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Intriga Lasciva - El Instituto [42]

Intriga Lasciva - El Instituto [42]
Capítulo 42.


Tratado de Paz.

Siara y Yelena le pusieron punto final al caso de Diógenes, aunque no de la forma esperada. Erika y Xamira saben que deben cerrar el caso para el que las contrató La Vasca. Confían en que averiguar más sobre Fermín y sus amigos les dará buenas pistas para avanzar en el asunto de las filtraciones. 
El plan era extremadamente simple, y por eso le gustaba tanto a Erika. Ella es de la filosofía de que las soluciones siempre deben llegar de la forma más sencilla. Aún tenían la tarjeta magnética del portero del instituto y Xamira escuchó una vez más a los amigos de Fermín comentando sobre ese “evento”. Xami estaba segura de que se realizaría esa misma noche. Por eso después de entrenar se dieron una ducha, procurando que nadie les robara la ropa (otra vez) y se quedaron deambulando por el instituto para hacer tiempo. 
A Erika se le ocurrió investigar la zona donde habían visto al supuesto fantasma. Xami le preguntó por qué quería hacerlo si los fantasmas le daban tanto miedo. Erika respondió: 
—Porque mi curiosidad es más fuerte que mis temores. 

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Oriana se sintió atraída como una polilla hacia la luz. Sabía que estaba actuando mal y corría un gran riesgo, pero no podía evitarlo: necesitaba mirarla. 
Reiko Takahashi, su madre, estaba lavando su cuerpo al estilo japonés: sentada en un pequeño taburete, completamente desnuda. Pasaba una toalla por su voluptuoso cuerpo. Oriana la espiaba con la puerta entreabierta, miraba fascinada las enormes tetas de su madre, tan grandes como la suya. Sentía cierta fascinación por esa maraña abundante de vellos negros en su pubis. Era como mirarse a sí misma, pero con unos pocos kilos de más. La diferencia de edad apenas se notaba. 
—¿Te vas a quedar ahí parada todo el tiempo? —Dijo Reiko, en japonés. Ni siquiera miró a su hija. 
—Emm… perdón…
—¿Necesitás algo?
Allí fue cuando Oriana entendió que su madre jamás sospechó que la estuviera espiando. Reiko creía que solo quería pedirle algo. Quizás con una buena excusa podría salir airosa de este momento incómodo. 
—Sé que te molesta la forma en la que me visto últimamente —entró al baño, tenía puesta una camisa muy escotada por dejar abierto los primeros botones, se le veía el inicio del corpiño de encaje blanco. Completaba el atuendo con una minifalda tableada. Si se agachaba mucho se le veía la bombacha blanca. 
—Estoy muy desilusionada —dijo Reiko sin levantar la mirada, enjabonó su teta derecha—. Creí haberte dado una mejor crianza. 
—Me criaste bien, pero me cansé de sentir vergüenza por mi propio cuerpo. Ahora me siento orgullosa… y vos deberías sentirte igual. Sos hermosa, mamá… mirá las tetazas que tenés. 
Reiko se sonrojó y por primera vez en mucho tiempo perdió ese semblante serio y seguro. A Oriana le pareció aún más hermosa, con la tez pálida y las mejillas rojas parecía una geisha.
—No es bueno ser tan vanidosa. 
—Tampoco es bueno vivir deprimida. 
—Yo no…
—Sí, mamá. No intentes engañarme. Sé que no sos feliz. ¿Cuándo fue la última vez que sonreíste? —Reiko bajó la cabeza y se concentró en frotar su cuerpo con la esponja—. Todo porque no viviste tu sexualidad como te hubiera gustado. No experimentaste ningún placer en la vida, por miedo… por ser la mujer “respetable” que todo el mundo esperaba que fueras. Yo no quiero ser así.  
—¿Esas amiguitas nuevas que tenés te metieron estas ideas en la cabeza?
—Tal vez. O quizás fui yo misma, que me harté. Ya soy grande, mamá. No podés decirme cómo vivir. Quiero disfrutar de mi juventud como vos no pudiste hacerlo. Me voy al instituto. Al menos yo sí puedo decir que tengo amigas.  
