Cuando tenía 22 años vivía con mis padres. Mis dos hermanos mayores ya vivían solos y por lo tanto era el único hijo en la casa. Vivíamos en un barrio tranquilo en un pueblo de Santa Fe donde nos conocíamos todos.
En la cuadra vivía Romina, una veterana de más de 50 años,que era masajista. Físicamente rellenita, morocha con unas tetas grandes.Varias mujeres de la zona iban a su gabinete donde más que masajes hacía tratamientos estéticos.
A Romina la veía seguido ya que yo trabajaba en una empresa a la que ella pedía varios productos para los trabajos estéticos que hacía. Una o dos veces por semana iba a la casa con las cajas, a veces se las dejaba y me iba y otras nos quedábamos tomando mates si ella estaba sin clientas o ya estaba por cerrar.
Era simpática pero seria, se había divorciado hacía varios años y sus hijas se habían ido a otro pueblo, aunque la visitaban seguido.
Una época que se acercaba el verano y el calorcito empezaba a pegar, pasé a dejarle una entrega y salió la ronda de mates. Pasamos a su patio y ella estaba con su guardapolvo, algo abierto arriba porque sus tetas sele escapaban de lo grande que eran. Me provocaban morbo, por su tamaño, las pecas que le daban un toque sexy, y porque cuando se recostaba sobre la silla o se inclinaba hacia adelante para darme mate, se le movían y se apretaban mucho.Esa tarde empecé a mirarla con otros ojos, me imaginaba tener esas tetas, que me haga una turca, tocarlas, todo.
Ahí empecé a acercarme un poco más a ella y buscar la manera de ver si podía haber algo. Las charlas se hacían más largas, tocando más temas y sus tetas siempre ahí, calentándome.
Un sábado que estaba medio feo de clima aproveché y le mandé mensaje diciendo que tenía unas cosas para llevarle. Me dijo que vaya a la tardecita que tenía dos clientas y me podía recibir cuando terminaba. Llegué a eso de las 6, me abrió y me pidió que la espere en su gabinete donde estaba la camilla de masajes, que ella ya terminaba con una clienta en otro espacio que tenía ahí.
A los diez minutos apareció y me pidió disculpas por hacerme esperar.
- ¡Perdón Martín, a veces las vecinas se cuelgan hablando!
- No pasa nada Romi. Casi me tiro a dormir en la camilla!
- Jajaja. Para dormir es medio incómoda, pero para unos buenos masajes es la mejor que hay.
- Te vas a reír, pero nunca me hice masajes de nada.
- ¿En serio?
- Si
- Siempre hay una primera vez. Sacate algo de ropa y acostate que te hago ya
- Bueno! A ver esas manos mágicas
Como era verano estaba en bermuda y una chomba que me la saqué. Me empecé a acomodar en la camilla y me dijo:
- Sacate la bermuda que estás mas cómodo. Si no tenés nada abajo te doy una toalla.
- ¿Si? Dije y me sonrojé un poco
- Ay si Martín, es re común. Se nota que nunca te hiciste un masaje.
Tenía un boxer apretado, me acosté boca abajo. Y me dejé llevar. Mientras ella preparaba las lociones para el masaje, se olía un perfume que me empezó a calentar. Además la miraba a Romi con calzas, ese guardapolvo corto y las tetas ahí.
Empezó con el masaje y realmente era muy relajante. Empecé a disfrutar, aunque sentirla cerca, con su perfume y a veces me rozaba, me fueron poniendo a full.
- “A ver, hora de darte vuelta”. Dijo Romi. Giré y se me corrió un poco la toalla y se notaba que tenía la pija medio parada. Ella canchera, sonrió y me tiró.
- Hace mucho que no hacía un masaje, pero mucho más que no veía a un hombre excitarse en mi gabinete.
- Perdón Romi. Pero primera vez que me masajean, el calorcito, los aromas…
- ¿Y yo te pongo así?
- Si
- No te creo, un pendejo como vos no puede calentarse con una mujer como yo.
La palabra pendejo demostró que ya me miraba con otros ojos y me calentó más todavía.
- No es un tema de edad, es lo que le gusta a cada uno. Le dije.
- ¿Y a vos te gustan más grandes?
- Vos me calentás. Perdón si me voy al carajo. Pero, es así. Hace un tiempo que te miro de una manera diferente a la que te miraba antes. Por eso me gusta venir, charlar, aunque siempre me voy con las ganas.
- Apa, ahora se te ven ganas…
Me dijo eso porque ya la toalla no podía tapar nada. Tanto morbo me había puesto la pija muy dura. Me miró fijo y se hizo un silencio que se cortó cuando Romi se puso aceite en las manos, me corrió la toalla y me agarró la pija muy suave.
