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Perderlo Todo (Parte 3)

Durante el trayecto de vuelta del laburo a casa no podía parar de pensar y repensar. Lo que había visto por las cámaras a la tarde fue shockeante, pero debo reconocer que parte de mi se lo había visto venir. Quizás no de esa manera como sucedió, quizás no tan pronto, pero parte de mi lo sabía. Mientras el colectivo andaba y se cimbroneaba, pensaba el plan de cómo decirle todo a Sara, de forma de sacudirla de una vez y que abandone esa actitud permisiva de mierda que tenía con todo.

Aunque hubo algo, bien profundo en mi cabeza, que me llamaba extrañamente la atención de todo esto. Reproduciendo en mi cabeza todas las escenas de lo que vi y todo lo que había escuchado, había algo muy raro. Algo que no terminaba de encajar, como una pieza en el rompecabezas que extrañamente sobraba o faltaba.

Micaela le había dicho a Armando (y eso lo escuché claramente) que lo había llamado para contarle lo que le dijo la madre. Que le dijo que “estaba todo bien”. Que significaba eso? Que quería decir que Sara le haya dicho a Mica que “estaba todo bien” y “que se cuide”? No sabía de la charla que habían tenido madre e hija por la mañana, pero estaba seguro que yo no tenía toda la información de lo que estaba pasando.
Cuanto mas me acercaba a casa, mas me apremiaba esa duda al punto de finalmente disuadirme del plan que tenía de confrontar a Sara. Había algo que me faltaba en todo esto y no quería quedar en desventaja en la posible discusión que iba a tener con mi pareja. Decidí finalmente llevar las cosas tranquilo, contarle a Sara, si, pero no apresurarme y ver cómo se desarrollaba todo.

Al llegar, Sara ya estaba cocinando y Mica encerrada en su habitación, de la que salió sólo para comer, estar un rato con nosotros y volverse a dormir ya que se había hecho tarde. La noté de muy buen humor. No tanto conmigo, su trato fue normal, pero estaba de muy buen humor con Sara. Después de comer me hice un café en silencio, Sara se prendió su porro de todas las noches y nos pusimos a charlar en la cocina, bajito para no despertar a Mica.

“Che, amor, te tengo que contar lo que pasó hoy con Mica…”, empecé, pero ella me interrumpió.
“Si, ya se.”, dijo solamente, mirando vagamente el humo que desprendía el porro.
“Que ya sabés?”
“Mica ya me contó lo que pasó. Ya me lo dijo todo.”
“Que? En serio?”, le contesté sorprendido.
“Claro, Marcos. Si sabés que nos contamos todo. Si no tenemos secretos entre nosotras.”, respondió con un dejo de altanería.
“Y? Entonces?”
“Entonces que?”
Se me frunció el ceño automáticamente, “Cómo entonces que, Sara? Entonces que vamos a hacer?”
Ella suspiró y sacudió la cabeza con una mueca, “Dale con el vamos. Que vamos a hacer. No vamos a hacer nada, Marcos, ya te expliqué. En todo caso la que tendría que hacer algo soy yo, que soy la madre.”
“Claro, yo estoy hecho de vidrio entonces. Invisible.”, le contesté de mala manera.
“Uf, dale…” protestó y tomó otra profunda seca de su porro, “Nunca dije que seas invisible, pero vos no tenés que hacer nada porque no te corresponde. Es la vida de Mica que está aprendiendo a desarrollarla como ella quiera, que es lo mejor que se puede hacer.”
“Vos porque no viste lo que yo vi”, le contesté de nuevo enojado, tratando de no subir la voz.

