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Como me cogí a una negra villera (1)

Toda la vida me gustaron las negras patas sucias, por usar alguna expresión algo rudimentaria por así decirlo. Hablo de una buena negra villera, bajita, con algo de panza, mucho maquillaje barato, encimada con varias capaz de ropa de debatible calidad, y bueno toda esa infinidad de detalles que no vienen al caso. La cuestión es simple, siempre me calentaron, y cuando se dio la oportunidad de poder pasar tiempo con una mujer con estas características, no pude negarme.

- ¿Qué queres?
Me pregunto de una forma serie e intimidante.
- Soy X, yo…
Estuve muy tentando, para romper el hielo, así como relajar un poco toda la atmosfera que allí se había creado, en hacer el famoso gesto con mis manos, con el pulgar y el índice de una mano formar una suerte de anillo, mientras con el índice de la otra lo pasaba por el centro de este, pero mentiría si no tuve un poco de miedo de la reacción que podría haber provocado en aquella joven, así que termine tomando una respuesta más cobarde.
- Hablamos por telegram.
- A si, ya me acuerdo, el flaco que quería coger, dale vamos.
Me dijo, ya con un tono un poco más amigable.
- Ya vuelvo.
Casi les grito al resto de las jóvenes que allí se encontraban, mientras no comenzábamos a alejar. Yo la seguía en silencio y muy obedientemente unos pasos detrás de ella.

Entramos en lo que definitivamente era una obra en construcción de lo que tal vez algún día sería una muy linda vivienda. El inquilino de aquel lugar, aquella joven supuse, tal vez llevada por la impaciencia, había decidido no esperar y ya instalarse a vivir en el lugar.
- Lindo lugar, se lo ve muy acogedor.
Mentí tímidamente, intentando crear conversación, ella, otra vez mostrando el atributo de la impaciencia, no me respondió, solo se paró frente a mí en silencio, se sacó un chicle de la boca, el cual apoyo gentilmente sobre una mesa que allí había, luego se arrodillo y me abrió el pantalón.
- Ok.
Dije en silencio, sorprendido por la velocidad de la situación, mientras sentía como ella comenzaba a hacerme sexo oral, de una forma que tengo que admitir demostraba mucha experiencia en el asunto.

Después de un rato, que se sintieron como el cielo mismo, ella se paró, se quitó toda la parte de arriba de la ropa, dejando al aire unos grandes, redondos, y lo que considere perfectos pechos al descubierto. Casi instintivamente, hundí toda mi cara en ellos y los mordí y besé con desesperación, mientras ella, se bajaba también los pantalones, y se daba vuelta e inclinaba un poco dejando frente a mi otra maravilla de su anatomía, un gran y perfecto culo. Lo admire unos momentos, mientras le daba algunas nalgadas, las cuales ella pareció disfrutar.

Del bolsillo del pantalón saque un preservativo, que me puse con cuidado y me termine de bajar completamente el pantalón, me pegue detrás de ella, tomándola amablemente de la cintura.
- Por el culo no.
Me dijo, otra vez con el ya conocido tono autoritario, el cual mentiría si no digiera que me rompió un poco el corazón. La tome con un poco más de fuerza y haciendo caso a sus pedidos, me limite a penetrarla de la forma que me había pedido. Comencé despacio, pero de a poco fui tomando más velocidad con el aumento del placer que experimentaba y asumía, por los gemidos de ella, también sentía.

- Veni.
Me dijo en un momento dado mientras se paraba, camino hasta un colchón que se encontraba ubicado poco estratégicamente en el suelo, ella se acostó boca arriba en él, con las piernas un poco abiertas, y con la vista me hizo un gesto para que yo la acompañara en la con la posición. Yo me coloqué acostándome sobre ella, y mientras volvía al placer de hundirme en sus grandes pechos con mi rostro, la volví a penetrar.

Con una desesperación nueva para mí, prácticamente saltaba con todo mi cuerpo sobre la joven, disfrutando como nunca, su piel suave, su cálido y húmedo interior, así como toda una muy sexy variedad de gritos y expresiones que solo iban mejorando un momento que no importa cuando había fantaseado y soñado, la realidad la estaba superando.

- Voy a acabar.
Finalmente, cuando sentía que no podía contenerme más le susurre al oído, salte sobre ella, casi sentándome sobre su pecho, mientras ella, después de arrancarme el forro y tirarlo lo más lejos que aquel lugar le permitirá, con sus dos manos comenzaba a masturbarme con mucha velocidad, y asegurándose que todo cayera sobre su rostro y boca, mientras yo explotaba de placer.

- Presta amiga, para sacarme el sabor a pija de la boca.
La escuche decir, mientras me alejaba del lugar, a una de las compañeras de la cuadra, quien le pasaba una botella de cerveza. Mentiría si no sentí un poco que se me rompía el corazón a escuchar esto, pensado en nuestra gran historia de amor que aparentemente solo había ocurrido en mi cabeza, pero yo la había puesto, y eso no me lo iba a quitar nadie, pensé contento caminando de vuelta a mi casa.

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