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Una tarde con Roberto.

Me llamo Adelina. Tengo 18 años. Soy una chica con curvas de 1.65 de estatura. He empezado a descubrir y experimentar el sexo hace muy poco tiempo.
Aquella tarde había quedado con mi amigo Roberto para ir al centro comercial. Él y yo nos conocemos desde pequeños, somos vecinos y hemos estudiado siempre juntos.
Cogimos el bus. Hablando de nuestras cosas llegamos al centro comercial. Una vez dentro fuimos a ver tiendas de ropa para mí y de videojuegos para él. Ni él ni yo finalmente compramos nada. Mientras nos tomábamos un café seguíamos hablando de lo nuestro.
Roberto me propuso coger el bus para regresar a casa. A mí no me apetecía aún así que se lo comenté. Fue entonces cuando me propuso bajarnos un par de paradas antes de llegar a casa e ir dando un paseo por el parque, cosa que me pareció genial, así que acepte encantada.
Paseando por allí se estaba genial, hacía muy buen día y la conversación era muy amena y divertida. Me lo estaba pasando super bien.
Al pasar por un banco nos sentamos a descansar un rato y disfrutar de la tranquilidad del parque. La gente paseaba y disfrutaba del buen día como lo hacíamos nosotros.
Roberto empezó a hablarme de Carmen. Carmen es una amiga nuestra que está medio liada con Roberto. Empezamos a hablar de sus líos amorosos y esas cosas. Después de un rato, no se muy bien por qué, imagino que fruto de mi curiosidad por el sexo, le pregunté a Roberto si habían hecho ya algo. El me respondió que sí, besos, caricias y algunos tocamientos. Al verme tan curiosa me dijo:
- Ade, por qué te sorprendes ? Imagino que son las mismas cosas que tú habrás hecho también con algún chico, no ?
- Pués no. Yo solo han sido besos.
Roberto me miró como si no me creyese, como si supiese que le mentía, que había llegado a más pero no quería reconocerlo. No era así, no mentía cuando le dije que solo besos, era lo único que había hecho hasta ese día.
Seguimos hablando del tema.
- Roberto, puedo hacerte una pregunta.
- Si, dime.
- Ella te ha tocado el pene ?
Roberto lanzó una risa y respondió.
- Pues claro, claro que me lo ha tocado, es lo normal Ade. No es nada raro que esas cosas pasen.
- No te rías, yo nunca he tocado uno.
En ese momento Roberto quiso zanjar la conversación.
- Vamos a dejar este tema Ade.
- No Roberto, no vamos a dejarlo. Tengo 18 años y ya no soy una niña. Me fastidia que todas mis amigas ya hayan hecho cosas y yo no, me siento estúpida y hasta rechazada ya que ningún chico ha intentado nada conmigo.
- Ade
Debido a mí enfado en ese momento seguí hablando.
- Roberto, si yo te pidiese que me enseñases tu pene, lo harías ?
- Que estás diciendo Ade ? Creo que estás un poco alterada en este momento.
- No, no estoy alterada. Solo te estoy pidiendo que me enseñes tu pene, como bien has dicho antes, no te sorprendas, es algo normal, no ? Pues quiero verlo, ya está. Me lo enseñas o no ?
Roberto estaba estupefacto al oírme decir aquello pero, después de un buen rato dándole mis motivos y Roberto evadiendome, insistiendo en que quería ver un pene, en que necesitaba ver uno, diciéndole que eramos amigos desde críos y que como tal quién mejor que él para ello, cedió.
- Está bien, te lo enseñaré pero, vamos a un sitio donde no haya nadie.
- Vale, vamos.
Nos levantamos del banco y fuimos a un lugar oculto entre árboles donde no podía vernos nadie ya que el acceso era difícil. Una vez allí le dije.
- Vamos Roberto, enséñamelo, quiero verlo !
Mi amigo bajó el pantalón de su chándal a la vez que sus boxers dejando su pene a la vista, estaba en reposo, con algo de bello pero no demasiado.
- Puedo tocarlo ?
