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Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 3)

Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 3)
- ¿Laura, me puede dar un beso? – la pregunta de Fabio me tomó por sorpresa, giré hacia él y lo quedé mirando.

- ¿Un beso dónde? ¿En la boca? – pregunté incrédula.

- No, acá – señaló la punta de su verga.

- Ahh pero qué vivo que sos – no pude evitar reírme de la sugerencia del chico.

- Es solamente un beso – insistió – no tiene que hacer nada más.

- ¿Nada más? ¿Seguro?

- Seguro…

- Dale mamá, es solo un beso… uno para cada uno – acotó mi hijo. Mordí mi labio inferior, después de todo lo que les había dejado hacer, un simple beso en la puntita de sus penes no significaba nada.

- Está bien – accedí – pero se sientan en el sofá.

Obedecieron sin chistar. Se sentaron uno al lado del otro y yo me tuve que preparar para hacer lo prometido. La tremenda calentura que tenía me hacía actuar sin pensar mucho. Me acerqué al grupo de penes erectos y me puse de rodillas en el piso. Supuse que debía comenzar con Fabio ya que él fue el de la idea. Tomé su verga con ambas manos y la miré detenidamente, de verdad tenía un tamaño considerable. Pude ver unas gotitas de líquido pre seminal saliendo de la punta pero eso no me detuvo. Acerqué mis labios y lo besé justo ahí
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Sentí el líquido pegajoso en mi boca, me quedé allí por unos segundos y luego me aparté sólo para acercarme al siguiente pene, éste era el de David. Repetí la acción de tomarlo con las dos manos y darle un suave beso en la punta. No era la gran cosa, podía hacerlo tranquilamente hasta con el de mi hijo. De hecho a continuación le tocaba a él. Mis manos se aferraron con firmeza a su tronco y mis labios se posaron sobre su glande. Sentir esos penes rozando mis labios me ponía aún más cachonda. Tomé el cuarto pené, el de Mauro, y lo besé con las mismas ganas que a los demás.

Noté que habían quedado poco satisfechos, de hecho yo también lo estaba, por eso partiendo desde Mauro hasta Fabio besé los penes otra vez, solo que ahora di un primer beso en los testículos, luego un par más en el tronco y al final otro en el glande, esto les gustó mucho más y yo podía sentir el sabor a pene en mi boca. Estaba tan excitada como ellos y necesitaba más. Me levanté y caminé hasta el sillón individual, allí me senté y me abrí de piernas, colocándolas sobre los apoyabrazos. Usando dos dedos abrí mi concha para deleite de ellos y les dije:
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- Yo también quiero besitos.

No esperaron ni un segundo, se acercaron los cuatro. Fabio y Alexis se sentaron en el piso justo delante de mí y los otros dos se quedaron de pie, uno a cada lado. Al estar prácticamente acostada en el sillón, los penes de los chicos que estaban parados quedaban a pocos centímetros de mi cara. Los dedos de Fabio se introdujeron en mi concha y mi hijo se concentró en tocar mi clítoris, parecían estar analizándola, como si se tratase de un bicho raro. Agarré las dos vergas que tenía a mi alcance y comencé a jugar con ellas mientras los otros exploraban el exterior e interior de mi sexo. Tanto toqueteo hacía que me mojara más. Introducían sus dedos con total libertad. Luego Fabio se colocó de rodillas y apuntó su verga, primero pensé que me la quería meter pero me equivoqué. Comenzó a frotarla por afuera, se movía como si me estuviera cogiendo pero el pene se mantenía en el exterior.
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- Mmmm, eso me gusta – dije y le di un beso al pene de Mauro.

