con el sabor salobre de su sangre y mi mano estaba completamente cubierta de flujos viscosos de su corrida.
-Cielo, hacía mucho que no tenía un orgasmo tan fuerte.
-No me habían vuelto a morder los pechos como los has mordido, desde que les servía de alimento a Velkan, Bogdan y a los otros.
-Yamilka, siento mucho el haberte dañado de este modo los pechos.
–La excitación del momento no me ha permitido darme cuenta de la fuerza con que te mordía.
-No importa cielo, tenemos mucho poder de recuperación y para mañana ya no quedará rastro de las heridas.
-Podrías incluso haberme cortado un pezón de un mordisco.
–A las veinte y cuatro horas, ya se me había vuelto a reproducir sin rastro de la herida.
-Sentimos el dolor, pero nos recuperamos rápidamente.
–Podrías estar cortando mis pezones una y otra vez, sin que físicamente me afecte la mutilación de las mamas.
-Pues tengo una cortadora de puros y puedo cortar a rodajas tus pezones.
-Cielo, me parece que disfrutas con mutilar o ver mutilar a alguien.
–Mejor lo dejamos para cuando tengamos espectadores y que disfruten también de tu trabajo en mis tetas.
Lo había insinuado de broma y no pensé que me iba a contestar aceptando el hecho de dejarse mutilar los pezones a rodajitas.
Agachándose recogió su vestido y se despidió de mi hasta dentro de una semana, que quedó en pasar a recogerme para acompañarme hasta el “Club de Vampiros”.
La semana se me hizo muy larga, bebiendo del vino que me había regalado y siguiendo con mi rutina, de dar el pecho a mi bebé y excitándome al pensar en que esos mismos pechos iban a servir para alimentar otra vez a Yamilka, cuando me lo pidiera esta vez delante de otros vampiros.
Ese viernes dejé a mis hijos con sus abuelos y suficiente leche materna acumulada en tarros, como para que no le faltara a mi bebé. Les dije a mis suegros que iba a salir con una amiga y al no saber la hora de mi vuelta, mejor que se quedaran el fin de semana con los niños, que ya pasaría a buscarlos.
A media tarde ya estaba arreglada con ropa interior nueva de encaje y un traje compuesto por falda y chaqueta de color hueso, sin camisa, para que al abrir la chaqueta se me pudieran ver los pechos a través del fino sujetador. Lucía muy sexi y estaba segura de conseguir excitar a todo el que pudiera ver mis pechos por la abertura de la chaqueta. Con solamente un botón abrochado, dejaba poco a la imaginación y la falda corta, mostraba casi todo, con solo agacharme un poco.
Estaba segura que en el club se les iba a poner de punta, algo más que los colmillos al verme aparecer con el pelo suelto sobre los hombros y dejando tan poco a la imaginación, al poder presentarme con la chaqueta quitada y mostrando mis duros pezones a través del casi trasparente sujetador. Tenía pensado dejar a todos con los colmillos largos y la baba chorreando.
Cuando llegó mi amiga, la salí a recibir con la chaqueta desbrochada, mostrando mis pechos en todo su esplendor.
-Yamilka, ¿crees que estaré así bien para presentarme en el Club?
-Cielo, estás deslumbrante, pero había pensado otro “luck” para tu presentación ante los miembros del club.
–Así estás muy bien para una fiesta en sociedad, pero he traído algo más en consonancia con el evento.
La verdad es que después de ver como venía vestida Yamilka, mejor dicho, aderezada, mi vestimenta no pegaba nada.
Ella se presentó con un “boody” de cuero negro, atado por delante hasta la altura de los pechos, con cordones del mismo color, que levantaban sus tetas y hacia aumentar su volumen, mostrando toda la parte superior de los pechos, casi dejando ver la parte superior de los pezones. La parte de abajo, apenas le tapaba la vagina, dejando ver sus largas piernas casi hasta la cintura. Calzaba unas botas de cuero muy ceñidas a sus piernas y muslos, dejando parte de estos a la vista, desde las ingles hasta medio muslo. Aderezada con unos guantes también de cuero, que más parecían una segunda piel, llegando hasta por encima de los codos.
