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Como le pude hacer el culo a una negra villera (2)

- Crema del cielo.
Dijo con una seguridad envidiable, parada frente aquel inmenso cartel con la más variada y exótica lista de sabores que la industria heladera podía ofrecer, pero esta joven, sin dejar intimidarse por luces de colores, había decidido ir no por un sabor, sino por una campaña de marketing.
- ¿Estas seguras? Mira que hay varios sabores…
Agregue despacio, intentando persuadirla de que se animara a experimentar un poco.
- Quiero crema del cielo.
Volvió a decir con su ya acostumbrado tono autoritario, del cual ya me empezaba a acostumbrar. Miré al muchacho detrás de la barra de aquella gran heladería, y con una disculpa silenciosa en mi mirada, le pedí medio kilo del condenado sabor, este hizo caso a mi pedido, mientras, estoy seguro, nos insultaba mentalmente.

No creo que pueda usar la palabra amor, pero mentiría si no digiera que aquella joven había hecho una marca dentro de mi mucho más profundo de lo que podría haber llegado a esperar. Como había dicho, siempre había fantaseado con mujeres de las características que ella tenía, pero esta, luego de nuestro corto primer encuentro había despertado algo en mí. Necesitaba volver a verla, necesitaba más de ella, mucho más, y planeaba conseguirlo.

Era un hermoso día soleado, los dos, sentados en aquella plaza, rodeados de naturaleza, chicos jugando y otras parejas, todo aquello abrazado por el suave y cálido sol de primavera, no hacía más que conspirar en la creación de una atmosfera de felicidad, más que propicio para nuestro encuentro. Allí sentados en silencio en aquel banco, disfrutando tanto de lugar, como del “delicioso” helado, formaba el perfecto momento para presentarle mis intenciones ante aquel ser que cada día se robaba mas mi alma, cuerpo y corazón.
- ¿Cuánto más seria para poder darte por la cola?
- Cinco mil más.
- Ok.
Y así, veloz y quirúrgico entablamos los términos de nuestro amor para aquel día, en silencio volvimos a regocijarnos ante el espectáculo de la naturaleza, así como en manjar celeste cielo.

Esta vez había sido yo quien decidió elegir el lugar donde el deseado evento tendría lugar. El hotel no era el mejor, pero era bueno, limpio, mejor decorado que el lugar anterior, era, por decirlo de alguna manera, correcto, o por lo menos lo más correcto que mi economía podía llegar a permitirme. Entramos en la habitación, y mientras ella hacia una suerte de reconocimiento del lugar, yo serví dos vasos de la bebida más alcohólica que el lugar pudiera ofrecer para mejorar la atmosfera.
- … ¿Qué mierda es esto?
- Chivas, whisky, escoces de 12 años…
- Es horrible, ¿no hay 7up o speed para mezclarlo?
- No.
Respondí, mientras sentía algunas fracturas en mi corazón, así como algunas lágrimas formándose en mis ojos. Ella volvió a oler con desagrado aquel elixir mágico, elevo un poco sus hombros aceptando el, para ella, pobre y simple legado de Escocia al mundo, y procedió a tragar de una y sin inmutarse las dos medidas que le había servido. Mentiría si no digiera que ver esta acción me devolvió un poco la fe en ella, así como aumentar el tamaño de la erección que ya se estaba formando en mí.

Creo en el aura de las cosas. Aquella fuerza invisible que rodea a todos los objetos, la esencia misma de estas, y puedo asegurar con la mayor seguridad que aquel culo frente a mi poseía la más pura de todas. Con la joven, completamente desnuda, apoyada sobre sus cuatro extremidades sobre la cama, y con aquella maravilla anatómica apuntándome de frente, supe que esta vista iba a ser lo más cercano a ver a dios. Despacio apoye mi mano sobre aquel milagro natural, mientras en mi mente, por primera vez en mi vida, daba gracias de estar vivo.

Abotonado creo que sería la expresión zoológica correcta que se podría utilizar para describir aquello que ocurría sobre la cama de aquel hotel bonaerense. Y sería el correcto, me atrevería a decir orgullosamente. Con movimientos y gemidos sincronizados, nuestros cuerpos unidos en la amalgama más pura. Aquel logro no había llegado fácil, requirió tiempo, paciencia por parte de los dos, concentración, disciplina y, más que nada, lubricación.

Finalmente, allí nos encontrábamos recostados los dos, luego de aquel encuentro, cansados, transpirados y felices.
- Fue extraordinario.
Fue lo único que pude llegar a articular, las únicas palabras cargadas con el mayor sentimiento y agradecimiento que mi cansado ser podía llegar a ofrecer en aquel momento.
- Ok, me voy.
Respondió rápidamente ella, mientras se levantaba y con toda la gracia que la caracterizaba se comenzaba a vestir.
- Sabes, creo que me estoy enamorando de vos.
Le dije finalmente, exponiendo ante ella todo mi ser y corazón, de la forma más humilde y honesta.
- Si, ok.
Respondió con su habitual tono serio y cortante, mientras salía de la habitación, tal vez, pensé para mí, intentando que yo no notara la emoción que se formaba en su rostro.

La hija de puta se vacío completo el mini bar. No tengo idea de cómo ni cuándo, pero de alguna manera se llevó todo, incluyendo el whisky que se suponía que no le gustaba. La cantidad de cosas que desaparecieron de esa habitación fue impresionante, de alguna forma había logrado llevarse la mitad del lugar, y lo más increíble fue que salió de la habitación con el mismo pequeño bolso con el que había entrado. Otro talento más que la joven poseía, y que no hacia otra cosa que robarme más el corazón, por usar alguna expresión más que correcta. Yo, aun recostado en la cama, me contente recordando la forma hermosa en la que le había roto el culo, y lo difícil que se le iba a resultar sentarse por unos días.

1 comentarios - Como le pude hacer el culo a una negra villera (2)

Vamosenesa254 +1
Poesía en su mayor naturaleza...una villera robando y entregando el orto para romperselo...van +10 genio...