Después de dar los usuales consejos que se dan esas situaciones y de un rápido orgasmo en el baño de Kimiko, Teresa salió de la casa de su infiel amiga. Era increíble lo que había escuchado, casi no podía creerlo que una mujer pudiera caer en una símil perversión. Claro que ella no era nadie para juzgar pero lo mismo no podía hacer a menos de sentir un cierto asco por las acciones de la mujer y también excitación. Los crímenes de Kimiko eran horribles y imperdonables, algo símil a los suyos. Teresa tuvo que mentir cuando le aseguró que las cosas se resolverían. Como podían resolverse?
Teresa no paraba de pensar en esas palabras, en el morbo que le dio ese cuento pero también en la lección que le dio. Ella hubiera podido estar en el puesto de Kimiko. Podía haber perdido todo: su casa, su familia y su reputación por esa aventura con el bully de su hijo. Parecía que el mundo entero le daba señales de que tenía que parar con esa relación; primero fue cogida en flagrante por su hijo que no sabía a lo que había asistido, el accidente durante la cena donde la vieja loca la descubrió y en fin el testimonio de Kimiko que le advertía de las terribles consecuencias de lo que estaba haciendo. Culpa y miedo llenaban su cuerpo pero a ellas se juntaban el morbo y la perversión de esos pensamientos.
Una mujer tan preciosa, respetable y buena como ella cogida sin piedad como una vulgar prostituta por un hombre tan malvado como Marcelo, el bully de su hijo… la llenaban de un deseo incontenible. El placer del prohibido de sentirse mala y sucia nublada su juicio.
-Hola?
-Teresa, tesoro mío, como van las cosas? Llegaras para cenar?
-…
Teresa tomó un momento para pensar y responder a su esposo.
-No, no creo Felipe. Estoy todavía muy ocupada con Kimiko…La situación es peor de lo que pensaba así que tendrán que comer sin mi.
-Entiendo, pero los chicos dicen que prometiste que cocinarías su plato favorito hoy.
-AJJ pero que quieres que haga Felipe? Que la deje sola ahora? Cuando necesita mas mi ayuda?
-No, no, nomas…digo solo que todas las veces que sales para ayudar a Sofía o a Kimiko…bueno, nos faltas aquí en la casa. Se que eres muy generosa tesoro pero recuerda que tus amigas no son las únicas que necesitan tu compañía.
-Si, lo se, tienes razón. Es solo que…no puedo ok? No ahora. No en estos momentos.
Al terminar su llamada Teresa sabía que su esposo como sus hijos necesitaban de ella, que la querían cerca de ellos pero ella no podía… no quería. Lo que ella necesitaba era una verga grande y dura que la llenara completamente y eso ahora era más importante de lo que quería su familia.
La madre de Pedro subió a su auto y después de haber mentido a su esposo se dirigió a casa de Marcelo. El bully no le dijo que viniera pero ella lo necesitaba como un naufrago necesitaba agua. No hizo llamadas, no envió mensajes, no tenía plan. Solo quería ir ande el chico y prestarse a él para que la follara como a él le gustara.
Teresa recordaba la dirección de Marcelo y ahí había llegado. De lo que sabía ella, en esos días a esa hora tenía que estar solo en casa.
Salió del auto toda emocionada se acercó a la puerta y tocó el timbre pero nadie respondió. Uno y dos timbres más pero nadie habría la puerta. Que extraño. Ella veía que su moto estaba ahí así que tenía que estar en casa. Espero unos minutos pero nada y en el mientras su deseo seguía torturándola. Sus piernas se frotaban entre ellas tratando de darse un poco de alivio y sus manos marcaban al número de Marcelo para llamarlo y decirle que estaba ahí para él. El chico no respondía, ya hizo varios intentos.
Teresa no quería renunciar; ya estaba ahí, delante su casa, había mentido a su esposo, estaba caliente como nunca y no quería regresar a complacerse sola.
