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la puta de mi prima evelyn

Ya hace mucho tiempo que pasó lo que aquí pasaré a relatar, pero no por ello es menos excitante en mi memoria.

Me crié en una familia numerosa. Hermanos, tíos, primos... y mi prima Isabel.

Apenas un par de años menor que yo, se desarrolló muy tempranamente y a los catorce años mostraba ya las redondeces de una mujer. Alta, con pelo moreno siempre largo y ensortijado, con sus ojos azules ya atraía la atención de los hombres en aquella temprana edad.

Yo, por el contrario, pasaba desapercibido y no tenía mucho interés en nada que no fuera el fútbol. No se equivoquen, era buen estudiante y me atraían las chicas pero ni mi actitud vital mostraba mucha cercanía para con ellas ni mantenía el menor cuidado sobre mi apariencia por lo que en el instituto era poco más que el chico responsable que solía ser votado como delegado de la clase fundamentalmente porque nadie más quería serlo.

Pero en la vida hay momentos que la hacen virar de forma inesperada y eso me pasó en el verano de 1992. Aquel año fue muy especial en España, olimpiadas en Barcelona, Exposición Universal en Sevilla y pude verle las tetas por primera vez a mi prima, justo antes de follármela.

Solíamos ir de vacaciones a una casona extremeña herencia de mis ya fallecidos abuelos. Una de esas casas con patio parecidas a un cortijo, que por aquel entonces estaba ya muy avejentada pero que para uno niños de ciudad como éramos nosotros era un paraíso de imaginación, juegos y experimentos. Grande y espaciosa, tenía muchos recovecos que serían muy bien utilizados.

Aquel verano contaba yo con dieciséis años y ninguna experiencia con mujer alguna, ni tan siquiera un cándido beso, algo de porno en revistas era toda mi experiencia, y pajearme eso sí que lo hacía diariamente. Por supuesto los veranos extremeños son tremendamente calurosos y en aquel pueblo no había río, charca, piscina o mar donde poder refrescarnos pero lo que si había era una fuente de gran tamaño en el patio entre la caso y los establos, que escupía agua por un conducto en forma de pato. Para nosotros era un oasis en las tórridas tardes de julio, donde habíamos jugado en tantos mundos imaginados.


la puta de mi prima evelyn



Yo era el mayor de entre mis hermanos y primos, por lo que fui el único en percatarme de la evolución que había sufrido el cuerpo de mi prima. Creo que ni siquiera ella era consciente de que mirarla me empezaba a provocar erecciones, pero con aquellos juegos a mí cada vez me apetecía más el poder rozarme con ella.

En aquella ocasión jugábamos a un juego en el que la fuente era un volcán y una serie de piedras hacían las veces de camino que había que recorrer saltando de una a otra roca. Eran apenas más grandes que nuestros pies por lo que mantener el equilibrio no era sencillo. En una de aquella rocas coincidimos ambos en un momento del juego. Más bien coincidieron mi polla y su culo.

Ella en bañador, como yo. En aquella piedra tuvimos que juntarnos todo lo posible para no caer a la imaginaria lava por lo que para mantener el equilibrio le mantuve agarrándole la cintura, todavía recuerdo aquel primer contacto entre su culo duro y mi falo imperioso. Todavía recuerdo el tacto de su cuerpo en mis dedos.

En aquel mi momento mi primas, primos, hermanos y hermanas, que sumaban siete estaban riéndose de mi hermana menor que había caído en la lava y simulaba estar quemándose... en fin, juegos de otra época, pero yo si que debí “quemar” a mi prima porque se quedó un segundo más de lo necesario notando el contacto de mi polla y de mis manos, ella se giró para mirarme, estaba colorada, su mirada era fuego. Por supuesto terminamos cayendo en la lava... en más de un sentido.

Tonto- megritó y los demás se rieron. Ella se enfadó, pero la mirada que me dedicó no era de enfado. Se había puesto muy caliente. Nadie pensó en nada raro, que mi prima gritara era muy habitual en ella, como buena adolescente que estaba acostumbrada a conseguir de todo el mundo lo que quería.


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Después del juego nos mandaron a dormir la siesta. En una habitación dormíamos los chicos, en otra las chicas, pero al hacer tanto calor yo prefería dormir en el suelo y como había entonces una cama libre, para la siesta venían las chicas también. Después de comer, la hora de la siesta era sagrada en aquella casa y como quiera que no faltaba el vino en las comidas, los ronquidos de los adultos se oían sin dar lugar a equivocación. Aprovechando la situación mi prima quiso dormir también en el suelo.

