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Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 2)

Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 2)

Intentaba apartarme de ellos pero me tenían rodeada, Fabio se colocó atrás, muy pero muy pegado a mí. Sentí su pene contra mi vagina, por suerte la tanga me protegía. Moví la cadera hacia un lado para sacarlo de allí pero él volvió a apuntar al mismo lugar, no me quedó más remedio que apartar su pene usando mi mano. Se lo agarré y lo sostuve con la mano izquierda a un lado de mi pierna. Estaba muy duro. Como si fuera poco, éste no era el único pene que me amenazaba, podía sentir al menos dos más contra mis piernas y muchos dedos toqueteando mis tetas. Estos chicos parecían zombies sexuales. Tenía que alejarme de ellos porque pronto perderían el interés por mis pechos y buscarían otra zona. David sostuvo su pene con una mano y parado frente a mí comenzó a frotarlo contra mi vagina, podía sentir la calidez de su carne y mis fluidos sexuales manaban atravesando la delgada tela que me protegía. Tuve que aferrarme con mi mano libre al miembro de David y así poder apartarlo, pero esto me dejó desprotegida, aún tenía firmemente agarrado el pene de Fabio con mi mano izquierda y ya no tenía forma de apartarlos de mí. Manuel se atrevió a ir más lejos, se lanzó sobre mi teta izquierda y chupó el pezón.
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- ¡No chicos, basta! – Me quejé – me van a hacer enojar, cálmense – pero ninguno parecía escuchar mis palabras.

Mi propio hijo imitó a su amigo y lamió mi pezón derecho. Esto me produjo una extraña y morbosa sensación. De todas formas luché contra mis instintos sexuales e intenté caminar hacia el sillón individual que ocupaba antes, quería recoger mi camisón, pero no podía moverme con facilidad, tenía a estos chicos fuertemente aferrados a mí, tenía que esforzarme mucho por dar un simple paso. Ni siquiera podía soltar los penes por mucho tiempo porque enseguida intentaban apuntarlos hacia mí. Llegué hasta mi camisón pero no podía agacharme para recogerlo, los cuatro aprovechaban la oportunidad de tocar mi cuerpo, varias manos pasaron por mi zona púbica, aunque se notaban temerosas de ir más allá, los dedos apenas rozaban mi intimidad. Aunque ninguno desaprovechó la oportunidad de lamer mis pechos. No me había dado cuenta pero mis manos se movían instintivamente sobre las vergas que agarraba, hasta parecía que los estuviera masturbando, no quería que los chicos creyeran eso así que las solté inmediatamente. Ya con las manos libres intentaba empujarlos lejos de mí, pero en cuanto conseguía apartar uno, otro tomaba su lugar. Además Fabio se aferraba con firmeza a mi cintura, lo cual me impedía moverme.
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Alexis tomó mi mano y la dirigió hasta su pene, me sorprendió mucho que hiciera esto, pero aparentemente él no me veía como madre en este momento, además era muy fácil dejarse llevar por la situación, era obvio que a mí también me costaba resistirme ya que agarré su miembro erecto. Sentirlo entre mis dedos fue muy estimulante, estaba pegajoso pero emanaba mucha sexualidad. Toqué su glande y eso pareció gustarle. La fuerte mano de Fabio me apretó la cola al mismo tiempo que David volvía a colocar su verga contra mi sexo. Mi corazón latía tan fuerte que tenía miedo de que ellos pudieran oírlo. Sentir el glande el muchachito rubio surcando entre mis labios exteriores me hizo perder la razón y me llevó a cometer una locura.
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Sin poder resistirlo más subí mi pierna derecha al sillón, quedando así más expuesta. Los labios exteriores de mi vagina florecieron por los lados de mi tanga, que se apretó en el centro de mi sexo, escuché q alguno de los chicos soltaba una exclamación al ver esto. Tomé el pene de David con mi mano y lo orienté hacia el medio de mi vagina. Su primera embestida fue potente, no me penetró solo porque la tanga aún llegaba a protegerme, pero aun así me produjo mucho placer.
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Con mi otra mano estimulaba el pene de mi hijo que latía entre mis dedos. El muchacho rubio volvió a embestirme y no pude evitar gemir. Mi mano izquierda buscó a tientas otro pene, encontré el de Fabio y comencé a estimularlo mientras seguían presionando contra mi sexo. Mi concha era un océano de flujos y si seguíamos así en cualquier momento David encontraría la forma de evitar chocar contra la tanga, pero en lugar de seguir con su tarea, se apartó para permitirle a Mauro hacer lo mismo, la timidez del chico había desaparecido por completo, acepté su largo pene y dejé que lo apoyara firmemente. Los dedos de Fabio hurgaban por detrás, entre mis nalgas y mis tetas seguían acaparando bastante atención, siempre había una mano o una boca en ellas.

