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TENTACAO

TENTACAO
Al acostar la cabeza en la almohada, Ochaco debería tener dificultad para dormir, con la conciencia pesada y sucia por malos pensamientos. ¿Cómo puedes ser tan sórdida? ¿No le da vergüenza sellar tus labios con este chico e imaginar que podrías ser su padre? ¿No te arrepientes haberse acercado con las intenciones más pervertidas posibles?

Quizás, pero sinceramente, nadie podría condenarla.

_Me gustan sus tatuajes. Uraraka elogia, los ojos recorren el dibujo coloreado por el brazo fuerte a la muestra, debido a la regata negra.

El mayor sonríe, cerrando el libro en mano. Relaja la postura sobre el sillón de la biblioteca, abriendo las piernas y inclinando la cabeza hacia un lado mientras se quita las gafas.

Las hebras más largas del cabello caen sobre sus ojos, moldeando la cara de una manera que lo hace aún más atractivo, y Ochaco, apoyada en el marco de la puerta del cómodo, podía jurar que ese era uno de sus momentos más sensuales.

Uno de varios, por supuesto.

Shota Aizawa era tentador. Por más que la joven castaña diga que va a dejar de pensar en él, de desearlo, jamás cumple con tales promesas, justamente porque está cautivada demasiado por el aura vigorizante y seductora del hombre.

Al principio sólo era su profesor. Su corazón latía más fuerte cada vez que los punteros del reloj se acercaban al horario de la clase. Para aquella que no se preocupaba por vestirse bien para ir a la universidad, ella comenzó a elegir su ropa a dedo. Perdía horas frente al espejo para llegar bella al campus, adentrarse en el edificio decadente y ser regalada con aquella sonrisa iluminada.

No era tan fan de la literatura latina, pero ella se aseguró de comprar el libro que él indicó en la segunda semana. Leyó, releyó, investigó. Ahora, Virgilio era el libro predilecto de la chica, sabría citar toda su obra sin ningún problema.

Y cuanto más se dejaba llevar por el encantamiento del pelinegro, más se

perdía en el deseo, en la tentación,

¿Te gusta?_él reitera.

_¿Cuál es tu favorito?

Ella inclina la cabeza hacia un lado de la puerta, repentinamente retraída.

La rosa.

_Y por qué?

_Me gustan las rosas. Y... te queda bien.

Él se ríe suavemente con la respuesta.

Aizawa era tentadoramente alto, el rostro fino poseía rasgos bien marcados, maduros y sexys. El cabello es largo, llegando al hombro; la voz gruesa, aterciopelada, características que, una vez juntas, son el conjunto perfecto para sacar la castaña de la órbita.

Ella soñaba en clase, fantaseando con las manos grandes alisando su piel, acariciando sus delicadas curvas mientras, el pectoral ancho de él, la presionaba contra... cualquier cosa que el mismo quisiera.

Es consciente de que el hombre era más fuerte, mil veces más fuerte, no solo físicamente sino también intelectualmente, pero el hecho nunca la asustó en absoluto.

Y cada vez que lo oyes recitar esos versos....

Jamás imaginó qué literatura podría ser interesante de esa forma, que se excitaría mientras escuchaba el idioma original de las obras ser declamado en aquella voz ronca y máscula. No obstante, la parte más válida para mencionar sobre toda esta fascinación fue que, de unas semanas para acá, se hizo mutuo.

Sin embargo, había algo más que sus palabras nunca podrían vocalizar.
muy caliente
_ Y sabe lo que me gusta de usted?_el corazón de la joven acelera al oírle pronunciar a preguntar en un tono tan cautivante. Ella apenas consigue murmurar un "hun?", conteniendo el entusiasmo. Bueno, son muchas cosas..._él continúa, acompañado de una sonrisa fácil._Pero si tuviera que decir la más recurrente, diría...los ojos oscuros recorren descaradamente el cuerpo femenino.

