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Cuernos y sexo | Parte 9

La convivencia con otra persona trae momentos de extrema intimidad que a veces no somos capaces de valorar del todo. Vivimos juntos varios años con Xime, pero nunca la observé bañarse, depilarse, o quizás, algo más extremo, jamás orinó frente a mi. En cambio, Flo, a los pocos días disfrutaba de llegar sudada de hacer gimnasia y desnudarse de camino al baño dejando la puerta abierta por si me quería asomar. Hay algo extremadamente sensual en ver a una mujer en el baño. Incluso cuando no haces nada sexual. 

Recuerdo la primera vez que fui consciente de esto, ya habíamos estado viviendo juntos por 2 o 3 semanas, y Flo entró a bañarse luego del gimnasio. Yo estaba trabajando aún, eran más de las 8 de la noche y debería haber cortado hacía horas, pero como siempre me quedé un buen rato más. Hasta que oí el agua de la ducha, y no se oía como si la puerta estuviera cerrada. Mi curiosidad me llevó a acercarme, y si bien no era la primera vez que dejaba la puerta abierta, si fue la primera vez que me quedé observándola. No se percató de que estaba allí, y eso lo hizo más interesante aún. Me quedé absorto, observando cómo frotaba su cuerpo delgado, cómo el agua iba deslizando la espuma hacia abajo descubriendo su piel suave y pálida, cómo enjabonaba su cabello rubio oscuro. Cuando se dio cuenta que estaba parado en la puerta observándola me sonrió, pero siguió con lo suyo y me gritó a través del ruido del agua si quería algo. Solo con mirarla me bastaba, pero tomé esa pregunta como una invitación, me saqué la ropa en tiempo récord y me metí en la ducha con ella. 

Nos besamos un buen tiempo bajo el agua, sujeté su cuerpo bien cerca del mío. Se sentía tan chica, tan delgadita, tan frágil, desnuda en mis manos. La ducha no es demasiado grande, por lo que apenas podíamos movernos ahí dentro. El agua caliente no era un problema, ya que el calefón funcionaba a gas y era parte del edificio. Entre sus besos y caricias, Flo me agarraba la verga con ganas. Sin decir una sola palabra se dio media vuelta, me dio la espalda y se echo hacia adelante levantando la colita. No fue difícil penetrarla. Estaba empapada, lubricada en parte por la ducha y en parte por la calentura del momento. Una sola vez en la vida había intentado tener sexo en la ducha y había sido un fracaso rotundo. Pero esta vez, entre el vapor, el cuerpo delicado de Flo, la intimidad increíble que se generó en ese momento fue tal que sentí que mi cuerpo flotaba en el espacio. Cada embestida las recibía con plena satisfacción, gimiendo y rogando por más. Al poco tiempo ella alcanzó el orgasmo con gritos como nunca le había sentido. Un leve espasmo recorrió su cuerpo y le comenzó a temblar una pierna. Me hizo frenar y se quedó respirando y riéndose apoyada contra la mampara. 

—Uff… tenía pila de ganas… y lo necesitaba… —me dijo— No sé si es cosa mía, pero la tenés más dura que otras veces. Por momentos sentía como que me estabas cogiendo con un fierro… —agregó y cerró los ojos mientras se acariciaba la concha y recobraba el aliento. Y finalmente me preguntó— ¿No terminaste? Vení… te ayudo… 

Arrodillada, aún agitada por la cogida, me chupó la pija con el gusto y habilidad de una profesional. Lamió cada centímetro y cuando terminé se tragó hasta la última gota de mi leche. Es una sensación extremadamente íntima cuando una mujer se traga tu semen en una situación como esa. Entre el calor del baño, el agua caliente, me sentí completamente embriagado. 

No fue la única vez que tuvimos sexo en la ducha, ni el único momento de intimidad extrema con Flo. Ya luego de esa vez, no era raro encontrarla depilándose o cortándose las uñas, o incluso entrando al baño mientras yo me bañaba para orinar, o simplemente espiarme en alguna oportunidad. 


