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Locoa, pervertida mamá.

Locoa, pervertida mamá.
-Cariño ya tienes mucho tiempo en la ducha ¿qué haces ahí dentro?...

Mamá se quedo a media frase sorprendida. Acababa de encontrarme masturbándome en el baño con uno de sus panties.

Locua la dragona era mi mamá, adoptiva pero mi mamá después de todo. Se hizo cargo de mi desde muy pequeño, desde que usaba pañales. Vivíamos juntos en un departamento, en una gran ciudad. Yo era su niño consentido.

-Oh mi amor, has crecido muy rápido. ¡Quien diría que llegaría este día! El momento en el que empiezas a ser un hombre. Soy tan feliz. -dijo mi madre al tiempo que entraba en el baño y se sentaba al borde de la bañera, con actitud amable.

Yo estaba rojo de la vergüenza y para ocultarla un poco me sumergí en el agua, no quería que me viera así.

2.La realidad era que en secreto yo estaba enamorado de mi mamá. Al principio eso me avergonzaba más que otra cosa, porque no era algo normal. Pero luego de ponerme a investigar un poco en la red, descubrí que sucede en algunos casos y con más frecuencia de lo que pensaba. Complejo de Edipo era el nombre técnico que le daban algunas webs de psicología. Luego razoné aun más y llegué a la conclusión de que, aunque ella me crió como su hijo yo no era realmente tal cosa. O al menos yo no quería que me viera de esa manera por más tiempo. Amaba a mi madre. La amaba como un hombre ama a una mujer, con deseo y lujuria incluido.

-Hijo lo que estás haciendo es algo muy normal, no tienes de que avergonzarte...

-Yo no soy tu hijo, no quiero serlo más. -dije gritando mientras me ponía de pie histérico.

Mami sorprendida por mi reacción retrocedió un poco.

Al levantarme tan bruscamente salpiqué agua y muchas de esas gotas fueron a parar a la cara y a los pechos de mamá. Al ver eso, una imagen de fantasía se formó en mi mente. No eran gotas de agua sino chorros de semen, de mi semen los que caían sobre mamá. Ella estaba muy feliz. Los recogía con sus dedos y los lamia negándose a desperdiciar ni una sola gota. En consecuencia de lo que imaginaba, mi pene que del susto inicial se había puesto flácido, volvió a ponerse duro, tan duro como una roca.

Mamá me miraba confundida, no entendía mis palabras, tampoco el porque de ellas. Estuvo así por un rato sin saber que decir o que hacer, hasta que al parecer entendió. Miró mi pene hinchado, su ropa interior en el suelo del baño, y como yo miraba tan fijamente sus enormes pechos.

-Oh mi amor, ahora lo entiendo todo. -dijo mamá en tono conciliador. -Estabas pensando en mami cuando te tocabas. Mi pequeño se ha enamorado de mí, que feliz soy. Esto es mucho mejor de lo que pensaba.

-¿Cómo puedes decir eso? -dije molesto. -Que yo sienta esto que siento por ti, me convierte en un monstruo.

.No pude seguir hablando más. Una sonora cachetada de mi madre me dejó escociendo la mejilla.

-Nunca vuelvas a decir que eres un monstruo por sentir esas cosas por mí. No me gusta que digas eso. Eres mi hijo y te acepto tal y como eres. -reclamó mami molesta.

-P Pero...

-Pero nada, ni una palabra más. -sentenció mamá en tono enérgico.

Me quedé en silencio, no podía decir nada más, tenia que obedecer.

-Ven aquí. -dijo mami al cabo de un momento. -Tendré que hacer algo con ese pene tuyo. No puedo dejarte así de duro. Además, es culpa mía por interrumpirte cuando te estabas masturbando.

Delante de mis ojos mamá se quito la blusa. Sus enormes pechos quedaron al descubierto. Tenía los pezones rosados y en apariencia estaban duros. ¿Acaso también excito a mami? me pregunté en silencio.

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-Ven aquí mi amor. -dijo mamá, esta vez en tono amable. Me sujetó del brazo y me acerco a su pecho. Me besó. Sus labios atraparon los míos en un beso pasional, lleno de lujuria y deseo. Sentí como su lengua se entrelazaba con la mía, y como acariciaba mi paladar. Sus besos eran húmedos y muy calientes. Mi pene reaccionó de inmediato.

