Era una mañana cualquiera cuando decidí agregar a Claudia, una estilista que había conocido en Facebook. No esperaba mucho, solo una charla pasajera, pero para mi sorpresa, la conversación fluyó más de lo que había imaginado. Claudia tenía 36 años, dos hijos, y un aire de misterio que me fascinaba. Al final de nuestra charla, me lancé a proponerle una cita: “¿Qué tal si nos vemos esta noche? Puedo pasar por ti.” Me sorprendió aún más cuando aceptó sin dudarlo.
A las ocho de la noche estaba en el estacionamiento, tratando de calmar los nervios. Cuando Claudia apareció, fue como si el tiempo se detuviera. Se subió al coche con una sonrisa que parecía iluminar la noche. Tomé su mano mientras conducía, sintiendo una conexión instantánea y electrizante entre nosotros.
Hicimos una parada en una gasolinera. Claudia, con su estilo desenfadado pero maternal, compró algo de comida para sus hijos. La vi moverse con una mezcla de confianza y ternura, y mientras estaba en la tienda, me di el lujo de abrazarla. Sentir su calor contra mi cuerpo era una promesa de algo más. No pude evitarlo; ese abrazo, ese contacto cercano, me hizo sentir que había algo especial entre nosotros.
Cuando llegamos a su casa, la noche parecía estar cargada de expectativa. Claudia se giró hacia mí con una mirada que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar. Sin que pudiera prepararme para lo que venía, ella se inclinó y me dio un beso en los labios. Fue un beso breve, pero lleno de una emoción tan intensa que me dejó sin aliento. La intensidad de ese momento hizo que el mundo a nuestro alrededor desapareciera.
—Gracias por esta noche —dijo, su sonrisa invitándome a seguir explorando lo que había entre nosotros.
Yo, aún tratando de procesar todo lo que acababa de suceder, me despedí con una sonrisa. Mientras me alejaba en mi coche, no podía dejar de pensar en el beso y el abrazo, y en las infinitas posibilidades que se abrían ante nosotros. La noche había sido corta, pero había encendido una chispa en mí que no podía ignorar. Sabía que la próxima vez, todo podría ser mucho más intenso. No podía esperar a ver hasta dónde nos llevaría esta conexión inesperada.
Una tarde, decidí sorprender a Claudia una vez más. Pasé por ella con la idea de llevarla a mi departamento, donde podría prepararle una cena especial. Al llegar, la recibí con una sonrisa y la invitación a pasar. Mi apartamento estaba listo para la ocasión: una lasaña recién hecha en el
horno y música suave que ya había comenzado a sonar de fondo.
Nos sentamos a la mesa y disfrutamos de la comida, riendo y conversando como si nos conociéramos de toda la vida. La lasaña salió perfecta, y Claudia lo comentó con entusiasmo, lo que hizo que me sintiera aún más satisfecho con la elección de la cena. La conversación y el ambiente eran perfectos, y la química entre nosotros se sentía tan natural como siempre.
Después de la cena, decidí poner un poco de música más suave y nos dirigimos a la sala. Claudia se veía relajada y contenta, y me pareció el momento perfecto para invitarla a bailar. La música envolvía la habitación con una melodía suave, y nos acercamos en un abrazo que pronto se convirtió en un baile íntimo.
Nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música, con un contacto cercano que aumentaba la intensidad entre nosotros. Cada giro, cada movimiento, parecía aumentar la conexión que ya compartíamos. Los besos se hicieron más frecuentes y apasionados, y las caricias se volvieron más intensas
Mientras bailábamos, la habitación se llenó de una energía palpable, cargada de una mezcla de deseo y complicidad. La atmósfera estaba cargada de promesas, y no pude evitar sentir que la noche estaba destinada a ser especial.
Al final nos entregamos a los más impuros deseos de la carne, la ropa nos hizo estorbo y sin duda nuestras manos nos recorrieron por completo, nos tocamos yo tocaba sus grandes y hermosos senos de madre soltera, ella tímidamente me comento que llevaba 6 meses sin tener sexo y que fuera cuidadoso, así que me tome mi tiempo para desvestirla, para ganar su confianza y proseguir con todo.
Después de besar sus pechos, bese su estómago y lentamente baje a su vagina donde me di un festín tomando de sus jugos vaginales, tomando esos fluidos de mujer excitada, de mujer entregada al placer, ella no dejaba de gemir y retorcerse, claro era un chico de 28 contra una dama de 36, aproveche esa humectación y después de unos minutos de estimularla toda con mis manos supe el momento de penetrarla, con mi pene erecto lo introduje dentro de ella, para su sorpresa abrió los ojos y me vio mientras seguía montándola y penetrándola, le dije que era un caballero y que descansará que hoy el joven se encargaría y así fue me moví bastante sobre ella, al cabo de unos minutos ya no pude resistirme más y me vine dentro de ella, recuerdo se le escapo un grito leve y la vi mientras recuperaba el aliento de mi orgasmo.
lentamente saque mi pene goteando semen de su vagina, ella estaba en la cama sin energías y sin fuerzas, con semen saliendo de ella y una sonrisa adornado su bello rostro...
