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La madre de Pedro y el bully 24

Teresa escuchaba atentamente la confesión de Kimiko, veía su cara, sus labios y su cuerpo mientras intentaba imaginarse todo lo que le contaba. Hubiera querido que ella fuera más detallada en su historia pero no podía pedirlo. Era demasiado riesgoso. Teresa se decía que era una tonta a sí misma por no haber escuchado la confesión de su amiga antes. Mientras Kimiko lloraba con toda su alma, la pervertida mamá de Pedro trataba de contener su deseo de masturbarse en ese mismo lugar escuchando la voz de la mujer.
SIGUE LA HISTORIA…
Las visitas de Kimiko al vecino se hacían cada vez más seguidas; en él, ella encontraba toda la pasión que hubiera querido en su vida con su marido. Miguel era un hombre rudo, maleducado y para nada amigable pero ella no podía renunciar a su compañía a causa del talento que tenía en la cama. La pasión de sus besos y de los movimientos de su pelvis le hacían olvidar de todo el mundo. La vecina que se ocupaba de su hijo mientras ella estaba ocupada cogiendo con el gigante comenzaba a molestarse. Su trabajo no era cuidar al hijo de esta mujer, no era una babysitter, no la pagaba y el echo que lo dejaba casi cada día la irritaba aun más.
Afortunadamente para Kimiko, la vecina, aunque si molesta, no le decía nunca no al cuidar a su hijo y sobretodo no sospechaba que después de dejar al nene, simplemente se alejaba algunos metros en el otro apartamento.
La madre de Pedro y el bully 24
Kenji estaba siempre ocupado con sus trabajos pero las cosas iban mejorando económicamente pero no con su esposa. Ella comenzó a volverse fría y distante, a veces asta era cruel con sus palabras asía él, lo que le dolía mucho pero seguía amándola. Se daba la culpa por eso. Sabía que su deber como hombre de la casa era proveer a su familia y hacerlos felices, cosa que no le fue bien en esos últimos tiempos. Él habló con algunos de sus compañeros de trabajo sobre sus problemas y en algunas ocasiones algunos le avisaron que podía estar siendo cornificado. Algunos le contaron como para ellos fue símil la experiencia que tuvieron en sus matrimonios y relaciones que terminaban siempre a causa de la llegada de otra persona. Kenji mentiría si dijera que nunca había pensado a eso pero era inevitable. Algunas veces dudó de la fidelidad de su amada pero se convenció que estaba equivocado. No ella, no su Kimiko. Ella era una mujer respetable y decente; no bajaría tan abajo con el acto del adulterio.
puta
Después de dos meses Kimiko había ya abandonado cada gota de decencia que tenía y se había dejado ir a su lujuria. Se comportaba como una colosal puta: usaba ropa especial para su amante, la compraba con el dinero de su esposo, seguían sus órdenes a la letra, pasaba mucho de su tiempo libre con él y no con su hijo y algunas veces asta llevaron el sexo en su propia casa y cama solo por el gusto de hacerlo. Ella era otra persona.
Miguel la follaba de todos los modos imaginables, le daba muchos y muchos orgasmos pero nunca intentó algo como lo de ese Miércoles.
Eran poco más de una hora que el bastardo le estaba rompiendo el orto a la ama de casa.
esposa

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Su verga entraba y salía un poco más fácilmente ahora que usaban lubrificante. Kimiko había tenido ya dos orgasmos pero su cuerpo pedía más. Ya se había acostumbrado a las perversiones y humillaciones a las cuales le infligía su amante pero lo peor todavía no había llegado. Los dos estaban descansando en la cama de él, las cobijas mojadas y sucias de sudor y semen contaban de por sí una historia. Ella descansaba sobre su pecho abrazándola como si fuese su esposo pero después de poco el se alejó dejándola sola en la cama. Escuchaba su voz pero no entendía que decía. No era importante, no hablaba con ella.
interracial
Estaba para cerrar los ojos y dormir pero el sonido de la puerta le quitó de los brazos de Morfeo.
TOCK, TOCK…DRIIIIIIIN
Dos golpes a la puerta y uno de campana.
-Era ya tiempo carajo!
-Ya llegó la comida?
Pidió Kimiko con voz sexy. Se habían acostumbrado a comer juntos después de una agotadora sesión de sexo.