Sara me miró un rato antes de contestar, “Vos no estarás obsesionado, no?”
Me di vuelta y la encaré, “Que dijiste?”
“Eso dije. Obsesionado. Marcos, mirá que yo veo padres y madres todo el tiempo en el consultorio, pero te juro que jamás me encontré ni siquiera el padre mas cerrado y represor de sus hijas tan, pero tan interesado en la vida sexual de ellas como te veo a vos. Y Mica ni siquiera es tu hija.”, me contestó. Me hizo casi hervir la sangre.
“Escuchame, que mierda me estás insinuando?”, le escupí con bronca, “Y que mierda le dijiste a Mica hoy a la mañana cuando charlaron?”
Sara protestó por lo bajo y le dio otra seca al porro, “Uf… no estoy insinuando nada, amor, solo fue una observación…”
“Una observación de mierda, ni si te ocurra.”, la atajé.
“… bue, okey. Y lo que le dije a Mica a la mañana es entre nosotras.”
“Dale, boluda!”, le gruñí, ya me estaba haciendo perder la paciencia.
“Marcos…”, empezó. Pero la interrumpí.
“Decime que le dijiste a Mica!”
“Es entre nosotras, Marcos! Pará un poco!”, se defendió, “Hay cosas entre madre e hija que tienen que quedar en ese ámbito de intimidad. Que te importa que le dije?”
“Quiero saber que le dijiste porque anoche tuvimos ésta misma discusión. Me prometiste que ibas a hablar con ella para ayudarla a entender lo que pasó con Armando aca en la cocina, ayudarla a entender y a parar la cosa si hacía falta..”, me empecé a despachar, “Y de repente en dos días pasamos de una chupada de pija al negro de mierda ese a que directamente se la coja en su propia cama!”
Sara se sobresaltó, “Pero pará Marcos! Que te pasa boludo?!”
“Decime que mierda le dijiste!”, le insistí.

Finalmente después de un par se secas me contó. Me dijo que hablaron, que Mica le contó lo que había hecho con Armando en la cocina esa tarde, que al principio tuvo un poco de miedo pero después le había gustado mucho y que se sintió muy excitada con Armando. Sara le dijo que la entendía y que sus sentimientos eran normales y saludables. Que no sienta culpa de sentir atracción sexual, ya que estaba en la edad que esos sentimientos le iban a empezar a aflorar naturalmente. Que era todo parte de crecer y convertirse en mujer.

También le dijo que quizás Armando no era la persona ideal, quizás lo ideal sea algo mas normal, algún principio de relación con algún chico o chica de su propia edad. Eso era lo natural, pero que a veces éstas cosas pasan, como le había pasado a ella en su momento, y a veces hay que tomar lo que la vida te da, no lo ideal. Le dijo también que a Armando había que entenderlo y no juzgarlo, que era una persona mayor, que había crecido en un ámbito y en una época muy machista y que a veces por ahí iba a tener actitudes muy dominantes y fuertes con ella, pero siempre y cuando esas actitudes le gusten, la trate bien y no la lastime no había nada de malo en principio. Le explicó que a los hombres como Armando había que entenderlos y tratarlos con paciencia, pero que no eran mala gente de por si.

Yo estaba que me explotaba la cabeza de bronca al escuchar todo eso. Sentía las venas en la frente pulsándome mientras Sara me contaba todo lo que le había dicho, pero lo peor se le reservó para el final.

Sara contó que finalmente le dijo a Mica que se cuide, que ella era una chica inteligente y que sabía cuando una situación era fea, que sabía reconocer esas situaciones. También le preguntó a Mica como se sentía con lo que había pasado en la cocina, y como se imaginaba ella que podía seguir, si era algo que Mica quería que siguiera o fue algo de una sola vez. Mica le dijo que se sintió bien, que le gustó mucho complacer asi a Armando, que la había excitado con cosas que nunca antes había sentido y que si se daba, que quería seguir. Sara le dijo que estaba bien, pero si la cosa seguía y se ponía mas intensa que se cuide y le dio un blíster de pastillas anticonceptivas que Sara usaba. Le dijo que las empiece a tomar, por las dudas. Finalmente me dijo que se abrazaron sonriendo, que tuvieron una charla excelente a su juicio, y ahí terminó la cosa.

También me dijo que hoy a la tarde cuando Sara llegó a casa, después de la visita de Armando de hoy a su pieza, fue la misma Mica que muy excitada y muy alegre se sentó con ella y le contó todo lo que pasó con Armando, y que estaba muy feliz con lo que pasó. Sara le preguntó si Armando la había tratado bien, si no la había lastimado mas allá del dolor natural de su primera penetración, y fue ahí cuando Mica le contó todo, aparentemente con lujo de detalles. Sara y Mica se abrazaron, se dijeron que se querían mucho y luego de recordarle nuevamente a Mica que siempre tenga cuidado, Sara le dijo que estaba muy feliz que Mica lo haya disfrutado tanto.
Yo estaba cubriéndome la cara con las manos de pura rabia y bronca luego de escuchar todo esto. Finalmente estallé.