Lo que más me intrigó de ella en esas semanas, fue su dedicación a cuidarme sin olvidarse de mis morbos y perversiones. Flo se convirtió en una intermediaria de Xime. Me ponía al día, me relataba cada chisme y detalle que Xime no me contaba, ya que nuestras conversaciones seguían siendo pocas y demasiado escuetas. Mejor así. Necesitábamos un tiempo separados. Pero en retrospectiva, creo que la cantidad de detalles que le compartía a Flo sobre sus escapadas románticas, por no llamarlas de otra manera, eran para ponerme celoso o excitarme. Y le funcionaba a la perfección. 

Por esa fecha, Xime se vio repetidas veces con Andrés. Uno de sus secretos mejor guardados. El ex que misteriosamente regresó cuando yo ya no estaba cerca. Un detalle que me intrigó bastante fue enterarme que esporádicamente a lo largo de los años se mantuvieron en contacto via mail. Ya que ella quería “mantenerlo a raya”. Según le contó a Flo, él comenzó a escribirle al poco tiempo de dejar cuando ella le ignoraba por otros medios. Una medida desesperada que con el tiempo le funcionó, ya que cada tanto se respondían con cartas extensas, en las que eventualmente el tono se volvió más y más sexual. “No puedo evitarlo, amiga” le confesó Xime a Flo en un audio “siempre me dejé llevar, pero a veces siento que mi libido me controla. Hice cosas que me da vergüenza admitir, me siento horrible, pero no puedo parar. Se que voy a volver a caer en esto…”. Precisamente qué cosas hizo, recién me enteraría tiempo más tarde, cuando Xime me confesó muchas de sus aventuras, por llamarlas de alguna forma. Capaz por ser hombre, o por ver demasiado porno, pero no me resultó tan shockeante. 

La primer gran cosa que le avergonzaba era una cadena de mails en el transcurso de 3 años donde ambos se enviaban fotos cada vez más explícitas. Sobretodo le perturbaba la forma en que ella le pedía más fotos a él con el propósito de tocarse pensando en él. Aunque si bien no le calentaba exactamente ver una foto de una verga, la idea de tener el poder de pedir y que te respondan le llenaba de placer. Tuve el gusto de ver estos mails junto a Xime más tarde, y me sorprendió el tono que tenían. Era el mismo tono que ella usaba cuando éramos amigos y hablábamos de sexo o nos tocábamos. Precisamente lo mismo que hacía conmigo a espaldas de su entonces novio, lo hizo con él cuando era mi novia. Esto me generó un morbo mucho mayor del que puedo expresarles. En especial cuando hacían referencia a mi en fragmentos que podría encuadrar para masturbarme una y otra vez. “A veces cuando Marco me coge pienso en cómo me cogías vos, en tu verga gruesa abriéndome toda… y la extraño… extraño tu verga enorme.“ O incluso comentarios de Andrés que me hacían volar la imaginación: “Me sigo pajeando viendo las fotos que te sacaba en mi cuarto en tu uniforme de liceo. Me volvía loco levantarte la pollerita y comerte la concha hasta que no aguantabas más y me rogabas que frenara… Pero lo que más me gustaba era pintarte la carita con mi leche. Verte con la carita cubierta de leche vestida con el uniforme del liceo, con la cruz en el pecho me daba tremendo morbo. Era algo prohibido, ilegal(Andrés en esa época tenía 21, siendo seis años mayor que Xime), y eso lo hacía más estimulante.” Algunas de esas fotos las había visto, lo podrán recordar de los primeros relatos, pero por la información de los mails existían muchas más fotos. Y muchos más momentos intensos de los que no tenía idea. 

Otras cosas que le avergonzaban a Xime fueron las cosas que acabó accediendo a hacer con Andrés, así como con otros hombres, en el período de tiempo desde que abrimos la relación. En pocos meses había pasado de tener fantasías a vivirlas. Los límites de su sexualidad los había borrado y había hecho cosas que no se había permitido hacer y otras que se rehusaba, pero tras insistencia de sus amantes comenzó a hacerlas. Por nombrar algunas de ellas, aunque ya lo saben: tuvo un trío con dos hombres, una de sus mayores fantasías, donde ambos usaron su cuerpo hasta quedar agotados; dejó que le terminaran en la boca, la cara, las tetas, donde ellos desearan; entregó la cola primero a Tincho, y luego se acostumbró a entregarla a pedido e incluso llegó a pedir; envió fotos de ella desnuda y masturbándose a tipos desconocidos así como a Tincho, Nacho y por supuesto Andrés; gastó demasiada plata en lencería para satisfacer las fantasías de Tincho y Andrés; y más cosas no tan relevantes.