Dio media vuelta y salió del baño. Por primera vez en su vida le hizo frente a uno de sus mayores miedos: su estricta madre. Y contra todo pronóstico, el enfrentamiento se sintió como una victoria. Estaba orgullosa de haberle dicho las cosas de frente. 

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Deambularon por los pasillos prácticamente a oscuras. Erika no quería alertar al supuesto fantasma de su presencia. Incluso se quitaron las zapatillas, para no hacer ruido al caminar. Las llevaban colgadas de sus mochilas. El instituto parecía estar desierto, ni siquiera encontraron alguna parejita rezagada que se hubiera escondido en un aula o en un baño para coger. El portero brillaba por su ausencia. 
Después de unos minutos Xamira comenzó a aburrirse, ya seguía a Erika por inercia, sin prestar demasiada atención a su entorno; pero de pronto su visión periférica detectó un movimiento detrás suyo. Al darse vuelta vio una sombra oscura cruzando por el pasillo transversal. Se puso tan tensa que a Erika casi le da un infarto, Xami escudriñó el pasillo con mirada atenta y los ojos de Erika casi saltan de sus cuencas. Ella también vio algo moverse. 
Una figura dobló por la esquina del pasillo y se acercó a ellas. Quisieron retroceder y sus espaldas chocaron contra algo. Las dos emitieron un agudo grito y Xamira estuvo a punto de golpear a la persona que le había bloqueado el paso; pero la sujetaron con fuerza de la muñeca. Eran tres tipos de traje y anteojos oscuros. Tenían el pelo cortado a cepillo. Enseguida entendieron que eran guardias de seguridad, o algo por el estilo. 
—¿Erika Arias Ballester? ¿Xamira Aquino? —El que habló era el que tenía a Xami sujetada por la muñeca. 
—¿Quién es usted? —Preguntó Erika. 
—Eso no importa. ¿Podrían acompañarnos? Nuestro jefe quiere hablar con ustedes. 
Las jovencitas intercambiaron miradas de desconcierto. Los tipos no parecían peligrosos, muchos alumnos tenían guardaespaldas. Se preguntaron a quién estarían asignados. Decidieron acompañarlos. Doblaron por donde salió el tipo que caminó hacia ellas, pasaron de largo tres salones y entraron en el cuarto. Allí se encontraron con un hombre sentado en una silla en el centro de un salón vacío. Ni siquiera había otros muebles. Solo una silla de oficina que parecía bastante cómoda y un par de cámaras digitales con trípodes. Una a cada lado, unos pocos metros por delante de la silla. Erika notó que estaban apagadas. 
El hombre de la silla iba trajeado aunque su indumentaria era claramente más costosa que la de los otros tres. Tenía puesto un traje negro de diseño, con la camisa rojo vino tinto y una corbata haciendo juego con el traje. 
—Oh… hola —dijo Erika—. ¿Usted es Octavio Lanzani? 
Xamira tardó un poco en reconocerlo, pero todos en la ciudad sabían perfectamente quién era Octavio Lanzani: padre de Fermín y un empresario con mucha mala fama. El secreto a voces decía que Lanzani era el líder de una importante agrupación mafiosa, motivo por el cual era temido y respetado por igual. 
—Así es. Vos debés ser Erika. Me alegra que me conozcas, eso me ahorra las presentaciones. 
—¿A qué se debe todo esto? —Preguntó Xami, manteniéndose a la defensiva. No le agradaba estar en esa habitación con un tipo que tenía fama de ser muy peligroso. 
—Tengo dos asuntos que tratar con ustedes —se pasó la mano por el cabello negro, lo tenía prolijamente peinado hacia atrás—. El primer asunto es sobre mi hijo…
—Fermín es un imbécil —espetó Erika. 
—Entiendo que Fermín a veces puede ser un poquito… especial. A mí también me saca de quicio. Pero es mi hijo, eso no lo puedo cambiar.  Él es miembro del club de boxeo y… 
—Si esto es para que dejemos de investigar lo que hace Fermín en ese club, no va a servir —dijo Xamira, desafiante. 
Octavio Lanzani sonrió. 
