Os contaré la experiencia vivida este verano, que me quedé unos días solo.
Bueno, a lo que iba. Contacte a través de internet con un matrimonio de Madrid, los dos sumisos y él además bisexual. Quedamos en que vendrían a mi casa a darse un baño en la piscina, tomar unas cervezas fresquitas y luego ya veríamos como progresaba la tarde. A las 12 de la mañana llamaron a mi puerta y he de decir que me encantó lo que vi, ella una mujer con curvas donde tienen que estar, tendría una 90 o 100 de tetas, una cintura perfecta y un culo de los que tienes que ver dos veces de lo bien formado que estaba. Él, por su parte, era un tío muy corriente.
Entramos en casa, les indiqué dónde podrían ponerse cómodos y cambiarse para salir al jardín y procedieron a cambiarse. Les dije que los esperaba abajo, y que, como habíamos pactado, tendrían que decir qué les parecía, si seguíamos adelante o solo hablaríamos como amigos. María me respondió que le gustaba lo que hasta el momento había visto pero que solo quedaba un detalle: ver mi polla. En ese momento me bajé el bañador y le mostré aquello que pedía. Comentar que estaba floja y aun así mide 10 u 11 cm.
Antonio, que a todo esto estaba de pie sin decir aun una palabra, me pidió permiso para endurecerla y mostrarle a su esposa cómo era la polla de su amo. Estas palabras retumbaron en mi mente, pues era la clave de que los dos aceptaban el juego de ser mis esclavos esa tarde.
Antonio se arrodilló delante de mí, cogió mi polla y empezó a pasar la lengua por mi capullo con deleite y sin prisas. Como es lógico, aquello empezó a reaccionar y a crecer poco a poco. Cuando inició la mamada mi polla como era de esperar empezó a inundar su boca, cosa que le produjo las primeras arcadas, haciendo que dejase salir la mitad de mi polla. María entonces la miró y comentó que las fotos que le envié eran tan reales como aquella polla que su marido estaba mamando.
Después de un rato de mamada, les propuse bajar al jardin y tomar una cerveza en la piscina. Juan sabía ya lo que tenía que hacer: su función era la de servirnos como mayordomo. Él se quedó en la cocina, preparando la bandeja con cervezas y unos aperitivos mientras María y yo esperábamos en las escaleras de la piscina.
Después de unos primeros minutos de conversación yo tenía ya ganas de ver a la zorrita en acción y catar sus habilidades, y aprovechando el calor de Toledo le ordené que se metiese completamente en el agua quedando mi entrepierna a la altura de su boca.
La siguiente acción que ordené todos sabrán cual fue: le dije que me quería follar su boca, a lo cual ella acató la orden despojándome del bañador y metiéndose la polla enteramente en la boca y esperando que fuese yo quien le follase, a lo que le comenté que no quería que fuese así, quería que ella hiciese todo el trabajo.
Sin pestañear, ella inició el movimiento arriba-abajo, con un ritmo muy elevado, a lo que le comenté que un poco más lento. Quería saborear aquella follada y la sobada de cojones que me estaba dando.
Como comprenderéis aquello duró poco, pues la zorra de María sabía bien cómo hacerlo y en unos minutos me corrí en su boca, dejando ella que todo el semen se depositara en su boca y enseñándomelo, a lo que mandé a Antonio que le ayudase a su mujer a comer todo. Se fundieron en un beso y de sus labios no escapó ni una gota de semen. Una vez desahogado y más tranquilo, le propuse pedir unas pizzas y esperar a que nos las trajeran. Antonio como era de esperar pidió que le dejase el teléfono y él pediria la comida. Después de la espera de rigor, llegó el repartidor saliendo él a por la comida y preparando todo. Después de comer le ordené que recogiese y que preparara el café, pero dentro en el salón. Quería empezar a joder a los dos.
Una vez que tomamos el cafe, le pedí a Antonio que desnudara a María completamente y él que hiciese lo mismo. Cuando estaban los dos desnudos completamente le pedí a María que se diese una vuelta completa para mostrarme todo su cuerpo y que se sentara enfrente de mí, completamente abierta. Fue fascinante ver su coño y su culo dispuestos al juego.
Antonio, por su parte, estaba de pie mostrando su polla empalmada, como diciendo que él también necesitaba atención, a lo cual yo respondí que quería que lubricase a su mujer bien el culo y lo fuese trabajando para que no fuese doloroso. Él, acto seguido, la cogió, la puso en el suelo a cuatro patas y fue comiendo su culo y ensalibándolo. Después de esto le untó el culo de lubricante y entonces fue cuando inició una leve mamada para ensalibar mi polla y hacer lo mismo.
