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Seduzco a mi hijo

No puedo creer cómo acabé en esta situación. Soy Sandra, tengo 42 años, y me siento increíblemente sola desde que Miguel, mi esposo, está siempre viajando por trabajo. En casa, solo estoy yo y Erik, mi hijo de 20 años.
 
La soledad me llevó a empezar a ver contenido para adultos en internet. Al principio, era solo para distraerme, pero pronto empecé a notar algo raro. La mayoría de los videos que me llamaban la atención eran sobre relaciones entre madres e hijos. Al principio me sentía incómoda, pero no podía dejar de verlos. Y lo peor es que, con el tiempo, me di cuenta de que ya nada más me prendía igual.
 
Un día, Erik salió de la ducha con solo una toalla. Estaba en la cocina, y me quedé paralizada al verlo. Sus brazos musculosos estaban a la vista, y no podía dejar de pensar en el contenido que había estado viendo. Traté de actuar normal, aunque mis pensamientos estaban en otro lugar.
 
"¡Oye, Erik! ¿Estás yendo al gimnasio o qué?" le pregunté, tratando de sonar casual.
 
Él sonrió y se encogió de hombros. "Sí, un poco. Quiero ponerme en forma."
 
"Definitivamente lo estás logrando," le dije, tratando de mantener la conversación ligera. "Nunca me había fijado en lo bien que te ves."
 
Él se rió. "Gracias, mamá. Tú también te ves bien. No te veo mucho preocupada por tu forma física."
 
Me sorprendió el comentario, pero seguí adelante. "Oh, trato de mantenerme activa. Aunque no como tú."
 
Hubo un momento de silencio, y me sentí incómoda. "Es bueno ver que estás tan motivado. A veces me pregunto cómo habrías sido si hubieras tenido más tiempo para ti mismo."
 
Erik se acercó un poco y dijo, "No sé, tal vez no habría tenido tiempo si tú también estuvieras ocupada."
 
Me reí, tratando de desviar la conversación. "Sí, al menos estamos aquí ahora, ¿verdad? Me alegra que estemos pasando tiempo juntos."
 
Era difícil, pero me esforzaba por mantener las cosas normales y no dejar que esos pensamientos raros que tenía, por culpa del contenido que había estado viendo, afectaran nuestra relación. A medida que pasaba el tiempo, me daba cuenta de que nada más me excitaba como esos videos. Era una lucha constante, pero intentaba mantenerme en el camino correcto y proteger nuestra relación.
 
 
Un día, mi computadora empezó a ir lentísima y estaba frustrada porque no podía hacer nada bien. Así que le pedí ayuda a Erik. “Oye, Erik, ¿puedes venir a ver mi computadora? Está súper lenta y no sé qué hacer.”
 
Erik vino y se sentó frente a la computadora. “Claro, déjame ver qué pasa.” Se puso a trabajar en la máquina.
 
Después de un rato, Erik dijo, “Ya está. La limpié un poco y ahora debería funcionar mejor.”
 
“Gracias, cariño. No sé qué haría sin ti,” le dije, aliviada.
 
Él asintió y se levantó. “De nada, mamá. Si necesitas algo más, avísame.”
 
Cuando se fue, me di cuenta de algo que me hizo entrar en pánico: no había borrado el historial del navegador. Mi corazón empezó a latir rápido mientras pensaba en lo que podría haber visto. ¿Y si Erik había notado algo? ¿Y si había visto los videos que tanto me perturbaban? No tenía el valor para preguntarle, pero no podía evitar sentirme incómoda.
 
Erik se fue a su habitación, me sentí aliviada y decidí que era el momento perfecto para volver a ese contenido que me había atrapado. Me dirigí a la computadora, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación.
 
Abrí un video titulado “Deseo Prohibido: La Tentación de Madre e Hijo” y me sumergí en la pantalla. La escena comenzaba en una habitación con una luz suave, creando un ambiente cargado de tensión y deseo.
 
En el video, la mujer, que claramente era la madre, estaba sentada en la cama con una actitud seductora y una expresión de ansias contenidas. El hombre, que debía ser el hijo, se acercaba a ella con una mirada intensa.
 
Madre en el video: (susurrando con un tono seductor) "Esto es tan prohibido, pero cada vez que estás cerca, no puedo evitar sentirme atraída por ti."
 
Hijo en el video: (con voz grave y llena de deseo) "Lo sé, mamá, pero no puedo dejar de pensar en ti. Desde hace tiempo, siento algo que no puedo controlar."
 
La conversación se volvía cada vez más explícita. Los murmullos y los gemidos se mezclaban con el sonido de respiraciones entrecortadas y toques apasionados. La atmósfera era densa, cargada con una tensión sexual palpable.
 
Mientras veía el video, mi mente comenzó a imaginar la escena con Erik. Me vi a mí misma en el lugar de la madre, sentada en la cama, con Erik acercándose a mí con la misma intensidad y deseo que mostraba en la pantalla.
 
Madre en el video: (susurrando mientras acaricia la piel del hijo) "Nunca imaginé que sentiría esto. Pero cada vez que te veo, mi cuerpo no puede resistirse a ti."
 
Hijo en el video: "No puedo mantener esto bajo control. Desde hace tiempo, solo pienso en cómo te toco, cómo te beso."
 
El diálogo se volvía más explícito y cargado. Las palabras y los sonidos del video creaban una atmósfera que me absorbía completamente. Cada caricia y beso en la pantalla parecían trasladarse a mi imaginación. Me visualicé a mí misma con Erik, sus manos recorriendo mi cuerpo con la misma pasión que en el video.
 
Madre en el video: "Esto está mal, pero no puedo evitarlo... Necesito sentirte cerca, tenerte aquí conmigo en esta forma."
 
Hijo en el video:"No pienses en nada más. Solo déjame hacerte sentir bien, mostrarte cuánto te deseo."
 
Mientras el video avanzaba, la pasión en los diálogos y los sonidos se intensificaba. Me hundí más en el sofá, completamente absorta en la escena y en la fantasía que estaba creando en mi mente con Erik. Cada gemido y susurro en la pantalla se mezclaba con mi creciente excitación.
 
Finalmente, cuando el video llegó a su clímax, mi respiración estaba entrecortada y mi mente estaba llena de sensaciones intensas. Aunque me sentía culpable y confusa, el deseo seguía siendo dominante. Miré hacia la puerta de la habitación de Erik, esperando que no saliera y que pudiera seguir inmersa en la fantasía que había creado en mi mente.
 

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