—No, todo lo contrario. Lo que quiero es que encuentren la forma de expulsar a Fermín del club de boxeo. —Las chicas se quedaron anonadadas y en silencio—. A mí sinceramente no me molesta que practique ese deporte; pero a su madre sí. Miren… Marcia, mi esposa, está muy delicada de salud —señaló su cien con el índice—. Suele tener ataques de pánico todo el tiempo. Puede que yo sea, en parte, responsable de eso, por lo peculiar que es mi trabajo. Pero Fermín es quien más contribuye últimamente a las crisis de Marcia. Ella detesta que él participe en el club de boxeo. 
—¿Tiene miedo de que lo lastimen? —Preguntó Erika. 
—No exactamente. Ella sabe que Fermín es un chico muy agresivo. Le da miedo que el boxeo fomente esa agresividad y que algún día sea él quien lastime seriamente a alguien. Queremos que se anote en otro club del instituto, algo más tranquilo… como la clase de arte, o quizás cocina. Cualquier cosa que no implique golpear a la gente. 
—Y para esto necesitan que lo expulsen de boxeo… —comentó Xamira. 
—Así es. Fermín no quiere escucharme. Ya intenté convencerlo de mil maneras. Hasta le ofrecí dinero. No hubo caso. Él quiere quedarse ahí. La única alternativa es que lo expulsen del club. Si eso ocurriera, yo no pondría ninguna queja con el instituto. Al contrario, hablaría con el decano para que todo se pueda llevar a cabo de forma tranquila. Sé que ustedes son muy ingeniosas, las estuvimos vigilando. Algo se les va a ocurrir. 
—Haremos lo posible para que lo expulsen —aseguró Erika—. Principalmente porque Fermín me parece un idiota. —Octavio volvió a mostrar su radiante sonrisa de galán de cine clásico—. ¿Y cuál es el otro tema del que quería hablarnos?
—Ah, me alegra que podamos llegar a eso tan rápido, sin vueltas. Así es como me gusta hacer negocios… y ustedes se metieron con uno de mis negocios. Me están jodiendo. ¿Qué mierda es eso de PornParadise? —Xamira y Erika se pusieron tensas, de pronto Octavio ya no parecía simpático y encantador. Ahora era un lobo mostrando sus dientes y su jauría las tenía rodeada—. ¿Saben en qué quilombo se están metiendo? Me hicieron perder mucho dinero. Hay idiotas que prefieren la web de mierda que hicieron ustedes, no saben apreciar el contenido de calidad. 
—Quizás sea porque nuestro contenido es más auténtico —dijo Erika—. No ponemos gente a actuar, los espectadores están un poquito hartos de las actuaciones. Ellos buscan sexo real. 
—Debo reconocer que en eso tenés razón. Por eso vamos a generar mejor contenido. Tal vez con eso recuperemos algo del dinero que perdimos. 
Se puso de pie y comenzó a desprenderse el pantalón. Sus tres secuaces encendieron las cámaras. 
—¡Hey! ¿Qué están haciendo? —Dijo Xamira
—¿Y ustedes qué se imaginan que vamos a hacer? —La verga de Octavio apareció erecta e imponente. Era tan grande como la de su hijo. 
—Si creen que nosotras vamos a colaborar… —Erika retrocedió un paso y chocó contra el pecho de uno de los guardaespaldas. El tipo la sujetó por los brazos y le habló al oído. 
—No les estamos pidiendo colaboración. 
A continuación le rompió todos los botones de la camisa y le bajó el corpiño de encaje blanco dejando sus tetas totalmente expuestas. 
—¡No! Soltala…
Xamira no pudo hacer nada. Los otros dos tipos la sujetaron con fuerza, una de cada brazo. Ella es una chica atlética y sabe boxear; pero no podía hacer nada contra dos hombres tan bien entrenados. Uno la obligó a poner su brazo derecho detrás de la espalda, esto le provocó un dolor agudo. El otro le bajó el pantalón deportivo junto con la tanga. Cuando Xamira lo miró se dio cuenta de que este sujeto también tenía la pija fuera del pantalón y estaba tan dura como la de su jefe. 
Octavio se acercó a Erika con una sonrisa maquiavélica en el rostro y le pellizcó el pezón derecho. 
—Me la voy a pasar muy bien con vos, ricura. 