- Nunca te había pensado así Martín, pero me pusiste algo cachonda. Lástima que en un rato vienen mis hijas. Pero hoy no te vas con las ganas.
Mientras decía eso ya me había empezado a pajear. El aceite de las manos hacía todo más caliente. Ms subía y bajaba con las dos manos. Yo gemía, entregado. Por momentos la miraba y por momentos cerraba los ojos y disfrutaba.De repente siento calor entre la pija, miro y se había abierto el guardapolvo y me estaba haciendo una turca. Yo volaba, estaba a pleno.
- - Dale pendejo, ¿no me vas a dar leche en las tetas? Acabame toda porque si llegan las chicas tenés que terminar solito…
Tremendo como me estaba dominando, liberó mi pija de sus tetas, volvió a pajearme con las manos y cuando mis gemidos se hicieron mas intensos le avise que iba a acabar. Romi acercó su boca, me paso la lengua varias veces y se metió la pija.
Fue una acabada increíble. Ella tragando todo, me dejó temblando en la camilla. Se paró, se limpió la boca y me dijo:
- No desperdicié nada. Además, no ensuciamos, queda todo limpito.
- Sos increíble Romi, me hice muchas pajas pensando en vos, pero nunca imaginé que podía llegar a pasar algo así.
-
-Mañana se van las chicas a la tardecita, te aviso y pasás por acá. Eso sí, apurate y cambiate rápido que ahí me mandaron un mensaje que llegan en 20 minutos.
Cuando me fui, me agarró contra la pared del consultorio y me beso fuerte un rato. Me metió lengua y me apoyó todas sus tetas. Se me empezó a para la pija de nuevo, ella me tocó y me dijo: “después mándame un mensaje y contame con que te pajeas pensando en mí. Cumplimos tus fantasías y las mías, mirá que hacía mucho que no estaba con alguien y me dejaste con ganas. Sos hermoso pendejo".
Salí, me subí al auto y me fui manejando a casa. Llegué y estaba todavía morboso y caliente de lo que había pasado. Me suena el celu y era un mensaje de ella. Abro y había una foto de sus tetas con un poco de leche. “Se cayó algo acá, que rica lechita nene. Ni se te ocurra abrir la boca, mira que el pueblo es chico y no quiero quilombos. Si sos vivo, me tenes para rato”.
Al otro día fui a la casa y empezó una historia muy caliente de varios encuentros con Romi que ya les iré contando.
En la cuadra vivía Romina, una veterana de más de 50 años,que era masajista. Físicamente rellenita, morocha con unas tetas grandes.Varias mujeres de la zona iban a su gabinete donde más que masajes hacía tratamientos estéticos.
A Romina la veía seguido ya que yo trabajaba en una empresa a la que ella pedía varios productos para los trabajos estéticos que hacía. Una o dos veces por semana iba a la casa con las cajas, a veces se las dejaba y me iba y otras nos quedábamos tomando mates si ella estaba sin clientas o ya estaba por cerrar.
Era simpática pero seria, se había divorciado hacía varios años y sus hijas se habían ido a otro pueblo, aunque la visitaban seguido.
Una época que se acercaba el verano y el calorcito empezaba a pegar, pasé a dejarle una entrega y salió la ronda de mates. Pasamos a su patio y ella estaba con su guardapolvo, algo abierto arriba porque sus tetas sele escapaban de lo grande que eran. Me provocaban morbo, por su tamaño, las pecas que le daban un toque sexy, y porque cuando se recostaba sobre la silla o se inclinaba hacia adelante para darme mate, se le movían y se apretaban mucho.Esa tarde empecé a mirarla con otros ojos, me imaginaba tener esas tetas, que me haga una turca, tocarlas, todo.
Ahí empecé a acercarme un poco más a ella y buscar la manera de ver si podía haber algo. Las charlas se hacían más largas, tocando más temas y sus tetas siempre ahí, calentándome.
Un sábado que estaba medio feo de clima aproveché y le mandé mensaje diciendo que tenía unas cosas para llevarle. Me dijo que vaya a la tardecita que tenía dos clientas y me podía recibir cuando terminaba. Llegué a eso de las 6, me abrió y me pidió que la espere en su gabinete donde estaba la camilla de masajes, que ella ya terminaba con una clienta en otro espacio que tenía ahí.
A los diez minutos apareció y me pidió disculpas por hacerme esperar.
- ¡Perdón Martín, a veces las vecinas se cuelgan hablando!
- No pasa nada Romi. Casi me tiro a dormir en la camilla!
- Jajaja. Para dormir es medio incómoda, pero para unos buenos masajes es la mejor que hay.
- Te vas a reír, pero nunca me hice masajes de nada.
