Glu glu glu glu, solo eso se escuchaba en mí habitación.
Glu, glu, glu, glu, glu...
El sonido que hacía mí garganta al sentir el pijón de Gon era lo único que se escuchaba en la casa. De vez en cuando, para cortar esa monotonía sonora, mí tos casi como súplica de ese castigo oral.
Bueno, castigo sería si no lo estaría disfrutando. Realmente la experiencia de ser cogida por la boca me encantaba. Ni les cuento si eso sucedía mientras me sostenía de las muñecas ambas manos por encima de mí cabeza. Estaba sodomizada a que mí respiración dependa de su ida y vuelta, mientras me tocaba asfixiarme con su verga.
Todavía me acuerdo y les mentiría si les digo que no termino tocandome.
Mis mejillas eran una autopista para mis lágrimas que caían una atrás de otra. Mí maquillaje ya era una burda ofensa al intento que fué.
Quisiera hacerles creer que yo estaba peteandolo, pero nada más lejos de la realidad. Solo tenía la boca abierta a esa pija increíble que me violaba con gusto.
Sus gemidos me motivaban a seguir.
De la comisura de los labios se escapaban hilos de saliva producto de no poder cerrar la boquita por varios minutos.
Eso duró poco.
No era la única disfrutando de ese momento, sentí la tensión en su pija y la leche caliente empezó a salir como si no hubiera acabado minutos atrás.
No pude tragar a la velocidad que la cantidad requería. De mis labios caían hilitos de leche que temía desperdiciar ante él.
Quise ser agradecida y tragar todo pero fué imposible. Mi carita quedó manchada a pesar del intento.
Cruzamos miradas de deseo mientras aún podía notar en su rostro el placer de acabarme en la boca. De rodillas a Gon, aún con los brazos alzados por él y mí carita con líquido blanco de su goteante verga, di un último lenguetazo para limpiarla y también aproveché para relamer mis labios.
Le quise regalar la imagen más porno que podía. Noté que resultó porque soltó mis brazos para tomarme del pelo y tirarme a la cama. Mí colita quedó apuntando arriba, a dónde él estaba. Lo siguiente que sentí fué una fuerte nalgada que dejó mí culito ardiendo y su lengua se clavó dentro mío. Recorrió mí conchita de manera insolente, me saboreó por puro morbo.
Ahogaba gemidos en mí almohada como tantas otras veces, la diferencia que nunca deseaba tanto que me cojan como en ese momento.
Quería expresarlo, pero no podía hablar. Sería el placer que me provocaba su lengua o tal vez el hecho de que seguía usandome como un juguete. Seguramente la segunda, el seguir agarrada del pelo y enterrando mí cara con fuerza debía de ser la razón a mí falta de palabras. Aunque nobleza obliga, también a que esté tan mojada mientras él me cataba.
Me empezó a colar los dedos solo por diversión. Lo mismo con algunos continuos manotazos en mis glúteos que a ese punto ardían y debían de estar rojos como una manzana.
Estaba abierta de la cogida que me había dado en el sillón hace instantes. Lo único que me iba a llenar realmente era que me la meta otra vez. Se hacía desear y lo lograba.
Pude liberarme un poco y omitir sonido.
"Cogeme por favor cogeme"
Supliqué sentir su pija dentro mío.
"Necesito que me cojas"
Intenté nuevamente. Esperanzada. Solo gané otra intensa nalgada que hizo liberar un chillido dentro mío.
Imploré mientras sus dedos entraban y salían de mí anatomía.
Me escupió la conchita y sonreí sabiendo lo que iba a pasar.
Largué un suspiro seguido de un grito de placer y finalmente tenía esa verga clavada entera otra vez.
Bendita sea la fortuna genética de este chico.
Estaba empapada, llena de placer y el ritmo subía intensamente para demostrarme que aún podía mejorar.
Tenía las tetas contra mí cama, la espalda arqueada al máximo dejando mí cola a su merced y él bombeaba de manera impune.
Mis manos dormidas las manos, el gusto a leche en mi boca y sus manos aferradas a mí cola mientras me cogía brutalmente.
Paf! Otra vez mí cola sonaba y 5 dedos quedarían marcados.
Qué difícil describir el placer que me daba esa sensación de su verga entrando y saliendo. Como si fuera poco, una de sus manos soltó mí culito y se fué a tocarme mientras me penetraba.
"Hijo de puta me vas a hacer acabar" y "sos un hijo de puta" Fueron mis genuinas reacciones a ese acto.
No fueron solo amenazas. Fué un aviso.
Empecé a temblar mientras una electricidad recorría mí cuerpo hasta transformarse en un cosquilleo insoportable. Acabé mientras él seguía reventando mí conchita.
Sus manos me tomaron de la cintura y me bombeó con aún más intensidad. Jadeaba de placer, estaba totalmente ida de la situación. Ni en mis fantasías me cogían así. Siguió dándome sin parar y volví a acabar. Contra toda lógica y balbuceando le pedía que no pare, "dame más" era casi un grito de guerra.