-No te preocupes Kimiko, ahora de daré de comer.
Miguel abre la puerta y un hombre estaba afuera y saludó a su amigo con una mano.
-Era hora carbón.
-No jodas, estaba durmiendo.
-Durmiendo? Piensas que dormir es mejor que la zorra que tengo en mi cama?
-No lo sé pero ayer me pasé la noche cogiendo con una puta que encontré en la discoteca entiendes?
-Jaja, entiendo.
Kimiko estaba asustada, no entendía que estaba pasando pero su timidez regresó al ver que ese hombre negro entraba en el apartamento. Se cubrió su cuerpo con la frazada sucia de sus humores y esperó que Miguel dijera o hiciera algo para proteger su pudor.
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Pero eso no era el tipo de relación que tenían, al hombre no le importaba eso.
-JAJAJA mira como se hace a la tímida.
-Oh te aseguro que no es tan tímida cuando la conoces.
-Eso espero.
Ya la mujer había comenzado a entender. Él la estaba ofreciendo a su amigo como si fuese un juguete sin valor o voluntad. Nunca creía de poder ser tratada así pero sobretodo nunca creía que le hubiera gustado.
El amigo de Miguel el cual nombre era Enric, después lo descubriría, le ofreció su mano como un galante para ayudarla a ponerse de pie. La gentileza del tipo la sorprendió, considerada la situación, así que ella puso su manito tan delicada y minuta sobre la palma del tipo y con poco esfuerza se puso de pie todavía cubriéndose con la frazada.
Ni uno de los dos era mínimamente atractivo y al contrario de Miguel, su amigo era más joven y mucho más flaco. Tenía un tatuaje en su cuello de un toro y una lagrima tatuada en su mejilla. Enric la miraba directo a los ojos y ella tímidamente trataba de sostener la mirada. El tipo la estudiaba y veía su alma por como era, ella podía advertirlo pero al la mujer podía ver su deseo en esos ojos oscuros y grandes, lo que le hacían más excitada.
-Como se llama?
Dijo Enric volteando ligeramente la cabeza hacia su amigo pero sostenido la mirada con la mujer.
-Me llamo Kimiko, mucho…
PLAFFF
Un fuerte sopapo por la mano de Enric le hace caer al piso dejándola trastornada.
-Puta de mierda, no recuerdo haberte echo una pregunta. Tu hablaras solo cuando te daremos permiso.
-Jajaja
Ríe Miguel.
Kimiko estaba asustada, no sabía que ese hombre pudiera ser tan agresivo y sobretodo no imaginaba que eso le excitaria aún más.
Miguel estaba ya desnudo y su verga nuevamente se ponía erecta mientras Enric se quitaba su ropa revelando su físico flaco con un poco de musculatura que era cubierta por algunos tatuajes espantosos. Sobre pecho tenía unas palabras escritas en una lengua que ella no sabía leer. Su hombro izquierdo tenía un tatuaje de una mujer desnuda y formosa de rodillas mirando arriba, su brazo derecho estaba decorado por imagines de calaveras, fuego y navajas.
Él hombre delante de ella se erguía como un tirano decido a destruirla. Enric se bajó sus shorts revelando una verga dura y ya erecta, llena de venas, un poco doblada hacia arriba y también esa muy grande. Sus piernas eran la parte más musculosas de su cuerpo pero seguían siendo muy delgadas con un tatuaje de un diablo sobre su piernas derecha.
“Que cosa diría mi familia si me viera así?” pensó ella. Un pensamiento que la prendió aún más.
Bastó un gesto del tipo para que la mujer entendiera y se pusiera a mamarle la verga y después a ellos se unió Miguel.
infiel
Kimiko se alternó entre los dos chupando y mamando asta cansarse.
cornudo
El tiempo pasaba sin que ella se diera cuenta mientras los dos bastardos le trataban como su juguete sexual usando su cuerpo como si fuera de ellos y prácticamente lo era. La penetraron en todos sus agujeros tomando turnos y llenándola de semen como si no hubiese un mañana. Ella continúa a gozar, tener dos machos al mismo tiempo era algo increíble para la mujer. Se sentía llena y satisfecha como nunca. Su esposo y hijo no eran una preocupación. Solo existía el placer.
casada
netorare
La follaron en varias posiciones haciéndola gritar como loca, alguien seguramente había escuchado. Al final los tres cansados se echaron a dormir juntos en sudor y esperma.