Desde el rostro a los piecitos descalzos en el suelo de madera, ella era capaz de sentir el peso de aquella mirada hipnotizante. No en el juicio, obviamente, pero en esmero, con un aire alucinante de codicia, especialmente en la pausa larga que él hizo a la altura de sus muslos expuestos por lo babydoll.

_Me gusta el hecho de que siempre usas algo corto cada vez que vienes a dormir aquí. Shota dice.

Con ese foco repentino hacia su pijama, ella se encontra más tímida. Las piernas se contraen, resbalando el interior de los muslos continuamente, en un baile que solo contribuye a evidenciar la timidez.

.Te ves tan hermosa vestida así. cariño... Quiero decir, hermosa ya lo eres._el cumplido la hace morder la uña del dedo índice, encogiéndose. Mi hijo tuvo suerte en conocerte. Es inteligente, educada...

Ah sí, su hijo.

Shota era mayor, tiene una carrera profesional impecable, con éxitos nacionales e internacionales en el currículo y, por eso, parecía inalcanzable, fuera de mísera posibilidad. Tanto que Uraraka tuvo que recurrir a una estrategia vulgar.

El hijo unigénito de Aizawa, fruto del también único y finado matrimonio, era totalmente el opuesto del padre, al menos la personalidad ya que en la apariencia era evidente el parentesco. Hitoshi cuenta con una fama bohemia, irresponsable por el campus de la universidad, pero era un tonto apasionado y fácil de manipular.

Y era muy maleable, sucumbiendo rápidamente a sus encantos. Le hizo pensar que era el depredador, aprovechándose de otra novata ingenua cuando, en realidad, quien estaba, y aún está siendo usado, es completamente él por ella.

Ochaco fue inteligente al no crear lazos ni expectativas, pero resultó que su objetivo era otro.

Solo disfruta de las ventajas; del status de estar junto a un alumno con contactos docentes relevantes, de pasar las noches en la mansión en un barrio exquisito, tropezando por los pasillos, "sin pretensiones", con el Sr. Aizawa durante las madrugadas.

Tentación. Así caracteriza el deseo que circula entre los dos; quizás mutuo, porque, vea bien, no hay nada sin pretensiones en esas topadas, tanto por parte suya como por parte del más viejo.

Siento un poco de envidia de él por eso. Por estar contigo._Shota revela, suspirando. Es mi hijo, pero tengo que admitir que algunas veces me pregunto dónde me equivoqué... rió, sorprendentemente bien humorado, a pesar de la implicación que las palabras promueven. No es justo que un mocoso como él pueda estar con una buena chica como tú. Es injusto que él pueda desfilar contigo por ahí, aquí dentro de la casa, besarte,.... tocarte._el discurso final provoca un remolino en el estómago de la chica, ansiosa, introvertida y caliente al mismo tiempo. No está de acuerdo? Hun?

Ochaco aprieta los labios entre los dedos, vacilante por un segundo. La voz falla, pero suena audible al susurrar:

También le envidio a veces.

¿En serio?_el mayor incentiva._¿Por qué... te gustaría estar en su lugar, querida?

Aquí está. Ese era el 'algo más que sus palabras nunca conseguirían vocalizar'.

Ella tiene un poco de vergüenza al reconocer eso consigo misma. En repetidas ocasiones, al observar la relación entre padre e hijo, la enfermaba de envidia. No era cruel la forma atenta con que Shota siempre_ buscaba a Hitoshi después de las clases, recibiéndolo con un abrazo, aunque el más joven gruñe como un adolescente avergonzado.
tentacion
No era igualmente doloroso saber que el Señor Aizawa, incluso años después del divorcio, estaba presente en la vida del hijo, dedicándose a ayudarlo, a encontrar un lugar en ese mundo.

Sí, ella tenía envidia de todo ese cariño y atención, la castaña desde muy joven vivió con los abuelos en otra ciudad para estudiar y trabajar, por eso, estar con los padres era cosa extremadamente escasa.

