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Abuso nocturno

Los relatos de Luciana
Esa noche venía de una fiesta, mi cuerpo aún vibraba con la energía y el alcohol que había consumido. Estaba caminando de regreso a casa, balanceándome ligeramente con cada paso, cuando de repente, sentí que dos hombres me atrapaban en un callejón oscuro. No tuve tiempo de reaccionar antes de que me empujaran contra la pared, sus manos ásperas recorriendo mi
Esa noche venía de una fiesta, mi cuerpo aún vibraba con la energía y el alcohol que había consumido. Estaba caminando de regreso a casa, balanceándome ligeramente con cada paso, cuando de repente, sentí que dos hombres me atrapaban en un callejón oscuro. No tuve tiempo de reaccionar antes de que me empujaran contra la pared, sus manos ásperas recorriendo mi cuerpo. cuerpo.


Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de miedo y terror recorriéndome. "¿Qué quieren?", logré decir con voz temblorosa, pero ellos no respondieron. Uno de ellos me sujetó por el cabello, tirándome hacia abajo hasta que estuve de rodillas frente a él. Sin más preámbulos, sacó su pene y lo acercó a mis labios.

"Chupala, puta", ordenó, y aunque al principio traté de resistirme, la presión en mi cuero cabelludo era demasiado fuerte. Abrí la boca, obligada, y comencé a chupar su pene, sintiendo cómo se endurecía aún más con cada movimiento de mi lengua. Sus gemidos eran de puro placer, pero mis movimientos eran lentos y forzados, mi lengua y labios trabajando porque no tenía otra opción.

El otro hombre no perdió tiempo y se colocó detrás de mí, levantando mi vestido y bajándome la tanguita. Sentí su mano recorrer mi conchita, que a pesar de todo estaba húmeda de la excitación involuntaria. "Mirá cómo estás de mojada, puta", dijo burlonamente antes de empujar su pene dentro de mí con fuerza. Gemí alrededor del pene que estaba chupando, sintiendo cómo mi cuerpo se llenaba por completo a pesar de mi resistencia.

Los dos hombres se movían en sincronía, uno empujando su pene en mi boca mientras el otro me cogía por detrás. La sensación era abrumadora, el placer y el dolor mezclándose en una tormenta de emociones que me hacía gemir y gritar, aunque no quería estar disfrutando de nada de esto. "¡Hijo de puta, no!", gritaba, mis tetas rebotando con cada embestida, pero ellos no prestaban atención a mis súplicas.

Mientras todo esto sucedía, noté una luz encendida en una ventana cercana. Un hombre observaba desde allí. Por un momento, pensé que quizás llamaría a la policía y todo esto terminaría, pero en lugar de eso, vi cómo comenzaba a masturbarse, disfrutando del espectáculo perverso que tenía delante.

De repente, el hombre detrás de mí sacó su pene de mi conchita y me empujó hacia adelante, haciéndome quedar en cuatro patas. El otro hombre se movió detrás de mí y, antes de que pudiera procesarlo, sentí cómo ambos empujaban sus penes dentro de mí al mismo tiempo, uno en mi conchita y el otro en mi culo. La doble penetración era intensa, mi cuerpo se arqueaba con cada embestida mientras ellos se movían con brutalidad y determinación, ignorando mis lágrimas y gritos de desesperación.

"¡Me están matando de placer, hijos de puta!", gritaba, sintiendo cómo mi cuerpo se entregaba completamente a ellos a pesar de mi resistencia. Mis orgasmos eran incontrolables, cada uno más intenso que el anterior, mientras ellos me llenaban por completo. Finalmente, sentí cómo ambos se tensaban y, con un último empuje profundo, se corrieron dentro de mí, llenando mi conchita y mi culo con su semen caliente.

Terminaron sacando sus penes y me empujaron contra la pared, jadeando y riendo. "Te ves preciosa, cubierta de nuestra leche", dijo uno de ellos mientras se alejaban.

Todavía temblando y tratando de recuperar el aliento, me levanté lentamente y comencé a caminar hacia casa, cada paso siendo una lucha contra el agotamiento y el dolor. Finalmente, llegué a mi puerta y la abrí, esperando encontrar consuelo y seguridad.

Para mi sorpresa, encontré a mi pareja tomando algo en el living. Pero no estaba solo. Los dos hombres que me habían violado estaban allí, sentados y riendo como viejos amigos. Mi mente estaba nublada por la confusión y el horror, pero entonces entendí. Todo había sido planeado por él, una fantasía oscura y perversa que había organizado sin que yo supiera.

Me acerqué a él, mis piernas aún temblando, y le susurré al oído. "No sabía que eras tan pervertido, pero me encantó cada segundo."


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