Los Deseos Pervertidos de Jenny: Prologo

Me llamo Jenny, tengo 21 años y soy una chica universitaria respetable en todos los sentidos. Soy rica porque mis padres me lo dan. Uso ropa de diseño cara y conduzco un coche precioso. Y nadie sabe lo puta enferma que puedo ser cuando juego a mis juegos pervertidos.
Nadie que me conozca esperaría que una zorra tan remilgada como yo tuviera semejantes fantasías sexuales. Pero aquí estoy, sentada en un aula en mi primer año de universidad, con un gran tapón anal negro en el culo bajo mis bragas de «Victoria’s Secret» e imaginándome de rodillas con el profesor follándome la cara con rudeza. Me veo apenas capaz de respirar con las lágrimas brotando, haciendo que se me corra el rímel y ahogándome con su gran polla negra. Veo a los demás riéndose de mí y burlándose de mí. Finalmente, me dispara su semen por toda la cara, sin dejarme lavarla hasta el final de las clases. Empapo mis bragas de seda pensando en ello: una de las chicas más populares y atractivas del campus degradada y expuesta de esa manera.
Mi imaginación no tiene límites y apenas puedo resistirme a meter la mano bajo la falda y frotarme hasta el orgasmo. Tiene que esperar hasta que llegue a mi auto después de las clases.
Hasta ahora, he jugado a mis juegos perversos en solitario. Pero sabía que mi deseo de profundizar más no se detendría. No podría resistirme a humillarme o a ser humillada de verdad: degradada, avergonzada, avergonzada.