Fabio se movió a mayor velocidad, yo sentía mi clítoris a punto de estallar, quería que me la metiera pero no me animaba a decirlo, la cosa es que el muchacho no siguió con eso, sino que metió la cabeza entre mis piernas y pasó la lengua por el centro de mi concha, solté un gemido de placer y pasé la verga de David por mis labios. Luego Fabio se animó a más, comenzó a chuparme la concha con ganas, se centraba más que nada en mi clítoris, al parecer tantas películas porno le habían enseñado cómo hacerlo. Mientras me la comía yo daba besos a los penes que tenía aferrados, me animé a sacar un poquito la lengua y a darle finas lamidas casi imperceptibles. Mi hijo tomó el lugar de Fabio, al parecer habían establecido una rutina, primero frotó su verga por el exterior de mi concha, tal y como lo había hecho su predecesor, y luego se mandó directo a comerme la concha, Mauro se apartó para reservar su turno y Fabio me ofreció su pene. Continuaba dando besos a diestra y siniestra sin reprimir mis gemidos de placer, la lengua de mi hijo entraba y salía de mi vagina y luego me daba fuertes chupadas en el clítoris.
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Tenía la cabeza inclinada hacia atrás y las piernas muy abiertas. Ya no podía luchar contra la tentación, me dirigí hacia el pene de Fabio y le di una lamida a todo el largo de su tronco justo cuando mi hijo dejaba de chupármela y Mauro ocupaba su lugar. Mientras Mauro frotaba su pene contra mi concha yo le daba una lamida a la verga de David pasando por su glande. El muchacho rubio se apartó para dejarle lugar a Alexis, inmediatamente pasé mi lengua por su miembro, como si se tratara de un helado. Yo gemía sin parar, me sorprendía que Mauro chupara tan bien mi concha, se la comía con placer, su cabeza se sacudía de un lado a otro haciendo brotar líquido de mi interior. En el momento en que estaba dándole una lamida a la verga de Fabio ocurrió algo inesperado pero que en algún momento tenía que pasar. Mi lengua estaba a punto de llegar a su glande cuando fuertes chorros de espeso semen cayeron saltaron directo a mi cara, lo masturbé para que largara hasta la última gota.
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Casi al mismo instante Alexis hizo lo mismo, haciendo saltar más semen sobre mi cara y mis tetas, como yo gemía por las chupas que me daban parte del semen terminó dentro de mi boca, estaba tibio y cremoso, no me molestó tragarlo. Le llegó el turno a David, quien repitió la rutina de sus amigos, se frotó contra mi mientras Mauro volvía a brindarme su verga, yo estaba empapada de semen y él vino dispuesto a darme más, acabó rápidamente sobre mi sin dejar de masturbarse, pude sentir algo más de leche dentro de mi boca aunque la mayoría había caído sobre mi cuello y mis tetas. Llegué a mi punto de quiebre y tuve un riquísimo orgasmo llenando de jugo la boca del muchachito rubio. Éste comprendió lo que había ocurrido y en pocos segundos dejó de chupármela, se acercó hasta mí con su verga en mano y se masturbó mientras yo frotaba mi clítoris. Recibí nuevamente ese líquido sexual sobre mi cuerpo, me sentía una puta de primera y no me importaba. Con una mano me masturbaba y con la otra esparcía toda esa gran cantidad de semen sobre mi cuerpo.

Poco a poco me fui tranquilizando y recobré la cordura. Estos chicos debían pensar que yo era igual a las mujeres de sus películas porno.

Me reincorporé y los miré a todos con una sonrisa, ya había terminado todo y lo más extraño es que no me arrepentía de lo ocurrido, ellos lo habían disfrutado y yo también. Les dije que quería darme una ducha antes de irme a dormir, no podía acostarme con el cuerpo cubierto de semen.

El agua de la ducha estaba tibia, tirando a fría, eso me ayudó no solo a quitar la leche de mi piel sino también a bajar mi temperatura corporal, dejé que el agua cayera sobre mi cara y cerré los ojos. No podía quitarme de la mente la imagen de esos viriles miembros juveniles. Sentía que me habían poseído. Estaba como drogada. Lavé mi vagina pero aún podía escuchar su llamada. Me invitaba al placer. Tuve que admitir que aún no había quedado satisfecha. Tomé una toalla y me sequé, me envolví en ella y regresé a la sala donde estaban los chicos. Aún no quería irme a dormir.