“Pero la concha de tu madre, Sara! La puta que te parió!”
“Marcos!”
“Sos una pelotuda!”, le escupí con bronca, “No lo puedo creer!”
Sara también estalló y nos comenzamos a gritar, “Sos un forro! Que te pasa estúpido?! No entendés nada, tarado!”
“Se cogieron a tu hija, pelotuda! Un viejo de mierda se cogió a tu hija de 14, tarada! Reaccióna!”
“Machista de mierda!”, me replicó, “No se cogieron a Mica! Los dos cogieron! No somos propiedad de nadie para que nos hagan cosas! Los dos lo quisieron, estúpido! Que, porque Mica es mujer no puede disfrutar y elegir? Forro!”

No se si despertamos a Mica con el tono de nuestra discusión, pero Sara se levantó y se encerró en nuestra habitación con un portazo, mientras yo me quedé mascando una bronca terrible solo en la cocina. Fue nuestra primera discusión tan fuerte y con insultos de por medio desde que estábamos juntos con Sara y creo que ninguno de los dos supo cómo reaccionar. Traté de tranquilizarme y ver algo de tele bajito, solo en el living, hasta que luego de un par de horas fui despacio a nuestra habitación y me acosté al lado de Sara, quien ya dormía.
Ese fue un punto de inflexión en toda la historia. Esa noche, que me peleé con Sara. A partir de ahi cambió todo. Nuestra relación se volvió muy distante, comenzamos a discutir por cualquier cosa ya sea relacionado a Micaela y Armando o no, mientras que dejamos de tener sexo y a veces hasta dormir juntos. Muchas veces me iba a dormir al sillón, nada mas para evitar cualquier roce, sea físico o verbal. Estaba tan agotado mentalmente por el asunto de Micaela que no me sentía con fuerzas para nada, tan solo ir al trabajo, cumplir con lo mínimo posible y volver a una casa que cada vez sentía menos mia.

Y también alrededor de esa fecha fue cuando Armando empezó a acostumbrase a su nueva situación. Micaela volvía del colegio para las 14 horas, ya ambos lo sabían, por lo que a eso de las 14:30 o a mas tardar a las 15, Armando golpeaba la puerta de casa y Mica le abría con una sonrisa y un beso. Solía quedarse en casa con Micaela hasta las 16 o 16:30 y después se iba para su departamento arriba o a hacer alguna otra cosa en el edificio. Parecía no querer cruzarse conmigo, por razones obvias, pero tampoco con Sara. Asi empezaron a transcurrir los dias y las semanas.

Sin embargo comencé a notar ciertos patrones de comportamiento, ya que me cercioraba todos los dias desde el trabajo de ver las cámaras de casa. Como encargado del edificio a Armando lo veíamos siempre de Lunes a Viernes, pero los Sábados y Domingos, mas que cumplir con su tarea de sacar la basura esos días, no se lo veía. Saldría a algún lado con su mujer, y creo que Mica le dijo a Sara que se iban a una casa que tenían en la provincia, por Tortuguitas.

Lo cierto es que estaba seguro que durante los fines de semana, con su mujer, Armando no cogía. Era impresionante verlo los Lunes llegar a su cita en casa con Mica y ver como casi se le abalanzaba encima a ella, lo cual Mica adoraba, pero también la fuerza y a veces hasta la violencia con la que se la cogía esos dias. Era como si, por la fuerza o no, se tenía que guardar los fines de semana para descargarse fuerte los Lunes con Micaela. Ni hablar si, por cualquier motivo de trabajo o lo que fuere, no podía pasar por casa el Lunes y tenía que ser el Martes. Los Martes esos, había veces que hasta medio jugando o medio en serio de lo bruto que era, la sopapeaba un poco a Micaela si no hacía lo que el quería o le tiraba el pelo fuerte mientras cogían. Ese tipo de cosas. Micaela nunca se quejó, o por lo menos nunca le dijo algo a Sara, y Armando jamás se pasó de rosca lo suficiente como para lastimarla, pero esos días estaba visiblemente mas agresivo. Era casi una fija que si no podía pasar el Lunes, el Martes la agarraba a Micaela y se la cogía por el culo, nada mas para escucharla chillar de dolor y placer.
Otra cosa curiosa era que no tenían sexo todos los dias que Armando iba. Algunos dias Mica se limitaba a mamarle la verga, lo cual era una de las cosas que ella mas adoraba, otras veces solamente lo masturbaba y otras veces la cosa no pasaba mas que de besarse y tocarse. Armando sabía que tenía a "su putita", como le gustaba llamar a Mica, firme los dias que el quisiera, asi que fue de poco perdiendo la desesperación de tener que cogérsela todos los dias.

