El martes me tocó de nuevo quedarme sola con Thiago. Yo estaba decidida a que el viernes los iba a dejar pegarme la terrible enfiestada que les había prometido. Pero inesperadamente la mamá de Thiago me avisó que no iban a estar y me pidió que me quede. Llegué y me puse a cocinar. Tenía puesta ropa de ejercicio, un ciclista de lycra bien ajustado, que dejaba entrever una bombacha chiquita, y un top deportivo. Thiago estaba sentado en la mesa, detrás mío. Obviamente me estaba mirando el orto. Ni habíamos tocado el tema todavía, pero yo ya estaba mojada, ganada por la ansiedad de lo que les había prometido para el viernes, y Thiaguito debía estar igual. Me imaginaba su pija parada mientras me comía la cola con los ojos.
Él era tímido, no iba a decir nada, así que le saqué yo el tema, y le dije directamente “che, el viernes me enfiestan, estas contento? Estás ansioso?”. “Sí ,las dos cosas” me dijo, pero no noté entusiasmo en su voz, sino más que nada nerviosismo. Me di vuelta, estaba un poco pálido. “¿Que pasa? Contame, tenemos confianza, Thiagui” le dije. Esquivando un poco la mirada me dijo “y, me pone nervioso, no sé, nunca hice esas cosas”. Y ahí tomé dimensión. El pibe era virgen, y su debut iba a ser con una chica más grande que encima los iba a enfiestar a él y a su amigo. Me imaginé como me hubiera sentido yo si a su edad un pibe mas grande nos enfiestaba a mi y a mi mejor amiga. Por ahí me iba a gustar, pero también me iba aponer re nerviosa, y también me iba a dar miedo de quedar en ridículo, o de hacer las cosas mal. Y siendo varón, a eso se debían sumar el miedo de que no se le pare, o de no saber como meterla.
“Claro, sería tu primera vez, eso siempre da miedo” le dije, acariciandole el pelo. “Sí, eso”, reconoció. Y ahí se me ocurrió una solución. “Y por qué… mirá, te propongo algo” le dije. “Por qué no vamos ahora a la pieza de tus papás, tranquis, apagamos las luces, nos quedamos en bombacha y boxer, nos damos unos besos, y si da, si surge, te sacás de encima la presión de la primera vez, y el viernes ya estás más tranquilo?”. Hacemos eso, vamos hasta la pieza, nos metemos en la cama, abajo de las sabanas, yo en bombacha, el en boxers, sin nada más de ropa.
Estamos frente a frente, con la cabeza sobre la almohada. Yo trato de no ir directo al sexo, le hablo, nos damos unos piquitos. Al tercer o cuarto besito paso a la lengua, nos empezamos a besar apasionadamente, como novios. Alcanzo a sentir que su pija está bien parada. Lo acerco a mi cuerpo para sentirla mejor, y le llevo una mano a mi cuello. Por un lado ya quiero que me coja, pero por otro está hermoso el chape, y no quiero apurar las cosas. Quedo boca arriba, el subido arriba mío, siento su pija acomodarse contra mi panza, contra mi concha, mientras nos seguimos besando. Le agarro el culito, siento la presión de su pija contra mi concha.
Lo noto medio desesperado, le acaricio el pelo para calmarlo, sin dejar de besarlo. Es mi forma de decirle que tenga paciencia. Yo también estoy con ganas, siento la bombachita toda mojada, pero no me quiero apurar. Él apoya la cabeza contra mi pecho, yo se la acaricio. Me saco el corpiño, le dejo libre el camino hacia mis tetas. Las toca, las chupa, sin dejar de empujar su pija contra mi bombacha. Siento como los gemidos escapan de sus labios mientras besa mis pezones. Yo también estoy gimiendo, mientras le paso las manos por la cola y por la espalda. Tiene una musculatura bien formada. De pronto deja de chuparme las tetas, levanta la cabeza, pone su cara casi contra la mía, y con mucha inocencia y dulzura me dice “Ki, no querés ser mi novia?”.