—¡Soltame, pelotudo! —Erika forcejeó inútilmente. 
Ella tenía aún menos recursos de defensa personal que Xamira. No podía hacer nada para liberarse. Le quitaron su pequeño short y la tanga. Hubo un rápido intercambio de lugares, el tipo que la sujetaba pasó a estar delante de ella y Octavio le agarró las tetas por detrás. Erika sabía lo que iba a venir, pero no creyó que ocurriría tan rápido, pensó que primero jugarían con ella. La penetración fue profunda. Su concha se abrió para darle espacio a toda esa verga y Erika soltó un agudo chillido que se fue intensificando a medida que el pene la invadía. 
—No, hijo de puta… no me cojas…
—¡Soltala, hijo de mil puta! 
Xamira protestó y recurrió a toda su fuerza para intentar soltarse, pero su destino fue el mismo que el de su amiga. El tipo que la sujetaba por detrás le clavó la verga sin clemencia. Ella no chilló, aunque sí le dolió. Aunque el dolor no fue tanto físico, le afectó más en el orgullo. Esos desgraciados le estaban clavando la pija y no podía hacer nada para evitarlo. 
Lo que siguió fue un descenso a la humillación y a la lujuria. Octavio no tuvo piedad de Erika, se la clavó con todo mientras su secuaz le clavaba la verga en la boca, obligándola a mamar. La cara de Erika comenzó a desfigurarse como los personajes de los mangas hentai que tanto le gusta leer. Su cuerpo comenzó a traicionarla y a pesar de que no quería sentir placer por lo que esos tipos le estaban haciendo, la calentura subió demasiado. 
Hasta Xamira tuvo ese mismo problema, en especial cuando el segundo tipo tomó el lugar del primero. Ya le habían dado una cogida brutal y bien enérgica, pero este otro tenía la verga más grande y le hizo ver las estrellas desde el primer momento en que la penetró. Cuando el primero le metió la verga en la boca, empezó a chupar instintivamente. Hasta movió la cabeza con violencia, casi como si dijera: “Sí, por supuesto, me la voy a comer toda”. No entendió por qué reaccionó de esa forma pero sospechaba que era porque Erika cedió mucho antes que ella. La vio aferrada a la verga de ese matón, tragándola toda y emitiendo sonidos guturales mezclados con gemidos. Ya no oponía ninguna resistencia y fue ella misma la que se acercó a la silla, se arrodilló en ella y entregó su concha a Octavio. 
Ver esta reacción afectó mucho a Xamira, la hizo perder la entereza y el autorrespeto. Siguió luchando, para mantener un poco de su dignidad intacta, pero en realidad ya era ella misma la que se acababa para recibir la verga dentro de su concha.
—Está bien… está bien… vamos a colaborar —dijo Erika—. Entendemos que están enojados y queremos que haya paz. Solo diganos lo que tenemos que hacer. Vamos a colaborar ¿no es cierto, Xami?
Xamira quería decir que no, absolutamente no. Sin embargo, por la mirada de Erika entendió que esto era un plan para lograr algún objetivo. No sabía cual, ni a qué costo… solo sabía que su amiga le estaba pidiendo colaboración. 
—Sí, está bien… vamos a hacer lo que nos pidan —aceptó Xami, comiéndose su orgullo. 
—Muy bien, así me gusta —dijo Octavio—. Queremos dos cosas: un video interesante para Uvisex y algo más.
—¿Qué más? —Preguntó Erika. 
—Algo en compensación por haber metido las narices donde no corresponde. Cuando me encuentro en estas situaciones, donde alguien me jodió de alguna manera, me gusta dejar que esa persona elija el castigo apropiado. ¿Qué se te ocurre?
—Mmm… a ver, sí… estuvimos jodiendo bastante a Uvisex y si ese negocio te deja dinero entiendo que podés estar muy enojado. ¿Qué castigo podrías darnos? —Lo pensó con una expresión muy inocente en su cara, como si se tratase de un juego—. ¡Ya sé! Podrías humillarnos en redes sociales. Podrías subir fotos metiéndonos la pija… es más… incluso podríamos subirlo a nuestras propias cuentas y poner algún mensaje que nos haga quedar como putas o algo así. 