Pero lo que más llenó de culpa a Xime y le confesó a Flo en un audio donde le pedía que no me contara, sucedió con Andrés a los pocos días de su re encuentro. En el audio, Xime le cuenta a Flo que él la había invitado a su casa con el pedido específico de que fuera con su uniforme de liceo, que ella aún conserva por nostalgia. 

El audio de Xime: 

Caí ya vestida con el uniforme. La pollera me quedaba más corta de lo que recordaba, pero al menos me seguía entrando. Me puse hasta la corbata para Andy… Incluso fui con unos converse similares a los que usaba en el liceo y unas medias altas. Cuando llegué a la casa él ya me quería coger… me sentó en su falda y me entró a meter mano por abajo de la pollera como hacía cuando nos veíamos después de clase en el liceo. Me sacó la bombacha de un tirón, me apretó la corbata al cuello y me la agarró como si fuera una correa de perro… me llevó por la casa como si fuera su mascota. Metiéndome mano, vio que ya estaba empapada se bajó el pantalón, la tenía re dura, y me pidió que me sentara. Pero no fue solo eso… sacó el celular y me entró a filmar. Iba hablándome además, re libidinoso, mientras yo luchaba por que me entrara su verga. Así de una, con tan poco juego previo, por más que estaba empapada igual me costó un par de minutos lograr que me entrara toda, y eso le encantó… Empezó a decirme cosas re turbias onda: “mira como te cuesta metértela toda… qué apretadita tenés la Conchita, cómo se nota que Marco la tiene chiquita…” Y yo seguí en la mía, disfrutando de estar ahí sentada, concentrada en disfrutar. Pero él insistía hablando y mencionando a Marco. En una me puso en cuatro y comenzó a cogerme más rápido, yo ya no podía razonar, apenas lo escuchaba… pero él se puso más turbio y me entro a pedir que dijera cosas, y yo las repetía como un lorito. “¿Te gusta así? Decíme cómo te gusta mi verga…” Y yo le respondía: “Me encanta tu verga, es enorme… es la verga más grande que me cogí en la vida”. Y en una se fue a la mierda, me había dado vuelta, yo estaba con las piernas en sus hombros, él cogiéndome onda misionero, y me pidió que mirara a la cámara y dijera “Marco, mira como me coge una verga de verdad”. Y para peor… lo hice. Hice y dije todo lo que me pidió… No me pasó el video al final, pero estoy segura que un día de estos me va a llegar por mail y me voy a sentir horrible viéndolo. Me sentí un poco abusada, pero dejé que pasara todo… no puse nada de resistencia…


Quizás un poco diferente, pero en esencia eso fue el audio que envió Xime a Flo, quien me compartía todo esperando ver la reacción que generaba en mi. Luego de escuchar ese audio debo admitir que mi excitación era demasiado evidente. Aunque estaba preocupado por el camino oscuro que estaba recorriendo Xime, ella se lo estaba haciendo sola. Intenté apartar cualquier idea de preocupación de mi cabeza cuando vi que Flo se reía con picardía. Sin decirme nada se dispuso a abrirme el pantalón, sacarme mi pene erecto y hacerme una paja, chupándome la pija y mirándome con esos ojos pícaros que me encantan.

—¿Te pone escuchar las cosas que hace Xime? ¿No estás celoso o enojado con Andrés? 

—Un poco enojado capaz… pero no estoy celoso… es extraño. Lo que sí… me genera muchísimo morbo todo. Me encanta que me cuentes y muestres todo lo que está haciendo Xime, pero sobretodo… me encanta que lo haces para excitarme… —Flo me lanzó una sonrisa pícara— A vos, ¿te da morbo toda esta situación, no?