Mi primera reacción es reírme, reírme con ternura, pero no quiero lastimarlo, no quiero que me malinterprete, así que reprimo la risa y con seriedad le digo que no, que tiene que tener novias de su edad, pero que si tuviera un par de años más, o yo un par de años menos, le diría que sí sin dudarlo, porque es un pibito hermoso, bueno, inteligente y dulce. Noto algo de decepción en su cara. Supongo que lo planificó, que esperó el momento para decirmelo, y que realmente está enamorado de mí, como tantos chicos que se enamoran de chicas mayores. Se me ocurre una forma de remediarlo. “Pero, sabés qué? Hoy sí somos novios. Hoy. Ahora mientras me cogés, te estás cogiendo a tu novia.
Vení, subite para acá, que tu novia te va a dar un regalito”, y lo hago montarse sobre casi mi pecho, para acercar mi boca a su pija. Lo dejo cogerme la boca. Eso tiene que aliviar cualquier pena de amor juvenil. Sí, me agarra la cabeza y me coge la boca, primero con cuidado, después con más violencia. "Te amo, Ki” me dice mientras su pija me entra casi hasta la garganta. Pasamos así unos minutos. Con suavidad lo hago retirarse. “Bueno, está lindo esto, pero ibamos a hacer otra cosa, no?” le digo con picardía. Vuelve a ponerse entre mis piernas. “Me sacás la bombachita, por favor? Y sacate el boxer” le digo. Se arrodilla y me la saca. Se saca los boxers, negros con rayitas blancas. Veo en la oscuridad su pija parada, sus huevos, me encanta, tengo muchas ganas de sentirla adentro. Se vuelve a acostar sobre mí, con la pija torpemente apoyada sobre mi concha. Siento temblar su cuerpo, se nota que está nervioso. “Tranquilo” le susurro al oído mientras le acaricio el pelo y selo acomodo detrás de las orejas. “Sos mi novio. Ahora me vas a coger y va a estar todo bien, va a ser hermoso”.
Me abro de piernas, lo acomodo para que la pija quede justo donde tiene que estar, y con un empujoncito en las nalgas lo hago empezar a cogerme. Siento la cabeza de su pija justo en la entrada de mi concha, separando mis labios vaginales. Va entrando de a poco, los dos gemimos, él con la cabeza sobre mi pecho, por momentos levantándola y besándome en la boca. Besos apasionados, llenos de saliva y lengua. Al principio sus movimientos son torpes, un poco irregulares, pero igual me encantan. “Ves? Ya estamos cogiendo. Y lo estás haciendo re bien. Sos el novio que mejor me cogió hasta ahora, me parece” le susurro. Poco a poco se va acomodando y va entrando en ritmo. Yame está cogiendo de manera más fluída. La pija ya entró toda, y se mueve adentro mío de una manera muy linda.
Estamos cogiendo sin forro, yo sé que estoy sana, y me ocupo de mi anticoncepción. Aunque me da morbo pensar en los riesgos, y en confianza, porque sé que no se va a asustar, le digo “te das cuenta de que hasta me podés hacer un hijo así, no? Vos decime, dejo de tomar la pastilla y hacemos un bebito”. Sonríe, me doy cuenta que di en una tecla de su morbo también, que lo hice sentir un hombre que puede embarazar yeso le gustó. “No puedo tener un hijo todavía Ki” me dice casi riéndose. “Bueno, pero juguemos, juguemos al papá y la mamá, querés?”. Me dice que sí, y me doy cuenta que le re gusta la idea. “Ay, estás embarazando a tu novia” le digo, y noto como me coge con más fuerza, la pija más dura resbalando en mi concha mojada. Empiezo a gemir más fuerte. Me estoy acercando al orgasmo. Él está aguantando re bien, pero también parece estar cerca, su respiración está acelerada y me embiste cada vez con más velocidad y firmeza.