Una vez concluida la lubricación le ordené que cogiera mi polla y la introdujese en el culo de su zorra, lo cual hizo con mi ayuda. Su culo se fue abriendo poco a poco hasta dejar paso a mi glande. En ese momento esperé un poco para que se acostumbrara. Una vez transcurrido un minuto empujé más al fondo y le pude meter los 19cm de polla enteros. Le dejé la polla otro rato mientras María se quejaba. Una vez se acostumbró a tener toda la polla dentro le pedí que se moviese rítmicamente dándome una follada de lo lindo.
Antonio miraba y con la vista decía mucho: se aburría. Entonces, le comenté que los bajos de María y los míos estaban desatendidos. No faltó más: se metió entre nuestras piernas y nos dio unas ricas lengüetadas en su coño y en mi culo. Disfruté de una follada maravillosa y de una comida de culo increíble, lo cual hizo que llenase el condón hasta rebosarlo. Restos de lefa que cayeron al suelo. Procedió a prepararnos una copa.
Mientras mirábamos la tele y María no paraba de tocarme la polla y el culo, les pedí que me comiesen la polla y el culo a la vez, para que volviese a estar en posición. Lo consiguieron muy rápido y la verdad sea dicha fue gracias a la maestría de Antonio en comer culos y en meter la lengua por él.
Una vez empalmado y con ganas de follarme a esa zorra por delante saboreando sus tetazas, le pedí al cabrón del marido que nos preparase la cama y a su mujercita en ella. No tardó ni un minuto en tener todo preparado y en pedirme que por favor fuese a mi habitación a follarme a su mujer. Le ordené que fuese más explícito, que necesitaba que quedase claro que es lo que deseaba.
Su respuesta: "Amo, quiero y necesito que te folles a la puta de mi mujer, y si necesita le ayudaré a meterle a esta zorra su polla".
No puede decir que no. Procedí a tumbarme en la cama, él a mi lado, y su mujer se puso a horcajadas encima de mí. Él cogió la polla y la apuntó a su coño. Una vez metida entera empezó a jadear y a pedir que le metiese fuerte la polla, que llevaba todo el día deseando que la follara como a una perra. Entonces, recordé que lo que siempre deseé era una doble penetración, por lo que ordené al marido coger un consolador de mi mujer similar a mi polla y que lo metiese en su culo.
La corrida, como era de esperar, fue a dúo. Nos fuimos ella y yo a la vez y el cornudo tuvo la mala suerte de manchar el suelo de la habitación, a lo que ya imagináis lo que le tocó.
Bueno, a lo que iba. Contacte a través de internet con un matrimonio de Madrid, los dos sumisos y él además bisexual. Quedamos en que vendrían a mi casa a darse un baño en la piscina, tomar unas cervezas fresquitas y luego ya veríamos como progresaba la tarde. A las 12 de la mañana llamaron a mi puerta y he de decir que me encantó lo que vi, ella una mujer con curvas donde tienen que estar, tendría una 90 o 100 de tetas, una cintura perfecta y un culo de los que tienes que ver dos veces de lo bien formado que estaba. Él, por su parte, era un tío muy corriente.
Entramos en casa, les indiqué dónde podrían ponerse cómodos y cambiarse para salir al jardín y procedieron a cambiarse. Les dije que los esperaba abajo, y que, como habíamos pactado, tendrían que decir qué les parecía, si seguíamos adelante o solo hablaríamos como amigos. María me respondió que le gustaba lo que hasta el momento había visto pero que solo quedaba un detalle: ver mi polla. En ese momento me bajé el bañador y le mostré aquello que pedía. Comentar que estaba floja y aun así mide 10 u 11 cm.
Antonio, que a todo esto estaba de pie sin decir aun una palabra, me pidió permiso para endurecerla y mostrarle a su esposa cómo era la polla de su amo. Estas palabras retumbaron en mi mente, pues era la clave de que los dos aceptaban el juego de ser mis esclavos esa tarde.
Antonio se arrodilló delante de mí, cogió mi polla y empezó a pasar la lengua por mi capullo con deleite y sin prisas. Como es lógico, aquello empezó a reaccionar y a crecer poco a poco. Cuando inició la mamada mi polla como era de esperar empezó a inundar su boca, cosa que le produjo las primeras arcadas, haciendo que dejase salir la mitad de mi polla. María entonces la miró y comentó que las fotos que le envié eran tan reales como aquella polla que su marido estaba mamando.
Después de un rato de mamada, les propuse bajar al jardin y tomar una cerveza en la piscina. Juan sabía ya lo que tenía que hacer: su función era la de servirnos como mayordomo. Él se quedó en la cocina, preparando la bandeja con cervezas y unos aperitivos mientras María y yo esperábamos en las escaleras de la piscina.