Llamó nuevamente mientras giraba al rededor de la casa tratando de ver algo por las ventanas sucias. De repente logró escuchar el sonido del celular del chico que venía de un poco más lejos. Se acercó más al ruido y un poco dudosa limpió con la manga de su ropa la ventana correspondiente y miró adentro. Ahí estaba su amante con el celular que sonaba en su mano, lo vio justo en el momento en el que colgaba la llamada ignorándola por completo.
Él estaba echado sobre una cama, no era su habitación, ella la conocía bien. No tenía polera lo que dejaba su cuerpo atlético a la vista y sobre de él a la altura de su cintura estaba una mujer la cual cabeza iba arriba y abajo.
Teresa se sintió algo extraña. Estaba experimentando lo que la gente común llama celos. Era diferente de cuando vio a Ofelia mamarle la verga, ahora las cosas para ella eran diferentes, se sentía más cerca a Marcelo y por eso el dolor que sintió fue más fuerte. “Talvez es esto que Felipe hubiera sentido si me hubiera descubierto” pensó ella. Pero no era así. Ella y Felipe estaban casados, tenían una familia y una vida juntos lo que hacía su traición mil veces peor de la que ella sentía en ese momento. Teresa sabía de no tener derecho a sentir celos, ella estaba casada, dormía al lado de su esposo cada día aunque si Marcelo sabía que ella hubiera preferido fuese él en su lugar. La relación que tenía con el bully de su hijo era de otra naturaleza pero no lograba quitarse esa sensación de encima. Mientras ella estaba ahí deseando desesperadamente su compañía, el bully estaba en su casa ignorándola, gozando de la boca de otra mujer. Era ella el motivo por el cual no podían verse ese día? Pasó lo mismo las otras veces que Marcelo le hizo esperar para su verga? Que tenía esa mujer más que ella?
La inseguridad y las dudas toman poseso del cuerpo de la casada que continúa a espiar de la ventana.
Tenía cabellos negros y largos, piel morena como la de Marcelo y un cuerpo formoso y sexy como podía ver de su posición.
No le podía ver el rostro cubierto por su melena oscura pero sí podía ver el miembro del chico lubrificado por su saliva. Por como Marcelo se movía parecía que apreciaba mucho ese trabajo de boca; como no podía, la verga del chico era enorme pero ella la metía y la sacaba con gran velocidad usando una técnica que era seguramente mejor que la suya. Los celos aumentaban en Teresa.
La música en ese cuarto era fuerte, ella podía escucharla pero no podía escuchar lo que decían. Si solo hubiera podido leer los labios.
De repente la mujer se puso de pie mostrándole a la celosa Teresa ese cuerpo bien formado y provocante.
Caminó hacia su bolsa y sacó una bolsita similar a la que el bully le dio y la vacío sobre la mesa ahí cerca. La dividió en líneas y después con su nariz la aspiró, poco después a ella se unió Marcelo. Los dos drogados comenzaron nuevamente a manosearse, él le apretaba sus tetas y sus nalgas mientras ella lo besaba desde su pecho asta su cuello en modo romántico. Teresa piensa que nunca había echo algo así con él.
La mujer más baja de estatura respeto al bully se acerca más a su cara mordiéndole un poco el mento para después intentar besarlo en los labios; beso que el chico no quería por cómo giró su cabeza hacia otro lado.
En ese momento la música termina y Teresa escucha las palabras que se decían.
-Que ahora te haces al precioso?
-Ya te dije que no me gusta.
-Tu eres el que pierde nene. Pero si quieres seguir viviendo en esta casa más te vale que me folles bien como la otra vez.
-No creas que no tengo otros puestos donde irme a vivir. Me quedaré solo por un poco de tiempo más asta que arregle unas cosas.
-Te iras de la casa? Le dejarías sola a tu mamá?
Teresa no podía creer a sus orejas. Madre. Esa era la madre de Marcelo? Tenía que haber escuchado mal se decía.
-Sabias que el momento llegaría. Te lo dije varias veces.
-Lo se, lo se. Pero que haré sin mi hijo en la casa? Me sentiré tan sola durante la noche.
-Talvez puedes conseguir a otro idiota como mi padrastro. Con esas nalgas no tendrás problemas a llevarte a casa a cualquiera.