_No sé explicar, sólo... me gustaría estarlo. ella dice, en un tono dulce.

El pelinegro sonrió, dejando el libro en la mesa redonda más cercana al sillón.

_Ven aquí, cariño. Siéntate en mi regazo. la llamó, palmeando sus muslos.

Los pasos cortos atraviesan la biblioteca, llevándola hasta el más viejo, según lo solicitado.

Tímidamente, ella se acomoda sobre los muslos firmes, sentándose de lado y permitiendo que una de las manos masculina envolviera su cintura.

Shota besa su hombro, afectuoso.

Todo bien. la tranquiliza, con voz suave. Es normal sentirse así, ¿de acuerdo? Sé que sólo quiere un poco de cariño, y yo..._él toma la lateral de su cara, haciéndola mirar directamente a los ojos, con las pupilas dilatadas. Yo puedo ofrecerte eso.

Ochaco inclina hacia él, apoyando su cuerpo contra el pectoral; la cabeza toca el hombro ajeno, descansando. Sus piernas estiradas sobre las del él, encogidas, con los pies tocando el tapizado del sofá y las manos entrelazadas frente al cuerpo.

_¿Puedes?_ella murmuró.

_Claro que sí._el hombre garantiza._Hace mucho tiempo que me siento solo, también necesito cariño... Puedes ayudarme con eso, ¿no?

_Sí.

_Qué bueno oír eso, pequeña. los dedos recorren la pantorrilla descubierta de la chica, en un toque escalofriante, el cual ella acompaña con los ojos.

Cuando el tacto desliza de su rodilla hacia su muslo, Uraraka se muerde el labio, nerviosa, al sentir que el estómago se revuelve otra vez.

El caminar por su piel caliente alcanza la barra del camisón, no limitándose a los límites del tejido, metiendo la mano por debajo y siguiendo lentamente a la intimidad, sin embargo, él vacila en el instante en que consta la ausencia de su pieza íntima.

Una risa nasal hace eco del pelinegro.

_No está usando nada debajo... él destaca, en voz alta. Eso facilita las cosas, ¿sabes? Es más fácil meter los dedos bien aquí..._el contacto de la mano fría con el íntimo efervescente la atrapa desprevenida.

_Hhmm~...ella deja escapar un ruido quebradizo, mañoso.

Y mientras ella desea retraerse más en el regazo de ese hombre, Shota anhela encarar la intimidad de la joven, enrollando el camisón hasta la cintura e intentando abrir sus piernas, pues su humedad abundante llama la atención de él.

_No, abre las piernas para mí. Déjame verte._pide, a medida que, él mismo las separa.

El peso de la mirada masculina en la región, la intimida, pero la excita de la misma manera. Aizawa se deleita con el exceso de lubricidad, la pequeña zona tan mojada que el rastro pegajoso centellea cerca de la entrada, manchando la parte interna de sus muslos, posiblemente debido al momento en que ella frotó una pierna en la otra.

_Muy mojada...susurró, salivando. El indicador exasperado rodea la grieta, no tardando en deslizarse hacia adentro, yendo hasta el máximo que el interior vaginal permite. Y apretada. Uraraka gime suavemente, uniendo las cejas._Ah, qué ganas tenía yo de meter mis dedos en ti... él comenta, extasiado. El dedo medio roza la entrada, listo para invadirla también._Ahora, uno más. Para hacerlo más sabroso. inserta lentamente, hasta el final. Eso...

Entra y sale, acariciando el interior, cuidadoso. Los gruñidos de la joven, junto con las tiernas muecas y la respiración jadeante, maravillaban al hombre. Él alterna el enfoque entre el movimiento que realiza en la vagina y la carita de ella, la expresión amable dibuja su rostro todo el tiempo.
oppai
En un instante, Ochaco se inquieta sobre su regazo, envolviendo firmemente el cuello del pelinegro mientras lo exprime, pulsando con intensidad.

_Tensa demasiado, mi pequeña._él resalta._Necesita relajarse, va a ser mejor si está relajada.

