Mi tío era un hombre obeso. Le gustaban todo tipo de excesos. La comida, la bebida, las mujeres; incluso yo había escuchado rumores de la boca de mi hermano que lo había visto consumir drogas. Nunca pude confirmarlo, pero no lo dudaba ni por un segundo. Tenía muy poco cabello, tan poco que apenas y se le podía peinar. Se formaban pequeñas hebras de cabello peinadas hacia la derecha. Era de esos hombres que a pesar de ver que su cabeza ya había perdido la batalla, no sabía darse por vencido y afeitarla por completo. Le gustaba ir bien vestido y con muchas joyas. Regularmente hacia fiestas en su casa e invitaba a muchísimas mujeres, yo me podía dar cuenta por que vivíamos solo a unas casas de distancia. Cuando yo tenía dieciocho años que era la edad en la que tuve esta experiencia que estoy relatando, no entendía muy bien porque iban tantas mujeres pero solo un par de amigos de mi tío. Preguntaba a mi hermano por curiosidad, pero él nunca quería darme una respuesta. Tiempo después pude entender por qué nunca nos invitara a nosotros a esas fiestas que parecían en extremo exclusivas, eran fiestas para realizar orgías. Después todo tomaba sentido. Recordaba las caras de incomodidad de mis padres cuando veían llegar a todas esas mujeres a su casa y la molestia de cuando se escuchaba la música a todo volumen durante toda la noche, ellos sabían muy bien todo lo que estaba ocurriendo en esas fiestas. También había algunas fiestas normales con bebida y comida gratis para todos. Mi tío nos invitaba a nosotros y a la mayoría de la calle (probablemente era una forma de que no le reclamaran por los escándalos que hacia cuando realizaba sus otras “fiestecitas”). La mayoría de la genta aceptaba gustosa y celebraban hasta altas horas de la noche. Siempre las hacía en fin de semana por lo que la gente no tenía preocupaciones de nada, mi tío era soltero y sin hijos, así que él tampoco las tenía.
A mis padres les dijeron que mi madre debía hacerse unos estudios especializados para el corazón y tenía que ir a un laboratorio para hacérselo. Mis padres ya nos habían dejado a solas a mi hermano y a mí en varias ocasiones, pero sabían que normalmente éramos algo desordenados y no querían que dejáramos la casa boca arriba. Mis padres le pidieron a mi tío que nos vigilara y que nos estuviera visitando regularmente para cerciorarse de que nosotros estuviéramos bien y que no estuviéramos haciendo nada malo, como salirnos a lugares y regresar hasta tarde o ir a fiestas de noche. Prácticamente le estaban pidiendo que fuera nuestra niñera por un fin de semana, en lo que iban a hacerse los estudios y regresaban. Mis padres se fueron el viernes en la tarde y me dejaron en la casa prácticamente sola. Por la mañana iba a la prepa y en la tarde que llegaba hacia mis tareas y trataba, a pesar de mi flojera, limpiar la casa. Mi hermano no me ayudaba en nada cuando llegaba del trabajo y se pasaba toda la noche viendo televisión o largándose con sus amigos a beber. Mi tío venia de vez en cuando solo para checar que yo estuviera bien y preguntar cuál era el paradero de mi hermano en el momento en el que él iba. El sábado mi hermano se fue a ver un partido de futbol con sus amigos y yo me quede sola. De nuevo en casa. Mi tío hizo su fiesta del fin de semana y me invito. Toda la calle ya estaba a fuera de su casa. Ponían unas grandes mesas y cerraban la calle para que no pasaran los carros y comenzaban a servir la comida y las cervezas. La música sonaba fuerte y las pláticas de todos reunidos hacían el ruido aún más intenso. Mi tío fue a la casa para invitarme. Tocó a la puerta y yo baje en mis shorts y mi playera de tirantes blancas, las que usaba para dormir; no llevaba sostén y hacia mucho frio esa noche. Mis pezones estaban por agujerar mi playera y mi tío seguía tocando como si quisiera tirar la puerta. ¡Ya voy, ya voy! –Grité, mientras bajaba las escaleras-. Oye hijita, se está armando una buena fiesta aquí afuera de la casa, vente para que te diviertas un ratito y no estés tan solita –dijo tratando de animarme a ir a su fiesta-. La verdad no tengo muchas ganas de ir tío, estoy algo cansada; de hecho ya me estaba preparando para irme a dormir dije-. Pude notar como el no separaba la mirada de mis pezones, casi saboreándoselos y sin retirar la mirada ni un solo instante. Si hijita, veo que ya traes tu shorts y tu blusita ¿así duermes July? –Preguntó como con morbo-. Si me gusta dormir cómoda –dije mientras cubría mi pecho con mis manos, ocultándolos de sus miradas lujuriosas y penetrantes. Pues si tú quieres puedo quedarme un buen rato para platicar contigo chiquita, para que no estés tan solita –dijo mientras disimuladamente veía mis senos en repetidas ocasiones-. No tío, como cree; además usted tiene que atender a todos sus invitados –dije con la esperanza de que se fuera y me dejara en paz-. Ellos se pueden atender solos hijita, todo está a su disposición –dijo-. Yo no sabía cómo deshacerme de el sin llegar a ser grosera. Su sola presencia a solas conmigo era demasiado incomoda. Acepte que platicara un rato conmigo. Después de unos minutos tenía planeado bostezar y así decir que tenía mucho sueño para obligarlo a que se fuera. Estuvimos platicando por más de media hora y luego sonó el teléfono de la casa, era mi hermano y estaba muy borracho.