-Tu sabes que no será lo mismo. Voy a extrañar a este vergon.
Dice la mujer agarrando fuerte con una mano el miembro de su proprio hijo.
Ahora la madre se posicionaba sobre su hijo apuntando su mástil a la entrada de su concha mojada y se empaló sobre ello. Ella rebotaba sobre él haciendo que sus senos se movieran arriba y abajo mientras Marcelo fumaba un cigarrillo.
En que perverso mundo se había ido a meter Teresa? Ella no podía creer a lo que estaba asistiendo. El incesto fue siempre un tema que ella nunca comprendió. No lograba capacitarse de cómo miembros de una familia, con la misma sangre pudieran hacer lo que ahora estaba viendo lo que hacían madre y hijo. Era asqueroso, terrible y terriblemente erótico. Eso es lo que pensaba la mamá de Pedro mientras in darse cuenta se masturbaba delante la ventana cuando podía verla todo el mundo.
Marcelo cogía a su madre de atrás llenándola con su verga y haciéndole gritar de placer.
Esa cama era testigo de uno de las peores perversiones que existían como la misma Teresa. Ahora que su hijo le tiraba el pelo por detrás la mujer pudo ver mejor la cara de esa madre degenerada. Seguramente no era bella como ella pero podía ver que tenía un rostro precioso que hubiera echo enamorar a muchos hombres, más el cuerpo que cargaba eran una combinación a la cual ella tenía miedo de perder a su amante. No tenía unas tetas grandes como Teresa pero sí tenía un culo espectacular que le hacían mucha envidia.
Nunca hubiera imaginado que ese día se hubiera masturbado a la vista de ese sexo incestuoso, que se hubiera corrido más veces al ver a su amante con otra mujer pero así era.
No sabía desde cuándo pasaba eso pero en una hora los dos se echaron a descansar en la cama que seguramente era de ella. Teresa aprovechó para poner nuevamente sus tetas dentro su ropa porque las había sacado mientras se masturbaba para masajear sus pezones.
Ya se encontraba en su auto esperando a ver lo que pasaba cuando la mujer salió de su casa esta vez vestida con ropa muy reveladora y unos altos tacos. Esa mujer caminaba con la seguridad de una reina, como si fuera dueña de toda la vecindad ajustándose el maquillaje y subiendo en el auto azul para ir a su trabajo.
Continúa…
Teresa no paraba de pensar en esas palabras, en el morbo que le dio ese cuento pero también en la lección que le dio. Ella hubiera podido estar en el puesto de Kimiko. Podía haber perdido todo: su casa, su familia y su reputación por esa aventura con el bully de su hijo. Parecía que el mundo entero le daba señales de que tenía que parar con esa relación; primero fue cogida en flagrante por su hijo que no sabía a lo que había asistido, el accidente durante la cena donde la vieja loca la descubrió y en fin el testimonio de Kimiko que le advertía de las terribles consecuencias de lo que estaba haciendo. Culpa y miedo llenaban su cuerpo pero a ellas se juntaban el morbo y la perversión de esos pensamientos.
Una mujer tan preciosa, respetable y buena como ella cogida sin piedad como una vulgar prostituta por un hombre tan malvado como Marcelo, el bully de su hijo… la llenaban de un deseo incontenible. El placer del prohibido de sentirse mala y sucia nublada su juicio.
-Hola?
-Teresa, tesoro mío, como van las cosas? Llegaras para cenar?
-…
Teresa tomó un momento para pensar y responder a su esposo.
-No, no creo Felipe. Estoy todavía muy ocupada con Kimiko…La situación es peor de lo que pensaba así que tendrán que comer sin mi.
-Entiendo, pero los chicos dicen que prometiste que cocinarías su plato favorito hoy.
-AJJ pero que quieres que haga Felipe? Que la deje sola ahora? Cuando necesita mas mi ayuda?
-No, no, nomas…digo solo que todas las veces que sales para ayudar a Sofía o a Kimiko…bueno, nos faltas aquí en la casa. Se que eres muy generosa tesoro pero recuerda que tus amigas no son las únicas que necesitan tu compañía.