Lamentablemente se cansó. Me sentí orgullosa de eso, mí entrepierna estaba empapada de mis propios flujos, su pija aún dura era una tentación para mí.
Lo invité a acostarse y fui sobre él.
Despacito fui acomodando en la entrada de mí conchita, la cabeza de ese pijón que estaba más duro que antes. Jugué un poco rozando pero no aguanté y dejé caer mí peso sobre él. Solita me la enterré toda.
Moviendo la cadera fui dándole placer, sus manos en mis tetas eran el complemento perfecto para eso.
Cambié su violencia por lentos y profundos movimientos circulares.
Bajaba a besarlo mientras le daba la oportunidad de alternar entre masajes a mis tetas y mí culo que aún me ardía por los constantes chirlos en él.
Su respiración se fué calmando, inocentemente creí estar domandolo. El problema fué que ver por unos segundos como se relajaba mientras me cogía, me dió enorme morbo. Estirando mis manos a su pecho y usándolo de soporte, empecé a saltar sobre su verga una y otra vez. Se escuchaba el ruido de mí cola chocando contra sus piernas al caer.
Sus manos agarradas de mis tetas, estrujaban mis pezones mientras devolvía gemidos de disfrute.
Salté sobre él hasta que mí osadía fue muy ambiciosa. Sentí sus manos bajar a mí cintura y agarrarme con mucha fuerza. Empezó a acompañar mis movimientos con su cadera y acto seguido llevarme a su ritmo vehemente.
Me dió una taladrada impresionante, caí con mis tetas a su pecho y sin piedad siguió cogiéndome. Mis gritos en su oído no hacían que pare. Seguramente todo el edificio sabía lo bien que la estaba pasando esa noche.
Bombeó mí conchita nuevamente. Otra vez estaba flotando mientras me regalaba a cualquier deseo suyo. Otra vez, una nalgada resonó en esa habitación junto a mí chillido por el dolor acumulado.
Me agarró de la carita apretando mis cachetes son su mano y me llevó a comerle la boca. Remató con un cachetazo esta vez en mí mejilla y tironeó mi pelo hacia atrás mientras yo gritaba como una puta.
Me volví a acabar, cómo iba a resistir eso?
Por suerte la presión de mí conchita en su pija fué demasiado para él. Sentí esos chorros calientes y espesos dentro mío llenándome. Mezclándose con mí propio orgasmo.
Se quedó inmóvil y pude sentir al detalle como latía su verga dentro mío.
En ése momento, después de haber sido convertida en una absoluta puta para él, nos miramos con amor. Nos fundimos en un beso y quedé dormida en su pecho.
Glu, glu, glu, glu, glu...
El sonido que hacía mí garganta al sentir el pijón de Gon era lo único que se escuchaba en la casa. De vez en cuando, para cortar esa monotonía sonora, mí tos casi como súplica de ese castigo oral.
Bueno, castigo sería si no lo estaría disfrutando. Realmente la experiencia de ser cogida por la boca me encantaba. Ni les cuento si eso sucedía mientras me sostenía de las muñecas ambas manos por encima de mí cabeza. Estaba sodomizada a que mí respiración dependa de su ida y vuelta, mientras me tocaba asfixiarme con su verga.
Todavía me acuerdo y les mentiría si les digo que no termino tocandome.
Mis mejillas eran una autopista para mis lágrimas que caían una atrás de otra. Mí maquillaje ya era una burda ofensa al intento que fué.
Quisiera hacerles creer que yo estaba peteandolo, pero nada más lejos de la realidad. Solo tenía la boca abierta a esa pija increíble que me violaba con gusto.
Sus gemidos me motivaban a seguir.
De la comisura de los labios se escapaban hilos de saliva producto de no poder cerrar la boquita por varios minutos.
Eso duró poco.
No era la única disfrutando de ese momento, sentí la tensión en su pija y la leche caliente empezó a salir como si no hubiera acabado minutos atrás.
No pude tragar a la velocidad que la cantidad requería. De mis labios caían hilitos de leche que temía desperdiciar ante él.
Quise ser agradecida y tragar todo pero fué imposible. Mi carita quedó manchada a pesar del intento.
Cruzamos miradas de deseo mientras aún podía notar en su rostro el placer de acabarme en la boca. De rodillas a Gon, aún con los brazos alzados por él y mí carita con líquido blanco de su goteante verga, di un último lenguetazo para limpiarla y también aproveché para relamer mis labios.
Le quise regalar la imagen más porno que podía. Noté que resultó porque soltó mis brazos para tomarme del pelo y tirarme a la cama. Mí colita quedó apuntando arriba, a dónde él estaba. Lo siguiente que sentí fué una fuerte nalgada que dejó mí culito ardiendo y su lengua se clavó dentro mío. Recorrió mí conchita de manera insolente, me saboreó por puro morbo.
Ahogaba gemidos en mí almohada como tantas otras veces, la diferencia que nunca deseaba tanto que me cojan como en ese momento.