-Hola vania.
-¿Dónde está José?
-Estoy en casa de un amigo, nos vamos a quedar aquí siguiendo la fiesta
-No José, tienes que venirte para la casa.
-Solo hablaba para avisarte, no te estoy pidiendo permiso.
-Muy bien, haz lo que tú quieras, adiós.
-Adiós.
-¿Quién era vania? –pregunto mi tío.
-Era José, hablo para avisar que iba a seguir de borracho en casa de uno de sus amigos.
-Ese muchacho tan loco, no puedes quedarte tu solita aquí amor, yo voy a venirme para dormir para acá no te preocupes.
-No es necesario tío, deberás.
-Como que no hijita, una señorita como tú no se debe de quedar sola.
El aliento de mi tío era insoportable. Olía a pura cerveza y se notaba por su hablar que ya estaba muy tomado. Déjame solo ir a cerrar la casa y que estos cabrones se queden en la fiesta y que ellos recojan todo –dijo-. Yo no sabía cómo hacerlo cambiar de opinión así que hizo lo que dijo y regreso a la casa. Cerré la puerta de la casa y subimos las escaleras. Él iba subiendo detrás mío y estoy segura que todo el camino venia viéndome el trasero como el viejo pervertido que era. Él se fue a dormir al cuarto de visitas mientras yo iba a mi cuarto. Paso más de media hora pero se me había ido el sueño no me podía dormir. MI cabeza estaba contra la almohada boca abajo y mis pensamientos flotaban en mi mente. Pensaba acerca de mi mamá preocupada por ella. Sentí como se abrió la puerta y era mi tío parado justo en el marco de ella. No llevaba nada en el cuerpo más que su cadena de oro muy gruesa que tanto le gustaba ponerse. Estaba enteramente desnudo y su polla colgaba como un plátano de su entrepierna. Por lo flácido y su prepucio parecía una trompa de elefante era muy grande y gorda a pesar de ser un tipo obeso no se escondía dentro de la grasa de su pelvis. Era de esas clásicas pollas cubanas grandes y gordas.
-¿Qué es lo que está haciendo tío?
-No tienes idea desde cuando espero un momentico para estar a solas contigo chiquita.
-No se me acerque tío o voy a gritar, voy a decirle esto a mi papá y lo va a matar.
-Tu no le vas a decir nada a tu papito hijita, porque si no él va a saber de tus escapaditas.
-No sé de qué me está hablando.
-¿No sabes de que te estoy hablando, eh?
-No tengo ni la más mínima idea de lo que me está diciendo.