-Si, lo se, tienes razón. Es solo que…no puedo ok? No ahora. No en estos momentos.
Al terminar su llamada Teresa sabía que su esposo como sus hijos necesitaban de ella, que la querían cerca de ellos pero ella no podía… no quería. Lo que ella necesitaba era una verga grande y dura que la llenara completamente y eso ahora era más importante de lo que quería su familia.
La madre de Pedro subió a su auto y después de haber mentido a su esposo se dirigió a casa de Marcelo. El bully no le dijo que viniera pero ella lo necesitaba como un naufrago necesitaba agua. No hizo llamadas, no envió mensajes, no tenía plan. Solo quería ir ande el chico y prestarse a él para que la follara como a él le gustara.
Teresa recordaba la dirección de Marcelo y ahí había llegado. De lo que sabía ella, en esos días a esa hora tenía que estar solo en casa.
Salió del auto toda emocionada se acercó a la puerta y tocó el timbre pero nadie respondió. Uno y dos timbres más pero nadie habría la puerta. Que extraño. Ella veía que su moto estaba ahí así que tenía que estar en casa. Espero unos minutos pero nada y en el mientras su deseo seguía torturándola. Sus piernas se frotaban entre ellas tratando de darse un poco de alivio y sus manos marcaban al número de Marcelo para llamarlo y decirle que estaba ahí para él. El chico no respondía, ya hizo varios intentos.
Teresa no quería renunciar; ya estaba ahí, delante su casa, había mentido a su esposo, estaba caliente como nunca y no quería regresar a complacerse sola.
Llamó nuevamente mientras giraba al rededor de la casa tratando de ver algo por las ventanas sucias. De repente logró escuchar el sonido del celular del chico que venía de un poco más lejos. Se acercó más al ruido y un poco dudosa limpió con la manga de su ropa la ventana correspondiente y miró adentro. Ahí estaba su amante con el celular que sonaba en su mano, lo vio justo en el momento en el que colgaba la llamada ignorándola por completo.
Él estaba echado sobre una cama, no era su habitación, ella la conocía bien. No tenía polera lo que dejaba su cuerpo atlético a la vista y sobre de él a la altura de su cintura estaba una mujer la cual cabeza iba arriba y abajo.
Teresa se sintió algo extraña. Estaba experimentando lo que la gente común llama celos. Era diferente de cuando vio a Ofelia mamarle la verga, ahora las cosas para ella eran diferentes, se sentía más cerca a Marcelo y por eso el dolor que sintió fue más fuerte. “Talvez es esto que Felipe hubiera sentido si me hubiera descubierto” pensó ella. Pero no era así. Ella y Felipe estaban casados, tenían una familia y una vida juntos lo que hacía su traición mil veces peor de la que ella sentía en ese momento. Teresa sabía de no tener derecho a sentir celos, ella estaba casada, dormía al lado de su esposo cada día aunque si Marcelo sabía que ella hubiera preferido fuese él en su lugar. La relación que tenía con el bully de su hijo era de otra naturaleza pero no lograba quitarse esa sensación de encima. Mientras ella estaba ahí deseando desesperadamente su compañía, el bully estaba en su casa ignorándola, gozando de la boca de otra mujer. Era ella el motivo por el cual no podían verse ese día? Pasó lo mismo las otras veces que Marcelo le hizo esperar para su verga? Que tenía esa mujer más que ella?
La inseguridad y las dudas toman poseso del cuerpo de la casada que continúa a espiar de la ventana.
Tenía cabellos negros y largos, piel morena como la de Marcelo y un cuerpo formoso y sexy como podía ver de su posición.
No le podía ver el rostro cubierto por su melena oscura pero sí podía ver el miembro del chico lubrificado por su saliva. Por como Marcelo se movía parecía que apreciaba mucho ese trabajo de boca; como no podía, la verga del chico era enorme pero ella la metía y la sacaba con gran velocidad usando una técnica que era seguramente mejor que la suya. Los celos aumentaban en Teresa.
La música en ese cuarto era fuerte, ella podía escucharla pero no podía escuchar lo que decían. Si solo hubiera podido leer los labios.