—Me da muchísimo morbo… no te imaginas cuanto— me confesó, a la vez que se detuvo de chuparme la pija, se levantó y se desnudó frente a mí—. Estoy empapadísima… —me dijo y se acomodó, sentándose encima mío, mi verga le entró enseguida. Comenzó a mover la cadera mientras me acariciaba el pelo y me miraba con sus ojos enormes, aprovechando toda la situación para su placer tanto como el mío. Al rato enlenteció sus movimientos y me miró fijo y me preguntó:— ¿Si pudieras hacerme lo que quisieras y yo no te puedo decir que no, qué me harías? 

Me quedé pensando un rato, disfrutando de la concha calentita y apretadita de Flo mientras acariciaba sus muslos y le besaba las tetas. Realmente no sabía que decirle, me quedé en silencio demasiado tiempo, pero improvisé una respuesta.

—¿Me lo preguntas o me ofreces? 

—Te lo ofrezco… —me dijo intrigada.

—Vamos al cuarto entonces… 

No tenía idea de qué quería hacer con ella, pero mi respuesta vaga y críptica le encantó. Se levantó, sacándose mi verga de dentro suyo con algo de lástima, quería seguir ahí sentada, pero la promesa de ir al cuarto a por más le encantó. Se fue corriendo con entusiasmo y yo fui detrás, algo más lento. Antes miré mi celular, tenía mensajes de Xime. Los miré por encima y eran bastante largos, pero no parecía nada urgente. Así que me fui al dormitorio en busca de Flo. 

Me esperaba en la cama, algo ansiosa, pero para esconder el hecho de que no tenía idea qué quería hacer, le fui pidiendo cosas. Lo primero que hice fue pedirle que se masturbara para mi mientras yo preparaba el ambiente. “¿Con las manos?” Me preguntó, y le dije que si quería podía usar juguetes, pero que quería ver como se tocaba ella sola generalmente. Y enseguida comenzó a masturbarse a mi pedido. Se acariciaba las tetas con una mano y con la otra el clítoris, cada tanto metiéndose un par de dedos. En ese tiempo, mientras aprovechaba a pensar qué hacer después, puse música, prendí velas, incluso un incienso, armé toda una atmósfera cliché y romántica. Me encantaba verla así, me miraba fijo como esperando órdenes… Me senté en el borde de la cama y la observé un rato tocarse, temblando, esperando mi siguiente orden… 

En lugar de pedirle nada le agarré los tobillos, levanté sus piernitas delgadas y las separé. Lamí el interior de sus muslos hasta llegar a su sexo y comencé a lamerlo con hambre voraz. Mi lengua recorría los labios, daba vueltas al rededor de su clítoris y bajaba luego hasta su ano, lamiendo absolutamente todo. Me di cuenta que no esperaba que le lamiera el ano. Aunque no era ajeno a ella el juego anal, no era lo más normal, y menos conmigo, ya que no suelo interesarme mucho en eso. Quizás por haber encontrado siempre una respuesta negativa por parte de Xime cuando intentaba hacerle la cola. Pero ahora tenía libertad total e iba a aprovecharme de la situación. Continué lamiendo la concha y ano de Flo hasta que se me cansó la mandíbula. Ella aún no había alcanzado el orgasmo, pero estaba al borde, tan solo necesitaba un empujoncito. Me preocupé por apurarme a que ella alcanzara un primer orgasmo más que hacer lo que quisiera, así que la penetré, como había hecho tantas otras veces. Pero en un instante se me ocurrió algo… agarré su celular y comencé a filmarla. Al verlo, pensé que iba a decirme algo, pero en cambio se entusiasmó. Comenzó a gemir con más fuerza, sobreactuando un poco, apretándose las tetas… Me moví con destreza, como un actor porno entrenado. A pesar de no tener los dotes de otros, di mi mayor esfuerzo y dio sus frutos enseguida. El orgasmo de Flo en ese momento eclipsó cualquier otro orgasmo que haya provocado en otra mujer antes. “Ufff… no pares… seguí así!!! Hijo de puta, que bien me cogés!” Dijo entre gemidos y gritos, y cerró todo con un grito ahogado que la dejó sin respiración y con una mueca de dolor hasta que soltó el aire y emitió un gemido final antes de caer sobre la almohada. 

—¿Te gustó? —le pregunté, con genuino interés, falsa modestia y un poco de orgullo. 