Pero también adquirió otros comportamientos bastante mas feos, a medida que se fue acostumbrando a ir casa. Recuerdo un dia, después de cogerse a Mica, cuando se iba le pidió plata porque tenía que ir a comprar bebida. Mica le dió un poco de plata que ella tenía, de ella, pero le pidió mas y le dijo que se fije donde Sara guardaba la plata. Mica, sin saber el error que estaba cometiendo, fue con el hasta nuestro cuarto y revisó en el cajón. Mientras contaba la plata del fajito que había encontrado, Armando se lo sacó todo y se lo guardó en el bolsillo, diciéndole a Mica que no diga nada. Cuando Mica protestó por la plata que le sacó, la sentó en el borde de nuestra cama, se desabrochó el pantalón y obligó a Mica chuparle la verga y hacerle tragar toda su leche, diciéndole que si quería seguir teniendo pija que se calle. Micaela por su parte obedeció gustosa y nunca mas protestó las otras veces que Armando directamente iba el y nos sacaba plata del cajón.

También su comodidad en nuestra casa lo llevó a que empiece a tomar. A veces agarraba una botella de nuestros vinos, la abría y se ponía a tomar del pico, sentado en nuestro sillón, mirando la tele. A veces abrazado a Mica, mirando con ella, y otras veces con la nena arrodillada frente a el, por supuesto chupándole la verga mientras su mano tosca le acariciaba la cabecita. Un par de veces le dió de tomar a Micaela, mientras charlaban o mientras cogían, como para animarla a hacer alguna cosa u otra.

Sara por supuesto estaba completamente en otra, en su propia nube de pedos psicológicos, en la que nada era inherentemente malo, todo era perspectiva y había que tratar de entender comportamientos. Si Micaela estaba feliz, entonces ella estaba feliz y el problemático era siempre yo.

Micaela, en éste tiempo, también cambió bastante y dejó de parecer ya una nena, por mas que aun para mi lo fuera. Cambió su forma de vestir, pasando a usar prendas mas cortas y reveladoras, con telas ajustadas que le remarcaban la cadera y la cola. También comenzó a maquillarse levemente, cosa que antes nunca realmente hacía. Nunca le dijo a Sara si era Armando el que la entusiasmaba a ponerse asi, o si era ella de motu propio que quería impresionar y complacer a Armando. La cuestión es que varias veces Micaela se arreglaba al volver del colegio, nada mas para recibir asi a Armando.

A veces yo ya ni miraba las cámaras desde el trabajo. Dejé de hacerlo asiduamente (llegué a hacerlo varias veces por dia), porque noté que me deprimía mas cuanto mas miraba.

Una tarde, sin embargo, se dió que no tenía mucho que hacer en el trabajo y se me prendió como dicen la proverbial lamparita. Sabía que justo ese dia Micaela tenía una actividad extra en el colegio, por lo que iba a hacer doble turno ese dia y no iba a llegar a casa en su horario habitual. Y se dió también la casualidad que Sara no iba a ir al consultorio ese dia, prefiriendo quedarse en casa para adelantar trabajo tranquila y sin distracciones. Algo se me había ocurrido. Y si...? Estaba seguro que Armando iba a ir a casa, como casi todas las tardes. Y que pasaba cuando se encontraba a Sara y no a Micaela?.

Me conecté y me puse a ver con atención, con mis pequeños auriculares puestos, decidido a no perderme nada, por mas aburrido que sea. Y la verdad es que fue aburrido. Llegaron las 14 horas y Armando no aparecía, sólo vi a Sara cocinarse algo, comer, leer y escribir en unos papeles que tenía sobre la mesa de la cocina y nada mas. Las 14 se hicieron las 14:30, y todo seguía igual. Pero a las 15 menos 10, cuando ya estaba a punto de largar mi vigilancia de puro aburrimiento, vi a Armando salir del ascensor de nuestro piso, dirigirse a nuestra puerta y golpear como siempre.

