Un masaje común como cualquier otro. El muchacho en cuestión se había quedado en bóxer y juro que no hice ninguna maniobra extraña para aprovecharme de él.
Sabemos que un masaje puede ser excitante para el que lo recibe, pero yo estoy acostumbrado a portarme bien si no me solicitan algo en especial...
Comencé con él boca abajo, como siempre, hasta que noté movimientos como quien se le para la pija y se la quiere acomodar.
No es la primera vez que sucede, son reacciones del cuerpo y eso no significa que al muchacho le guste que lo toque un hombre, masajes y caricias corren por un delgado filo y un cuerpo, en el estado de relax y desconexión, recibe tal caricia con placer por más que seas etero y el masajista sea hombre. Y a veces, las pijas reaccionan!
Estoy acostumbrado a eso e incluso estoy preparado para dar un discurso tranquilizador al hombre en cuestión. "Son cosas normales, reacciones naturales, etc..."
Pero por las dudas, también estoy alerta por si se entusiasma y quiere más.
Llegado el momento, le pedí que se ponga boca arriba y el tamaño de su ereccion era indisimulable, no había manera de disimularla pero no dijo nada y yo tampoco, aunque su cara mostraba un poco de desesperación por su falta de control, verdaderamente la estaba pasando mal...
Masajeé sus pies y sus piernas y fue peor, la pija le latía y la manchita de preseminal en el bóxer lo delataba...
En un momento todo pasó, me dijo:
- Perdón! Que vergüenza! Me calenté mal!
Yo traté de calmarlo tal cual lo que les contara antes, pero el me siguió diciendo:
- No! Es que voy a acabar... no se que me pasó... nunca me pasó esto con un hombre! Que vergüenza!... no me aguanto! Voy a manchar el bóxer!
Ahí entonces actué yo, le dije que se tranquilizara y respirase profundo.
Baje su bóxer y acomodé si pija, muy dura y palpitante sobre su panza. Con mis manos aceitadas acaricié su tronco muy suave llegando hasta la zona del frenillo un par de veces hasta que explotó en un profundo orgasmo. Tres fuertes chorros de semen espeso y caliente bañaron su cuerpo mientras el se sacudía un poco hasta que se fue calmando...
Le pedí que siguiera respirando profundo y que disfrutara de este percance.
Me hubiese gustado contarle la cantidad de pijas que acabaron sobre mi camilla, cuantas vergas estimulé con los más exquisitos masajes tantricos, cuantas acaricié con mi lengua... cuantos hombres probaron su primera vez con otro hombre... cuantos culos fueron estimulados manualmente para relajarlos y prepararlos para ser penetrados por mi hasta llenarlos de leche. Cuantos hombres casados saciaron su sed de pija al secreto de mi discreto gabinete... cuantos no me dejaron terminar con el Masaje por prenderse a mi verga con sus hambrientas bocas...
Pero no, preferí no contarle, era mejor así. Lo limpie con unas servilletas de papel, lo calmé y lo tranquilicé. Todo lo que había pasado era normal y creo que lo entendió.
Ahora puede ser que de la vergüenza no venga más, o que vuelva porque entendió que fue un accidente que puede pasar o que le agarre la curiosidad por experimentar cuanto placer puede recibir de mis manos...
Ya lo veremos!
Sabemos que un masaje puede ser excitante para el que lo recibe, pero yo estoy acostumbrado a portarme bien si no me solicitan algo en especial...
Comencé con él boca abajo, como siempre, hasta que noté movimientos como quien se le para la pija y se la quiere acomodar.
No es la primera vez que sucede, son reacciones del cuerpo y eso no significa que al muchacho le guste que lo toque un hombre, masajes y caricias corren por un delgado filo y un cuerpo, en el estado de relax y desconexión, recibe tal caricia con placer por más que seas etero y el masajista sea hombre. Y a veces, las pijas reaccionan!
Estoy acostumbrado a eso e incluso estoy preparado para dar un discurso tranquilizador al hombre en cuestión. "Son cosas normales, reacciones naturales, etc..."
Pero por las dudas, también estoy alerta por si se entusiasma y quiere más.
Llegado el momento, le pedí que se ponga boca arriba y el tamaño de su ereccion era indisimulable, no había manera de disimularla pero no dijo nada y yo tampoco, aunque su cara mostraba un poco de desesperación por su falta de control, verdaderamente la estaba pasando mal...
Masajeé sus pies y sus piernas y fue peor, la pija le latía y la manchita de preseminal en el bóxer lo delataba...
En un momento todo pasó, me dijo:
- Perdón! Que vergüenza! Me calenté mal!
Yo traté de calmarlo tal cual lo que les contara antes, pero el me siguió diciendo:
- No! Es que voy a acabar... no se que me pasó... nunca me pasó esto con un hombre! Que vergüenza!... no me aguanto! Voy a manchar el bóxer!
Ahí entonces actué yo, le dije que se tranquilizara y respirase profundo.
Baje su bóxer y acomodé si pija, muy dura y palpitante sobre su panza. Con mis manos aceitadas acaricié su tronco muy suave llegando hasta la zona del frenillo un par de veces hasta que explotó en un profundo orgasmo. Tres fuertes chorros de semen espeso y caliente bañaron su cuerpo mientras el se sacudía un poco hasta que se fue calmando...
Le pedí que siguiera respirando profundo y que disfrutara de este percance.
Me hubiese gustado contarle la cantidad de pijas que acabaron sobre mi camilla, cuantas vergas estimulé con los más exquisitos masajes tantricos, cuantas acaricié con mi lengua... cuantos hombres probaron su primera vez con otro hombre... cuantos culos fueron estimulados manualmente para relajarlos y prepararlos para ser penetrados por mi hasta llenarlos de leche. Cuantos hombres casados saciaron su sed de pija al secreto de mi discreto gabinete... cuantos no me dejaron terminar con el Masaje por prenderse a mi verga con sus hambrientas bocas...
Pero no, preferí no contarle, era mejor así. Lo limpie con unas servilletas de papel, lo calmé y lo tranquilicé. Todo lo que había pasado era normal y creo que lo entendió.
Ahora puede ser que de la vergüenza no venga más, o que vuelva porque entendió que fue un accidente que puede pasar o que le agarre la curiosidad por experimentar cuanto placer puede recibir de mis manos...
Ya lo veremos!
5 comentarios - Reacción inesperada en un masaje