Mi tío arrojo unas fotos a la cama. Eran unas fotos mías entrando a un motel con un hombre casado de la calle. ¿Qué diría tu papito cuando vea a su hijita querida comportarse como una puta, metiéndose con un hombre casado? –Pregunto con una sonrisa en su rostro-. Yo rompí en llanto y le rogué que no le dijera nada a mi padre. Por favor, se lo imploro, no me delate-dije llena de desesperación-. Parece que ya vas entendiendo hijita, quítate toda la pinche ropa –dijo-. Yo dije que no y eso lo molesto demasiado. Se acercó rápidamente a mí y tomo fuertemente mi playera haciéndola trizas de un jalón. Yo llora del susto y trate de cubrirme con lo que quedaba de mi playera. Él se acercó a mí y me comenzó a fritar los senos violentamente con sus manos mientras me besaba en los labios. Su aliento a cerveza lo volvía insoportable. Yo luchaba por mantener mis labios cerrados y el dejaba salir su asquerosa lengua tratando de introducirla a mi boca. Abre la puta boca cabrona –dijo lleno de molestia- Yo obedecí porque no me quedaba nada mas que hacer y el introdujo su sucia saliva hasta lo más profundo de mi garganta. Su lengua se movía de manera circular llegando hasta el último y más recóndito rincón de mi boca. No dejaba de masajear mis senos y pronto comencé a sentir su enorme polla que parecía una trompa de elefante levantarse como cuando soplan y hacen ese extraño sonido con ella. Me tomo fuerte de mis shorts y los bajo por completo. Se vinieron con todo y mi calzón y me empino en la cama de la habitación. No sabes cuánto espere por esto chiquitita, ahorita vas a saber lo que sí es un hombre de verdad –dijo entre respiraciones agitadas y resoplos como los de un caballo en celo. Se escupió en la mano y la unto en su polla. Me tomo firmemente de la cintura y de golpe dijo –tómala toda cabrona-. Su pene entro de lleno en mi vagina. Grité desesperadamente de dolor. Chingas a tu madre vania, estas bien apretada chiquita, así es como me gustan –dijo mientras me embestía lentamente-. Parecía como si quisiera que sintiera cada centímetro de su polla poco a poco destrozar mi interior. Yo no paraba de llorar pidiendo ayuda. ¡Ayúdenme por favor, que alguien me escuche! –gritaba-. Cállate el puto hocico, o ahorita voy afuera a mostrarles a todos los de la fiesta esas fotos para que sepan la clase de putita que eres –dijo-. Me tomó del cabello haciéndome una cola de caballo y lo sujeto fuerte. Los movimientos de sus caderas se hicieron más rápidos e intensos de golpe y comenzó a castigarme con su polla en repetidas ocasiones. Tanto era el dolor que parecían ser infinitas. Su gran barriga sudorosa golpeaba mi trasero una y otra vez mientras yo no paraba de llorar de dolor y sufrimiento. Mi cabeza era jalada hacia atrás brutalmente mientras él se daba un festín con mi vagina. Estuvo cogiéndome brutalmente por más de veinte minutos sin parar. Las lágrimas ya se había secado de mis ojos y mi dolor era tan insoportable que pensaba que me iba a desmayar. De pronto pude sentirlo la gran descarga de los enormes testículos de toro de mi tío lleno todo mi interior soltando un gemido de placer- Saco su enorme polla y echo lo que le restaba en mi trasero. Vaya que buena chinga te di hijita –dijo entre risas-. Yo estaba adolorida y muy cansada. Su semen fluía poco a poco afuera de mi chicloso y muy grumoso. Mi tío se seguía masturbando y mirando con detenimiento como el semen salía de mi interior, como si observara una obra de arte propia. Se siguió masturbando hasta que se puso erecto de nuevo. Yo ya no quiero tío, por favor déjeme en paz -dije-. Tú vas a hacer lo que yo te diga cabrona –dijo-. Me dio una bofetada y caí boca abajo en la cama. Me iba a echar saliva para este, pero con esa actitud no te lo has ganado –dijo-. Se abalanzó sobre mí y de golpe metió su pene en mi ano. ¡Noooo! –grite de dolor. Continuará…
A mis padres les dijeron que mi madre debía hacerse unos estudios especializados para el corazón y tenía que ir a un laboratorio para hacérselo. Mis padres ya nos habían dejado a solas a mi hermano y a mí en varias ocasiones, pero sabían que normalmente éramos algo desordenados y no querían que dejáramos la casa boca arriba. Mis padres le pidieron a mi tío que nos vigilara y que nos estuviera visitando regularmente para cerciorarse de que nosotros estuviéramos bien y que no estuviéramos haciendo nada malo, como salirnos a lugares y regresar hasta tarde o ir a fiestas de noche. Prácticamente le estaban pidiendo que fuera nuestra niñera por un fin de semana, en lo que iban a hacerse los estudios y regresaban. Mis padres se fueron el viernes