Por suerte pude escuchar todo, ya que estaban justo bajo la cámara del hallcito de entrada. Sara abrió la puerta y lo saludó con una sonrisa.
"Ah, hola Armando, que tal?"
Armando se vió descolocado, no se esperaba encontrar a Sara en casa, "Ah... hola Sara... buena' tarde' , eeeh..."
"Viniste a ver a Micaela? No está"
"Si... eeeh... uh... bueno, no..."
Sara sonrió y lo hizo pasar. Para que?, pensé, "Pero pase, Armando, venga tiene un ratito? Quería hablar con usted."
"Seguro? No te quiero moletar..."
"Pero no es molestia, venga.", le dijo y los dos se dirigieron a la cocina. Armando se sentó a la mesa y Sara también, del otro lado.
"Sabe' que, Sara... ehh.. yo te quiero explica'...", comenzó Armando, pero Sara lo atajó enseguida con una sonrisa dulce que podía derretir a cualquiera.
"No, mire Armando, no se preocupe. No estoy enojada ni no lo voy a retar ni nada. Ya se, ya me imagino que me quiere decir. Es lo de Micaela, no?"
"Si, mirá Sara... ella me dijo varia' vece' que 'taba todo bien, no? Y yo le creo, pero viteh como es e'to.", comenzó a explicar Armando mientras Sara le prestaba atención.
"Si, me imagino, ay, perdón, quiere un café? Le hago?", preguntó Sara levantándose y yendo hacia las hornallas.
"Bueno, gracia'. Si vas a hace'....", le dijo Armando y no se si fue impresión mia, pero me pareció ver como la miraba fijo, de la misma forma que miraba a Micaela aquella primera vez, que en realidad era la misma mirada que le destinaba a todas las mujeres que le gustaban.

Mientras Sara preparaba el café se prendió un porro, se dió vuelta y se lo mostró a Armando, "Uy, no le molesta, no? Yo fumo de éstos."
Armando sonrió y le hizo un gesto, "Nah, Sara, si e' tu casa. Dale tranquila, no me jode."
"Usted no fuma de éstos? De marihuana, digo", le preguntó.
"Uh, no. Cuando era ma' pibe si, ahora ya no."
Sara le sonrió, "Bueno si quiere me pide, okey? Tengo un montón."
Finalmente Sara sirvió los dos cafés y volvió a sentarse a la mesa, "Bueno, mire Armando, yo le quería..."
"Tuteame, che", se rió Armando interrumpiéndola, "Tantos año' aca en el edificio ya."
Sara sonrió, "Bueno, okey, la verdad que tenés razón. Aparte con tu relación ahora con Micaela, bueno, mejor tutearse. En fin, bueno, vos sabés que yo soy psicóloga y terapeuta, no?", dijo mientras Armando asintió y tomó un sorbo de café, "Por lo que, bueno te aseguro que lo vi todo y realmente poco me impresiona o me molesta. Yo soy mas de.. vivir y dejar vivir, viste? No juzgar, no tener prejuicios de ningún tipo y por supuesto ayudar a la gente."
"Seh, claro, sabía.", contestó Armando.
"Entonces, respecto a Micaela, quedate tranquilo. En serio. Yo ya se todo lo que pasó y todo lo que está pasando. Lo se porque ella me lo cuenta."
Armando pareció preocuparse, "Eh... todo te cuenta?"
"Bueno, casi todo. Hay cosas muy íntimas que por ahi no. Y está bien. Todos tenemos una vida interior privada, hasta nenas como Micaela, que hay que respetar. Yo no me meto si no me cuenta o si no es que veo algo malo o peligroso pasando."
"Y vo' pensa' que hay algo malo o peligroso acá?", preguntó Armando. A lo que Sara solo negó con la cabeza y sonrió.
"No, para nada. Micaela está feliz con ésto que está experimentando, que es nuevo para ella. La veo feliz, la veo contenta, la veo crecer. Como persona y como mujer, no?", contestó Sara.
"Creo que le hacés muy bien", dijo Sara, "Si, okey, seguro que es una situación inusual, por las edades de ustedes. No es lo normal. Pero muchas nenas necesitan una figura masculina en sus vidas, sobre todo en períodos de formación. Vos sabés que el papá de Micaela... no Marcos, el que conocés que vive acá, el papá biológico ya no está hace muchos años, cuando ella era chiquita, y entonces está bueno que ahora tenga esa figura masculina presente."

