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encuentro sorpresa

Todo comenzó una noche cuando mi marido me propuso algo que nunca habíamos hecho antes: un trío. Estábamos cenando y él, con esa mirada traviesa que tanto me excita, me dijo que había organizado un encuentro con una mujer en un hotel. Me sorprendió, pero también me intrigó. Siempre habíamos sido aventureros en nuestra vida sexual, y esto sonaba como una nueva y emocionante experiencia.

Nos encontramos en el lobby del hotel y subimos a la habitación. La tensión y la anticipación eran palpables. Cuando abrimos la puerta, allí estaba ella, sentada en la cama, hermosa y segura de sí misma. Tenía una figura impresionante y un aura de sensualidad que me cautivó al instante. Nos acercamos a ella y comenzamos a besarnos, primero suavemente y luego con más pasión. Sus labios eran suaves y su lengua jugueteaba con la mía, haciendo que mi cuerpo respondiera con una oleada de calor. Mi marido se unió a nosotros, sus manos recorriendo mi cuerpo, mientras yo exploraba el de ella. Mientras mis manos bajaban por su torso, sentí algo inesperado.

Mi mano rozó algo duro y firme entre sus piernas. Me detuve un segundo, sorprendida. Ella sonrió y me susurró al oído: "Sí, soy trans". Mi corazón latía con fuerza, pero la sorpresa solo aumentó mi deseo. Nunca había estado con una mujer trans antes, y la idea de explorar algo nuevo me hizo estremecer de anticipación.

Nos desnudamos lentamente, nuestros cuerpos rozándose, mis manos recorriendo su piel suave. Cuando su pene quedó al descubierto, era grande, hermoso y palpitante. Me mordí el labio, excitada por la vista. "Esto va a ser divertido", dije con una sonrisa traviesa.

Me arrodillé frente a ella, mi conchita ya empapada de anticipación. Tomé su pene en mis manos y comencé a chuparlo, primero suavemente, luego con más intensidad. Mi lengua recorría cada centímetro, saboreando su sabor. Mientras me lo metía más y más en la boca, sentía su tamaño abrumador llenándome la garganta. Empecé a atragantarme, pero eso solo parecía excitarla más. "Así, trágatela toda, puta", me susurró, sus manos en mi cabeza guiando mis movimientos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba tomarlo todo, sintiendo cada pulgada de su pene grande y duro en mi garganta. Ella gemía de placer, su cuerpo retorciéndose bajo mis atenciones. Sentía cómo mi conchita se mojaba cada vez más, mi deseo creciendo con cada gemido que arrancaba de sus labios. "Sos increíble", me dijo, su voz ronca por el placer.

Después, me levantó y me llevó hasta la cama. Me puso de pie frente al espejo grande que había en la habitación, nuestras miradas encontrándose en el reflejo. "Quiero que veas cómo te garcho", dijo con una voz ronca de deseo. Mi conchita ya estaba empapada, y la anticipación me hacía temblar.

Comenzó a besarme el cuello, sus manos recorriendo mis tetas, haciendo que rebotaran con cada caricia. Sentí su pene duro presionando contra mi trasero, y un gemido escapó de mis labios. "Dale, no seas tímida", me susurró mientras sus dedos rozaban mi conchita húmeda.

Mis piernas temblaban de deseo. Ella bajó una mano y comenzó a frotar mi clítoris, mientras con la otra me mantenía firmemente contra el espejo. "Estás tan mojada, puta", murmuró, y yo solo podía gemir en respuesta.

Finalmente, se alineó y comenzó a penetrarme con su hermoso pene. La sensación era increíble, su tamaño llenándome por completo. "¡Dale, garchame!", gemí, mis manos apoyadas contra el espejo mientras ella embestía con fuerza. Sus movimientos eran precisos, cada embestida llevándome más cerca del clímax.

Mi marido observaba con los ojos llenos de deseo, su pene duro mientras veía cómo ella me cogía contra el espejo. "Mirá cómo te cojo, puta", decía, sus embestidas haciéndose más rápidas y profundas. El sonido de nuestros cuerpos chocando resonaba en la habitación, mezclado con mis gemidos y gritos de placer.

Ella se inclinó y comenzó a besarme la espalda, sus manos apretando mis tetas, haciéndolas rebotar con cada movimiento. "Sos increíble", susurró mientras aumentaba el ritmo. Sentía cómo mi
a besarme la espalda, sus manos apretando mis tetas, haciéndolas rebotar con cada movimiento. "Sos increíble", susurró mientras aumentaba el ritmo. Sentía cómo mi conchita se apretaba alrededor de su pene, cada embestida provocando olas de placer que recorrían mi cuerpo.

"Ahora quiero algo más", susurró, y sentí su pene salir de mi conchita y alinearse con mi culo. Mis piernas temblaban aún más mientras ella comenzaba a empujar. La sensación de su pene grande entrando lentamente en mi culo me hizo gritar de placer y dolor mezclados. "¡Me hace el culo, hija de puta!", gemí, mis manos aferrándose al espejo.

Ella comenzó a embestirme con fuerza, llenándome completamente. Mi marido se masturbaba mientras observaba, excitado por la escena. "Mirá cómo te coge el culo", decía, sus embestidas haciéndose más rápidas y profundas. El sonido de nuestros cuerpos chocando resonaba en la habitación, mezclado con mis gemidos y gritos de placer.

Finalmente, llegué al clímax, gritando su nombre mientras mi culo se contraía alrededor de su pene. "¡Me estoy acabando, hija de puta!", gemí, mis piernas temblando incontrolablemente. Ella no paró, siguiendo hasta que también llegó a su propio orgasmo, llenándome con su leche caliente.

Caímos los dos al suelo, agotados pero satisfechos. Mi marido se acercó, su pene duro y listo. "Ahora es mi turno", dijo con una sonrisa, y yo me arrodillé frente a él, lista para darle placer. Su pene era grande y palpitante. Lo tomé en mi boca con gusto, chupándoselo con toda mi habilidad.

Cuando terminó, me agarró del cabello y tiró su leche en mi cara. "Ahí tenés, puta", dijo, su mirada llena de satisfacción.




3 comentarios - encuentro sorpresa

Benjamin533
Puedo saber más al priv me quedé con ganas jajaja
Videla2024
Excelente experiencia!!! van 10 💥