Después de unos primeros minutos de conversación yo tenía ya ganas de ver a la zorrita en acción y catar sus habilidades, y aprovechando el calor de Toledo le ordené que se metiese completamente en el agua quedando mi entrepierna a la altura de su boca.
La siguiente acción que ordené todos sabrán cual fue: le dije que me quería follar su boca, a lo cual ella acató la orden despojándome del bañador y metiéndose la polla enteramente en la boca y esperando que fuese yo quien le follase, a lo que le comenté que no quería que fuese así, quería que ella hiciese todo el trabajo.
Sin pestañear, ella inició el movimiento arriba-abajo, con un ritmo muy elevado, a lo que le comenté que un poco más lento. Quería saborear aquella follada y la sobada de cojones que me estaba dando.
Como comprenderéis aquello duró poco, pues la zorra de María sabía bien cómo hacerlo y en unos minutos me corrí en su boca, dejando ella que todo el semen se depositara en su boca y enseñándomelo, a lo que mandé a Antonio que le ayudase a su mujer a comer todo. Se fundieron en un beso y de sus labios no escapó ni una gota de semen. Una vez desahogado y más tranquilo, le propuse pedir unas pizzas y esperar a que nos las trajeran. Antonio como era de esperar pidió que le dejase el teléfono y él pediria la comida. Después de la espera de rigor, llegó el repartidor saliendo él a por la comida y preparando todo. Después de comer le ordené que recogiese y que preparara el café, pero dentro en el salón. Quería empezar a joder a los dos.
Una vez que tomamos el cafe, le pedí a Antonio que desnudara a María completamente y él que hiciese lo mismo. Cuando estaban los dos desnudos completamente le pedí a María que se diese una vuelta completa para mostrarme todo su cuerpo y que se sentara enfrente de mí, completamente abierta. Fue fascinante ver su coño y su culo dispuestos al juego.
Antonio, por su parte, estaba de pie mostrando su polla empalmada, como diciendo que él también necesitaba atención, a lo cual yo respondí que quería que lubricase a su mujer bien el culo y lo fuese trabajando para que no fuese doloroso. Él, acto seguido, la cogió, la puso en el suelo a cuatro patas y fue comiendo su culo y ensalibándolo. Después de esto le untó el culo de lubricante y entonces fue cuando inició una leve mamada para ensalibar mi polla y hacer lo mismo.
Una vez concluida la lubricación le ordené que cogiera mi polla y la introdujese en el culo de su zorra, lo cual hizo con mi ayuda. Su culo se fue abriendo poco a poco hasta dejar paso a mi glande. En ese momento esperé un poco para que se acostumbrara. Una vez transcurrido un minuto empujé más al fondo y le pude meter los 19cm de polla enteros. Le dejé la polla otro rato mientras María se quejaba. Una vez se acostumbró a tener toda la polla dentro le pedí que se moviese rítmicamente dándome una follada de lo lindo.
Antonio miraba y con la vista decía mucho: se aburría. Entonces, le comenté que los bajos de María y los míos estaban desatendidos. No faltó más: se metió entre nuestras piernas y nos dio unas ricas lengüetadas en su coño y en mi culo. Disfruté de una follada maravillosa y de una comida de culo increíble, lo cual hizo que llenase el condón hasta rebosarlo. Restos de lefa que cayeron al suelo. Procedió a prepararnos una copa.
Mientras mirábamos la tele y María no paraba de tocarme la polla y el culo, les pedí que me comiesen la polla y el culo a la vez, para que volviese a estar en posición. Lo consiguieron muy rápido y la verdad sea dicha fue gracias a la maestría de Antonio en comer culos y en meter la lengua por él.
Una vez empalmado y con ganas de follarme a esa zorra por delante saboreando sus tetazas, le pedí al cabrón del marido que nos preparase la cama y a su mujercita en ella. No tardó ni un minuto en tener todo preparado y en pedirme que por favor fuese a mi habitación a follarme a su mujer. Le ordené que fuese más explícito, que necesitaba que quedase claro que es lo que deseaba.
Su respuesta: "Amo, quiero y necesito que te folles a la puta de mi mujer, y si necesita le ayudaré a meterle a esta zorra su polla".
No puede decir que no. Procedí a tumbarme en la cama, él a mi lado, y su mujer se puso a horcajadas encima de mí. Él cogió la polla y la apuntó a su coño. Una vez metida entera empezó a jadear y a pedir que le metiese fuerte la polla, que llevaba todo el día deseando que la follara como a una perra. Entonces, recordé que lo que siempre deseé era una doble penetración, por lo que ordené al marido coger un consolador de mi mujer similar a mi polla y que lo metiese en su culo.
La corrida, como era de esperar, fue a dúo. Nos fuimos ella y yo a la vez y el cornudo tuvo la mala suerte de manchar el suelo de la habitación, a lo que ya imagináis lo que le tocó.
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