Algo le hizo levantar, el ruido de una ambulancia que pasaba por ahí la llevó a la realidad. Habían pasado muchas horas, demasiadas horas. Kimiko se levantó desnuda y recogió su ropa, su cuerpo estaba sucio, su cabello desecho y sus nalgas todavía rojas por todos los golpes recibidos que ella había adorado.
Rápidamente salió del apartamento con sus agujeros dolorantes para encontrar a la vecina golpeando fuerte la puerta de su hogar con su hijo llorando en su mano.
-Lo siento mucho, lo siento mucho señora, no pasará mas.
Decía nerviosa Kimiko tomando su Koji en sus brazos.
-Mira nomas como estas chica, que te pasó? Acaso tuviste un accidente?
-No, no señora. Amm…no pasará más ok?
-No chica, no es ok, entiendes? Tenía que estar en mi trabajo una hora atrás. No puedo seguir con esto. No puedo.
-Oh no, por favor señora, no diga así. Le prometo…
-Kimiko tu eres una buena chica pero no te aproveches de la bondad de esta vieja que…
La vecina deja de hablar sorprendida con los ojos abiertos al máximo y cubriéndose la boca. Kimiko no entendía.
COFF, COFF
Alguien tosió detrás de ella. Kimiko rogó en esos pocos instantes al cielo para que no fuese Kenji que llegaba antes del trabajo.
Y no lo era.
Miguel había salido del apartamento desnudo con su miembro grande y flácido, todavía reluciente de los humores de la mujer y caminó hacia ellas.
-Te olvidaste esto.
Dijo Miguel poniéndole en su mano su corpiño y yéndose, dándole primero una buena nalgada al trasero y cerrando la puerta. Nunca había estado tan mortificada y avergonzada en su vida.
La madre de Pedro y el bully 24
Ella no sabía que decir o que inventar. No podía. La vecina, la pobre vieja había visto al mástil de su amante y había escuchado sus palabras. La sorpresa de ella se volvió asco mirando otra vez a la joven. Había entendido todo. No dijo nada más y caminó para ir al trabajo.
-Señora, espere, espere…Yo…No se enojé no pasará mas, lo prometo, no pasará mas.
La vecina no le hacía caso. Kimiko le seguía por detrás desesperada esperando de poder resolver en algún modo la situación.
-Señora por favor, yo necesito su ayuda. Estoy creciendo a Koji prácticamente sola. Yo…Perdóneme. Necesito su ayuda…por favor.
Dice Kimiko desesperada agarrándole con la mano del corpiño el brazo.
-La puedo pagar. Tengo dinero. Por favor…
La vieja vecina retiró de mal modo su brazo de la mano de la adúltera viendo su carita que estaba para llorar todavía sudada y con un poco de líquido blanco cerca su mejilla que revelaba su falsa y desesperada sonrisa.
-No quiero tu dinero sucia ramera!
Y con eso se fue mientras Kimiko se quedó en el pasillo con su corpiño en una mano y su hijo llorando en la otra.
En la casa no sabía que hacer. Hizo sus deberes de ama de casa como siempre. Estaba segura que la vecina iba a delatarla a su esposo.
-Eso pasó? Ella le dijo?
Preguntó Teresa ansiosa de llegar al final de ese fabuloso cuento.
-No, no lo hizo.
Ese dia ella esperó la llegada de su esposo llena de miedo, pero no había pasado. Era muy tarde, casi era hora de dormir y Kenji no había llegado. Era extraño que su marido no llegara, él trabajaba asta tarde pero llegaba siempre puntual pero hoy estaba ya retrasado de casi una hora. Ella comenzó a preocuparse.
Kimiko llamó al celular de su esposo que sonó por un rato y luego finalmente respondió.
-Hola?
Kimiko colgó inmediatamente el celular, casi asustada. No podía creer a sus orejas. Se sintió herida y confundida porque una voz femenina respondió al celular de su amado marido. “Kenji estaba con una mujer?” pensó ella. No era posible se decía. Su Kenji era un hombre honesto y respetuoso del matrimonio, el nunca me traicionaría se repetía Kimiko ignorando la ironía de todo.