Al regresar a la sala de estar encontré a los chicos sentados en el sillón pasando canales en la tele, al parecer se habían lavado sus penes con agua de la cocina (luego debería darle una buena limpieza al lavatorio) pero no se habían vestido. Yo estaba envuelta en mi toalla roja y en cuanto aparecí todos se voltearon para verme. Estaban sorprendidos pero alegres. Me acerqué a ellos y se pusieron de pie al unísono, inmediatamente me despojaron de la toalla.
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- Que bueno que haya vuelto, Laura – me dijo David al mismo tiempo que agarraba una de mis tetas y la apretaba.

Ahora sus penes estaban flácidos, los toqué uno por uno y me sorprendió mucho ver con qué facilidad volvían a ponerse duros. El entusiasmo juvenil hacía milagros. No pidieron permiso para colarme los dedos en la concha, a cada rato podía sentir un nuevo dedo entrando. En ocasiones metían de a dos a la vez. Eso me calentaba muchísimo. Además todavía tenía muy presente en mi mente la lluvia de semen que me dieron estos chicos. El semen era uno de mis tabúes, podía excitarme mucho con solo imaginarlo. De joven, cuando tenía apenas un par de años más que estos muchachos y estaba experimentando sexualmente, solía hacerles sexo oral a algunos de mis amigos o conocidos sólo para poder tomarme su semen, ya con eso podía masturbarme locamente. De hecho conocí a mi marido de esa forma. Se la chupé en un cumpleaños de un amigo en común y con eso él quedó perdidamente enamorado de mí, luego se esforzó mucho por conquistarme hasta que lo consiguió. Aún me inhibía un poco la idea de chupársela a estos chicos, en parte seguía sintiéndome como la madre de cada uno, especialmente de Alexis, que de verdad era mi hijo. Había llegado muy lejos y había cometido muchas locuras con ellos, pero no podía detenerme.

Me incliné hacia adelante dejando mi cola levantada, al instante sentí unos dedos introduciéndose en mi concha y a mi cola también le dieron. El de la cola me dolía un poco ya que nunca lo había hecho por ahí, mi marido nunca me lo había pedido, creo que no le interesaban esas cosas. Mientras dos de ellos exploraban mis partes bajas, tomé el pene de Mauro y le pasé la lengua a su glande, luego hice lo mismo sobre otro pene que encontré cerca de mi cara, creo que era el de David. Mi hijo se paró atrás de mí y me tomó por la cintura. Presionó su miembro contra mi culito, sabía que él disfrutaba apretándose contra eso, pero no podría introducirlo tan fácilmente así que lo dejé seguir. Fabio me acercó su verga y también le di una linda lamida desde abajo hacia arriba y luego repetí la acción sobre su glande. Mi hijo desistió y cedió su lugar a David, quien también se abalanzó contra mi cola, la presión de su verga era considerable y parecían no olvidar humedecer sus penes, yo podía sentir mi culito abriéndose de a poco. Lamí otro pene pero esta vez, cuando llegué al glande, lo apreté entre mis labios. David seguía intentando lograr algún resultado, pero a pesar de empujar con fuerza no podía meterla, eso me tranquilizaba un poco.
Giré mi cuerpo para ofrecerle mi cola a Fabio, tomé su miembro con una mano y lo orienté hasta mi agujerito, si bien no quería que me la metan, me calentaba mucho que lo intentaran… y a ellos también. Pasé mi lengua a lo largo de la verga de Alexis y apreté la punta entre mis labios como había hecho antes. Fabio presionó contra mi cola y sentí algo diferente. Ésta se abrió más de lo normal. El glande me penetró y mi culo volvió a cerrarse una vez que éste entro. No me dolió, pero el placer hizo q mis rodillas temblaran y no pude reprimir un gemido. Para disimular lamí el pene de Mauro dejando su glande entre mis labios por unos segundos. Por suerte el chico no siguió presionando sino que se conformó con sentir la punta de su pene allí dentro, luego lo retiró con cuidado. Estos chicos me respetaban, no querían lastimarme, aunque si querían divertirse con mi cuerpo.