Armando tomó mas café y pareció pensar lo próximo que iba a decir, tomándose su tiempo y mirándola fijo a Sara.
"Sara, 'cuchame... tenemo' confianza, no? Digo... podemo' habla'?", preguntó Armando.
"Por supuesto Armando!", le sonrió, "Podemos hablar de cualquier cosa, de lo que quieras, y desde ya que tenemos confianza.", Sara parecía estar psicoanalizándolo, sin querer o queriendo.
"Bueno, mirá. Lo que yo no quiero son quilombo'.", dijo Armando, "Si, ta bien, a vo' no te jode que yo ete' con la nena. Lo entendí. Pero no quiero quilombo' jodido', sabe'. Digo quilombo' jodido' como ir en cana. A ver si por estar con la nena de repente salta y el que cae soy yo...."
"Que va a saltar, Armando?"
"Digo que por ahi la nena se va de boca, viteh, le dice algo a alguien, o dice algo en el colegio y ya ta', cague'.
"No, que va a decir?", contestó Sara, "Primero que yo ya le dije que ésto es algo privado entre ustedes dos y nadie mas. Y segundo que ya le expliqué que como ésto es... inusual, digamos, sería mejor que no diga nada ni se lo comente a nadie. Si tiene algun problema o algo le molesta, que me lo diga a mi y a nadie mas."
"Otra cosa..."
"Si, decime.", lo invitó Sara mientras besaba su porro.

Armando pareció interrumpirse y mirarla un segundo, "Sabé que? No me das uno de eso? Vamo' a proba', que mierda...". Los dos se rieron y Sara se retiró a la pieza, volviendo con un porro bastante largo que le dió a Armando mientras buscaba su encendedor.
"Eeeeh, pero mira que caño", se rió Armando.
Sara sonrió orgullosa, "Viste? Yo fumo de los buenos."
Armando aceptó el fuego de Sara y le dió un par de secas, "Ufff.... pega ete' no?"
"Obvio. Dale, que me ibas a decir?"
"Que bueno... si tenemo' confianza... yo no soy de meterme, viteh, pero 'e tan raro 'eto. Cómo e' que no te jode que me coja a la nena?", le preguntó Armando mirándola fijo mientras fumaban.
"Ay, Armando. Si me lo decís asi si me jode...", dijo Sara."
"Bue, perdón, che. Yo hablo así. No quise ofendé."
"No te preocupes, está todo bien.", le contestó Sara, "Y la verdad, siendo honestos, si te puedo hacer una confesión?", Sara lo esperó mientras Armando le asintió con la cabeza, "No me jode porque yo también de chica tuve encuentros con un hombre mucho mas mayor, asi que la entiendo y se lo hermoso que puede ser."
"En serio?", preguntó Armando, "Pero vo' cuantos año tene', si se puede pregunta'..."
Sara le sonrió, "Tengo 37."
Armando se rió, "Fah... 'tas hecha una nena. Ni parece. 'Tas re buena."
Sara se rió feliz y le dió otra seca a su porro, "Ay, Armando, gracias. Siempre es un halago escuchar eso."
"Seeeh", dijo Armando mientras seguía con el porro y el café, "De'de que llegate' al edificio que te fiché. En serio. Dije, lo que debe ser 'eta mina. Debe ser una bomba."
"Ay, pero cuántos años hace de eso?", preguntó Sara.
"Y... once, doce año' fácil. De'de que te muda'te acá."
"Uy, ahi si que era una nena en serio", rió Sara.

Los dos mantuvieron un breve momento de silencio en que parecieron mirarse, ambos fumando y tomando su café. Sara parecía inspeccionar a Armando, quizás desde su perspectiva psicológica o quizás de otra forma, mientras que Armando tenía la mirada y el comportamiento que ya le conocía. Estaba fichando a Sara y sus ojos se desviaban inevitablemente al poco escote que llegaba a mostr su blusa. Fue Armando quien rompió finalmente el silencio que estaban compartiendo.

