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Ley nude 9: Mami y papi saltan en la cama

Era noche cerrada. Me hallaba tumbada en la cama, bien despierta y cachonda. Me hallaba totalmente desnuda, con mi jaulita rosa firmemente colocada. Mi cuerpo todo depiladito. Y por supuesto, me estaba orinando. Pero no tenía permiso para ir a orinar. Si iba al baño (situado en el pasillo), seguramente mami o papi me oirían si tiraba de la cadena. Y si no lo hacía, se encontrarían con la evidencia en unas horas. Tampoco era una opción bebermelo, pues mi pitito en castidad no permitía que la orina llegara a mi boca. Estaba todo pensado. Así que, o me lo hacía encima (obteniendo por ello un castigo), o me aguantaba. Y así hice. Por suerte o por desgracia, ya estaba acostumbrada, así que era algo más sencillo.
La noche era el único momento en que podía estar “tranquila”, pues nadie me molestaba.
En mi escritorio tenía mi portatil, donde solo tenía acceso a una página porno gay, que era donde mami e Isa subían mis vídeos. Además, había porno descargado. También tenía juguetes sexuales, como consoladores de varios tamaños y colores: transparente, negro, rosa, blanco…
Escuché un ruido proveniente de fuera. Asustada, creí que quizás habían entrado a robar. Abrí la puerta de mi cuarto despacio.
Abajo, todas las puertas estaban cerradas con llave y las llaves las tenía mamá. Además, las ventanas estaban cerradas, así que no podía huir. Pero mientras mami tuviera la llave de mi jaulita, ella sabía que no me iría.
Al salir afuera, no vi a nadie, pero el ruido provenía del cuarto de papi y mami. Con cuidado, me acerqué, gateando, para no hacer ruido. La puerta estaba entreabierta y pude ver, asomada en la puerta, la escena tan hot que estaba teniendo lugar.
Los ruidos provenían de mami y papi, quienes follaban duro y hacían la cama temblar. Mamá, totalmente desnuda, con un simple collar que mantenía la llave de mi castidad, con el pelo revuelto y sudada, gemía, mientras sus tetas aplastaban el colchón. Papi, con su pollón metido en el coño de mamá, la embestía una y otra vez, mientras sus perfectos pectorales hacían acto de presencia y sus fuertes brazos la agarraban de la cintura. Una y otra vez.
Mami por supuesto me pilló. Me guiñó el ojo y luego, papi también se fijó en mí. Asustada, me fui deprisa a mi cuarto y cerré la puerta, pero al minuto, papi y mami entraron.
— Hola bebita — saludó mami picarona—. ¿Te ha gustado lo que estabas viendo?
Sabía que no debía mentir. Era inútil. Ya me habían pillado, así que asentí con la cabeza, con el rostro colorado. Mami y papi se miraron picarones y luego, mami me agarró de la manita y lentamente, regresamos al cuarto de papi y de ella.
La cama de matrimonio estaba deshecha y la mano de mamá todavía estaba sudada.
— Siéntate en el suelo perrita — ordenó mami.
Obedecí. Una vez sentada, vi como papi con su hermosa polla se tumbaba cuan largo era en la cama. Mami se puso una coleta y, al guiñarme el ojo, me dijo traviesa:
— Disfruta, bebé.
Dicho eso, ella empezó a lamer la polla de papá. Ella estaba a la derecha de él, para dejarme libre la visión. Así, podía yo ver como ella le hacía una deliciosa mamada.
Mami empezó por lamer los huevos de papi e ir con su lengua recorriendo su tronco hasta llegar al glande. Dio varios y dulces besos. Esa técnica que también me habían enseñado a mí y tantas veces había practicado con él.
Entonces empezó a hacerle la felación. Chupó su glande primero. Luego, fue metiendo su boca hasta el final del tronco, hasta sus testículos. Adentro, afuera. De abajo, hacia arriba y viceversa. Una y otra vez. Todo mientras papi gemía de placer y yo miraba embelesada. En la quietud de la noche, todo estaba tranquilo y solo se escuchaba a ellos dos. Y yo no podía apartar la mirada. Mis propios padres follando delante de mí. Yo había cogido con papá muchas veces. Y una parte de mí quería nuevamente follar con él.
Después de la mamada, mami, de cara a papi, montó en su polla, posó sus manos en los pectorales de él y, tras ordenarme que me pusiera a un lado de la cama (para verlos de perfil), ella empezó a cabalgar.
Sus tetas botaban con cada embestida. Los huevos de papá chocaban con el coño de mami, mientras esta gemía con fuerza.
— ¡Oh sí, Carlos!
Gemía ella. Me habría tocado, de no ser por la jaulita. En este punto, estaba totalmente despierta y supe que no dormiría el resto de la noche.
Papi agarraba de la cintura a mami mientras ella seguía cabalgando. En el proceso, ambos se dieron un tierno beso en los labios. Varios, en realidad. Fue entonces cuando papi empezó a follarle el coño. La puso boca arriba en la cama, ambas piernas abiertas y empezó a penetrar mientras ambos estaban muy cerca el uno del otro y se besaban con amor. La polla de papá entraba y salía de la vagina de mami a toda velocidad. Una cosa que mi cosita jamás podría hacer. Aquel era mi sitio. Yo era una nena sissy pito chico.
Papi besó el cuello de mami y esta gimió. Luego, la puso a cuatro patas, de forma que mami quedó mirándome y papi empezó a embestirla igual que antes, cuando los atrapé cogiendo. Las tetas de mamá iba de delante hacia atrás y gotas de sudor le surcaban la frente. Sus tetas estaban sudorosas, su pelo también, y ella olía muy sexy. Ambos se habían puesto perfume antes de coger y ahora notaba el olor.
Mami se subió en brazos a papi, rodeó su cuello con sus brazos, y su coño se introdujo en su polla. Ambos empezaron a besarse tiernamente mientras mami gemía, sus tetas botaban con cada impacto de la verga de papá sobre su coño y, finalmente, llegó el momento del clímax. Pero papi no se corrió en mamá. En su lugar, ambos tuvieron una mirada cómplice mientras ella se bajaba de su verga. Se arrodilló en el suelo y papi se puso de pie. Luego, mami empezó a hacerle una mamada a papi mientras alternaba entre mirarlo a él a los ojos o a mí con carita picarona. Siguió chupando su verga. Adentro, hacia afuera.
— Ven aquí, María — ordenó papá.
Sumisa, obedecí. Me puse de rodillas bajo su verga y, por orden de él, abrí la boca. Mami terminó de chupar y papi empezó a masturbarse. Unos segundos más tarde, litros de semen cayeron en mi boquita y salpicaron mi rostro y pelo, llenándome toda de su lefa. Mami aplaudió contenta y me hizo varias fotos con el teléfono. Tragué el semen y con mi lengua, limpié la verga de papá. Lamí sus huevos, su tronco y terminé en su glande, donde le di una chupadita. Terminada de limpiar, quedó reluciente.
— Hora de dormir — ordenó mamá.
Yo dormí entre ambos, todavía desnudos. Mi carita pegada a los pectorales de papi y mi espalda y cabeza a las tetas de mamá. Los tres envueltos en un sexy abrazo.

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