—Sos pelotudo… —me dijo riéndose.

Pero yo no había terminado, y ya sabía qué más quería hacer. Así que le pedí su dildo, el mismo que había usado frente a mi y a Xime en otras ocasiones. Le pedí que se lo metiera y se masturbara, a lo que me dijo que no tenía mucha necesidad de seguir masturbándose, pero le recordé que no me podía decir que no… Así que se lo metió y lo dejó adentro sin moverlo demasiado. De cualquier forma, mi plan era otro. La di media vuelta, procurando mantener el dildo dentro suyo, pero levantándole la colita. Apreté sus nalgas, las mordí, bese y enterré mi lengua en su ano, lubricándolo con mi saliva antes de empujar mi verga. Me costó más de lo que esperaba, y más aún considerando que ella no se esperaba que fuera tan brusco o rápido. Habré demorado unos cinco a diez minutos hasta finalmente meterle la verga entera, pero lo logré. Ella luchaba para mantener el dildo dentro de su concha mientras la embestía. Mis movimientos cada vez más rápidos y fuertes, golpeándole la cola, abriendo sus nalgas con mis manos. La cogí como en un video porno, y ella actuó acorde. No se si exageró o si su orgasmo fue real, pero pocas veces en la vida tuve sexo con tanta energía y desinhibición. Cuando dejó de gritar, asumí que ella ya había terminado otra vez, ya sintiéndome realizado y con ganas de eyacular saqué mi verga de su cola y comencé a pajearme. Le pedí que se diera media vuelta y me obedeció enseguida, ya sabía lo que venía después. Sin tener que decirle nada abrió la boca y sacó la lengua, mirándome con deseo. Me masturbé en su cara y eyaculé sobre su lengua, sus mejillas, su cabello… tenía más leche acumulada de la que me imaginaba. Le pinté la cara por completo, y en ese momento se veía hermosa. Antes de que se tragara la leche la bese. Un beso blanco. Con lengua, saboreando mi propio semen mezclado con su saliva. Me abrazó con fuerza, hundiendo sus uñas en mi espalda. 

Estaba agotada, con la respiración agitada, pero satisfecha. Nos quedamos unos momentos en la cama, recuperándonos. Mientras, acariciaba su cuerpo, disfrutando de ver sus curvas, sintiendo como iba bajando el ritmo agitado de sus latidos y su respiración. Nos dimos un baño juntos después. Enjabonándonos mutuamente, besándonos bajo el agua de la ducha, disfrutando del calor del baño tanto como de nuestras pieles. 


Al acostarnos para dormir, mientras Flo se ponía sus cremas nocturnas en el baño, me fijé en los mensajes de Xime. Estaba algo afligida, extrañándome y arrepentida por “como se fueron dando muchas cosas”. Quería verme, pero entendía que no podía obligarme a nada, que si yo necesitaba más tiempo a solas ella lo entendería y me esperaría. Tuve un momento de debilidad donde consideré responderle de vernos al siguiente día. Pero decidí que lo mejor sería esperar más tiempo. Le respondí al mensaje igualmente de forma cordial y sincera, diciéndole que la extrañaba y que me gustaría verla pronto, pero sin decirle mucho más. Era muy tarde, pero vio mi respuesta y me mandó un emoji de corazón como única respuesta. Se dio cuenta que no quería verla enseguida, pero que no estaba todo perdido. Me daba miedo la situación en general. Se nos había ido demasiado de las manos, incluso ahora alejándome, seguía yéndose mucho más lejos de lo que me habría gustado. Pero uno a veces no puede controlar la fuerza de la naturaleza, y Xime en ese momento era como un huracán, un terremoto, un volcán… 

—¿Qué hacés?— me preguntó Flo al entrar nuevamente al cuarto. 

—Te espero… —le dije, dejando mi celular en la mesa de noche y bajando las sábanas— para que me hagas una paja…

—¿Eh? Me acabo de poner crema en las manos y todo…

—Me dijiste que no me podías decir que no… 

Se rió y accedió a masturbarme nuevamente. Aunque no le puso tanta dedicación y cariño como otras veces, me bajó el pantalón y me beso, lamió y masajeó con suavidad mi pene hasta endurecerlo. 