"Che, y tu marido que dice del tema de la nena? Sabe, no?", preguntó el viejo
Sara asintió, "Si sabe, y no es mi marido. No estamos casados."
"Ah, no?", dijo Armando mientras se acomodó un poco en la silla, "Pensé que si..."
Sara negó con la cabeza, "No, no estamos casados. Y Marcos... es todo un tema, como dicen."
"Por?"
"No se, no viene al caso, Armando."
"Ta bien, pero pasó algo? Porque si sabe me va' quere' caga' a trompada'...", dijo Armando sin saber lo cierto que era eso.
"Marcos no es de esos tipos, no te preocupes.", dijo Sara, "Sabe, y no le gusta lo que está pasando, pero ya le dije que no es problema de el. Varias veces. La mamá de Micaela soy yo, no es el."
"Pero mirá si me denuncia...", argumentó Armando.
Sara se mordió el labio de forma despectiva, "Que va a denunciar ese, por Dios. Quedate tranquilo que no va a hacer nada, es un blando. No es de armar lío. Se enoja, pero viste como es el refrán... perro que ladra...", terminó Sara encogiéndose de hombros.
"Pero todo bien? Entre ustede', digo..."
Sara guardó silencio un momento y le contestó, "No, la verdad que ahora no está todo bien. Como se enojó por todo el tema de Micaela nos estamos peleando mucho, discutiendo, en fin... dificultades de la pareja."
"Que pena, che..."
"Son cosas que pasan en todas las parejas. Vos también seguro discutís con tu mujer"
"No, digo que pena que una mina como vo' ete' con un tipo asi", dijo Armando clavándole la mirada.

Sara se sorprendió un poco y le mantuvo la mirada, "Asi cómo?"
"Y así, viteh... que le pelea, que la trata mal, que no la atiende...", dijo Armando mientras fumaba.
"Pará, nunca dije que me trataba mal...", contestó Sara.
Armando sonrió, "Si no te atiende entonce' te trata mal."
Sara lo miró fijo y tragó saliva, examinando a Armando largamente mientras fumaba. Vaya a saber que estaba pensando. Finalmente dijo, "Bueno... eh... nos estamos yendo por las ramas. En fin, en serio Armando, quedate tranquilo con lo de la nena, no va a pasar nada siempre y cuando a ella no le pase nada."
Armando asintió, "Seh, tranquila Sara. Si sabe' que la trato bien, como le gusta. La atiendo bien y ella me atiende bien a mi."
"Si, ya se, ella me cuenta.", dijo Sara
"Que te cuenta?"
"Ay, es personal eso, Armando...", rió Sara.
"Dale, contame una aunque sea. De curioso nomá..." Armando rió con ella.

Sara pensó un momento y le dijo, "Que se siente muy deseada siempre. Que sos muy fuerte, y dominante. Que la hacés sentir bien plena y bien mujer... está muy bueno eso."
Armando sonrió feliz, "Seh... ella también, la verda'... es una muñequita. Y le gusta mucho, eh?"
Ahora fue el turno de Sara de exhibir una sonrisa socarrona, "Ah, si? Y que le gusta?"
Armando rió, "Pará... no era privado todo eso?"
Sara sonrió y apoyó el mentón en su codo, inclinándose para prestarle mas atención, "Dale, contame, de curiosa nomas...", le dijo, retrucando lo que Armando había contestado.
"E' que no te va' a gusta', Sara. Viteh como hablo yo... te va a caer mal, seguro."
Sara siguió sonriendo y mirándolo fijo, "Hagamos una excepción entonces. Te prometo que no me va a caer mal."

Armando hizo una pausa, mirándola fijo también a Sara, repiqueteando sus dedos sobre la mesa mientras pensaba.
"A la nena le encanta chuparme la pija. La vuelve loca."
Sara pareció no estar muy afectada, "Ah, si? Creo que ya lo sabía eso, algo me dijo..."
Armando asintió, "Puede ser... le gusta mucho como la tengo, parece. Y la verda' e' que tu nena me la pone bien dura siempre.", y como un acto reflejo bajó su mano y se acomodó el bulto sobre el pantalón.
"Mira vos...", sólo atinó a decir Sara, con la mirada entre fija y perdida en Armando, "Que mas?"
Armando pensó otro momento y siguió, "Le gusta cuando le acabo en la boquita... bah... en esa bocota que tiene. Le gusta tragársela cuando acabo.... eeeh... la verda' 'e que a tu nena le gusta cuando le acabo en cualquier lado...", se rió.
"Si, evidentemente eso le gusta, ya me dijo", sonrió Sara.
"Le gusta que le de fuerte, también..."
"Ah? Esa no la sabía...", dijo Sara.
Armando asintió, "Seeeh... a mi me encanta, y a ella también. Flaquita, viteh, no se cómo hace para aguantársela como la tengo, pero se la banca."