“Me estás re cogiendo, Thiagui, me estas pegando una re garchada, te das cuenta?” le digo. Sonríe, su frente está transpirada. Tiro para abajo las sábanas, quedamos cogiendo sin que nadie nos tape. Estiro la mano derecha y prendo el velador. “Ay, veamos como me cogés” le digo. Vemos nuestros cuerpos desnudos moviéndose al ritmo de la cogida. Lo hago inclinar el torso un poco hacia arriba, levanto la pelvis, y le digo entre gemidos “mirá como estás cogiendo ya, sos grande, ya no sos más virgen, que loco”. Él mira y se queda colgado mirando como su pija entra y sale brillosa de mi conchita. Yo también miro. “Que loco que te pueda embarazar” me dice, volviendo a la fantasía morbosa. Ahí confirmo que le gustó. Estoy muy cerca del orgasmo, y siento que él también, así que decido ir a fondo con eso. Le acaricio de nuevo el pelo y le dijo “me hacés un bebito? Haceme un hijito, dale, dame tu leche de macho, por favor, por favor Thiagui, seamos papá y mamá”.
Me empieza a coger aún más fuerte, me clava su pija con fuerza, yo le clavo las uñas en la espalda, sin pensar que quizá después su mamá le vea los arañones. “Si mi amor, sí mami, te embarazo, te dejo todo adentro así te crece la pancita” me dice Thiagui, y siento como empieza a descargar su lechita adentro mío, siento la descarga tibia, siento el olor a semen, él tiembla de placer, yo me ayudo un poco con la mano y también acabo. Quedamos los dos rendidos, cubiertos de transpiración, él acostado sobre mí, con su pija todavía adentro de mi concha, su semen goteando sobre las sábanas. En un momento se sale de adentro mío y me mira, como que no puede creer que me cogió y me acabó adentro. Me mira la conchita, que chorrea su leche. “Querés tocar?” le pregunto. Me toca suavemente conlos dedos, se los lleva a la nariz, huele su semen mezclado con mis líquidos.
“Te gustó jugar al papá y la mamá?” le digo. En la cara se le nota que le gustó muchísimo. "Encima me embarazaste en la cama de mis suegros" le digo riéndome. Lo agarro del brazo y lo tiro a la cama, quedamos cara a cara, nos damos unos besitos de novios. Después nos quedamos dormidos unos veinte minutos así, cara a cara. Cuando nos despertamos lo mando a bañarse. Vuelve limpito, me baño yo. Cuando vuelvo, haciendo honor a la promesa que le hice de ser novios, le chupo bien la pija, pero bien bien, la chupada más esmerada que di en mi vida, y lo hago acabar en mi boca. Se lo merece. Lo dejo bien rendido, dormimos abrazados toda la noche, haciendo cucharita, y al otro día me voy antes de que se despierte. Le dejo mi bombacha de regalo en el bolsillo del pantalón, como para que tenga algo para entretenerse hasta el viernes. Me voy recordando la noche anterior y pensando que capaz sí sería novia del pendejo.
Él era tímido, no iba a decir nada, así que le saqué yo el tema, y le dije directamente “che, el viernes me enfiestan, estas contento? Estás ansioso?”. “Sí ,las dos cosas” me dijo, pero no noté entusiasmo en su voz, sino más que nada nerviosismo. Me di vuelta, estaba un poco pálido. “¿Que pasa? Contame, tenemos confianza, Thiagui” le dije. Esquivando un poco la mirada me dijo “y, me pone nervioso, no sé, nunca hice esas cosas”. Y ahí tomé dimensión. El pibe era virgen, y su debut iba a ser con una chica más grande que encima los iba a enfiestar a él y a su amigo. Me imaginé como me hubiera sentido yo si a su edad un pibe mas grande nos enfiestaba a mi y a mi mejor amiga. Por ahí me iba a gustar, pero también me iba aponer re nerviosa, y también me iba a dar miedo de quedar en ridículo, o de hacer las cosas mal. Y siendo varón, a eso se debían sumar el miedo de que no se le pare, o de no saber como meterla.
“Claro, sería tu primera vez, eso siempre da miedo” le dije, acariciandole el pelo. “Sí, eso”, reconoció. Y ahí se me ocurrió una solución. “Y por qué… mirá, te propongo algo” le dije. “Por qué no vamos ahora a la pieza de tus papás, tranquis, apagamos las luces, nos quedamos en bombacha y boxer, nos damos unos besos, y si da, si surge, te sacás de encima la presión de la primera vez, y el viernes ya estás más tranquilo?”. Hacemos eso, vamos hasta la pieza, nos metemos en la cama, abajo de las sabanas, yo en bombacha, el en boxers, sin nada más de ropa.