—¿En qué pensás?— me preguntó

—En nada… en ti… ahora, y hoy… 

—Estuvo intenso… la pasé re bien… hacía tiempo no tenía un orgasmo tan fuerte… ¿a ti te gustó?

—Obvio, me encantó. Y que me dijeras que podía hacerte lo que quisiera sin que me dijeras que no… eso estuvo increíble. Aunque no tenía idea de que pedirte…

—Me di cuenta… quizás la próxima se te ocurra algo más. Igual… me hiciste la cola. Y sin preguntar… no le entrego la cola a cualquiera… 

—Estaba pidiendo a gritos algo de atención esa colita… 

—Ah, pero que atrevido… debería dejarte así sin terminar… —me dijo soltando mi verga por un instante— pero no soy tan mala… igual, cuidate. Te estas agarrando mucha confianza. Después le digo a Xime que estas así de confianzudo conmigo y arde troya. 

—¿Le decís todo lo que hacemos? —le pregunté, y al hacerlo note como se me endurecía más la pija. El morbo me superaba. 

—Obvio… y ella me cuenta a mi lo que hace… y a veces me pide que haga cosas… 

—¿Qué cosas?

—Cosas que igual disfruto mucho hacer… no me tiene que decir nada. Pero me gusta tener su autorización… —dijo, sin querer darme más detalles, entendí a que se refería— Estás demorando mucho… ¿necesitas ayuda visual?

—mmm… bueno…

Agarró su celular y se puso a buscar algo mientras me seguía masturbando lentamente. Me mostró el video que grabé esa noche, cogiéndola. Se veía hermosa, su pecho agitado, su cara de goce. Todo era estimulante. 

—¿Estás para algo más extremo? —me miró, y le dije que si— Tengo un video de Xime y Andy… pero… es fuerte.

Al sentir como mi verga se endurecía en su mano no necesitó otra respuesta. Enseguida reprodujo el video. Hacía casi tres semanas desde que había visto a Xime por última vez, ni recordaba cuanto tiempo desde que habíamos tenido sexo, pero ahora la tenía frente a mis ojos completamente desnuda siendo penetradas violentamente por Andrés. Acercaba la cámara hacia la entrepierna en un momento, sacando la verga casi por completo para volver a introducirla y que se notara cuanto se estiraba con su verga. La diferencia era evidente. Me sentí celoso a la vez de excitado, pero un sentimiento más afloró en mi. Hasta entonces, las historias de sexo con él habían sido malas experiencias. Debido a su tamaño no conseguían tener sexo bien, a ella no le entraba y él, al demorar, perdía su erección. Pero nada de eso sucedía en este video. Xime estaba con sus brazos hacia arriba, aferrándose al cabecero de la cama, sus pechos moviéndose con las embestidas de Andrés y sus piernas abiertas, exponiendo su conchita totalmente y abierta. Sus gemidos parecían distintos también, más guturales, profundos e intensos. Inadecuado, disminuido, celoso, aterrado… mi verga comenzó a perder su rigidez, pero el morbo superó cualquier otro sentimiento casi instantáneamente al momento que Andrés saca su verga y comienza a masturbarse sobre el pecho de Xime y le dice “mostrale a Marco como te gusta mi leche y ella se acomoda, abre la boca en silencio y le cae toda la leche en la cara, sobresaltándola, llenando su lengua, mejillas, hasta los ojos y el pelo. Se veía como una actriz porno, sumamente puta, despeinada, sudada, agitada, sin aliento y cubierta en semen. 

—Ahí salió todo… mira que bien que terminás cuando ves a Xime, ¿eh?—me dijo con picardía al tiempo que volvía al baño para lavarse las manos.  

Esa noche necesite tomarme un ansiolítico entero, a diferencia del cuarto que suelo tomar. Pero a pesar de eso mi mente no pudo dejar de dar vueltas. Ese frío extraño invadió nuevamente mi cuerpo y no había manera de entrar en calor. Me sentí completamente solo a pesar de estar en la cama junto a Flo, quien me besó y abrazó antes de dormirse plácidamente. 

2 comentarios - Cuernos y sexo | Parte 9

MaCo2695 +1
A este punto prefiero que se quede con Flo que con Xime