Ella se revuelve, sin una posición cómoda para disfrutar de la caricia que recibe. Pero no era difícil comprender el porqué de la falta de sosiego.

La polla dura del hombre marca bajo los pantalones del pijama, torturándola, consominando toda la cordura que le queda al desconfiar que era demasiado para sí, quizás.

Te está molestando, ¿no?_fue posible notar vanidad en tus palabras y sonrisa. Me vuelves loco de una forma tan..._traga la saliva, mordiendo el labio mientras hundes la nariz en su cuello, aspirando profundamente el perfume allí._... malditamente tentadora. Muy deliciosa.

Quizás, él ni sabía con certeza qué palabras utilizar para describir la lucha constante que lidiaba consigo mismo hasta esa madrugada, cuando decidió tirar todo para arriba y dar un paso más osado en esa conexión mutua.

Él retira sus dedos, limpiándolos con una obscena lamida, disfrutando de su miel, de su sabor.

_Yo no consigo pensar en nada más que en la posibilidad de meter bien profundo dentro de ti._revela, la voz ronca eriza su piel._Llevo mucho tiempo pensando en eso. Desde que tú eras mi alumna aplicada. Y solo empeoró cuando se volvió la putita de mi hijo..._sonrió presuntuoso. _Porque eso es lo que eres para él, ¿sabes? Una putita. Pero ambos sabemos que no eres eso. Eres una buena chica, ¿verdad? Dedicada, inteligente... Siempre me da tanto gusto verte cada semana en la sala, la forma en que tus ojitos brillan durante las lecturas. Ni me importan los momentos en que viaja, mirándome, probablemente fantaseando con esa cabecita como debe ser la sensación de tener mi polla metida hasta el fondo en su coño..._él no censura las sucias palabras. No contenta con mi hijo, nunca se contentó, o... jamás lo quiso.

N-no, él... Uraraka intenta explicar, gesticulando negativamente con la cabeza. Él nunca... Yo nunca dejé que él me tocara de esa forma.

Shota levanta las cejas, sorprendido.

¿Nunca?

_Nunca._reafirma._En verdad,

nadie.

_Ah, cariño..._el pelinegro sonrió de una manera malvada, perversa, deleitándose con la novedad.

La oportunidad de realizar el deseo sórdido de poseerla, ya sonaba como un regalo, sin embargo... Ese hecho despierta una llama hasta entonces desconocida para él. No imaginó que se volvería loco para desflorarla, ser el primero en tocar cada parte de ese hermoso cuerpo. Los músculos palpitan, el tejido de la ropa interior se ve cada vez más justo, sofocando la excitación que babea la pieza íntima.

Sin mucha delicadeza, él se levanta y la coloca en el sillón, acostándola con las piernas encorvadas. Aizawa apoya una de sus rodillas entre el espacio libre de las piernas, inclinándose sobre el pequeño cuerpo.

En los ojos oscuros, hay una intensa llama, un hambre feroz al contemplar sus pliegues interiores centelleantes de humedad. Nunca fue deseada con tal codicia. Aquí, ella consigue diferenciar las miradas que ya recibió; mucho más esmero.

_Vas a dejarme hacer eso?_el tono grave en la voz era como música para sus oídos. Es para eso que viniste detrás de mí, ¿verdad?

Ella asiente con la cabeza.

Sí... la dulzura en su voz también era agradable a los oídos del hombre. Yo estaba esperando por ti.

Joder, ¿por qué tuviste que decir tal cosa? Sus palabras platónicas, sonando de ese modo adorable, fueron capaces de aniquilar los vestigios de sentido común que aún quedaban en Aizawa.

Él está completamente y profundamente enredado en su órbita. Ochaco tiene todo lo que él desea. Era genial, apasionante y toda esa aura angelical que parece envolverla en ese momento, era un gatillo bárbaro.
Ochako Uraraka
Shota quiere a desvirgar, devorar parte por parte para después reconstruir y repetir todo de nuevo si así fuera permitido; ajustarle entre los brazos de él, porque era más fuerte, vivido, y ella necesita protección, orientación, aprecio. Nada más importa que mantenerla cerca.