Estamos frente a frente, con la cabeza sobre la almohada. Yo trato de no ir directo al sexo, le hablo, nos damos unos piquitos. Al tercer o cuarto besito paso a la lengua, nos empezamos a besar apasionadamente, como novios. Alcanzo a sentir que su pija está bien parada. Lo acerco a mi cuerpo para sentirla mejor, y le llevo una mano a mi cuello. Por un lado ya quiero que me coja, pero por otro está hermoso el chape, y no quiero apurar las cosas. Quedo boca arriba, el subido arriba mío, siento su pija acomodarse contra mi panza, contra mi concha, mientras nos seguimos besando. Le agarro el culito, siento la presión de su pija contra mi concha.
Lo noto medio desesperado, le acaricio el pelo para calmarlo, sin dejar de besarlo. Es mi forma de decirle que tenga paciencia. Yo también estoy con ganas, siento la bombachita toda mojada, pero no me quiero apurar. Él apoya la cabeza contra mi pecho, yo se la acaricio. Me saco el corpiño, le dejo libre el camino hacia mis tetas. Las toca, las chupa, sin dejar de empujar su pija contra mi bombacha. Siento como los gemidos escapan de sus labios mientras besa mis pezones. Yo también estoy gimiendo, mientras le paso las manos por la cola y por la espalda. Tiene una musculatura bien formada. De pronto deja de chuparme las tetas, levanta la cabeza, pone su cara casi contra la mía, y con mucha inocencia y dulzura me dice “Ki, no querés ser mi novia?”.
Mi primera reacción es reírme, reírme con ternura, pero no quiero lastimarlo, no quiero que me malinterprete, así que reprimo la risa y con seriedad le digo que no, que tiene que tener novias de su edad, pero que si tuviera un par de años más, o yo un par de años menos, le diría que sí sin dudarlo, porque es un pibito hermoso, bueno, inteligente y dulce. Noto algo de decepción en su cara. Supongo que lo planificó, que esperó el momento para decirmelo, y que realmente está enamorado de mí, como tantos chicos que se enamoran de chicas mayores. Se me ocurre una forma de remediarlo. “Pero, sabés qué? Hoy sí somos novios. Hoy. Ahora mientras me cogés, te estás cogiendo a tu novia.
Vení, subite para acá, que tu novia te va a dar un regalito”, y lo hago montarse sobre casi mi pecho, para acercar mi boca a su pija. Lo dejo cogerme la boca. Eso tiene que aliviar cualquier pena de amor juvenil. Sí, me agarra la cabeza y me coge la boca, primero con cuidado, después con más violencia. "Te amo, Ki” me dice mientras su pija me entra casi hasta la garganta. Pasamos así unos minutos. Con suavidad lo hago retirarse. “Bueno, está lindo esto, pero ibamos a hacer otra cosa, no?” le digo con picardía. Vuelve a ponerse entre mis piernas. “Me sacás la bombachita, por favor? Y sacate el boxer” le digo. Se arrodilla y me la saca. Se saca los boxers, negros con rayitas blancas. Veo en la oscuridad su pija parada, sus huevos, me encanta, tengo muchas ganas de sentirla adentro. Se vuelve a acostar sobre mí, con la pija torpemente apoyada sobre mi concha. Siento temblar su cuerpo, se nota que está nervioso. “Tranquilo” le susurro al oído mientras le acaricio el pelo y selo acomodo detrás de las orejas. “Sos mi novio. Ahora me vas a coger y va a estar todo bien, va a ser hermoso”.
Me abro de piernas, lo acomodo para que la pija quede justo donde tiene que estar, y con un empujoncito en las nalgas lo hago empezar a cogerme. Siento la cabeza de su pija justo en la entrada de mi concha, separando mis labios vaginales. Va entrando de a poco, los dos gemimos, él con la cabeza sobre mi pecho, por momentos levantándola y besándome en la boca. Besos apasionados, llenos de saliva y lengua. Al principio sus movimientos son torpes, un poco irregulares, pero igual me encantan. “Ves? Ya estamos cogiendo. Y lo estás haciendo re bien. Sos el novio que mejor me cogió hasta ahora, me parece” le susurro. Poco a poco se va acomodando y va entrando en ritmo. Yame está cogiendo de manera más fluída. La pija ya entró toda, y se mueve adentro mío de una manera muy linda.