- Está bien chicos, los voy a dejar jugar un ratito conmigo, porque me caen bien – “y porque estoy muy caliente” pensé – pero solamente un poquito, cuando yo diga basta es basta.
Todos asintieron. Se apartaron de mí sabiendo que esta vez yo colaboraría. Me coloqué mirando de frente al sillón individual y apoyé mis manos sobre los apoyabrazos, así quedé dándole la espalda a los cuatro muchachos, inclinada hacia adelante con la cola levantada expuesta a un millón de toqueteo.
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Aunque mantuve las piernas juntas mi vagina sobresalía entre ellas, uno de ellos tiró de mi tanga hacia arriba haciendo que ésta se meta aún más en mi concha, todos exclamaron por la sorpresa de ver mis hinchados labios vaginales adornados con pelitos negros.

- Se portan como si nunca hubieran visto una vagina – les dije.

- Nunca habíamos visto una en vivo y en directo, y mucho menos una tan hermosa – contestó David.

- Oh, gracias.

Ese dulce comentario me hizo separar un poco las piernas para que pudieran apreciarla mejor. Ninguno se movió y yo ya comenzaba a dudar, tal vez estaba asustando a estos chicos, esto era una completa locura. Cuando estuve a punto de ponerle fin a todo sentí que una verga se pegaba a mi vagina y empujaba con fuerza, me hizo levantar más la cola.
madre e hijo


- ¡Ay, despacio! – no fue una queja sino una sugerencia.

El que me embestía esta vez era Fabio. Los labios de mi concha envolvieron su glande, aunque la tanga le impedía llegar más adentro, parecía que me estuviera penetrando. El muchacho se aferró a mi cintura y continuó empujando inexpertamente hacia adentro. Yo confiaba en que no consiguiera metérmela. No pretendía llegar tan lejos, de hecho ni siquiera debería estar haciendo esto.

- ¿Puedo probar yo también? – preguntó Alexis mientras Fabio continuaba frotándose contra mí.

- Bueno… sería injusto si te dijera que no, está bien – no podía creerlo, le estaba dando permiso a mi propio hijo para que me arrimara.

Su amigo se apartó y le cedió el lugar. Mi hijo no esperó a que yo me arrepintiera, casi de inmediato presionó con fuerza su pene contra mi concha. No pude evitar acompañar sus movimientos con mi cadera y soltar un leve gemido. La vagina me pedía a gritos que la penetraran pero yo no estaba dispuesta a hacerle caso. Dejé que mi hijo se entretuviera un rato y nada más. Luego de unos segundos Alexis se apartó.

- Pueden hacer una ronda más cada uno y basta – les dije sin pensar con mucha claridad. Esto no podía terminar nada bien pero ya no podía deshacer lo hecho.