Octavio Lanzani permaneció con semblante serio durante unos segundos y luego su rostro se iluminó con una sonrisa. 
—Me encanta esa idea. 
—Erika, ¿te volviste loca?
—Perdón, Xami… pero de una u otra manera nos iban a castigar… y tenía que ser de forma contundente. Se me ocurrió esto. Aunque… podrían ser más fotos mías que tuyas. No es necesario que nos humillen a las dos de la misma manera, ¿cierto?
—Así es —dijo Octavio—. La flaquita es linda; pero la que me para la pija sos vos, hasta me gusta esa vocecita aguda que tenés. Para algunos es irritante, a mí me parece… simpática. 
—Kawaii. Mi voz es kawaii. 
Así empezó la producción de fotos para humillar a estas dos bellas jovencitas. Octavio hizo que Erika se arrodillara en el piso y le chupara la pija hasta hacerlo acabar. Le tomó una foto cuando ella tuvo la cara completamente cubierta de semen. Erika posó guiñando un ojo, mostrando que su lengua también tenía abundante leche y haciendo la señal de la victoria. La verga de Octavio quedó a pocos centímetros de su boca. Acompañó la publicación con el texto: «Me dieron de tomar mucha lechita. ¡Me encanta!» A Octavio le pareció fascinante y el morbo se le subió a las nubes, esa pendeja lo volvía loco. 
Xamira estaba recibiendo una dura cogida cuando Erika se arrodilló detrás de ella con el celular en mano y le dijo: 
—Dale, amiga… que te vean sonreír. 
Para Xamira no había nada más humillante, sin embargo confió en Erika… y quizás se dejó llevar un poquito por el morbo. Giró su cabeza e hizo un gesto kawaii mirando a la cámara, hasta guiñó un ojo como Erika. En la foto se podían ver sus hermosas nalgas y una gruesa verga entrando en su concha. 
«Si me van a meter pija, las prefiero bien grandes… como esta»
Otro comentario que encantó a Octavio y lo que más le gustaba era que todo el proceso quedaría grabado para ser subido a Uvisex. Lo de Twitter incluso podría servir de publicidad. Si la gente quería ver más sobre esas preciosas putitas, él se encargaría de que supieran dónde encontrarlo. 
—Si me querés humillar todavía más —dijo Erika—, me dejo dar por el culo. ¿Qué te parece?
—Una idea maravillosa. 
Erika se sentó en la gran silla de oficina con las piernas abiertas, apoyadas en los soportes. Dejó su culo sobresaliendo por el borde para que Octavio pudiera metérsela. Ella había pasado buena parte de la tarde masturbándose con un dildo metido en el culo, por lo que la verga entró con mucha facilidad. Esto volvió loco a Octavio, le encantó saber que esa hermosa puta tenía experiencia en el sexo anal. Se emocionó tanto que la grabó con su celular mientras le daba duro por el culo. Ella chillaba como un personaje de un anime heintai y lo incentivaba a que le diera más duro. Al mismo tiempo abría su concha, como si quisiera mostrarle a todo el mundo lo bonita y lo rosada que la tenía. 
Ese video fue posteado con la frase: «Me dieron duro por la cola. ¡Me encanta el sexo anal! ¿Quién me la quiere meter?». A Xamira le pareció que estaba yendo demasiado lejos con esas frases pero al mismo tiempo le hervía la sangre al saber que Erika se animó a subir semejante acto explícito. Por eso Xamira también contribuyó con un video para Twitter. Lo grabó montando sobre uno de los tipos, mostrando lo atlética e incansable que es. Al mismo tiempo le chupó la pija a otro de los guardaespaldas, hasta que él le acabó en la cara.
«Ya fue —pensó—. Si me voy a zarpar, me voy a zarpar en serio. Ya no hay vuelta atrás» 
Y lo subió a internet con la frase: 
«Qué rico tener dos pijas para mí solita. Soy tan puta que con una sola no me alcanza». Erika se rió de esta frase y contagió a Xamira. A pesar de lo brusco que fue el inicio de esta situación, las dos ya la estaban pasando bien. Estaban tan excitadas como divertidas.