Con esa forma que venía vestida, no pegaba con mi indumentaria, por lo que me alargó un top de cuero y unas braguitas del mismo material, cerraba el sujetador unas cremalleras por delante y las braguitas dos cremalleras por los costados. En un momento estuve completamente desnuda delante de ella y con su ayuda me puse las prendas que me había traído. Completaba mi vestimenta una correa de tela roja, alrededor del cuello y dos muñequeras de cuero, provistas de mosquetones.
Me imaginaba salir así de casa y que pudieran verme los vecinos en compañía de otra mujer, igualmente vestida provocativamente. Menos mal que era ya de noche y el coche en que había venido Yamilka estaba dentro de mi jardín.
Por el camino, me fue indicando mi forma de comportarme y no protestar por nada ni hablar, a no ser que se me preguntara algo. Yo sabía ya eso, por mi anterior experiencia con vampiros, pero no estaba de más recordarlo.
Después de circular casi una hora, llegamos a un polígono industrial donde delante de una nave con persianas muy grandes y un muelle de carga y descarga de camiones, había una puerta metálica a un lado de la nave, con dos armarios roperos en la puerta, porque los dos porteros, parecían cuatro por su corpulencia.
Después de reconocer a mi amiga, nos dejaron el paso libre, abriendo la puerta, no sin lanzar unas expresivas miradas a mis pechos, que amenazaban con escapar por la parte superior del top.
Dentro, el aspecto era de una nave industrial, empleada anteriormente como empresa distribuidora de carnes, con guías por el techo, por donde posiblemente de habrían trasladado piezas pesadas de carne, como terneras o corderos.
Tras pasar una gran puerta corredera, llegamos a una pequeña habitación, donde pude ver a cinco mujeres atadas contra la pared, con los brazos a los costados del cuerpo sujetos con abrazaderas a la pared y una especie de cinturón de seguridad rodeando su espalda, manteniéndolas firmemente aseguradas. Estaban de cara a la pared, mostrando solo sus nalgas y espalda. En sus cuellos mostraban unas cintas como la que llevaba yo, pero de color verde. Al lado en una especie de vitrina de cristal se podían ver a tres mujeres más, colgadas de los brazos y completamente desnudas, con un número colgando de sus cintas, también verdes.
A pesar de mi curiosidad, no le quise preguntar a mi amiga nada. Pues ya me lo diría si lo creía conveniente, aunque una cosa sí que pude averiguar por mí misma, al pasar a la siguiente sala, donde había más gente hablando en corrillos, pude ver que las mujeres, atadas en la otra parte de la habitación, por este lado aparecían sus pechos por unas aberturas abiertas en el tabique, que no debería ser muy grueso, por el volumen de pecho que mostraban por este lado, con los pezones completamente erectos. Ellas desde el otro lado, tenían los pechos expuestos, pero sin ver lo que posiblemente tuvieran intención de hacerles, ni a quienes se lo hicieran.
-Cielo, los pechos que ves sobresaliendo de la pared, son para poder ser mordidos y de esa forma alimentarse quienes hayan pagado por hacerlo, la cantidad estipulada.
-Las otras mujeres colgadas están a la espera de ser subastadas para sustituirlas.
-Únicamente hay que poner el número y la cantidad ofrecida.
Después de saludar a algunas personas presentes, Yamilca siguió el recorrido seguida por mí, hasta otra estancia, donde me sujetó los brazos en alto y me dejó colgada de un gancho con ruedas, empujándome por la guía hasta otra estancia, donde se podía ver mucha sangre seca en el suelo de cemento y para mi horror a una mujer colgada igual que yo, pero por las piernas, con los brazos atados a la espalda, mientras que cuatro hombres (supuestamente vampiros) le estaban mordiendo en los pechos y en la garganta.