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Fotos de referencia con tecnologia de inteligencia artificial, busque que se parecia bastante a la chica para que... puderan darse una idea y vivir conmigo el relato, Saludos
A las ocho de la noche estaba en el estacionamiento, tratando de calmar los nervios. Cuando Claudia apareció, fue como si el tiempo se detuviera. Se subió al coche con una sonrisa que parecía iluminar la noche. Tomé su mano mientras conducía, sintiendo una conexión instantánea y electrizante entre nosotros.
Hicimos una parada en una gasolinera. Claudia, con su estilo desenfadado pero maternal, compró algo de comida para sus hijos. La vi moverse con una mezcla de confianza y ternura, y mientras estaba en la tienda, me di el lujo de abrazarla. Sentir su calor contra mi cuerpo era una promesa de algo más. No pude evitarlo; ese abrazo, ese contacto cercano, me hizo sentir que había algo especial entre nosotros.
Cuando llegamos a su casa, la noche parecía estar cargada de expectativa. Claudia se giró hacia mí con una mirada que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar. Sin que pudiera prepararme para lo que venía, ella se inclinó y me dio un beso en los labios. Fue un beso breve, pero lleno de una emoción tan intensa que me dejó sin aliento. La intensidad de ese momento hizo que el mundo a nuestro alrededor desapareciera.
—Gracias por esta noche —dijo, su sonrisa invitándome a seguir explorando lo que había entre nosotros.
Yo, aún tratando de procesar todo lo que acababa de suceder, me despedí con una sonrisa. Mientras me alejaba en mi coche, no podía dejar de pensar en el beso y el abrazo, y en las infinitas posibilidades que se abrían ante nosotros. La noche había sido corta, pero había encendido una chispa en mí que no podía ignorar. Sabía que la próxima vez, todo podría ser mucho más intenso. No podía esperar a ver hasta dónde nos llevaría esta conexión inesperada.
Una tarde, decidí sorprender a Claudia una vez más. Pasé por ella con la idea de llevarla a mi departamento, donde podría prepararle una cena especial. Al llegar, la recibí con una sonrisa y la invitación a pasar. Mi apartamento estaba listo para la ocasión: una lasaña recién hecha en el
horno y música suave que ya había comenzado a sonar de fondo.
Nos sentamos a la mesa y disfrutamos de la comida, riendo y conversando como si nos conociéramos de toda la vida. La lasaña salió perfecta, y Claudia lo comentó con entusiasmo, lo que hizo que me sintiera aún más satisfecho con la elección de la cena. La conversación y el ambiente eran perfectos, y la química entre nosotros se sentía tan natural como siempre.
Después de la cena, decidí poner un poco de música más suave y nos dirigimos a la sala. Claudia se veía relajada y contenta, y me pareció el momento perfecto para invitarla a bailar. La música envolvía la habitación con una melodía suave, y nos acercamos en un abrazo que pronto se convirtió en un baile íntimo.
Nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música, con un contacto cercano que aumentaba la intensidad entre nosotros. Cada giro, cada movimiento, parecía aumentar la conexión que ya compartíamos. Los besos se hicieron más frecuentes y apasionados, y las caricias se volvieron más intensas
Mientras bailábamos, la habitación se llenó de una energía palpable, cargada de una mezcla de deseo y complicidad. La atmósfera estaba cargada de promesas, y no pude evitar sentir que la noche estaba destinada a ser especial.
Al final nos entregamos a los más impuros deseos de la carne, la ropa nos hizo estorbo y sin duda nuestras manos nos recorrieron por completo, nos tocamos yo tocaba sus grandes y hermosos senos de madre soltera, ella tímidamente me comento que llevaba 6 meses sin tener sexo y que fuera cuidadoso, así que me tome mi tiempo para desvestirla, para ganar su confianza y proseguir con todo.
Después de besar sus pechos, bese su estómago y lentamente baje a su vagina donde me di un festín tomando de sus jugos vaginales, tomando esos fluidos de mujer excitada, de mujer entregada al placer, ella no dejaba de gemir y retorcerse, claro era un chico de 28 contra una dama de 36, aproveche esa humectación y después de unos minutos de estimularla toda con mis manos supe el momento de penetrarla, con mi pene erecto lo introduje dentro de ella, para su sorpresa abrió los ojos y me vio mientras seguía montándola y penetrándola, le dije que era un caballero y que descansará que hoy el joven se encargaría y así fue me moví bastante sobre ella, al cabo de unos minutos ya no pude resistirme más y me vine dentro de ella, recuerdo se le escapo un grito leve y la vi mientras recuperaba el aliento de mi orgasmo.
lentamente saque mi pene goteando semen de su vagina, ella estaba en la cama sin energías y sin fuerzas, con semen saliendo de ella y una sonrisa adornado su bello rostro...
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Fotos de referencia con tecnologia de inteligencia artificial, busque que se parecia bastante a la chica para que... puderan darse una idea y vivir conmigo el relato, Saludos
1 comentarios - Me cogí a una estilista