Antes que Roberto pudiese responder yo ya tenía su pene en mi mano.
- No sé si esto está bien Ade.
Yo no respondía, simplemente me limitaba a observar ese pene sujetado por mi mano, en silencio, ahora tocándolo con ligeras y suaves caricias, su pene, sus testículos. Note que creció algo, volví a agarrarlo con mi mano, en silencio, completamente muda, sin decir una sola palabra. Roberto cogió mi mano con la suya y empezó a moverla ligeramente de arriba abajo hasta que aquello se puso muy duro y creció completamente. Luego retiró su mano para que yo continuase masturbando su miembro, ahora a parte de duro y empalmado estaba muy caliente.
Sin decir nada, me agaché y empecé a pasar mi lengua por la cabeza del pene y luego, por el resto del miembro. Roberto cogió mi cabeza e hizo el movimiento para que yo me lo metiese en la boca. Así lo hice. Luego el retiró su mano para que yo siguiese con su miembro en mi boca, chupándosela.
- Dios Ade, joder, que bueno.
- Así lo hago bien ?
- Si nena, así, perfecto, no pares joder, sigue chupando.
Seguí chupando la polla de Roberto mientras la sujetaba con mi mano y de vez en cuando la movía, tal y como había visto en videos porno. Al rato, empecé a notar una ligera humedad entre mis piernas.
- Lo haces de maravilla bebé.
- De verdad lo hago bien ? Así te gusta ?
- Así me encanta.
Estuve un rato más comiéndome el miembro de Roberto. Aquella ligera humedad entre mis piernas pasó a ser una humedad abundante, notando como llegaba a mis braguitas y las mojaba completamente.
- Joder Ade, me voy a correr, joder, me corro.
Cuando mi amigo dijo esto, me incorporé y continúe masturbando a Roberto hasta que este se corrió. El semen salió disparado y parte quedó en mi mano. Saque un paquete de pañuelos de papel, uno para yo limpiar mi mano del semen que había quedado en ella y otro para que Roberto limpiase los restos que habían quedado en su pene.
Acto seguido y sin ninguno decir nada, Roberto se subió los boxers, luego se colocó el pantalón del chándal y salimos hacia el parque. Fuimos andando sin decir ninguno de los dos nada, imagino que asimilando lo ocurrido. Así llegamos a casa, nos despedimos y cada uno siguió su camino.
Cuando entré en casa mis papás estaban en el salón, nos saludamos.
- Hola cariño, que tal con Roberto en el centro comercial, lo habéis pasado bien ?
Yo aún con la voz algo entrecortada por el cúmulo de emociones y sensaciones de lo ocurrido en el parque respondí.
- Si papis, muy bien, genial. Voy a cambiarme.
Sin decir nada más fui a mí habitación. Cogí el pijama y unas bragas limpiadas y me dirigí al baño cerrando la puerta con el pestillo. Tire las bragas húmedas al cesto de la ropa sucia, estaban empapadas como nunca antes, nunca había mojado unas bragas de esa manera como lo hice aquel día.
Con la parte de arriba del pijama puesta y sin nada en la parte inferior empecé a tocarme la vagina, inmediatamente empecé a volver a estar húmeda, tenía el coñito completamente calado y ardiendo. Sin parar de tocarme ahí abajo metí mi otra mano por debajo del pijama empezando a tocarme las tetas. Metí dos dedos dentro de mi coño mientras estrujaba una de mis tetas. Aguantaba los gemidos y controlaba los jadeos en voz super baja, apenas audibles a mí misma para que mis papás no me oyeran. Notaba que estaba a punto de correrme, quería correrme, necesitaba correrme. Saqué mis dedos de mi coño y empecé a frotar con ellos mi clítoris mientras que con la otra mano seguía agarrando mi teta y tocándola fuertemente.
Joder, me corrí como nunca antes lo había hecho y fue el orgasmo más placentero, intenso y brutal que tuve hasta la fecha.
Me metí en la ducha, me cambié, salí a cenar con mis papás y me fui a la cama a dormir.

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