en la tarde y me dejaron en la casa prácticamente sola. Por la mañana iba a la prepa y en la tarde que llegaba hacia mis tareas y trataba, a pesar de mi flojera, limpiar la casa. Mi hermano no me ayudaba en nada cuando llegaba del trabajo y se pasaba toda la noche viendo televisión o largándose con sus amigos a beber. Mi tío venia de vez en cuando solo para checar que yo estuviera bien y preguntar cuál era el paradero de mi hermano en el momento en el que él iba. El sábado mi hermano se fue a ver un partido de futbol con sus amigos y yo me quede sola. De nuevo en casa. Mi tío hizo su fiesta del fin de semana y me invito. Toda la calle ya estaba a fuera de su casa. Ponían unas grandes mesas y cerraban la calle para que no pasaran los carros y comenzaban a servir la comida y las cervezas. La música sonaba fuerte y las pláticas de todos reunidos hacían el ruido aún más intenso. Mi tío fue a la casa para invitarme. Tocó a la puerta y yo baje en mis shorts y mi playera de tirantes blancas, las que usaba para dormir; no llevaba sostén y hacia mucho frio esa noche. Mis pezones estaban por agujerar mi playera y mi tío seguía tocando como si quisiera tirar la puerta. ¡Ya voy, ya voy! –Grité, mientras bajaba las escaleras-. Oye hijita, se está armando una buena fiesta aquí afuera de la casa, vente para que te diviertas un ratito y no estés tan solita –dijo tratando de animarme a ir a su fiesta-. La verdad no tengo muchas ganas de ir tío, estoy algo cansada; de hecho ya me estaba preparando para irme a dormir dije-. Pude notar como el no separaba la mirada de mis pezones, casi saboreándoselos y sin retirar la mirada ni un solo instante. Si hijita, veo que ya traes tu shorts y tu blusita ¿así duermes July? –Preguntó como con morbo-. Si me gusta dormir cómoda –dije mientras cubría mi pecho con mis manos, ocultándolos de sus miradas lujuriosas y penetrantes. Pues si tú quieres puedo quedarme un buen rato para platicar contigo chiquita, para que no estés tan solita –dijo mientras disimuladamente veía mis senos en repetidas ocasiones-. No tío, como cree; además usted tiene que atender a todos sus invitados –dije con la esperanza de que se fuera y me dejara en paz-. Ellos se pueden atender solos hijita, todo está a su disposición –dijo-. Yo no sabía cómo deshacerme de el sin llegar a ser grosera. Su sola presencia a solas conmigo era demasiado incomoda. Acepte que platicara un rato conmigo. Después de unos minutos tenía planeado bostezar y así decir que tenía mucho sueño para obligarlo a que se fuera. Estuvimos platicando por más de media hora y luego sonó el teléfono de la casa, era mi hermano y estaba muy borracho.
-Hola vania.
-¿Dónde está José?
-Estoy en casa de un amigo, nos vamos a quedar aquí siguiendo la fiesta
-No José, tienes que venirte para la casa.
-Solo hablaba para avisarte, no te estoy pidiendo permiso.
-Muy bien, haz lo que tú quieras, adiós.
-Adiós.
-¿Quién era vania? –pregunto mi tío.
-Era José, hablo para avisar que iba a seguir de borracho en casa de uno de sus amigos.
-Ese muchacho tan loco, no puedes quedarte tu solita aquí amor, yo voy a venirme para dormir para acá no te preocupes.
-No es necesario tío, deberás.
-Como que no hijita, una señorita como tú no se debe de quedar sola.
El aliento de mi tío era insoportable. Olía a pura cerveza y se notaba por su hablar que ya estaba muy tomado. Déjame solo ir a cerrar la casa y que estos cabrones se queden en la fiesta y que ellos recojan todo –dijo-. Yo no sabía cómo hacerlo cambiar de opinión así que hizo lo que dijo y regreso a la casa. Cerré la puerta de la casa y subimos las escaleras. Él iba subiendo detrás mío y estoy segura que todo el camino venia viéndome el trasero como el viejo pervertido que era. Él se fue a dormir al cuarto de visitas mientras yo iba a mi cuarto. Paso más de media hora pero se me había ido el sueño no me podía dormir. MI cabeza estaba contra la almohada boca abajo y mis pensamientos flotaban en mi mente. Pensaba acerca de mi mamá preocupada por ella. Sentí como se abrió la puerta y era mi tío parado justo en el marco de ella. No llevaba nada en el cuerpo más que su cadena de oro muy gruesa que tanto le gustaba ponerse. Estaba enteramente desnudo y su polla colgaba como un plátano de su entrepierna. Por lo flácido y su prepucio parecía una trompa de elefante era muy grande y gorda a pesar de ser un tipo obeso no se escondía dentro de la grasa de su pelvis. Era de esas clásicas pollas cubanas grandes y gordas.
-¿Qué es lo que está haciendo tío?
-No tienes idea desde cuando espero un momentico para estar a solas contigo chiquita.
