You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Una chica sencilla (24)

Lejos de resultar como imaginé, Gon era parte de mi pasado y Nadia me dejaba en claro que yo era su juguete favorito pero no mucho más. 


Me centré mucho en mis estudios, en sacar todas las materias adelante y esperar poder cerrar el segundo año de la mejor forma. 

Realmente se transformó en un semestre muy rutinario, trataba de ver a Nadia, salir con los chicos de la facu y hacia largas videollamadas con Bian de quién me volví a apoyar mucho. 

Incluso tenía el libido por el piso, poco deseo sexual, volví a vestirme como un varoncito, muy desarreglada, etc... 

Socialmente me mantenía activa pero lejos de ese desenfreno sexual que había sido mi último año, mis notas mejoraron, eso sí. Quizás tanta pija y concha me estaba distrayendo. 

Llegó fin de año, casi volando. Metí todas las materias, tenía un excelente promedio y lamentablemente eso significaba que no había más con qué distraerme. Me tocaba volver a mi pueblo. 

Esa vez me recibió Bian, fué con la camioneta del padre a buscarme. Pobrecita manejaba tan mal, pero nos reímos muchísimo. 

Habíamos quedado en ir a comer solas para ponernos al día (una excusa, verdaderamente nos la pasábamos hablando, pero estábamos muy entusiasmadas de vernos).

Cómo volvió el calor y estaba contenta de ver a Bian, tenía puesto un vestido suelto naranja con algunas flores, bastante cortito y fresco. Bian, me recibió súper hermosa, tenía hecho una suerte de recogido en el pelo rojizo que le quedaba dividino y un vestido también bastante suelto pero algo más largo y con un tajo en una de sus piernas. 

Hicimos un picnic cerca de un lago, muy tranquilo, no había nadie, ni local y menos que menos turistas. 

Sacó de una heladerita un vino blanco el cual le dimos del pico ya que mi gran amiga se había olvidado las copas jajaja.

Empezamos a charlar y tomar como en los viejos tiempos. Casi que no habíamos cerrado el primer tema que ya habíamos abierto la segunda botella. 

Siempre estar juntas era un oasis que me sacaba todas las preocupaciones. El paisaje que tenía detrás era hermoso pero no tanto como ella con su risita de "alegre" con el alcohol. 

Estaba contando una historia, me perdí en el medio y fué culpa de ella. No pude evitarlo y me tiré a darle un beso. Me correspondió e incluso se rió diciendo "esto quería, pero pensé que íbamos a tardar más".

Después de eso sobraron las palabras, fueron besos y franeleos uno tras otros. 

Solo soltabamos nuestras bocas para hidratarnos un poco con el jugo de uva que teníamos y no queríamos que se caliente como nosotras en ese momento. 

Nuestros vestidos levantados, nuestras tangas corridas y los dedos de ambas dentro de la otra, así pasamos esa tarde, entre gemidos y orgasmos en ese lago. 

Hasta que me puse de rodillas y fui entre sus piernas, no podía dimensionar cuánto extrañaba comerle la conchita a mi amiga. 

Estaba desesperada dándole chupones y lenguetazos a Bian, sentir que se moje producto de mi lengua hacía que me toque a la par de mi oral. 

El sexo con ella era romántico, me daba cuenta que no era puro morbo, había afecto. Ya sin nada de ropa, cruzamos nuestras piernas e hicimos una tijereta por un largo rato, sus manos se agarraban a mis tetas y yo buscaba esa cinturita preciosa que tenía. 

Nos fuimos rotando, terminando en un 69 que hizo acabar a las dos en la boquita de la otra. Caímos rendidas a esa lona que vió todo. Afortunadamente, parecía ser la única testigo de todo lo que pasó en ése bosquecito.

Me llevó a bañarnos y limpiarnos el sudor y los flujos de la otra en el lago, fuimos desnudas sin ningún pudor. Ya si venía alguien o no, poco nos importaba, estábamos felices. 

Nos besamos en el agua helada, había que contrastar los climas. 

Volvimos a secarnos al sol hasta que pudimos volver a vestirnos. Ya con la ropa, me soltó una noticia inesperada totalmente. 

"Te tomé de ejemplo, así que cuando reaunden las clases voy a Buenos Aires, ya me matriculé!"

Empecé a llorar. Mi casa me daba todo y más. Me curaba las heridas con las que venía. Mi mejor amiga se venía conmigo post vacaciones. 

La besé como una amante. La abracé como la mejor amiga del universo. 

De vuelta en mi casa. 

Esa frase es fuerte para cualquiera que haya pasado tiempo fuera. Más aún si encima viene con un vacío en el pecho que solo el hogar te puede llenar. 

Como si fuera poco, mi amiga me había dado la mejor noticia posible, post verano se vendría conmigo a Buenos Aires. 

Esa misma tarde empezamos a celebrar la noticia. Picnic y sexo al aire libre. Dos muy buenas amigas se podría decir. 

Nos pasamos los días planeando su viaje, disfrutando como los viejos tiempos de chicas y también, ya de adultas, descubriendo lo mucho que disfrutábamos el sexo entre nosotras. 