Peligrosamente cerca.

_Lo haré por ti._guió los dedos a la barra de su regata, retirándola. Luego, él segura la cintura del pantalón y la baja junto con la ropa interior. Seré delicado, como te mereces, mi hermosa.

Los ojitos de Ochaco brillan ante la desnudez masculina. No consigue desviar el foco de la erección, el glande melado e hinchado era tentador. Ella saliva, como una pervertida. Se condena por encaralo de esa forma descomunal, pero relaja, pues su reacción solo contribuye para aumentar la libido ajena.

El abre el cajón del escritorio, cogiendo dentro de una caja condones. Después de vestir el preservativo con rapidez él regresa a la chica, la gran mano sujeta su espalda baja, sirviendo de sustento para acercarla, impidiéndole que retroceda, mientras que la otra envuelve su propia polla guiándolo hacia la hendidura íntima.

El roce entre sus pliegues se vuelve más agradable una vez que la región del clítoris fue masajeada. Shota sabía dónde invertir, cómo estimular, mirar, qué decir.

Y lo más alucinante era que ni necesitó instruirlo. Por lo tanto, no se ahoga en el miedo al sentir la entrada ser pincelada por la punta del pene.

El ajuste fue rápido, pero la inserción lenta. Ochaco detiene la respiración, apretando sus brazos entre las palmas de sus manos.

Los ojos se cierran en medio de la sensación de arduo, sin embargo, al escuchar la voz aterciopelada pidiendo: "no, mírame. Quiero que me mires ahora".

Ella obedece, dejándose embriagar en su belleza, en la mirada ardiente que la encara.

La castaña contrae el vientre, obviamente tensa. Aunque desconfie, no se arrepiente, todavía está experimentando algo por primera vez, y primeras veces son siempre traicioneras de esa forma.

_Casi allí. Sólo un poquito más._él amansa, empujando los últimos centímetros hacia adentro. Listo. dice, con una sonrisa aliviadora. Todo en mi chica... Mi buena chica...

Los labios finos se acercan a los de ella, las narices resbalan antes de que las bocas se toquen, un toque tímido, probando la textura y el sabor con sellares pausados.

La excitación rápidamente toma cuenta de sus cuerpos, haciendo que Shota devore los labios carnosos de la joven, insertando su lengua en la cavidad ajena y explorando el contacto sensible entre los pequeños músculos.

El beso era exactamente como Uraraka había imaginado; ardiente, de perder el aliento en pocos segundos, profundo.

Y la conexión solo no se prolonga a causa del gemido sufrido que hace eco de su garganta al experimentar la primera embestida, la cual corta y arde su interior.

Aizawa sostiene su barbilla, alzando nuevamente su mirada.

Shh, tranquila, está todo bien._rozó la punta de la nariz por su mejilla, cuando la oyó quejarse bajito. Te voy a coger bien despacio... Bien rico para que lo disfrutes.

Él sigue el ritmo referido, entrando y saliendo con paciencia, ampliándola poco a poco. El miembro prácticamente abandona casi todo a la chica, y luego regresa, penetrando cada centímetro.

La boca vuelve a la suya, moviéndose en una danza sensual y un tanto torpe, pues el movimiento de sus cuerpos aumenta en cada embestiada que recibe.

