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Me dejaron doliendo la colita

¡Hola de nuevo! Siguen gustando mucho mis posts, y ¡me encanta! Muchas gracias a todos.


Si no leyeron la previa a este relatos, se los dejo acá, por si no lo vieron:

http://www.poringa.net/posts/relatos/5655197/Decime-Anto-tu-sissy.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/5653905/Desde-el-inicio-fui-sissy.html

¡Espero que este también les guste!

Ya saben que me encanta ver lo caliente que los deja. ¿Se siguen animando a comentar con fotitos de la leche que les saqué? ¡Me encantaría que lo hicieran!





Me dejaron doliendo la colita



- ¿Querés pija? ¿Querés que papi te coja? - me preguntó ya conociendo la respuesta - .
- Si, quiero. - contesté escueta, mordiéndome el labio para aguantar el universo de sensaciones - .
- ¿Qué querés, Anto? - me preguntó como haciéndose el boludo - .
- La pija de papi - le contesté decida.
- ¿Y cómo se le pide eso a papi? - me retrucó.
- ¿Me das pija papi? ¿Me cogés toda? - pregunté girando la cabeza para mirarlo a la cara y poniendo la voz más de puta que me escuché en la vida.

Entonces papi se arrodilló detrás mío, y con una mano me abrió un poquito las nalgas, y me dio unos golpecitos con la pija húmeda en la puerta de mi conchita de sissy. De repente me invadieron una montaña de nervios. ¡Estaban a punto de abrirme la colita con una enorme barra de carne!
En el momento en el que colocó la punta de la pija directamente en la puerta de mi agujerito, sentí que me moría. Otra vez me invadieron las ganas de correr, pero ya no había escapatoria alguna. Estaba ahí entregada para mi macho.
Comenzó a hacer presión para metermela, y de repente mi florcita se empezó a abrir para recibirla. Al principio me resistí, pero una mano suya en mi espalda acariciándome me apaciguó. Su pija comenzó a entrar, se me estaba metiendo cada vez con menos resistencia de mi conchita de sissy.
Y ahí, mientras su pija entraba centímetro a centímetro en mí, mi masculinidad me iba abandonando centímetro a centímetro, dejando lugar a que, ahora sí, Anto me poseyera por completo.
Ya no vivía más en el espejo, ahora había podido salir enteramente.


En poco tiempo, gracias a mucha presión, Juan logró llenarme de pija.
- Mirá que culito tragón que resultaste tener, Anto. Está apretadito pero come y come - dijo mientras se hamacaba suavemente detrás de mí para seguir metiéndomela - .
- ¡AAAYYY! ¡AAAAYYYY! - se me escapaban algunos gritos quejosos - .

Posó ambas manos en mis nalgas, agarrándomelas para abrirse camino en mi ya resuelto desvirgue. Sentía que poco a poco iba acostumbrándome a las sensaciones, El dolor empezaba a transformarse en goce. Mi cuerpo empezaba a dar señales de eso, aflojándose y entregándose a la cogida que me estaban dando.

-¿Y putita? ¿Que se siente tener una pija todita enterrada? - me preguntaba Juan, entre carcajadas, sabiendo que me tenía totalmente dominada - .
- ¡ME ENCAAANTAAAA! - gritaba yo, desesperada - .
- Se te nota, putita. ¡Te voy a coger todo el día, ¿sabés?! - me dijo apretando los dientes - .
- ¡SSSIIIIIII! ¡COGEME TODAAAHH! - le devolvía yo, que estaba en las nubes - .
- ¿De quien sos, perra? ¡Decime de quién sos! - me gritó todo alzado - .
- ¡Tuya papi! !TUYA! Dale, dale. ¡Cogeme! - le respondí sin dejar ninguna duda.