Quisiera mentir y decir que eran noches salvajes de sexo, pero realmente éramos dos enamoradas que no podíamos sacarnos las manos de encima. Nos llenabamos de besos, nos gustaba dormirnos juntas llenas de flujos de la otra. Despertarnos y volver a empezar dulcemente. Las suaves caricias eran nuestro dialecto. El sexo se camuflaba entre tantos mimos y abrazos. O viceversa. 

Nos pasamos el verano así. Fué tan rápido que para cuando quise darme cuenta, ya teníamos apenas unos días más hasta irnos juntas a la gran ciudad. 

Abandoné la pensión ya que entre ambas, podíamos conseguir un depto chiquito y compartirlo. Gracias a un amigo de su papá, nos mudamos al barrio de Saavedra. Algo más alejado que antes del centro, pero hermoso porque estaba lleno de parques y muy tranquilo! 

Estábamos en un departamentito de dos habitaciones (algo chicas ambas, apenas entraba una cama individual), la cocina, un baño y un lindo living todo reformado que era la joyita por lo amplio y pintoresco. 

Fuimos súper entusiasmadas! Le conté de mil lugares que la quería llevar y personas que le iba a presentar.

Ese primer día que llegamos, vimos a medio mundo. Todos nos fueron trayendo cositas para ayudarnos... Los chicos de la facu nos dieron cubiertos, Vale un amor nos dió un juego de sillas y mesa que le sobraba e incluso Nadia nos dió un sillón que sobraba de su estudio de tatuaje! 

Quisimos invitar a todos unas pizzas pero nadie se pudo quedar... Terminamos Bian y yo vestidas como albañiles prácticamente derrotadas en el sillón jajaja

De hecho, así nos quedamos dormidas. 

A las horas, bien de madrugada me desperté y no estaba más. Supuse que se levantó y fué a su cama a seguir durmiendo. Copié su ejemplo y me fui para la pieza. Apenas había que hacer unos pasos por un pasillo y nuestras habitaciones estaban enfrentadas entre sí. 

Linda fue mi sorpresa cuando la ví en mi cama, desnuda y tocándose. 

No dije nada primero por no asustarla, no quise arruinarle ese momento. Después, admito que me dió morbo verla. Nunca lo había hecho. 

Veía sus caderas moverse y desarmar mis sábanas, mientras su pelo rojo iba y venía por mi almohada. Sus dedos estaban enterrados en su conchita y daban vueltas. Su boquita carnosa abierta dejando escapar tenues gemidos "para no despertarme". 

Era realmente la imagen más increíble que pudiese ver. Ella era un camión y yo no solo tenía el lujo de poder cogermela. Sino que encima tenía ese espectáculo sucediendo en mi cama y viviendo conmigo. 

Pude ver que enterró un tercer dedo en su conchita y se le escapó un gritito tierno y erótico. Mordió mi almohada mientras su pelo le tapaba la cara. Revoleaba las piernas, se acariciaba las tetas con su mano libre que iba entre sus pezones y su pelo. 

Ya para ese momento mi tanguita estaba toda mojada. Quería entrar y comerle la conchita hasta que amanezca, pero quería seguir disfrutando de ese momento. Me mojé los dedos, metí mi mano por mi jogging y corriendo la tanguita me empecé a tocar a su ritmo. 

Íbamos a tener mucho tiempo juntas por delante, tanto, que hasta empezamos por pajearnos en conjunto aunque ella no supiera. 

Ella empezó a acabar, ví como se arqueaba y agarraba mis sábanas que ya estaban empanadas de los flujos y el sudor de Bianca. Largó un suspiro de placer y siguió suavecito acariciándose el clítoris dándome una vista increíble de su cola apuntando a la puerta en la que espiaba. 

Yo por mi parte, intensifiqué mi propia paja, estaba delirando con toda la escena. 

No podía creer estar de pie, masturbándome viendo a mi amiga (aunque a esa altura amante) hacerse una paja en mi cama. Era la definición de pervertida en persona. 

Intentaba no hacer ruido, pero su forma de girarse, me dió cuenta que fallé. "Ceci??" dijo con timidez y susurrando. 

"Si..." respondí y quedé expuesta con mi mano dentro del pantalón. 

Ella sonrió, entendió todo sin mediar palabra, por eso éramos mejores amigas. 

Se acercó, bajó mi pantalón, mi tanga y de rodillas en el piso llevó una pierna por encima de su hombro y empezó a chuparla. 

Dejé mis tetas al aire y me dediqué a disfrutar de masajearlas mientras mi amiga me daba un oral increíble. 

Cerré los ojos, tiré la cabeza atrás y pensé en todo lo que había visto. Le llené la boquita de mi acabada en segundos. Ella no paró, siguió. Siguió hasta el punto que me hizo volver a acabarme, me temblaban las piernas, me dejé caer en el frío pasillo. Ella me estiró la mano y fuimos juntas a su cama que estaba seca. 

5 comentarios - Una chica sencilla (24)

Pervberto +1
Una preciosura.
BohemianFantasy +1
Yo o el relato? 👀
Pervberto +1
Tanto la autora como su obra...