Shota sonríe entre los besos, mordiendo su labio inferior.
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Es bueno, ¿no?_la pregunta resuena en un susurro, y ella responde con un sonido de confirmación. Es muy bueno tener verga en el coño, especialmente cuando lo querías tanto... Y yo también lo deseaba para un carajo._resalta, gruñendo al ejecutar una estocada más bruta, que apenas deja su interior y luego está dentro de nuevo. Lo deseaba tanto que pensé que me volvería loco... Y ahora me dejas ser el primero._la mano aplana un lado de su cara, enfocando sus miradas. Era un momento tan seductor que Ochaco renuncia a tirar la cabeza hacia atrás cuando suelta otro gemido adorable._No tiene idea de cuánto me conmueve._el toque desciende por su cuello, así como los ojos oscuros. La admira, sintiendo erizarse su cálida piel. Traza el camino hasta la clavícula, donde resbala hacia el escote del camisón y aprieta firmemente el paño entre los dedos. Hay tanto que quiero hacer contigo, con este cuerpo maravilloso...

El pelinegro la venera con palabras, miradas, perfecta en todo para él. Los besos son distribuidos pausadamente por la región de su cuello, descendiendo lentamente hacia el inicio los senos, haciéndola entrar en una especie de trance.

Son muchos estímulos; la voz profunda, el movimiento delicioso en su interior, el cariño, el aliento...

Los oídos zumban, no captando correctamente los chasquidos húmedos de ese acto carnal, o las palabras ahogadas por los besos del más viejo contra su piel.

Tan preciosa. Mi preciosa chica..._los elogios hacen eco en la biblioteca, vagan por su mente. Sólo ese elogio atrayente era capaz de hipnotizarla. Te quiero para mí. Toda para mí... ¿Quieres ser mía, princesa? él besa su barbilla._Yo puedo cuidar de ti.

_Sí. Yo quiero mucho._la voz de ella reverbera quebradiza, frágil._A-ah Shota..._el gemido sale más alto al tener su núcleo golpeado con fuerza.

Él sonríe. Su nombre citado en ese tono de voz lo calienta gradualmente, muy dulce y excitante para su audición. Tu chica era maravillosamente adictiva, increíble, como una tentación prohibida.

_Qué bueno, mi hermosa._ambas manos rodean su cintura, presionando fuertemente, para sostener las estocadas más precisas y aceleradas. Señor Aizawa cuidará de ti, ¿de acuerdo?

Shota se acuesta cuidadosamente sobre la joven, levantando sus piernas y entrando profundamente a través del canal íntimo. Su cadera intensifica los movimientos, un vaivén constante que choca su pelvis contra la intimidad ajena, creando sonidos aún más obcenos y eróticos.

Ochaco arquea su espalda, abrazando fuertemente los hombros masculinos mientras se deja ser usada por el m ayor. Aquello era increíble, la jodida que deseaba por meses finalmente había llegado y estaba amando cada estocada agresiva que recibía. Todo su esfuerzo y espera habían valido la pena.

_Y-yo quiero otra posición..._ella pide, susurrando provocativa a la oreja de él.

El hombre levanta la mirada hacia el rostro rojizo, mirando sus ojos entrecerrados.

¿Puedes quedarte encima de mí? ¿Montar bien rico mi polla?_cuestiona con un poco de diversión, y ella prontamente asiente. Genial, quiero ver mejor su cuerpo.

El mayor la toma en su regazo, tomando nuevamente su lugar en el sillón y colocándola sentada sobre sus caderas, sin dejar su interior. Él termina de enrollar el camisón hacia arriba hasta sacarla por la cabeza de la joven, exponiendo totalmente su hermoso cuerpo, permitiendo que su desnudez lo endurezca aún más.

Ochaco era perfecta en todos los sentindos, de eso éla sabía, desde el primer momento en que tuvo más contacto con ella, pero tenerla allí, exhibiendo su belleza, solo confirmaba la Diosa que era.

Las sombras hechas por la baja iluminación de las lámparas, reflejadas en la piel blanca de la muchacha, daba todo un contraste a sus curvas, curvas esas que eran hartas y rellenitas, lo que solo aumentaba la excitación del hombre.

Sus manos no dudaron en tocarla, los dedos largos deslizándose a través de la piel suave, desde las amplias caderas hacia los senos grandes, delineando sus rasgos con extrema devoción.
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La chica jadeó cuando sus pechos fueron apretados, sintiendo las manos ajenas hundirse entre la carna esponjosa y luego pellizcar suavemente sus pezones sensibles.