Quería expresarlo, pero no podía hablar. Sería el placer que me provocaba su lengua o tal vez el hecho de que seguía usandome como un juguete. Seguramente la segunda, el seguir agarrada del pelo y enterrando mí cara con fuerza debía de ser la razón a mí falta de palabras. Aunque nobleza obliga, también a que esté tan mojada mientras él me cataba.
Me empezó a colar los dedos solo por diversión. Lo mismo con algunos continuos manotazos en mis glúteos que a ese punto ardían y debían de estar rojos como una manzana.
Estaba abierta de la cogida que me había dado en el sillón hace instantes. Lo único que me iba a llenar realmente era que me la meta otra vez. Se hacía desear y lo lograba.
Pude liberarme un poco y omitir sonido.
"Cogeme por favor cogeme"
Supliqué sentir su pija dentro mío.
"Necesito que me cojas"
Intenté nuevamente. Esperanzada. Solo gané otra intensa nalgada que hizo liberar un chillido dentro mío.
Imploré mientras sus dedos entraban y salían de mí anatomía.
Me escupió la conchita y sonreí sabiendo lo que iba a pasar.
Largué un suspiro seguido de un grito de placer y finalmente tenía esa verga clavada entera otra vez.
Bendita sea la fortuna genética de este chico.
Estaba empapada, llena de placer y el ritmo subía intensamente para demostrarme que aún podía mejorar.
Tenía las tetas contra mí cama, la espalda arqueada al máximo dejando mí cola a su merced y él bombeaba de manera impune.
Mis manos dormidas las manos, el gusto a leche en mi boca y sus manos aferradas a mí cola mientras me cogía brutalmente.
Paf! Otra vez mí cola sonaba y 5 dedos quedarían marcados.
Qué difícil describir el placer que me daba esa sensación de su verga entrando y saliendo. Como si fuera poco, una de sus manos soltó mí culito y se fué a tocarme mientras me penetraba.
"Hijo de puta me vas a hacer acabar" y "sos un hijo de puta" Fueron mis genuinas reacciones a ese acto.
No fueron solo amenazas. Fué un aviso.
Empecé a temblar mientras una electricidad recorría mí cuerpo hasta transformarse en un cosquilleo insoportable. Acabé mientras él seguía reventando mí conchita.
Sus manos me tomaron de la cintura y me bombeó con aún más intensidad. Jadeaba de placer, estaba totalmente ida de la situación. Ni en mis fantasías me cogían así. Siguió dándome sin parar y volví a acabar. Contra toda lógica y balbuceando le pedía que no pare, "dame más" era casi un grito de guerra.
Lamentablemente se cansó. Me sentí orgullosa de eso, mí entrepierna estaba empapada de mis propios flujos, su pija aún dura era una tentación para mí.
Lo invité a acostarse y fui sobre él.
Despacito fui acomodando en la entrada de mí conchita, la cabeza de ese pijón que estaba más duro que antes. Jugué un poco rozando pero no aguanté y dejé caer mí peso sobre él. Solita me la enterré toda.
Moviendo la cadera fui dándole placer, sus manos en mis tetas eran el complemento perfecto para eso.
Cambié su violencia por lentos y profundos movimientos circulares.
Bajaba a besarlo mientras le daba la oportunidad de alternar entre masajes a mis tetas y mí culo que aún me ardía por los constantes chirlos en él.
Su respiración se fué calmando, inocentemente creí estar domandolo. El problema fué que ver por unos segundos como se relajaba mientras me cogía, me dió enorme morbo. Estirando mis manos a su pecho y usándolo de soporte, empecé a saltar sobre su verga una y otra vez. Se escuchaba el ruido de mí cola chocando contra sus piernas al caer.
Sus manos agarradas de mis tetas, estrujaban mis pezones mientras devolvía gemidos de disfrute.
Salté sobre él hasta que mí osadía fue muy ambiciosa. Sentí sus manos bajar a mí cintura y agarrarme con mucha fuerza. Empezó a acompañar mis movimientos con su cadera y acto seguido llevarme a su ritmo vehemente.
Me dió una taladrada impresionante, caí con mis tetas a su pecho y sin piedad siguió cogiéndome. Mis gritos en su oído no hacían que pare. Seguramente todo el edificio sabía lo bien que la estaba pasando esa noche.
Bombeó mí conchita nuevamente. Otra vez estaba flotando mientras me regalaba a cualquier deseo suyo. Otra vez, una nalgada resonó en esa habitación junto a mí chillido por el dolor acumulado.
Me agarró de la carita apretando mis cachetes son su mano y me llevó a comerle la boca. Remató con un cachetazo esta vez en mí mejilla y tironeó mi pelo hacia atrás mientras yo gritaba como una puta.
Me volví a acabar, cómo iba a resistir eso?
Por suerte la presión de mí conchita en su pija fué demasiado para él. Sentí esos chorros calientes y espesos dentro mío llenándome. Mezclándose con mí propio orgasmo.
Se quedó inmóvil y pude sentir al detalle como latía su verga dentro mío.
En ése momento, después de haber sido convertida en una absoluta puta para él, nos miramos con amor. Nos fundimos en un beso y quedé dormida en su pecho.
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