Juan me agarró de ambos brazos, quitándome el apoyo y haciendo que mi cara vaya a dar directo contra el colchón. Me los puso cruzados detrás de la espalda, mientras los agarraba con una mano, con la otra me manoseaba todo el culo, que en esa posición había quedado recontra parado. Yo gemía, totalmente sometida, sin entender qué estaba pasando, ni importarme.
El sonido rítmico del choque de su pelvis contra mis nalgas era música para mis oídos. Me excitaba mucho sentirme tan cogida. Había electricidad corriendo por todo mi cuerpo. Jamás había sentido nada igual.
Él seguía cogiéndome como una puta. No le importaba en lo más mínimo que estaba pasando por mi cuerpo y mi mente. Comenzaba ahora a hacer movimientos circulares con su pelvis, haciéndome pirar por completo. Yo tiraba mi cola para atrás, como buscando más pija.

- ¡Aaaaaahh! ¡Aaaaahhh! ¡Aahh! - gemía yo desesperada - .
- ¡Si! ¡Así¡ ¡Asiiií! ¡Así hay que cogerse a las putas! ¡Asiiiiiií! - decía él apretando los dientes de nuevo - .
- ¡Sí! ¡Soy puutaaa! ¡Soy muuy puuuuuut...! - no pude terminar de decirle, mi mente se derritió de repente - .
Papi estaba tan caliente que había entrado en modo bestia, haciendo que el sonido de los golpes que daba contra mis nalgas se confundieran con el de una ametralladora.
Mi culo había perdido toda sensibilidad. Me había convertido en un depósito de pija, y con mucho gusto.
En el aire había un aroma sexo espeso, mezcla de la transpiración de los cuerpos, saliva seca, el perfume de Juan, y probablemente caca, pero a nadie le importaba. Yo ya había perdido la dignidad hacia rato.
De repente Juan, evidentemente cansado de ametrallarme la colita, se recostó hacia atrás en la cama, llevándome con él sostenida por las caderas.

- A ver como se sienta mi putita en la pija de papi - dijo con voz de baboso - . Yo respondí con una sonrisa con ruido, haciéndome la cosa.

Ahí estaba yo, exactamente en el momento en que había soñado estar. Sentadita en la pijota de un veterano divino, obligada a darle satisfacción con la cola. Iba a tratar de que no se olvidara nunca de este momento.
Me incliné hacia adelante, mostrándole a mi macho toda mi cola parada, ensartada por su pija, sabiendo que el espectáculo de ver, en un primerísimo plano, como mi cola subía y bajaba por todo ese pedazo de carne mojado. Empecé a jugar en ese sube y baja despacito, como entrando en confianza con el juguete y lo que me provocaba jugar con él así.
Había recuperado un poco de sensibilidad en la cola, y estaba en pleno control de la situación. Podía sentir cada centímetro de Juan dentro de mí.

- ¿Te gusta, papi? - le dije mordiéndome los labios, mientras me daba vuelta para mirarlo - .
- Me encanta. Puta. Sos muy puta. Naciste para esto. Naciste para que te rompan el orto por puto - me decía mirándome a la cara, mientras con sus manos apretaba mis nalgas contra su pija - .
- ¡Aahh! ¡Mmmpfh! ¡Aahhmmf! ¡Aahh! - gemía yo - . Amaba lo que me estaba diciendo este hombre, me hacía pirar.
- ¡No servís para nada! ¡Para nada, ¿eh?! Sos tan maricón, que te tenés que vestir de nena para que te den pija, ¿no Nico? - decía apretándome furte - .

Escucharlo decirme todas esas cosas, humillarme de esa forma, me hacía poner super loca. Quería demostrarle que era una puta. Daba sentones profundos y repentinos encima de él, como quien escucha el final de la música en el juego de la silla. La vergota de papi me hacía sentir cosas en clítoris de sissy, como si me estuviera atravesando.