Quedé en shock, pensando que posiblemente la siguiente en servir de cena a esos vampiros, iba a ser yo, por estar colgada e indefensa igual que la víctima que colgaba inerte delante de mí.
-Cielo, tranquila, que mientras lleves puesta esa cinta roja al cuello, solamente yo puedo tocarte.
-Para que otros puedan hacerlo, tendría que darles permiso, cambiando la cinta por otra de color diferente.
-Cómo puedes ver en el suelo, está la cinta que esta desdichada llevaba y qué al ser negra, significa que pueden alimentarse de ella hasta su posible muerte.
-Las cintas verdes, significan que están disponibles a cambio de su correspondiente compra o alquiler.
-Puede que estén siendo subastadas como las tres que hay a la entrada con el número colgando del cuello, para que cualquier interesado pueda pujar por ellas.
-Yamilka, por favor, bájame de aquí.
-Me he meado encima de miedo que he pasado.
Era completamente cierto, que al ver a esos cuatro devorando los pechos de la mujer colgada y su garganta destrozada a mordiscos, se me habían escapado los meados, que ahora mojaban mis muslos y goteaban hasta el suelo.
Cielo, por esta zona, no puedes desplazarte caminando, por estar únicamente reservada para quienes somos vampiros. Te estoy llevando para que puedas ver lo que hay tras la fachada y a lo que te arriesgas en caso de entrar sin la protección adecuada.
Puedo asegurar, si antes me había meado de miedo, ahora estaba a punto de cagarme de pavor.
Seguía el recorrido colgada como una res en el matadero hasta la siguiente estancia, pude ver en suelo varias personas muertas, sin que quedara ninguna duda, por tener la cabeza separada del cuerpo.
-Cielo, estas víctimas, han servido para alimentar a algunos de nosotros, hasta quedar completamente desangradas, como la mujer colgada en la estancia anterior y se les separa la cabeza del troco, para evitar que vuelvan a la vida como vampiros y aumente la población, dando problemas para su alimentación.
-Eso no me sucedió a mí, por la amistad que tengo con Velkan mi mentor, que dejó que regresara, así como estoy ahora.
Acercándose a mí, me abrió las cremalleras de las braguitas y me las quitó, dejando mi entrepierna completamente desnuda.
-Cielo, eres una cochina, has mojado las bragas y así no se te puede presentar en sociedad.
-Ahora desnudita, vas a estar mucho mejor.
-Ya no tiene sentido continuar con tu top puesto.
-Vas a estar mucho mejor desnuda del todo.
Seguidamente mi top, pasó a estar en compañía de las bragas, dejándome con la cinta roja, como única prenda.
Colgando de los brazos y completamente desnuda, continué mi desplazamiento por la guía, colgada del gancho. Con el frío del ambiente mis pezones se habían puesto muy duros, sobresaliendo de las aureolas como dos gordas bellotas, atrayendo las miradas de todos a medida que pasaba colgada por el lado de ellos.
Sabía que no debía hablar, pero mi incomodidad y el dolor de los brazos no me dejaron otra opción que preguntar.
-Yamilka, ¿Cuánto me vas a tener así colgada?
-Me duelen terriblemente los brazos y hace frio aquí.
Dándome un empujón en el culo, aceleró mi desplazamiento a través de la sala de cadáveres, para pasar a otra sala, en la que terminaba la guía, me bajó del gancho, para continuar mi “visita turística” a pie.
En esta sala, había varias cruces de San Andrés y otras en forma de T mayúscula, así como cadenas sujetas a las paredes y colgando del techo.
No era preciso preguntar la función de esa sala, porque había varias mujeres colgando del techo y otra rubia muy guapa, con unos pechos enormes cruzados por señales de haber sido azotados, sujeta a una cruz con dos barrotes de madera sujetando sus pechos, por arriba y por debajo, apretando y proyectando sus rojos pezones completamente hinchados hacia delante.
No podía quitar mi vista de esa cruel escena. Pude oír silbar la tira del látigo y el chasquido al golpear brutalmente sobre los expuestos pechos de la desdichada. Vi perfectamente como los pezones se le metían para dentro de la aureola y volvían a salir rebotados, después del terrible impacto recibido.