_Argh, mierda... ella gime extasiada con las nuevas sensaciones mientras apoya sus manos sobre las de él. alentándolo a masajear sus pechos y comenzando a menear sobre la erección.

Aizawa gruñe, adorando en observarla tan lujuriosa y entregada a él, ofreciéndose completamente a los placeres que la está ofreciendo.

Y, empeñado en satisfacerla, el hombre la abraza por la cintura, juntando ambos cuerpos para él poder tomar uno de los pechos en la boca, succionándolo con voluntad.

Uraraka lanza la cabeza hacia atrás, abriendo la boca en un largo gemido, agarrando la nuca del mayor y presionándolo contra su piel.

La lengua ágil se frota alrededor de su halo, centrándose en el pezón durante unos segundos antes de tragar una vez más a su alrededor.

Mientras su mano libre cuidaba del otro seno, amasándolo y presionándolo, para enseguida ser succionado también, los movimientos pélvicos fueron volviendo al ritmo de antes. Él : acuesta en el sillón, dejando a la joven cabalgarlo de la manera que desee, sosteniendo sus caderas para ayudarla en las sentadas certeras.

En aquella posición, Uraraka sentía con más precisión el miembro tocar su interior, golpeando directamente y gustosamente en su punto G. Cada estocada hacía que su cuerpo temblara, el íntimo pulsaba y lo apretaba con ambición, la obligando a subir de velocidad.

_Oh, aprieta mucho, maldita sea..._Shota gruñe, amasando los muslos e la menor. Sigue así... Estoy casi, nena.

No aguantaría mucho estando así, todo allí era demasiado estimulante; los movimientos, los gemidos, el modo en que ella mordía los labios de una manera tan sexy que era suficiente para hacerlo derramar.

Y eso era exactamente lo que haría. Abrazando el pequeño cuerpo, él la tumbó sobre sí, sosteniendo y levantando el culo de la chica en el aire para tomar control de los movimientos.

Con la barbilla apoyada en su hombro, Aizawa poseía una visión privilegiada de las nalgas grandes y redondas balanceándose agitadas con cada embestida violenta que daba. Era una escena bendecida por los Dioses.

La curva de la columna femenina tan perfectamente dibujada en la inclinación, que lo hacía anciar por morderla, destacándose en la luz por la humedad que su sudor causaba.

_Shota, voy a terminar._Ochaco murmuró jadeando, tan débil en los brazos del mayor que apenas era sostenida por él mismo.

Juntos, princesa. Juntos.

Ella se aferra al hombre, dejándolo conducir el acto. Las grandes manos recorriendo sus curvas con curiosidad y besos mojados se esparcen por su cuello hasta llegar a su mejilla.

Aunque los movimientos del pelinegro eran bruscos y veloces, él la amparaba con cuidado, cariñoso en las palabras dulces susurradas en su oído.

Con los ojos cerrados y con un estado de somnolencia, Ochaco apenas sintió su cabeza, que descansaba en el hombro masculino, ser jalada hacia atrás por el cabello y luego sintió sus labios ser atrapados por él.

La castaña de imediato acompañó el ritmo del beso, envolviendo otra vez sus lenguas fervientemente mientras sentía su núcleo contraerse y relajarse con la explosión deliciosa del orgasmo.

Su primer ápice ocasionado por una cogida de verdad, y no cualquier cogida. Experimentar el pene ajeno hincharse dentro de su coño y luego sentir el frío del líquido, atrapado por el condón, era único, una sensación perfecta, con la persona perfecta! Tantos meses en busca de poseer a ese hombre que, hasta entonces, parecía intocable finalmente fue concedido.

Su tentación fue saciada. Y ahora, Ochaco Uraraka, pertenecía totalmente a Shota Aizawa.

tentacion
oppai
Ochako Uraraka

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