- ¡¿Para qué naciste?! ¡Decime para qué naciste, puto de mierda! - me gritó ya dándome pijazos desde el colchón - .
- ¡Aahh! ¡Huuh! ¡Aaaaahh! Para ser nena - contesté intentando hacerme la inocente entre gemidos - .

Juan volvió a agarrarme de las caderas y con fuerza me tiró sobre él, colocándome levemente de costado. Su verga se salió un poco de dentro de mí, pero él la corrigió rápido y me la metió de nuevo, mientras levantaba una de mis piernas para ganar comodidad. Sin esperar ni un instante empezó a pistonearme de nuevo la colita.

- Naciste para re-ci-bir pi-ja - me dijo separando en sílabas al ritmo que me clavaba - .
- ¡AAYY! ¡Aayy! ¡SIIIII! ¡SSIIII!! - gritaba yo dándole la razón - . Juan puso su mano en mi boca, ahogándome los gritos.
- ¡Callate puta! ¡Callate y dejame cogerte! - me dijo en tono condescendiente - .
Acto seguido comenzó a taladrarme el ojete más fuerte que con la ametralladora. Mis gritos eran contenidos por su mano, que me presionaba la boca muy morbosamente. Con una mano me agarraba la colita y con la otra me presionaba la cabeza contra el colchón. Los gemidos que lanzaba yo no encontraban salida, pues mi boca quedaba casi con el colchón dentro. Yo sentía su vergota entrar y salir de mi conchita sin ninguna dificultad. El chabón me había re agrandado el agujero mal. Yo gozaba fuerte.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! - gemía mi papi mientras me taladraba la colita - .

Después de tenerme la cabeza apretada contra el colchón, casi sin dejarme respirar por algunos minutos, Juan me tomó del pelo, levantándome la cabeza, colocando mi mirada hacia adelante.

- ¡Mirate! ¡Mirate en el espejo, puta! - me gritó imponiéndose - .

Alzando la mirada conecté con mi reflejo en el espejo. Tenía todo el maquillaje corrido en cualquier lugar de la cara. Mi expresión era como de una mezcla de éxtasis y sufrimiento, incluso se me caían algunas lágrimas. Me veía con toda la lencería desvencijada, ya puesta en cualquier lugar. Había perdido toda la forma de nena con la que había salido del baño hacía algunos minutos.
Toda la humanidad de este señor caía sobre mí, acercándose y separándose desde la pelvis, hacia mi colita que, a pesar de estar devastada, no dejaba de estar paradita, entregándose a su macho.

- ¿Viste como tenés la colita ya? - me preguntó sin cesar de garcharme - .
- Mmmmsii, todita abierta la tengo. Me la abriste toda papi - le contesté mirándome poner tremenda cara de puta en el espejo - .
- Ahora vas a ver en lo que te convierto - dijo irguiéndose y llevándose mi colita hacia él, parándola aún más.
- ¡Ah¡ ¡Aaayy! ¡Aaaah! ¿Si? ¿En qué me vas a convertir? - le pregunté osando desafiarlo - .

Juan empezó a martillarme la cola con su verga caliente aún más fuerte, si es que eso era posible. La electricidad en mi cuerpo aumentaba severamente. Yo lo miraba en el espejo, totalmente estupefacta y en las nubes de placer. Placer físico y placer mental.

- En un deposito de lecheehh - sentenció mientras todo su cuerpo comenzó a estremecerme - .

Notando que el milagro estaba ocurriendo, tomé el control de la situación y no dejé de mover mi colita ni un segundo, garantizándole a mi hombre el máximo placer.
Mi machote bramaba y vocifera agarrado a mis caderas como si de eso dependiese su vida, yo recuerdo cerrar los ojitos para disfrutar aún más la vivencia de ir sintiendo como algo aún más caliente que su vergota, que latía como nunca dentro mío, empezaba a ocupar el poco espacio libre que había en mi colita.

- ¡AAAAGGGHHH! ¡MMMMMMHHHH! ¡TE LLENO TODO EL CULO DE LECHE, PUTO DE MIERDA! - me gritaba dulcemente Juan - .