Mientras Octavio cogía con Erika en la silla, Xamira le chupaba la pija a los tres guardaespaldas. Luego subió una foto a internet con la pija del tipo del medio bien metida en la boca y las otras dos sujetadas firmemente por sus manos. Agregó el texto: «¿Por qué me tengo que conformar con dos vergas, si puedo tener tres?» 
Erika llevó aún más lejos este juego de perversión y humillación. Montó a uno de los guardaespaldas, mientras éste estaba acostado en el piso y recibió la verga en el culo por parte de Octavio. Acompañó la doble penetración con fuertes movimientos de su cadera mientras Xamira la filmaba con el celular. De acuerdo a las reglas, no podía salir ninguna de las caras de los tipos en el video; pero sí se tenía que ver la de Erika. Ella sonrió y saludó a la cámara. Un segundo guardia se acercó, la tomó de los pelos con fuerza excesiva, y le metió la verga en la boca. A ella se le pusieron los ojos en blanco, como las chicas de los hentai que tanto mira, y disfrutó como una puta adicta al sexo. 
Xamira subió el video a la cuenta de Erika con el texto: «Me llenaron de verga todos los agujeros… como a mí me gusta. ¿Quién más me quiere coger así? ¡Manden fotos de pijas!». Esto último lo agregó solo por molestar un poquito a Erika, se reía mientras lo escribía. Ya podía imaginar todas las “foto-pene” que le llegarían a su amiga.
A pesar de que Octavio se dio por satisfecho con la humillación pública, Erika aún quería más. Se puso en cuatro sobre la silla, se abrió las nalgas y le dijo al guardaespaldas más cercano:
—Metemela toda… por el culo. Y dame duro, que me la banco. 
Obviamente el tipo lo hizo sin perder el tiempo. Xamira no se quedaría de brazos cruzados mientras le rompían el orto a su amiga, por lo que empezó a chuparle la pija a Octavio. Luego se dejó coger por él mientras veía como los tres guardaespaldas se turnaban para darle por el culo a Erika. Ella chillaba y gemía con tonos muy agudos. Xamira estaba segura de que Erika tuvo más de un orgasmo mientras le daban para que tenga, guarde y archive. 
Ella también acabó. Su concha estalló mientras Octavio le daba duro. Hizo todo lo posible para que no se notara, aunque no lo consiguió. Sus gemidos llenaron la habitación y fueron registrados por la cámara. Los suscriptores de Uvisex verían cómo la hicieron ceder. Le hicieron tragar su orgullo… y mucha verga. 

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Tuvieron que volver a las duchas de los vestuarios para lavarse. Xamira estaba enjabonando la espalda de Erika cuando le dijo: 
—¿Por qué le propusiste humillarnos en internet?
—¿Te molestó eso?
—Mmm… no sé… siendo sincera, hasta me dio un poquito de morbo subir esa foto. Hace rato que vengo luchando con la tentación de subir algo más explícito. Y bueno, ya está… ya fue. Solo me pareció extraño que vos accedieras a publicar algo tan explícito… o sea, es un video de sexo anal con un mensaje que básicamente invita a quien lo desee a darte por el culo. 
—Tenía que convencer a Octavio de que nos brindara parte del material grabado y la única forma que se me ocurrió fue esa. 
—¿Y para qué…? —Xamira se quedó en silencio, entendió todo—. Ah… ya veo. Querés comparar la verga de Octavio con la de otros hombres en los videos de Uvisex. 
—Exactamente. Quizás nos sirva de algo saber cuáles son sus amantes predilectas. Ya le mandé un audio a Oriana resumiéndole todo y le dije que se ponga a revisar atentamente el material de Uvisex. 
—Muy bien, quizás mi foto también le sirva. Puede que los secuaces de Octavio también salgan en los videos. —Acarició las tetas de Erika y la besó en el cuello, luego bajó una de sus manos hasta la vagina de su amiga y comenzó a masturbarla—. A pesar de cómo se dieron las cosas, admito que la pasé muy bien… porque vos estabas ahí. 
—¿Ah sí? Bueno, yo en realidad estaba pensando en nuestro objetivo… 
—¿Me vas a decir que eso de “Uy, sí… me encanta que me den por el culo” era todo mentira?
—Dije lo que tenía que decir para conseguir el video. 