-Te has puesto más duro que antes. -dijo mami al tiempo que atrapaba mi sexo con una de sus manos. -Tienes una verga muy hermosa. -agregó con tono lascivo.

Un chorrito de saliva se escurrió desde su boca, cayendo en la cabeza de mi pene.

-Con esto todo será más fácil y sentirás delicioso mi pequeño hombrecito.

La mano de mamá empezó a subir y bajar con suavidad. Aferraba mi verga con delicadeza. El roce era delicioso tal como ella había dicho. Mami me empezó a masturbar.

-Puedes tocar mi cuerpo si quieres. -aseguró mamá cuando se percató que no dejaba de mirar sus enormes tetas.

Inmediatamente mis manos volaron hacia sus senos. Eran suaves, muy suaves. Sus rosados pezones estaban duros tal como los había imaginado, e invitaban a mi boca a chuparlos. Lo hice. Succionaba con suavidad cada uno de los senos de mami. Lamia y mordía al tiempo que ella me masturbaba con ímpetu. Un gemido escapó de la garganta de mamá. La miré. Tenía cara de actriz porno, de esas que aparecían en los videos para adultos que veía cuando estaba a solas en mi cuarto. Eso me prendió aun más. Mami lo notó en el tamaño de mi verga. Se detuvo.

-¿Te excita mucho mami? -preguntó mientras se mordía el labio y me dedicaba una mirada cargada de lujuria.

Asentí con la cabeza.

-Entonces mami hará su mejor esfuerzo. -dijo mientras se recogía el cabello rubio en una coleta.

Con delicadeza se colocó delante de mí. Atrapó mi verga con una de sus manos y haciéndola hacia un lado, se acercó a mis bolas y las empezó a lamer. Una, dos, tres y perdí la cuenta. La lengua de mamá recorría mis testículos a conciencia. Los tomaba con la boca, los estiraba, los chupaba y los soltaba para volver a empezar. Dolía un poco, pero era algo muy lascivo y me excitaba mucho. La mano que tenía atrapada mi verga no había dejado de masturbarme en ningún momento. Yo estaba en el paraíso. La mujer que amaba me estaba haciendo lo que tanto había soñado, una tremenda mamada. Si seguía así por más tiempo iba a correrme. En el fondo quería hacerlo. Quería regar la cara de mami con mi semen. Mamá se detuvo.

-La primera vez de mi hijo será como tiene que ser. Tengo un regalo para ti mi amor. -dijo ella al tiempo que se ponía de pie y se bajaba la falda, quedando solo en bragas.

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Mamá vestía un tanga de encaje color negro que le quedaba fenomenal. Me sacó de la bañera, me secó y me llevó hasta mi cama. Me acostó. Se colocó a horcajadas sobre mí. Se hizo el tanga aun lado sin quitárselo. Tomó mi verga con una de sus manos y jugueteo con ella en la entrada de su vagina. Mamá estaba muy mojada. Podía ver como chorritos de un liquido transparente escurrían de su sexo. Gimiendo como una puta se encajó mi verga hasta el fondo. Su interior era cálido y mojado. Mamá empezó a moverse. Primero en círculos, luego de arriba hacia abajo.

-Mi pequeño hombrecito me está follando muy duro. -gimió mamá mientras se lamia una de sus tetas.

Mi verga entraba y salía del interior de mamá arrancándole gemidos y gritos por igual. Nuestros líquidos salpicaban las sábanas majándolo todo. El golpeteo de nuestros cuerpos inundaba la habitación. Yo estaba a punto de correrme. La forma en la que mamá se movía era increíble. Hacia movimientos de twerk con su culo mientras ponía una de sus tetas en mi boca para que la chupara.

-Dame duro. -exigía culeándome frenéticamente.

Un abundante chorro de semen salió despedido de mi pene, llenando el interior de mamá. No pude aguantarme por más tiempo. Mami al sentir la tibieza llenando su útero blanqueó los ojos y saco la lengua en acto reflejo. Estaba teniendo un orgasmo. Espasmos se apoderaron de todo su cuerpo. Calló rendida sobre las sábanas mojadas convulsionando de placer. Del orificio de su vagina chorreaba mi semen, la había llenado por completo.

Fin
bano
madre e hijo
Locoa, pervertida mamá.
lucoa

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