Otra línea roja se formó cruzando ambos pechos, recorriendo ambos pezones por el centro. No sería ese el único latigazo recibido, porque después de varios dados en puntos estratégicos, como en el interior de sus muslos y bajo vientre, se dedicó de nuevo a azotar los pechos, volviendo a alcanzar en varias ocasiones otra vez los castigados pezones.
La mujer ya no tenía fuerzas ni para gritar y solo los estremecimientos y convulsiones de su cuerpo, daban idea del dolor que estaba soportando.
Cielo, no te preocupes que está todo controlado, ha de sobrevivir, para alimentar a vampiros, que les excita que su víctima haya sido torturada previamente. La sangre tiene un sabor especial, después de la tortura.
Todas las mujeres que estaban siendo torturadas y las que esperaban turno, tenían la cinta verde al cuello, con lo que indicaba que estaban disponibles, con la única restricción de no llegar a su muerte. Por ahora la única que había visto con la cinta negra, ya estaba muerta y entregando las últimas gotas de sangre a sus depredadores.
Podía comprobar las miradas que me echaban quienes estaban torturando a las mujeres atadas, deseando ponerme las manos encima.
-Cielo, esta es la última sala de sacrificio y a partir de ahora son salas de placer y reservados para quienes utilizan en exclusiva a sus “nodrizas”.
-Podría cambiarte la cinta por otra verde y dejar que otros disfruten de tu apetitosa sangre.
-No te asustes, porque te tengo reservada una sorpresa, que no me cabe la menor duda de que te va a encantar.
Me acompañó hasta un cómodo asiento de cuero de vaca, donde me dejó posar mi desnudo culo y se marchó dejándome allí rodeada de los presentes, que me miraban con deseo de poder saborearme. Solo impedía que me tomaran, la simple cinta roja que rodeaba mi garganta, pero yo no me sentía muy segura. Mis pezones me dolían y mis pechos demostraban el tiempo que hacía que no habían sido vaciados, por la tirantez que sentía y las molestias de tenerlos llenos de leche.
Aunque suponía que cualquiera de los presentes estaría encantado en vaciármelos no podían hacerlo, ni yo pedirlo.
Cuando vi aparecer a Yamilka, comprendí la sorpresa que me tenía reservada, ya que no venía sola. Le acompañaban nada más y nada menos que dos antiguos conocidos.
Por la cara de satisfacción de ellos, pude comprender que para ellos era también una agradable sorpresa, al verme completamente desnuda delante de ellos. Yamilka me ayudó a levantarme y dejó que ambos me abrazaran y depositaran sendos besos en mi boca. Me dieron varias vueltas, admirando todo mi cuerpo.
-Felicidades hermosa, no te imaginas lo que te hemos echado a faltar todo este tiempo.
-Cuando nos ha dicho Yamilka que estabas aquí no nos lo podíamos creer.
-Hola Bogdan, hace mucho que no sabía de ti.
–Para mí también ha sido una sorpresa.
-Velkan, a ti hace menos que no te veía, pero te he recordado mucho.
-Primor, nos ha dicho tu amiga, que estás lactando a un bebé.
-Sí, hace unos meses que nació mi bebé y aún toma leche de mis pechos.
-Seguro que a alguien que conocemos, le va a gustar mucho eso.
-Ya lo ha probado y sí que le ha gustado mucho alimentarse de mi leche mezclada con sangre, al morder mis pechos.
-No nos referimos a tu amiga, que suponemos que ya lo habrá echo en varias ocasiones, si no en alguien que no conoces.
-Vamos a un sitio más reservado y hablamos con más intimidad.
-Aquí no te quitan ojos de encima, todos los presentes.
Acompañada por Yamilka y los dos vampiros, nos metimos en un reservado de los que habían disponibles, para así poder alimentarse los vampiros en completa intimidad, sin que nadie les molestara.
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