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La Secretaria. Cap.1

Suena mi teléfono móvil.
Miro y es mi jefe, una vez más reclamando a su secretaria.
Son las 10 de la mañana y apenas hace una hora que empezó mi jornada laboral.
Ojalá me equivoque pero creo que sé perfectamente para que quiere que vaya inmediatamente a su despacho.
Ayer envié unos informes, no presté demasiada atención y creo que la jodí. Lo que más me preocupa es que este mes ya la he jodido en dos ocasiones más. Últimamente no estoy muy centrada y todo tiene sus consecuencias.

Mi nombre es Little y tengo 19 años. (L).
Mi jefe es un hombre de 50 años, su nombre es Diego. (D).
Hace un año que empezó nuestra relación laboral y últimamente la cosa está cada vez peor fruto de mis cagadas. Tengo que ponerme las pilas o creo que la cosa no quedará en otra simple reprimenda y puede que mi puesto laboral peligre y sea hasta despedida.
En realidad, si sigo conservando mi puesto de trabajo es por que Diego es amigo íntimo de mis papás y debido a eso he ido salvando el culo hasta ahora, pero no sé si de seguir cagandola así, eso me va a seguir sirviendo para poder mantener mi puesto.

Bueno, pues aquí estoy, en frente de la puerta de su despacho, voy a respirar profundamente, armarme de valor y llamar a la puerta.
Tras golpear la puerta del despacho de mi jefe un par de veces escucho su voz.

- D. Sí, quién es ?
- L. Soy yo señor, Little. Aquí estoy como usted ordeno.
- D. Ah, si Little, adelante, pase usted por favor.

Tras cerrar la puerta de su despacho camine hacía él. Su rostro estaba demasiado serio y no apartaba la vista de mis ojos mientras me aproximaba hacía él. Sabía que algo no iba bien. La cosa pintaba fea.

- D. Buenos días señorita Litlle. Imagino que sabrá usted muy bien el motivo de esto. Por favor, tome asiento.
- L. Buenos días señor Diego.
- D. Y bien, dígame señorita Little. Tiene usted algo que decir al respecto ?
- L. Se trata del informe de ayer, verdad señor ?
- D. Efectivamente.
- L. No sabría cómo...

No me dejó ni continuar, rápidamente y en tono brusco y muy enfado me interrumpió.

- D. Oh, por favor señorita, no es la primera vez que esto ocurre y por su culpa esto está repercutiendo muy seriamente en la producción y beneficios de la Empresa. Lo siento Little, pero me veo en la obligación de despedirla, no me queda otra opción.

Iba a seguir hablando pero estaba tan nerviosa que sin querer ahora era yo quien lo corto a él e interrumpió, para no dejar que siguiera hablando.

- L. Si, lo sé señor pero, no, no me despida por favor.
- D. Lo siento, de verdad que lo siento, me sabe muy mal por tí, te aprecio desde muy pequeñita y aprecio a tus padres muchísimo, los conozco desde hace muchos años pero, sinceramente, no me queda otra que despedirte, estoy recibiendo muchas presiones por parte de los altos cargos directivos y, lo lamento Little, coge tus cosas y abandona la oficina por favor, mis abogados se pondrán en contacto contigo mañana para dejar todo zanjado.
- L. Se lo suplico, no me despida por favor, prometo que cambiaré, a partir de hoy me esforzaré, me esforzaré en todo lo que haga y haré todo lo posible para que usted esté orgullosa de mí como secretaria. Por favor, no me despida, se lo suplico.
- D. Lo siento, de verdad. Por favor, abandone usted mi despacho, no hay nada más que hablar.

No podía permitir que me despidiera, ahora no, imposible. Necesitaba el trabajo a toda costa. Necesitaba el dinero para terminar de ampliar mis estudios. Además hacia dos meses que me había emancipado de casa de mis padres y necesitaba pagar el alquiler, las letras del coche que me había comprado también, era demasiado como para perder el trabajo en ese momento. Ni hablar, no estaba dispuesta a perderlo, tenía que hacer algo, lo que fuese.
Me arme de valor, aparté mis perjuicios y hablé.