El primero fue David, que se frotó con ganas contra mi vagina, al menos respetaban un poco mi cuerpo, ninguno intentó apartar la tanga para metérmela. En su turno Mauro fue muy amable, no presionó con mucha fuerza, hasta parecía que lo hacía con cariño. Los penes abrían cada vez más mi concha, me gustaba mucho sentirlos ahí y cada vez me ponía más caliente. Cuando volvió a pasar Fabio yo ya tenía las piernas más separadas, por lo que pude sentir su verga un tanto más adentro, pero aún no podía llamarse una penetración, aunque esto estimuló más a Fabio, lo que hizo que me embistiera como si estuviera cogiéndome con ganas. Mi hijo también se portó de una forma similar a la de su amigo, no le importaba en lo más mínimo que yo sea su madre, con tal de poder restregar su miembro.
Madre nalgona


- Bueno, suficiente. Espero que hayan quedado satisfechos – dije dando media vuelta, ninguno tenía cara de satisfacción, al contrario, parecían desilusionados – sigan con la película, yo me voy a tomar algo y de ahí me voy a acostar.

Uno de los chicos estuvo a punto de quejarse pero lo miré con mala cara, cerró la boca al instante. Caminé hasta la cocina a paso lento sólo para corroborar que me hicieran caso, se sentaron ante la tele otra vez y pusieron la película en marcha. Busqué la botellita de agua en la heladera y tomé un largo trago con la esperanza de que eso me enfriara un poco. Miré mi concha sobresaliendo por los lados de la tanga, era una escena sumamente sexual y yo había estado así frente a mi hijo y sus amigos, me sentía avergonzada, sólo quería regresar a mi cuarto y no tener que verles las caras durante toda la noche.

Ninguno de los cuatro parecía muy interesado en la película, hasta sus penes se veían flácidos, me dio mucha pena verlos así. Los había ilusionado y ahora los dejaba solos. Caminé hasta mi sillón y les dije:

- Si quieren me quedo un ratito más, pero no se me vengan encima.

Estuvieron de acuerdo con la propuesta, eso los animó bastante y continuaron tocándose. Me senté en el sillón y dejé mis piernas un poco abiertas, me miraban más a mí que a la película, que se había transformado en solamente un ruido de fondo. Fui la primera en darse cuenta que la película había terminado y ya estaban pasando los créditos.

- Se terminó – les avisé – ¿tienen otra más o esa era la única?

- Tenemos muchas más – dijo Mauro poniéndose de pie de un salto.
Se dirigió hacia una mesa que estaba detrás del sofá. Yo me acerqué para curiosear un poco y eso provocó que los demás también se levantaran. El chico delgado abrió una mochila y extrajo varias cajas de DVD, todos con portadas muy sugerentes y títulos sumamente raros. Me puse a analizar el material de estos muchachos cuando ellos volvieron a amontonarse sobre mí. Sentí sus dedos hurgando entre mis húmedos labios vaginales, pero no me animé a decirles nada.

- ¿Ya las vieron todas? – pregunté mientras David me chupaba un pezón. Le agarré los testículos y los moví entre mis dedos.

- Si, ya las vimos a todas – contestó Alexis – ya no son tan divertidas.

- Preferimos mirarla a usted – agregó Mauro.

- Ahh q tierno – solté el DVD que tenía en la mano y agarré su pene como si fuera lo más natural del mundo y lo guie hasta la entrada de mi vagina, lo dejé frotarse un rato. Pude sentir mis fluidos bajando por la cara interna de mis piernas.

No solo las manos de los muchachos se mantenían ocupadas, mis manos pasaban de un pene a otro constantemente, me agradaba la idea de sentir tanta virilidad en ellos. Mi hijo se colocó detrás de mí y puso su verga entre mis nalgas, me agarró con fuerza y comenzó a moverse, su miembro surcaba mi cola de abajo hacia arriba.
Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 2)


- Se nota que les gusta frotármela. Me están poniendo un poquito incómoda.

- ¿Le molesta? – preguntó Mauro apartándose.

- No es que me moleste, el problema es que ustedes se frotan y yo tengo la ropa interior puesta, y eso me hace doler – la verdad es que me gustaba mucho sentirlos a todos pegados a mí, solamente que la razón me decía que tenía que parar con todo esto, pero mi libido se oponía.