De repente la mujer se puso de pie mostrándole a la celosa Teresa ese cuerpo bien formado y provocante.
Caminó hacia su bolsa y sacó una bolsita similar a la que el bully le dio y la vacío sobre la mesa ahí cerca. La dividió en líneas y después con su nariz la aspiró, poco después a ella se unió Marcelo. Los dos drogados comenzaron nuevamente a manosearse, él le apretaba sus tetas y sus nalgas mientras ella lo besaba desde su pecho asta su cuello en modo romántico. Teresa piensa que nunca había echo algo así con él.
La mujer más baja de estatura respeto al bully se acerca más a su cara mordiéndole un poco el mento para después intentar besarlo en los labios; beso que el chico no quería por cómo giró su cabeza hacia otro lado.
En ese momento la música termina y Teresa escucha las palabras que se decían.
-Que ahora te haces al precioso?
-Ya te dije que no me gusta.
-Tu eres el que pierde nene. Pero si quieres seguir viviendo en esta casa más te vale que me folles bien como la otra vez.
-No creas que no tengo otros puestos donde irme a vivir. Me quedaré solo por un poco de tiempo más asta que arregle unas cosas.
-Te iras de la casa? Le dejarías sola a tu mamá?
Teresa no podía creer a sus orejas. Madre. Esa era la madre de Marcelo? Tenía que haber escuchado mal se decía.
-Sabias que el momento llegaría. Te lo dije varias veces.
-Lo se, lo se. Pero que haré sin mi hijo en la casa? Me sentiré tan sola durante la noche.
-Talvez puedes conseguir a otro idiota como mi padrastro. Con esas nalgas no tendrás problemas a llevarte a casa a cualquiera.
-Tu sabes que no será lo mismo. Voy a extrañar a este vergon.
Dice la mujer agarrando fuerte con una mano el miembro de su proprio hijo.
Ahora la madre se posicionaba sobre su hijo apuntando su mástil a la entrada de su concha mojada y se empaló sobre ello. Ella rebotaba sobre él haciendo que sus senos se movieran arriba y abajo mientras Marcelo fumaba un cigarrillo.
En que perverso mundo se había ido a meter Teresa? Ella no podía creer a lo que estaba asistiendo. El incesto fue siempre un tema que ella nunca comprendió. No lograba capacitarse de cómo miembros de una familia, con la misma sangre pudieran hacer lo que ahora estaba viendo lo que hacían madre y hijo. Era asqueroso, terrible y terriblemente erótico. Eso es lo que pensaba la mamá de Pedro mientras in darse cuenta se masturbaba delante la ventana cuando podía verla todo el mundo.
Marcelo cogía a su madre de atrás llenándola con su verga y haciéndole gritar de placer.
Esa cama era testigo de uno de las peores perversiones que existían como la misma Teresa. Ahora que su hijo le tiraba el pelo por detrás la mujer pudo ver mejor la cara de esa madre degenerada. Seguramente no era bella como ella pero podía ver que tenía un rostro precioso que hubiera echo enamorar a muchos hombres, más el cuerpo que cargaba eran una combinación a la cual ella tenía miedo de perder a su amante. No tenía unas tetas grandes como Teresa pero sí tenía un culo espectacular que le hacían mucha envidia.
Nunca hubiera imaginado que ese día se hubiera masturbado a la vista de ese sexo incestuoso, que se hubiera corrido más veces al ver a su amante con otra mujer pero así era.
No sabía desde cuándo pasaba eso pero en una hora los dos se echaron a descansar en la cama que seguramente era de ella. Teresa aprovechó para poner nuevamente sus tetas dentro su ropa porque las había sacado mientras se masturbaba para masajear sus pezones.
Ya se encontraba en su auto esperando a ver lo que pasaba cuando la mujer salió de su casa esta vez vestida con ropa muy reveladora y unos altos tacos. Esa mujer caminaba con la seguridad de una reina, como si fuera dueña de toda la vecindad ajustándose el maquillaje y subiendo en el auto azul para ir a su trabajo.
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