Mauro ocupó el lugar de Fabio y en el momento en que me introducía su glande por la cola yo lamí el de David y lo dejé entre mis labios, pero el muchacho rubio no se conformó con eso, me tomó de la cabeza y me metió toda su verga en la boca, llegando casi hasta la garganta
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No pude gemir cuando mi cola se abrió para dejar pasar la punta del pene del otro chico. David la sacó y finos hilos de saliva quedaron colgando entre su verga y mis labios, quedé con la boca abierta, un poco aturdida, no me esperaba eso, pero tampoco me disgustó. Alexis no quiso ser menos así que también metió de lleno su verga dura dentro de mi boca, esta vez estaba un poco más preparada, hasta pude disfrutarlo más cuando la fue sacando de a poco.
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A Fabio le habrá parecido divertido el nuevo jueguito ya que también quiso probarlo, lo esperé con la boca abierta y me la tragué.
Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 3)
Cuando Mauro soltó mi cola caí suavemente de rodillas al piso. Fabio no quitaba su pene y yo quedé con toda esa carne en la boca mirando como los cuatro muchachos me rodeaban sosteniendo sus vergas. Esa imagen me calentó más todavía.
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Tragué el pene de Mauro sin que él me lo pidiera y a los pocos segundos me lancé sobre otro miembro y lo succioné con fuerza, me estaba volviendo loca, tenía cuatro vergas para mi solita y solamente una boca, no sabía cuál comerme primero, tenía ambas manos ocupadas, masturbando siempre a dos de ellos y pasaba mi cabeza de un lado a otro, me tragaba sus penes y les daba fuertes chupadas, los podía sentir poniéndose bien duros dentro de mi boca, mis labios se apretaban con fuerza a ellos cuando los iba sacando y luego volvía a introducirlos. Ellos presionaban mi cabeza contra sus respectivos penes y me hacían comerlas por más tiempo.
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- Que buenos petes hace tu mamá – comentó David.

- Los mejores – les respondió mi hijo.

Esos halagos hicieron que pusiera aún más entusiasmo en el sexo oral, me atragantaba con sus vergas y lo disfrutaba. Mi cabeza se columpiaba de atrás hacia adelante mientras introducía algún pene. No olvidaba chuparles bien los testículos, sé muy bien que a los hombres eso les encanta. Mis chupadas eran frenéticas y con toda la intención de hacerlos acabar, pero estos chicos tenían buen aguante, si quería lograrlo debía utilizar otro recurso.

- Siéntense acá – les pedí señalando el sofá.

Obedecieron sin chistar, se sentaron uno al lado del otro con sus vergas apuntando al techo, gateé hasta David y bajé mi cara para comerme su verga, mientras lo hacía logré poner el falo entre mis grandes tetas, al muchachito pareció gustarle mucho ya que comenzó a gemir. Apreté bien mis tetas para que él sintiera la presión, las subía y bajaba al unísono sin dejar de chupársela.
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Aproximadamente un minuto más tarde sentí el dulce néctar sexual manando de su interior, saboreé el semen con placer y fui tragando todo lo que me dio, el chico apretaba mi cabeza hacia abajo para que yo no dejara de tomarme su leche.

Pasé al siguiente en la fila, que era Fabio, él me esperaba con ansias y prácticamente me clavó su verga en la boca, esa brusquedad me ponía cachonda así que le comí la verga con ganas ayudándome de mis pechos. La imagen de una madre haciéndole la paja turca a un amigo de su hijo me hacía delirar de placer, ni siquiera podía creer que realmente lo estaba haciendo, era un efecto de la droga sexual que recorría mi cuerpo. Él también acabó en poco tiempo, comprendí que antes habían aguantado tanto porque no recibían atención directa sobre sus vergas, ahora era yo la que estaba haciendo todo mi esfuerzo para que acaben y mi experiencia en sexo oral era demasiado para estos chicos. Llenó mi boca de semen y no dejé escapar ni una gota, tuve que bajar una mano a mi concha para poder pajearme, no daba más de la calentura.