-No se me acerque tío o voy a gritar, voy a decirle esto a mi papá y lo va a matar.
-Tu no le vas a decir nada a tu papito hijita, porque si no él va a saber de tus escapaditas.
-No sé de qué me está hablando.
-¿No sabes de que te estoy hablando, eh?
-No tengo ni la más mínima idea de lo que me está diciendo.
Mi tío arrojo unas fotos a la cama. Eran unas fotos mías entrando a un motel con un hombre casado de la calle. ¿Qué diría tu papito cuando vea a su hijita querida comportarse como una puta, metiéndose con un hombre casado? –Pregunto con una sonrisa en su rostro-. Yo rompí en llanto y le rogué que no le dijera nada a mi padre. Por favor, se lo imploro, no me delate-dije llena de desesperación-. Parece que ya vas entendiendo hijita, quítate toda la pinche ropa –dijo-. Yo dije que no y eso lo molesto demasiado. Se acercó rápidamente a mí y tomo fuertemente mi playera haciéndola trizas de un jalón. Yo llora del susto y trate de cubrirme con lo que quedaba de mi playera. Él se acercó a mí y me comenzó a fritar los senos violentamente con sus manos mientras me besaba en los labios. Su aliento a cerveza lo volvía insoportable. Yo luchaba por mantener mis labios cerrados y el dejaba salir su asquerosa lengua tratando de introducirla a mi boca. Abre la puta boca cabrona –dijo lleno de molestia- Yo obedecí porque no me quedaba nada mas que hacer y el introdujo su sucia saliva hasta lo más profundo de mi garganta. Su lengua se movía de manera circular llegando hasta el último y más recóndito rincón de mi boca. No dejaba de masajear mis senos y pronto comencé a sentir su enorme polla que parecía una trompa de elefante levantarse como cuando soplan y hacen ese extraño sonido con ella. Me tomo fuerte de mis shorts y los bajo por completo. Se vinieron con todo y mi calzón y me empino en la cama de la habitación. No sabes cuánto espere por esto chiquitita, ahorita vas a saber lo que sí es un hombre de verdad –dijo entre respiraciones agitadas y resoplos como los de un caballo en celo. Se escupió en la mano y la unto en su polla. Me tomo firmemente de la cintura y de golpe dijo –tómala toda cabrona-. Su pene entro de lleno en mi vagina. Grité desesperadamente de dolor. Chingas a tu madre vania, estas bien apretada chiquita, así es como me gustan –dijo mientras me embestía lentamente-. Parecía como si quisiera que sintiera cada centímetro de su polla poco a poco destrozar mi interior. Yo no paraba de llorar pidiendo ayuda. ¡Ayúdenme por favor, que alguien me escuche! –gritaba-. Cállate el puto hocico, o ahorita voy afuera a mostrarles a todos los de la fiesta esas fotos para que sepan la clase de putita que eres –dijo-. Me tomó del cabello haciéndome una cola de caballo y lo sujeto fuerte. Los movimientos de sus caderas se hicieron más rápidos e intensos de golpe y comenzó a castigarme con su polla en repetidas ocasiones. Tanto era el dolor que parecían ser infinitas. Su gran barriga sudorosa golpeaba mi trasero una y otra vez mientras yo no paraba de llorar de dolor y sufrimiento. Mi cabeza era jalada hacia atrás brutalmente mientras él se daba un festín con mi vagina. Estuvo cogiéndome brutalmente por más de veinte minutos sin parar. Las lágrimas ya se había secado de mis ojos y mi dolor era tan insoportable que pensaba que me iba a desmayar. De pronto pude sentirlo la gran descarga de los enormes testículos de toro de mi tío lleno todo mi interior soltando un gemido de placer- Saco su enorme polla y echo lo que le restaba en mi trasero. Vaya que buena chinga te di hijita –dijo entre risas-. Yo estaba adolorida y muy cansada. Su semen fluía poco a poco afuera de mi chicloso y muy grumoso. Mi tío se seguía masturbando y mirando con detenimiento como el semen salía de mi interior, como si observara una obra de arte propia. Se siguió masturbando hasta que se puso erecto de nuevo. Yo ya no quiero tío, por favor déjeme en paz -dije-. Tú vas a hacer lo que yo te diga cabrona –dijo-. Me dio una bofetada y caí boca abajo en la cama. Me iba a echar saliva para este, pero con esa actitud no te lo has ganado –dijo-. Se abalanzó sobre mí y de golpe metió su pene en mi ano. ¡Noooo! –grite de dolor. Continuará…
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