—¿Y por qué les pediste seguir cogiendo cuando ya habían subido el video? —Erika no respondió. Xamira le metió dos dedos en la concha—. ¿Eh? ¿Por qué seguiste? Les pediste más pija por el culo… ¿eh? ¿Por qué? Te pusiste en cuatro y les pediste que te claven… ¿por qué? ¿eh?
Erika no respondió. Cerró los ojos y comenzó a gemir disfrutando de las masturbaciones de su amiga. Al mismo tiempo su mente trabajaba en lo que tendrían que hacer esa misma noche. No sabía con qué se encontraría dentro del gimnasio de boxeo y sabía que no sería fácil hacer expulsar a Fermín. 
—Sé que las cosas entre vos y Siara no andan bien —dijo Xami sin dejar de pajearla—. Si necesitás hablar de eso con alguien, podés contar conmigo… o quizás solamente prefieras distraerte un poco. 
La lluvia tibia caía constante sobre sus cuerpos desnudos. 
—Chupame la concha. Después te la chupo yo. 

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Oriana escuchó el audio de Erika con creciente asombro. Hubiera pensado que todo se trataba de una broma de su amiga de no ser por el video y las fotos publicadas en Twitter. Allí estaban Erika y Xamira recibiendo pija. ¡A Erika hasta le dieron por el culo! 
La excitó muchísimo ver material porno explícito de sus amigas publicado en internet. Recibieron decenas de comentarios, algunos muy subidos de tono, como: «Si cursaras en mi instituto, te agarraría con mis amigos y te llenaríamos el orto de pijas». Y a Xami una chica random le decían: «Ya se venía notando que sos tremenda puta adicta a la pija». 
A pesar de lo agresivos que podían ser estos comentarios, a Oriana le daban mucho morbo. Incluso ella comentó cosas como: «Te comería toda la concha, puta hermosa». «Tremendo orto. ¡Te lo dejaron bien abierto!» Incentivada por estas imágenes y la calentura que le provocaron, ella también quiso compartir algo un poquito más subido de tono de lo habitual, aunque no se animó a ir tan lejos. Subió a Twitter una foto de ella sentada en la cama con las piernas abiertas. Lucía ropa interior blanca de encaje y lo que más le gustó fue que se transparentara la zona de su concha y los pezones. Seguramente más de uno (o de una) le dedicaría unas cuantas pajas. 
A Fernando, su novio, seguía molestándole que ella subiera este tipo de fotos a internet y recibió un comentario de él prácticamente al instante. Lo ignoró. Lidiaría con eso en otro momento. Ahora quería pasarla bien. 
Empezó a mirar videos de Uvisex buscando coincidencias entre la verga de Octavio Lanzani y las que veía en pantalla. La mayoría no eran ni parecidas y si la escena no le parecía muy buena, pasaba a otro video. Encontró algunas similares; pero las descartó. Obviamente mientras miraba este contenido estimulaba su concha, para ello contaba con la invaluable ayuda de un dildo, cortesía de Erika. Al principio no se animó a traer ese juguete a su casa, por miedo de que su madre lo descubriera. La calentura la venció. Ya estaba metiéndoselo en la concha mientras miraba la pantalla de rodillas en su cama. Lo montaba como si fuera un amante, lo que provocó que su cuerpo comenzara a sudar. Le encantaba que las gotitas de sudor le corrieran entre las tetas. Le recordaba a esas tardes que pasó entrenando con Xamira y cuando ya estaban las dos agotadas y cubiertas de sudor, comenzaban a lamerse todas. Con énfasis especial en sus tetas y sus conchas, por supuesto. Restregaban sus cuerpos sudados la una contra la otra, hacían tijeretas muy enérgicas hasta que el agotamiento las vencía.
Por fin, después de largos minutos de paja intensa, encontró una verga idéntica a la de Octavio. No necesitó más pruebas porque al ver qué chica lo acompañaba, todo tuvo sentido. Se trataba de Farah Abdul, una chica con rasgos árabes muy hermosa, de cuerpo voluptuoso y tetas enormes. Era la mejor amiga de Fermín Lanzani. Todo el mundo sabía que Fermín y Farah cogían. Hasta había fotos de ella en internet que lo demostraban. Al parecer el padre y el hijo compartían amante. 