-Está más fresquito- dijo.

Pero hoy pienso que era ella la que estaba demasiado caliente.

Se tumbó junto a mí en el suelo a poca distancia pero sin acercarnos. Allí quedábamos relativamente ocultos de las camas que dejaban al resto un poco más altos. Al poco rato las risas y juegos se acallaron dejando paso al silencio, las respiraciones y la calma chicha del verano caluroso.

Yo no podía dormir, por supuesto, y junto a mí seguía mi prima con un pantaloncito corto muy pequeño para sus curvas por lo que se le ceñía como una segunda piel y una camiseta que a duras penas contenía sus tetas. Ella se encontraba tumbada de lado y de espaldas a mí.

Y allí, en ése momento, cambió mi vida.

Mi mano izquierda por voluntad propia se posó suavemente en su cadera. Su respiración se agitó levemente, pero lo suficiente para mostrar que estaba despierta. No se movió y mi mano empezó a

acariciar su cintura moviéndose infinitamente despacio hacia la parte baja de sus nalgas. Siempre me ha parecido el punto exacto más bonito de una mujer atractiva. La curva de las nalgas dice mucho sobre la juventud y la atracción que puede provocar una mujer. Y en aquel momento las nalgas de mi prima me tenían hipnotizado, excitado y muerto de miedo.

No podía parar, y temía una reacción airada de mi prima, que por otra parte era un demonio con casi todo el mundo. Pero ella no dijo nada cuando bajé mi mano por su culo. Tampoco dijo nada cuando mi dedo índice empezó a penetrar entre sus piernas llegando a un punto que estaba mucho más caliente que el resto.

Por aquel entonces ya había visto alguna revista porno y sabía la teoría de masturbar a una mujer. De la masturbación de un hombre ya conocía la teoría y la práctica.

Mi dedo empezó a tocar su coño por encima de la tela, muy fina, notando el calor que se desprendí
a de su agujerito, no llevaba bragas, lo que agradecí infinitamente mientras procuraba acercarme a mi objetivo.


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Ella se movió. Mi corazón se paró.

Pero su movimiento fue el necesario para ponerse boca abajo abriendo las piernas y con ello la entrada a su cueva. Me acerqué ligeramente a ella haciendo que mi polla tocara su pierna.

Moví mi mano y llegué ligeramente a tocar su coño. Empecé a masajearlo notando ya una humedad sobre sus pantaloncitos. Sus suspiros eran más notables y entrecortados. Lo estaba disfrutando como la buena zorra en que se iba a convertir con el tiempo. Yo no dejé de mover la mano y por encima del pantalón intentaba penetrarla con un dedo. Mi polla estaba para explotar pero nadie le hacía caso hasta ése momento eso explica el respingo que di cuando su mano derecha tocó mi rabo de forma delicada.

Ella boca abajo sin mirarme, yo pegado a ella, casi encima. Mi mano izquierda sobre su coño masturbándola, sus piernas entreabiertas, su mano derecha agarrando mi polla. Moviendo su mano ligeramente lo que me llevaba cerca del orgasmo, aunque en aquella época no me hacía falta mucho para correrme. Su culo empezó a moverse acompañando el movimiento de mi mano, sus gemidos se aceleraron pero los mantenía prácticamente en silencio. Mi corazón corría desbocado, mi mano, mis dedos, se aceleraban.

Ella fue la primera que se corrió. Un orgasmo callado, largo, silencioso. Su culo tembló bajo mi mano mientras su corrida empapaba su pantalón. Se quedó quieta. Y un instante después se giró hacia mi; su mirada se clavö en mi ojos; turbia; su piel sudorosa; sus labios entreabiertos y su mano se acelerö sobre mi polla: Un par de segundos después me corrí mirándola a los ojos mientras ella sonreía.

-gracias- me susurró, absolutamente encantada. Ni rastro de vergüenza en su rostro adolescente, arreboladas las mejillas tras lo ocurrido. Toda una señas de lo caliente que sería mi prima. Me corrí como pocas veces en mi vida.

Tras unos segundos para calmarme le respondí.

-te voy a follar ésta noche-le susurré ligeramente. Sus labios sonrieron y yo la besé suavemente. Me volví a empalmar al instante, ella lo notó. Sonrió y se separó para ir al baño. Empezaban a despertar de la siesta y el momento había pasado.

La tarde transcurrió lenta. Las miradas que cruzábamos era la promesa de una noche agitada. Al pasar junto a ella trataba de rozarla, aquellas tetas me tenían hipnotizado.

