Fue la primera noche que salimos. Compartimos charlas animadas y unas ricas cervezas. Caminamos tomados de las manos. Nos reímos. La noche estaba llegando a su fin cuando nos fuimos a su auto donde nos comimos a besos en el asiento trasero. Mi respiración comenzó a agitarse. Le quité la remera. Acaricié su pecho. Adoré su espalda. Entre besos profundos nos desvestimos sin decir una palabra. Estaba mojada. Me senté encima y como piezas de rompecabezas nuestros cuerpos se acoplaron mágicamente. Deseé profundamente su ser dentro mío. Eyaculé mientras gemía del placer. Nos abrazamos y nos acariciamos. Me recosté sobre el asiento y apoyé mi cabeza sobre sus piernas mientras él permanecía sentado. Observó mi cuerpo desnudo y con una sonrisa que lo iluminaba todo dijo espontáneamente: ¡Cuántos lunares! ¡Es como una noche estrellada!"
Me fundí en su mirada... Me enamoré.
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