- ¿En serio?
- Si
- Siempre hay una primera vez. Sacate algo de ropa y acostate que te hago ya
- Bueno! A ver esas manos mágicas
Como era verano estaba en bermuda y una chomba que me la saqué. Me empecé a acomodar en la camilla y me dijo:
- Sacate la bermuda que estás mas cómodo. Si no tenés nada abajo te doy una toalla.
- ¿Si? Dije y me sonrojé un poco
- Ay si Martín, es re común. Se nota que nunca te hiciste un masaje.
Tenía un boxer apretado, me acosté boca abajo. Y me dejé llevar. Mientras ella preparaba las lociones para el masaje, se olía un perfume que me empezó a calentar. Además la miraba a Romi con calzas, ese guardapolvo corto y las tetas ahí.
Empezó con el masaje y realmente era muy relajante. Empecé a disfrutar, aunque sentirla cerca, con su perfume y a veces me rozaba, me fueron poniendo a full.
- “A ver, hora de darte vuelta”. Dijo Romi. Giré y se me corrió un poco la toalla y se notaba que tenía la pija medio parada. Ella canchera, sonrió y me tiró.
- Hace mucho que no hacía un masaje, pero mucho más que no veía a un hombre excitarse en mi gabinete.
- Perdón Romi. Pero primera vez que me masajean, el calorcito, los aromas…
- ¿Y yo te pongo así?
- Si
- No te creo, un pendejo como vos no puede calentarse con una mujer como yo.
La palabra pendejo demostró que ya me miraba con otros ojos y me calentó más todavía.
- No es un tema de edad, es lo que le gusta a cada uno. Le dije.
- ¿Y a vos te gustan más grandes?
- Vos me calentás. Perdón si me voy al carajo. Pero, es así. Hace un tiempo que te miro de una manera diferente a la que te miraba antes. Por eso me gusta venir, charlar, aunque siempre me voy con las ganas.
- Apa, ahora se te ven ganas…
Me dijo eso porque ya la toalla no podía tapar nada. Tanto morbo me había puesto la pija muy dura. Me miró fijo y se hizo un silencio que se cortó cuando Romi se puso aceite en las manos, me corrió la toalla y me agarró la pija muy suave.
- Nunca te había pensado así Martín, pero me pusiste algo cachonda. Lástima que en un rato vienen mis hijas. Pero hoy no te vas con las ganas.
Mientras decía eso ya me había empezado a pajear. El aceite de las manos hacía todo más caliente. Ms subía y bajaba con las dos manos. Yo gemía, entregado. Por momentos la miraba y por momentos cerraba los ojos y disfrutaba.De repente siento calor entre la pija, miro y se había abierto el guardapolvo y me estaba haciendo una turca. Yo volaba, estaba a pleno.
- - Dale pendejo, ¿no me vas a dar leche en las tetas? Acabame toda porque si llegan las chicas tenés que terminar solito…
Tremendo como me estaba dominando, liberó mi pija de sus tetas, volvió a pajearme con las manos y cuando mis gemidos se hicieron mas intensos le avise que iba a acabar. Romi acercó su boca, me paso la lengua varias veces y se metió la pija.
Fue una acabada increíble. Ella tragando todo, me dejó temblando en la camilla. Se paró, se limpió la boca y me dijo:
- No desperdicié nada. Además, no ensuciamos, queda todo limpito.
- Sos increíble Romi, me hice muchas pajas pensando en vos, pero nunca imaginé que podía llegar a pasar algo así.
-
-Mañana se van las chicas a la tardecita, te aviso y pasás por acá. Eso sí, apurate y cambiate rápido que ahí me mandaron un mensaje que llegan en 20 minutos.
Cuando me fui, me agarró contra la pared del consultorio y me beso fuerte un rato. Me metió lengua y me apoyó todas sus tetas. Se me empezó a para la pija de nuevo, ella me tocó y me dijo: “después mándame un mensaje y contame con que te pajeas pensando en mí. Cumplimos tus fantasías y las mías, mirá que hacía mucho que no estaba con alguien y me dejaste con ganas. Sos hermoso pendejo".
Salí, me subí al auto y me fui manejando a casa. Llegué y estaba todavía morboso y caliente de lo que había pasado. Me suena el celu y era un mensaje de ella. Abro y había una foto de sus tetas con un poco de leche. “Se cayó algo acá, que rica lechita nene. Ni se te ocurra abrir la boca, mira que el pueblo es chico y no quiero quilombos. Si sos vivo, me tenes para rato”.
Al otro día fui a la casa y empezó una historia muy caliente de varios encuentros con Romi que ya les iré contando.
9 comentarios - La masajista veterana del barrio. Parte 1