Eran las fiestas del pueblo de al lado, por lo que nuestros padres decidieron que ir a cenar unos bocadillos y tomar algo era un buen plan. Para ellos, padres y madres, ir a tomar algo de noche era especial por loque abusaron de la bebida. Algún chico se acercó a hablar con mi prima pero yo procuraba no separarme y se iban. A ella le encantaba ser el centro de atención y mi promesa la mantuvo excitada, con miedo, pero caliente.

Cuando los más pequeños empezaron a bostezar, miré a mi prima y tuve un momento de inspiración.

-Puedo llevarme a todos andando por la vereda- dije.

Los adultos contentos por la oportunidad de divertirse sin los mocosos alrededor alabaron lo responsable y buen chico que era. En especial mi tía, la madre de mi prima, recalcó lo buen chico que era por ofrecerme. No sospechó en ningún momento que quería meterle la polla por el coño a su hija. No era un santo, y su hija quería probar mi rabo también.

En el camino, que era corto, le acariciaba el culo, le dí algún beso y le rocé las tetas, procurando mantenernos por detrás de los niños.

Llegamos a la casa y ayudé a los más pequeños a meterse en la cama. En cuanto noté que dormían me dirigí a la cama de mi prima. A oscuras y en silencio, con el cuidado que se puede poner cuando es tu polla la que piensa. La habitación de las chicas era grande y hacía como una L, quedando la cama de mi prima la más alejada de la puerta y apartada de las de mi hermana y mi otra prima. Entre éstas había un viejo armario que mis tios habían considerado poner alli para ofrecer intimidad a mi floreciente objeto de deseo. Qué poco podían imaginar que iba a ayudarme a desflorarla.

Me metí en su cama, ella temblaba, yo estaba excitado, acojonado, tenía miedo pero no pensaba más que en su cuerpo. Era un adolescente, no hay mucho más que explicar.

-Isa-susurré.

-sí?- su susurro era implorante.

-¿quieres que te folle?

-siiiiii- pero había un tono de miedo en ése casi gemido.

-lo haré con cuidado- (como si supiera hacerlo de alguna forma).

Empecé a bajarle el pantalón tumbado junto a ella. En el movimiento mi polla volvió a tocar su cuerpo. Pude notar su culo ya desnudo, rocé su coño con poco vello. Puse mi mano encima queriendo repetir la masturbación de la siesta. Pero todavía faltaba algo.

-Enséñame las tetas- le pedí. Ella se abrió los botones del pijama y a la luz de la luna que entraba por la ventana que teníamos en la cabecera vi por primera vez sus soberbios melones. Me puse encima de ella, le acaricié sus pechos y ella se estremeció.

-joder, qué buena estás-

-hace mucho que quiero que seas tú el primero- y abrió sus piernas, mirándome con algo de aprensión.

Sin más preámbulos, como buen inexperto, metí lentamente mi polla en su coño. Estrecho, caliente y húmedo acogió mi dura virilidad con un gemido ahogado por su mano. Yo sabía que notaría una resistencia, pero no llegó. Le metí toda mi polla que entró sin dificultad, no me paré a preguntarme porqué había sido tan fácil. Ella me diría después que había sangrado unos meses antes montando a caballo.

-siiiiiiii- suspiró al notar que la penetraba.

Me paré un instante pensando que le dolía.

-no me duele, sigue.-

Y empecé a bombear aquel coño que me había vuelto loco. Chupé sus pezones, le besé la boca, le agarré sus tetas, lo quería hacer todo a la vez. Ella gemía, que guapa estaba!.

Noté que me corría tras no mucho tiempo y tuve la feliz iluminación de sacársela para correrme en su tripa.

Ella no se había corrido pero fuí considerado y la masturbé, le metí un dedo y le empecé a follar con mi dedo en su coño. No me hizo falta mucho rato para lograr que se corriera . Esta vez arqueó la espalda, exhalando un orgasmo que la dejó jadeando con las piernas abiertas y mano metida en su agujero. Una imagen que recordaré de por vida. Escuché los sonidos de los adultos que volvían y me escabullí hacia mi habitación.

Aquel día de julio de 1992, cambió mi vida, noté como me convertí en hombre y ya no era el chico inseguro que había sido. Pero aquel verano continuó y mi prima quería más polla. Y yo quise metérsela por todos sus agujeros.

Lo que no sabía era que no era yo el único que planeaba follarse a mi prima aquel verano. A mi prima, a la zorra de mi prima.


culona

1 comentarios - la puta de mi prima evelyn

beto-11
BUENÍSIMO ¡!!!!! FELICITACIONES ESPERO X LA SEGUNDA PARTE.