Sara rió y apagó su porro después de darle una última seca, "Ay, bueno, creo que ya nos estamos pasando de rosca... mejor cambiemos de tema."
"No, sabé que Sara...", dijo Armando levantándose, "Yo me voy, tengo cosa' que hace'. Che, gracia' por la charla, por el café y el canuto."
Sara se rió y lo acompañó hasta el hallcito, "No hay problema, Armando, cuando quieras, okey? Me encantó la charla y está bueno que hayamos aclarado las cosas y que te quedes tranquilo"
Se detuvieron en el hallcito mientras se dieron un beso en la mejilla de despedida, pero cuando Sara atinó a abrirle la puerta, Armando puso una mano para detenerla "Ah, para che, una cosa ma'...que me olvidaba..."
"Que?"
"En confianza no? Entre vo' y yo?", le preguntó mirándola fijo y bajando un poco la voz.
Sara hizo lo mismo, "Si, decime..."

Armando se le acercó y le puso una mano suavemente en la cintura de Sara, lo que ella no pareció interpretar mal y lo dejó hacer. "'Cuchame... ya que 'tamo en confianza, si alguna ve' necesita' que te atiendan... o cualquier otra cosa, me deci' 'ta?"
A Sara se le abrieron los ojos y lo observó fijo por un momento, "Pero Armando que me decís?"
Armando la frenó, "No te digo nada, solo te digo eso. Si 'tamo en confianza, 'tamo en confianza. Por eso te lo digo. Si algún dia necesita', me deci'."
"Pero sos el novio de Mica, Armando", contestó Sara
Armando se le acercó un poco mas y sin ser muy fuerte o brusco, le hizo sentir a Sara la presencia de su cuerpo macizo mas cerca, rozándola y haciéndole apoyar la espalda contra la pared "No, Sara, 'cuchame... yo no soy el novio de nadie, mentende'? Yo soy el macho que se la pone a tu hija. Y bien que le gusta. Y si el otro gil que eta' con vo' me deci' que no 'e tu marido, 'tonce ya te dije, cuando necesita' algo, me lo deci'..."
Sara tragó saliva de nuevo, mirándolo fijo, "Armando, yo no se..."
El viejo la interrumpió, "Sabé como goza tu nena con e'ta que tengo acá? Eh? Te lo dijo? Sabé lo' grito' que pega, le tengo que tapar la boca para no tener quilombo' con lo' vecino'. Me deci' que a la nena le hace bien, y si, me la atiendo re bien. Fijate. Por ahi no e' la única que necesita un macho en serio que se la coja bien cogida. Por eso... cuando necesita', me deci'."
"Mejor andate, Armando.", atinó a decir Sara a quien se la veía bastante perturbada por lo que acababa de escuchar.
"Seh, mejor me voy.", dijo Armando y le dió un largo beso en la mejilla, que Sara no evitó. 
Armando se fue, Sara cerró la puerta y la vi quedarse en el hall, llevándose una mano al pecho y recuperando el aliento que había mantenido un rato.

Yo nada mas, cansado de ver como la cosa iba de mal en peor, solo apagué el celular y dejé de ver.

6 comentarios - Perderlo Todo (Parte 3)

metalchono
Espero que a tu ex le hayan cancelado la licencia. Tenías bastante evidencia para separarte y denunciarlos. Lo único que faltó fue hablar con alguien más, fuera del sistema.
leloir2010
Que exitante y morboso a la vez. No se si es verdad aunque en el primer relato dijiste que era real, si es asi, vos tenias que denunciar todo esta ya que mica es menor aunque no eras el padre biologico, pero eras su padrastro y eso vale. Mal por la madre ya que ella una profesional, encima una sicóloga trabajando de su profecion y no hacer nada con la hija y aconsejandole mal. Si es fantacia te hace volar la cabeza, ambas. Van puntos