“No, no es posible, él nunca…él…además trabaja mucho para tener otra relación” pensaba la mujer. El miedo y la duda la devoraba. Pero si fuese así? Si el destino la hubiera castigado por su comportamiento? Si el karma finalmente la había agarrado? Tenía derecho de enojarse después de todo lo que hizo? La cabeza de Kimiko estaba llena de preguntas y dudas. A mala penas pudo dormir.
puta
El sol de la mañana despertó la durmiente Kimiko que con una mano tocó su cama, la parte de Kenji, entendiendo que no había dormido con ella esa noche. Kimiko inmediatamente recordó la llamada de la noche, recordó la voz.
Su marido no estaba a su lado y había dormido afuera. Por más que la mujer tratase de negarlo no podía inventarse nada más. Ella se deba la culpa. Su Kenji eran un buen padre y marido pero con su comportamiento ella lo había alejado y ahora había encontrado descansó en los brazos de otra mujer. Kimiko estaba dolida por lo que pasó. Se arrepintió de su comportamiento y de su traición. Pero estaba enojada. No podía evitarlo. La traicion de su esposo le dolía como nunca pensaba que podía doler.
Estaba enojada, triste, avergonzada, humillada y celosa. Quería explicaciones. Quien era la mujer que había convencido a su amado esposo a ponerle los cuerpos como ella hacía? Por cuanto tiempo? Las preguntas de la mujer encuentrarian respuesta ese mismo día.
Kimiko no había recibido llamadas así que tuvo que llamar ella nuevamente para reclamar a su marido lo que hizo.
-Hola?
Kenji no respondió. Otra vez esa voz. Parecía que recién se acababa de levantar. Kimiko podía imaginarse a Kenji acostado, durmiendo en la cama con esa puta.
-Yo…Yo quiero hablar con mi marido. Pásame a mi esposo. Ahora!
-Oh…
Respondió la chica entendiendo lo que pasaba y mientras pasaba el celular a su amante de esa noche dijo algo…
-No me dijiste que estabas casado.
Kimiko abrió los ojos sorprendida de lo que había escuchado y colgó nuevamente. La chica no sabía que Kenji estaba casado. No le había dicho. Se había quitado el anillo? No fue esa a seducir a Kenji si no el contrario. Kimiko pensaba y lloraba. Nunca podía imaginar que Kenji pudiera ser ese tipo de hombre. Un mujeriego. Seguramente nunca le dejó ver ese lado de él. Su esposo no era como ella creía.
Después de algunos minutos de llanto, Kimiko tuvo que regresar a hacer sus deberes de ama de casa. Ella atendió a su hijo y preparó comida esperando el regreso de su esposo. No llamaba, no llegaba. Acaso Kenji pensaba de dejar a su hogar, a su familia, a ella? Porque no regresaría?
Kimiko comenzó a mirarse al espejo observando su cuerpo. Ahora sabía que era una belleza de mujer, tenía un buen cuerpo, una bello rostro y todavía era joven.
esposa
Con quien podía haberse acostado Kenji que le hizo olvidar de ella. Las dudas la devoraban y asta pensó que talvez Kenji sabía de su relación con el vecino. Talvez lo que hizo fue una venganza. Talvez ya había planeado dejarla y iniciar una nueva vida. Pensando en eso Kimiko fue honesta con si misma y dijo que talvez se lo merecía. Había traicionado a su marido varias veces y de los modos más pervertidos imaginables. No podía imaginar que él la pudiera perdonarla. La culpa se apoderó de ella y junto a la tristeza le quedó claro que lo único que quería era que Kenji regrese con ella. Quería a su marido, su mejor amigo y su alma gemela con ella para vivir juntos, crecer juntos a su hijo y envejecer juntos.
-Dios mío Kimiko, lo siento…entonces te traicionó.
Dijo Teresa.
-No, Teresa, yo lo traicioné a él. Fue toda mi culpa.
Dijo Kimiko llorando con la culpa visible en su cara.
De repente sonó el celular de Kimiko. La estaba llamando. Que podía decir? Que podía inventar? Tenía que responder. Tenía que decir la verdad y esperar que todo pudiera resolverse.
Ella vio el numero en su celular pero no era de Kenji, era un numero desconocido.
-Hola?
-Hola. Estoy hablando con Kimiko Nakamura?
Continúa…

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