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Un Día de Dominación

C despertó a M con una mamada, jugando con su pija mientras él aún estaba medio dormido. Movía su lengua por el pene, succionando su cabeza con habilidad, mientras el líquido preseminal y la saliva de C dejaban brillante la pija. M, completamente entregado al placer, agarró la cabeza de C, buscando eyacular en su boca, pero ella se soltó y, mirándolo a los ojos, dijo:
—Hoy yo seré quien manda.
Se levantó de la cama, dejando a M[ a punto de acabar, y le alcanzó el plug, indicándole que hoy sería él quien lo usaría. M, sorprendido pero excitado por el cambio de roles, tomó el plug en sus manos, sabiendo que el día iba a ser diferente.
C lo empujó suavemente sobre la cama, haciéndolo quedar de espaldas. Con una sonrisa traviesa, separó sus piernas y comenzó a lamerle el culo, dándole un beso negro que lo hizo gemir de sorpresa y placer. Mientras su lengua exploraba el ano de M, C empezó a introducir sus dedos lentamente, preparando su entrada para lo que vendría después. M se retorcía de placer, incapaz de resistirse a las sensaciones que lo atravesaban. C disfrutaba de cada gemido que sacaba de su amante, saboreando el control absoluto que tenía sobre él.
Finalmente, cuando sintió que M estaba suficientemente relajado y preparado, C tomó el plug y lo introdujo con firmeza, pero con cuidado. M gemía al sentir cómo el plug se introducía abriendo su ano, intensificando aún más su excitación.
Desde ese momento, la dinámica entre ellos cambió. C se convirtió en la dominante, controlando cada aspecto de la jornada. Decidió que ambos saldrían a pasear, y para marcar aún más su control, eligió su atuendo con cuidado. No llevaba ropa interior debajo de la calza ajustada que realzaba su gran culo, marcando sus curvas y haciendo evidente que no llevaba nada debajo.
Mientras caminaban por la ciudad, M, a su lado, sentía el plug moviéndose dentro de él con cada paso, incrementando su excitación hasta el borde. Cada vez que C se adelantaba un poco, el movimiento de su culo en esas calzas lo hacía pensar en el poder que ella tenía sobre él en ese momento. La tela de la calza prácticamente transparente estirada contra su piel mostraba claramente las líneas de su cuerpo, y M no podía dejar de imaginar lo que otros pensarían si supieran lo que estaba pasando entre ellos.
De regreso a casa, C decidió intensificar aún más la situación. Miró a M con una mezcla de desafío y deseo en los ojos, y sin decir una palabra, indicó a M que se pusiera en cuatro sobre el sofá. Se posicionó detrás de él y comenzó a lamer su culo nuevamente, con la misma intensidad que antes. Mientras su lengua recorría cada rincón, con una mano jugaba con el plug en el culo de M, moviéndolo y girándolo lentamente, provocando oleadas de placer en él.
—Te gusta que te controle, ¿verdad? —susurró C con una voz llena de seguridad y lujuria—. Hoy eres mío, y haré lo que quiera contigo.
Con su otra mano, C agarró la pija de M, que ya estaba bien dura, y comenzó a masturbarlo. Cada movimiento estaba calculado, cada caricia estaba pensada para mantenerlo al borde de la eyaculación, pero sin dejarlo ir demasiado lejos.
C disfrutaba de la sensación de poder que tenía sobre M, de cómo él respondía a cada uno de sus movimientos. La sensación de control la excitaba enormemente, y el hecho de ver a M completamente sometido a su voluntad la hacía sentir más poderosa que nunca.
—Date vuelta —ordenó finalmente C, con una mezcla de dulzura y firmeza—. Recuéstate sobre el sofá.
M obedeció sin dudarlo, volteándose y recostándose, con el cuerpo tembloroso por el placer acumulado. C se arrodilló frente a él y tomó su pija en la boca, comenzando a mamarla con una combinación de ternura y agresividad que lo volvió loco. M gemía y jadeaba, completamente a su merced.
C disfrutaba del control absoluto que tenía sobre él en ese momento. Cada caricia, cada movimiento de su lengua sobre su pija, lo excitaba cada vez más. Veía cómo M se retorcía de placer, sus gemidos se volvían más intensos, y su cuerpo temblaba bajo su control. Cuando sintió que M estaba a punto de acabar, sacó el plug de su culo de un tirón lento pero firme, intensificando su excitación de manera explosiva. M eyaculó inmediatamente. C no dejó escapar ni una gota.
Sin romper el contacto visual, C se levantó lentamente y, con una sonrisa dominante, lo besó profundamente, compartiendo su semen en un beso blanco lleno de poder y sumisión. M, completamente entregado, devoró su propio semen mientras veía cómo C introducía el plug en su propia boca y lo saboreaba lentamente, disfrutando del sabor. 
Sentía que el dominio que había tenido sobre M durante todo el día se desvanecía con cada segundo. Cada movimiento de su lengua sobre el plug era una confirmación de que, aunque había tenido el control durante el día, estaba lista para volver a su papel habitual.
Al sacar el plug de su boca, C lo miró a los ojos y, con una voz suave pero cargada de provocación, dijo:
—Soy tu puta. Pídeme lo que quieras, Amo.

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