Estamos cogiendo sin forro, yo sé que estoy sana, y me ocupo de mi anticoncepción. Aunque me da morbo pensar en los riesgos, y en confianza, porque sé que no se va a asustar, le digo “te das cuenta de que hasta me podés hacer un hijo así, no? Vos decime, dejo de tomar la pastilla y hacemos un bebito”. Sonríe, me doy cuenta que di en una tecla de su morbo también, que lo hice sentir un hombre que puede embarazar yeso le gustó. “No puedo tener un hijo todavía Ki” me dice casi riéndose. “Bueno, pero juguemos, juguemos al papá y la mamá, querés?”. Me dice que sí, y me doy cuenta que le re gusta la idea. “Ay, estás embarazando a tu novia” le digo, y noto como me coge con más fuerza, la pija más dura resbalando en mi concha mojada. Empiezo a gemir más fuerte. Me estoy acercando al orgasmo. Él está aguantando re bien, pero también parece estar cerca, su respiración está acelerada y me embiste cada vez con más velocidad y firmeza.
“Me estás re cogiendo, Thiagui, me estas pegando una re garchada, te das cuenta?” le digo. Sonríe, su frente está transpirada. Tiro para abajo las sábanas, quedamos cogiendo sin que nadie nos tape. Estiro la mano derecha y prendo el velador. “Ay, veamos como me cogés” le digo. Vemos nuestros cuerpos desnudos moviéndose al ritmo de la cogida. Lo hago inclinar el torso un poco hacia arriba, levanto la pelvis, y le digo entre gemidos “mirá como estás cogiendo ya, sos grande, ya no sos más virgen, que loco”. Él mira y se queda colgado mirando como su pija entra y sale brillosa de mi conchita. Yo también miro. “Que loco que te pueda embarazar” me dice, volviendo a la fantasía morbosa. Ahí confirmo que le gustó. Estoy muy cerca del orgasmo, y siento que él también, así que decido ir a fondo con eso. Le acaricio de nuevo el pelo y le dijo “me hacés un bebito? Haceme un hijito, dale, dame tu leche de macho, por favor, por favor Thiagui, seamos papá y mamá”.
Me empieza a coger aún más fuerte, me clava su pija con fuerza, yo le clavo las uñas en la espalda, sin pensar que quizá después su mamá le vea los arañones. “Si mi amor, sí mami, te embarazo, te dejo todo adentro así te crece la pancita” me dice Thiagui, y siento como empieza a descargar su lechita adentro mío, siento la descarga tibia, siento el olor a semen, él tiembla de placer, yo me ayudo un poco con la mano y también acabo. Quedamos los dos rendidos, cubiertos de transpiración, él acostado sobre mí, con su pija todavía adentro de mi concha, su semen goteando sobre las sábanas. En un momento se sale de adentro mío y me mira, como que no puede creer que me cogió y me acabó adentro. Me mira la conchita, que chorrea su leche. “Querés tocar?” le pregunto. Me toca suavemente conlos dedos, se los lleva a la nariz, huele su semen mezclado con mis líquidos.
“Te gustó jugar al papá y la mamá?” le digo. En la cara se le nota que le gustó muchísimo. "Encima me embarazaste en la cama de mis suegros" le digo riéndome. Lo agarro del brazo y lo tiro a la cama, quedamos cara a cara, nos damos unos besitos de novios. Después nos quedamos dormidos unos veinte minutos así, cara a cara. Cuando nos despertamos lo mando a bañarse. Vuelve limpito, me baño yo. Cuando vuelvo, haciendo honor a la promesa que le hice de ser novios, le chupo bien la pija, pero bien bien, la chupada más esmerada que di en mi vida, y lo hago acabar en mi boca. Se lo merece. Lo dejo bien rendido, dormimos abrazados toda la noche, haciendo cucharita, y al otro día me voy antes de que se despierte. Le dejo mi bombacha de regalo en el bolsillo del pantalón, como para que tenga algo para entretenerse hasta el viernes. Me voy recordando la noche anterior y pensando que capaz sí sería novia del pendejo.
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