Oriana se calentó muchísimo viéndolos coger. El tipo se cuidaba mucho de no mostrar su cara en cámara, pero Farah tenía varios primeros planos chupando verga que eran brutales. Lo que más fascinó a Oriana fue ver que a Farah, al igual que a Erika, también le dieron de lo lindo por el culo. La joven japonesa comenzó a preguntarse qué se sentiría ser penetrada por detrás… y la curiosidad la llevó a experimentar. 
Cubrió el dildo de abundante lubricante y se lo ensartó en el culo mientras se frotaba el clítoris con los dedos. Al principio le dolió un poco, después le dolió mucho y finalmente el dildo consiguió entrar. Ahí descubrió una extraña sensación entre dolor y placer. La hacía suspirar tener eso metido en el culo, pero el dolor se iba disipando de a poco dejándole cada vez más lugar al placer. 
Oriana ya estaba metiéndose el dildo a buen ritmo por el culo cuando la puerta de su cuarto se abrió. No tuvo tiempo a nada, ni siquiera atinó a cubrirse los pechos con las manos. Su madre entró a la habitación hecha una furia. 
—¿Pero qué estás haciendo? ¿Te volviste loca? —dijo en japonés. 
Al principio Reiko creía que su hija solo se estaba masturbando. Después vio la pantalla… una bella joven de piel violácea estaba recibiendo una gruesa verga por el culo. El rostro de Reiko se desfiguró y fue peor aún al comprobar que su hija estaba usando un consolador… ¡y por ese agujero! 
—¡No! ¡No! ¡Sacate eso de ahí, ya mismo! 
—No, mamá… pará… puedo explicarlo…
—¡Degenerada! 
—No me digas así. Solo estoy probando… no, soltame…
Reiko se abalanzó sobre su hija. La mujer llevaba puesto un camisón blanco muy sencillo, no le importó que al arrodillarse en la cama éste se levantara, dejando expuesta su retaguardia al desnudo. Allí solo estaba su hija, y había tenido el acierto de cerrar la puerta al entrar. Nadie podía verlas. 
Forcejeó con Oriana para quitarle el dildo, pero ni siquiera logró sacárselo del culo. Su hija maniobró en la cama evitando cada uno de los manotazos. Reiko no hacía más que repetir palabras como “Puta”, “Degenerada”, “Vergüenza” y otras sílabas inteligibles.  Cayó sobre Oriana, la chica sintió cómo el dildo se le hundía hasta el fondo del culo cuando sus nalgas impactaron contra el colchón. Soltó un fuerte chillido que la propia Reiko opacó tapándole la boca. 
—Eso te pasa por degenerada…
Lo que Oriana quería decirle es que esa repentina invasión del dildo fue una de las sensaciones más placenteras que experimentó en su vida. Podía sentir cómo la concha se le humedecía. Ya se podía imaginar lo que sintió Erika al ser desflorada analmente. 
Sabía que en esta posición su madre ya no podría quitarle el dildo. No tenía tanta fuerza como para levantarla. Viéndose victoriosa, le dijo:
—Dejame en paz o empiezo a gritar. ¿Qué va a pensar papá cuando me vea con el dildo metido en el culo?
Reiko abrió mucho los ojos. Le horrorizaba que su marido descubriera que su adorada hija era una puta degenerada. Con el ceño fruncido la señaló a la cara y dijo:
—Por ahora lo dejamos así; pero esto no se terminó, señorita. Usted y yo vamos a tener una conversación muy intensa. 
—Dale, cuando quieras. Me va a encantar hablar de sexo con vos, mamá. ¿Sabías que estoy teniendo relaciones lésbicas con mis amigas? 
Reiko abrió tanto la boca que la mandíbula casi se le disloca. Llena de furia, con la cara roja de ira y vergüenza, le dio un fuerte cachetazo a su hija. Luego salió de la habitación procurando cerrar la puerta despacio, para no despertar a su marido. 
Oriana se sentía aliviada. Sonrió y comenzó a menear su cuerpo mientras miraba los videos de Uvisex. El dildo en el culo se sentía de maravilla. 




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