- ¿Y si se la quita? – sugirió Fabio. Medité durante unos instantes, ¿qué pensarían las madres de estos chicos si se llegaran a enterar que yo me ofrecía como juguete sexual para ellos? La verdad es que yo soy madre de uno, y me gusta que mi hijo esté disfrutando. Ellas se lo pierden.

- Bueno, está bien. Después podemos seguir “jugando”.

Se apartaron dejándome espacio. No quería llegar tan lejos pero ya les había prometido diversión. Para colmo la tela de la tanga estaba empezando a irritarme mucho y ya no la aguantaba más. Me alejé un poco de ellos y les di la espalda, luego agarré mi tanga por los elásticos y tiré hacia abajo despacito, dándole suspenso a la situación, sólo podía imaginarme sus caras, pero seguramente estarían atónitos. Mientras más la bajaba más aliviada se sentía mi parte íntima, al llegar a mis rodillas incliné mi cuerpo hacia adelante así podía quitarla del todo y a su vez los chicos podrían admirar mi vagina por primera vez al desnudo. En ese instante volvieron a abalanzarse sobre mí.
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- No se pasen – les advertí – no piensen que pueden hacer cualquier cosa.

Ninguno me respondió, enseguida sentí unos dedos tocando mi clítoris, eso me hizo gemir de placer.
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Yo tampoco perdí el tiempo, agarré una verga y la masajeé firmemente. Sentí que otra mano llegaba hasta mi concha y no se limitó con tocarla sino que introdujo un dedo, pude ver que esa mano era de David, que comenzó a masturbarme. Agarré mi teta izquierda y se la ofrecí a Fabio con un gesto, él lo entendió y me chupó el pezón con ganas. Yo deliraba de placer. Mi hijo había tomado el lugar de David y era él quien me metía los dedos ahora. Había perdido de vista a Mauro hasta que supe que se encontraba a mi espalda. Sentí su pene duro en mi cola. Mi culito no estaba lubricado, pero él había puesto saliva en su pene. Pude sentir mi culito abrirse apenas con la presión, me dolió un poco pero no quería que el chico se sintiera mal así que no dije nada, pero él volvió a presionar y sentí que estaba a punto de metérmela.
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No quería eso, me vi obligada a apartar su miembro con la mano, éste se deslizó hacia abajo quedando justo entre mis labios vaginales. Cuando él empujó hacia adelante su verga apareció en el frente, parecía que un pene estaba creciendo desde el interior de mi sexo, agradecía que no me la hubiera metido y que mi hijo hubiera apartado su mano a tiempo. Agarré la punta del pene que sobresalía y la levanté para que el tronco quedara bien encajado entre los labios de mi concha. Comencé a frotarme de adelante hacia atrás a lo largo de todo ese palo viril.
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Se sentía de maravilla, la cantidad de fluido vaginal hacía que el movimiento fuera suave y mi clítoris lo disfrutaba. Ya estaba tan caliente que no podía dominarme a mí misma. Cuando Mauro se apartó agarré la verga de Fabio y la dirigí hasta mi concha, la froté contra mi clítoris mientras con la mano libre agarraba la de mi hijo. Me moví de atrás hacia adelante rítmicamente haciendo que el pene en mi vagina se deslizara entre los labios, pero teniendo mucho cuidado de que no me penetrara. Mauro aprovechó la oportunidad y acercó sus dedos a mi culo. Logró meterme uno al primer intento, se sintió espléndido.
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Entretanto yo había comenzado a frotarme sobre la verga de David, quien intentó por todos los medios metérmela pero la tenía firmemente agarrada y no pudo hacerlo. El dedo de mi cola entraba y salía con libertad y llegó el turno de Alexis para frotarse contra mi vagina. Luego de unos segundos Mauro quitó su dedo y yo pude apartarme de los muchachos.

¿Parte 3? (Dejen sus puntos si quieren que continúe, también sus opiniones y recomendaciones)

8 comentarios - Cogida por mi hijo y sus amigos (Parte 2)

eustacli0 +1
Me dejas con la verga explotando
omegago30 +1
Ufffffffff que excitante y delicioso relato