Era música para mis oídos.
El momento duró solamente algunos segundos, no debe haber llegado a un minuto. Pero yo lo voy a atesorar hasta la eternidad.
Mientras Juan, ya todito acabado, no paraba de gemir y aullar encima mío, yo me sentía llena, en perfecta plenitud. Mis piernas se vencieron ante el peso de todo su cuerpo, cayendo en el colchón rendidas.
Él se quedó unos instantes encima de mí, recobrando el aire. Luego se levantó haciendo sonidos que parecían de queja, como con dolores corporales. En segundos comencé a sentir como su leche comenzaba a brotar de mi colita, y caía en el colchón gota a gota por entre mis nalgas. Yo estaba como exhausta. No podía reaccionar. Me debo haber quedado así por al menos unos minutos, hasta que la voz gruesa de Juan me sacó del trance.

- Bueno, todo muy lindo Anto, pero me tengo que ir a trabajar - me dijo perdiendo el tono de calidez que tenía antes de cogerme toda - .
- ¿Ya? - pregunté en tono desilusionado - .
- Si. Ya. - me dijo seco - .
- Bueno. Dame un minuto que me doy una ducha y salimos - .
- No, ¿qué ducha? No me da el tiempo. Además, quiero que te vayas así - .
- ¡Ay no! No me puedo ir así. No seas malo - dije avergonzada e indignada - .
- Podés y te vas a ir así. Quiero que vayas todo el camino a tu casa así. ¿Está ok? - me contestó en un tono que sentí un poco amenazante - .
- Bueno. - contesté luego de unos segundos de shock - .
- Nos vamos entendiendo - sentenció él - .

Sin mucho tiempo para arreglarme, me limpié con un poco de papel y me puse la ropa que había traído puesta cuando llegué encima de la lencería que tenía, tiré todo el resto de mis cosas adentro de la mochila y nos fuimos.
En el auto Juan se comportó nuevamente como un caballero, haciéndome sentir en calma y entretenida con una calma amena. Me acercó unas cuantas cuadras, hasta que yo decidí bajarme, por miedo a que algún conocido me viera en su auto.

- Nos hablamos, Anto - me saludo volviendo a hacerse el galán mientras yo bajaba del auto - .

Tuve que caminar unas cuantas cuadras con el culo brotándome leche y con el atuendo de puta debajo de mi vestimenta de varón. Fueron varios minutos de un sufrimiento mezclado con una excitación.
Para cuando llegué a casa estaba re caliente de nuevo. Me saqué la ropa de varón, que ya me molestaba encima, me quedé con la lencería puesta, y el ojete todo enlechado para hacerme una de las mejores pajas de mi vida. Creo que me salía hasta el alma de adentro.

El día transcurrió con un torbellino de sensaciones dentro mío que iban desde la culpa hasta la más grande de las calenturas y fantasías más morbosas por venir.
A la noche recibí un mensaje de Juan que me hizo delirar antes de verlo. Luego de verlo me sentí paralizada, asustada, horrorizada.
Al abrir el mensaje lo primero que llamó mi atención fue una foto mía, en la cama del hotel, con la ropa toda desarregalada, el body corrido de la cola,, capturando clarito como me chorreaba leche. Agradecí que no se me veía la cara. Me dio miedo, pero me calentó la situación.

- Te quiero dejar peor que esto, Anto. ¿Qué hacés el sábado a la noche? - me escribió a continuación de la foto - .

Mi corazón se aceleró a 2000 km/h. ¿Se acostumbraría mi colita a este maltrato tan seguido?

¿Ustedes qué piensan?

(Continuará...)

No se olviden de dejarme en los comentarios cómo los deja esta historia.¡Me encanta!
También dejen puntitos, que siempre sirven mucho.

Besitos.

1 comentarios - Me dejaron doliendo la colita