Ahora venía el momento más esperado para mí, atender a mi propio hijo, quería demostrarle de lo que su madre era capaz. Lamí sus testículos y recorrí todo su pene con la lengua hasta llegar a la punta, me la tragué y giré mi lengua alrededor de su glande
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Eso lo hizo estremecer, cuando mis tetas se unieron a la acción él pareció no tolerarlo, comenzó a moverse frenéticamente de un lado a otro mientras sostenía mi cabeza con una mano, a él le estaba dando una atención especial, hacía juegos con mi lengua o le daba fuertes chupadas en los lugares justos, en poco tiempo inundo mi boca con su espesa leche, no la tragué al instante sino que tiré mi cabeza hacia atrás, cerré mis ojos y comencé a pajearme con ganas mientras saboreaba y tragaba su esperma.
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Una de las experiencias sexuales más fuertes que tuve en mi vida ocurrió hace unos tres años y medio, cuando fui con Luis, mi esposo, al casamiento de uno de sus amigos. Fue un casamiento para adultos, no hubo niños invitados, tampoco fue una locura sexual, simplemente hubo algunos jueguitos sexualmente sugerentes, nada del otro mundo, pero a mí me habían puesto cachonda. Para colmo la gran cantidad de alcohol que mi marido y yo ingerimos nos hacía perder la cabeza, no podía estar mucho tiempo cerca de él sin que me toqueteara. Esa noche tenía puesto un vestido azul marino pegado al cuerpo que era bastante corto, por eso él tenía vía libre para tocarme o meterme los dedos.
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Yo también lo toqueteaba cuando nadie nos miraba. El asunto comenzó cuando notamos que uno de los mozos de la fiesta no me sacaba los ojos de encima, pensé que eso disgustaría a Luis, pero ocurrió todo lo contrario, le calentaba saber que el tipo me miraba con tanto deseo. En un momento él me desafió, supongo que fue porque ambos estábamos ebrios y cachondos, me dijo que no me animaría a chupársela al mozo, noté por su tono que realmente él quería que lo hiciera.

En cuanto tuve la oportunidad me acerqué al mozo y le toqué el bulto diciéndole al oído que me siguiera. Ni siquiera tuve que mirar para atrás, el tipo no me perdió la pista. Llegamos al baño de damas y comprobé que estaba vacío, lo hice pasar y nos encerramos en un cubículo. Ahí nomás le bajé los pantalones y comencé a chupársela.
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El tipo no lo podía creer, se movía de atrás para adelante como si me estuviera cogiendo por la boca. Le di unas lindas chupadas a todo el falo hasta que varios minutos después me acabó en la boca.
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Lo dejé solo en el baño recomponiéndose de la sorpresa y regresé con mi marido, me senté junto a él y abrí la boca para mostrarle el semen del mozo, luego me lo tragué. Eso lo calentó mucho, tanto que me metió los dedos en ese mismo instante. Por suerte nuestra mesa estaba en un rincón oscuro y desde este ángulo nadie nos podía ver. Metí la mano en su pantalón y le toqué la verga, la tenía muy dura.

La noche no terminó con eso. Luis me quitó la bombacha para poder tocarme con más libertad y en un momento me acerqué a la barra a pedir una botella de champagne. Mientras esperaba me apoyé sobre la barra con la colita parada, no podía pensar con claridad por culpa del alcohol, olvidé lo corto que era mi vestido y lo desprotegida que estaba. Mi conchita quedó a la vista mientras aguardaba por la botella y en pocos segundos sentí que alguien me arrimaba por detrás, tenía el bulto muy marcado, lo sentí justo sobre mi sexo.
Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 3)
Me tocó una pierna y como no le dije nada me metió los dedos en la concha. Cuando vi quién era el misterioso hombre me sorprendí mucho, se trataba de Miguel, el novio, ese que se estaba casando esa misma noche, el amigo de mi marido. Miré rápidamente para todos lados y me di cuenta de q el único que nos vio fue el que atendía la barra, pero lo disimuló bastante bien. Le sonreí al amigo de mi marido mientras me colaba los dedos y froté mi cola contra su bulto.
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Cuando me dieron la botella me di vuelta y pasé a su lado, no me fui sin antes tocarle la verga por arriba del pantalón, la tenía tan dura como Luis.
Parte 4? (Dejen sus puntos si quieren que continúe, también sus opiniones y recomendaciones)

1 comentarios - Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 3)

Iker-Alejandro
Excelente relato lo que debes estar para tener a 4 chicos así, seguid con el relato