- L. Señor, ruego que me dé usted una última oportunidad, como le dije antes se sentirá orgullosa de tenerme como secretaria y además, si necesita algo más, si se le antoja cualquier otra cosa en el trabajo, no tiene usted nada más que pedírmela, haré cualquier cosa que usted quiera y desee, lo que sea.

En ese momento pude apreciar que su rostro cambió, entre asombro e incredulidad al oír las palabras que salieron de mi boca y llegaron a sus oidos.

- D. Disculpe señorita pero, no se exactamente a que se refiere con eso que acaba usted de decir, no entiendo muy...

Le volví a interrumpir una vez más, estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para mantener mi trabajo.

- L. Cómo le acabo de decir a usted, haré cualquier cosa para mantener el puesto, y cuando digo cualquier cosa me refiero a todo lo que usted quiera. Sí, lo de ayer, lo de los días anteriores, si, lo reconozco, fue fallo mío, pero voy a cambiar, la jodí, y por eso usted me despide. Hagamos una cosa, imagine que estoy despedida, que ya no trabajo aquí, y que usted ya ha sacado la vacante para el puesto que yo he dejado. Pues bien, vengo a presentarme para la vacante que quedó libre, quiero esa vacante, esa vacante es mía señor. Déjeme presentarle a usted mi currículum y una vez lo vea contráteme para el puesto, ese puesto es mío señor y le voy a explicar por qué. Me he dado cuenta que en más de una ocasión me ha mirado el trasero, las tetas, los labios. Me he dado cuenta y sé, que en más de una ocasión su mente ha estado imaginado como debería ser una de mis mamadas, que se debería sentir al tener mi boca haciendo un trabajito en su polla, como sería el tener entre sus manos mis dos grandes tetas, su boca y lengua en mis pezones, como debería ser tener un coñito joven otra vez solo para usted, el poder entrar en él cuando a usted se le antoje, incluso, que se debería sentir al entrar por la puerta de atrás. Pues bien todo eso, y todo lo que quiera, a partir de hoy puede usted tenerlo cuando lo desee, puede hacerme suya cuando le apetezca y como le apetezca. A partir de hoy, soy su secretaria y su puta.

Después de oír todo esto Diego estaba inmóvil, estupefacto, se había quedado sin palabras, quieto como una estatua de piedra en su silla detrás de su mesa de escritorio.

Para concluir y para dejar claro al señor Diego que iba en serio y para terminar de firmar mi nuevo contrato laboral, me fui inclinando un poquito hacia él mientras desprendía los botones de mi blusa para mostrar a mi nuevo jefe la autopista de posibilidades que podía recorrer entre mis dos enormes y gordas tetas.

- D. Por Dios señorita Little, abróchese la blusa y póngase a trabajar ahora mismo. Salga inmediatamente de mi despacho, tiene usted pendientes demasiados informes que deben estar listos antes de concluir esta semana y por favor, ponga en ellos toda su atención y cuidado ya que son muy importantes. Respecto a todo lo que me ha comentado haré como si no lo hubiese usted dicho ni yo lo hubiese escuchado. Por Dios niña, que pensarían sus papás. Vamos, apresúrese, a trabajar. Qué barbaridad, santo cielo.

Continuará...

4 comentarios - La Secretaria. Cap.1

Mrdick76
Señorita Little, las letras, la hipoteca, la vida está muy cara. Me pregunto, que será usted capaz de hacer?
LittleBoom
En principio parece que no será necesario, conserve el puesto y el señor Diego parece ser que hará como si no hubiera pasado nada
Mrdick76
@LittleBoom el señor Diego es un autentico caballero
efprole
Excelente relato, señorita al menos consiguió quedarse con el puesto, estaré al pendiente de lo que pasa después
LittleBoom
Muchas gracias profe, pero entenderá que no puedo desvelar que pasará jajajaja 😘
efprole
@LittleBoom pero se que en algún momento contarás lo que pasé, ese sr no creo que sea tan mesurado como parece
thewhiteman77
Interesante, se contuvo el Sr. Diego, pero seguro, desea ese par de tetas desde hace tiempo, o, al menos ha morboseado en su mente jugar con ellas... la tentación es fuerte. Veremos si cambia de parecer.