Entre todas las cosas que me ha dado este lugar, tanto buenas como malas, una fue conocer todo lo relacionado al cuckold, tuve la suerte de hablar con varias personas que me contaron mucho sobre el tema, y de toda esa información salió este pequeño relato que espero les guste, disfruten.
Habíamos planeado encontrarnos en aquel bar a las ocho, así que me asegure llegar 15 minutos antes. Quería estar temprano para conocer y sentirme más cómodo en el lugar, además, cuando ellos llegaran y vieran que ya me encontraba allí, lograr crear una suerte de ventaja psicológica con ellos.
A ella la salude con un abrazo, un beso en la mejilla, y una gran sonrisa, como si fuera una amiga íntima de toda la vida. A él le estreche la mano con la frialdad con la que se saludaría a un compañero de trabajo que se conoce poco.
Yo me había pedido ya un whisky, el cual había apoyado bien a la vista en la mesa, les ofrecí algo para tomar, ella muy amablemente se pidió un gin and tonic, el, haciendo honor al papel que estaba representando, se pidió simplemente una gaseosa.
Mi conversación fue más que nada con ella, quien me contaba cosas de su vida, y yo respondía con los detalles más grandes y decorados posibles de la mía. Cuando el comenzaba a hablar, me aseguraba de cortarlo con alguna pregunta a ella.
Cuando termine mi bebida, le entregue mi vaso vacío a él, y de una forma bastante seria y autoritaria le dije que me trajera otro, él lo tomo y en silencio se alejó hasta la barra. En ese momento moví mi silla un poco más cerca de ella, y le tomé las manos por sobre la mesa, y comencé a llevar la conversación a un nivel más íntimo. El, fiel a su parte, al llegar a la barra, se quedó allí. Sabía que nos miraba.
Después de un rato, cuando volvió, yo me encontraba pegado a ella y le había tomado las dos manos, las cuales no solté cuando él se sentó, puso mi vaso sobre la mesa acercándomelo, yo lo ignoré, mientras seguí mi conversación con ella.
Cerca de 20 minutos más tarde, con el todavía sentado en silencio, mientras que yo casi le estaba hablando al oído a ella, nos levantamos, nuevamente, de forma muy estricta y autoritaria le dije que fuera la pagar la cuenta, mientras la rodeaba a ella con mi brazo por su cuerpo y salíamos del lugar.
Cuando entramos en la habitación del hotel, inmediatamente me acerque a ella, la tome por la espalda y comencé a besarla muy intensamente. Unidos en un abrazo nos tiramos en la cama, arrancándonos la ropa y sintiendo todos nuestros cuerpos.
En algún momento, mientras yo me encontraba encima penetrándola, sentí como se abría y se cerraba la puerta, por el rabillo del ojo pude verlo a él, que se sentaba en una pequeña silla en silencio y un poco alejado de nosotros, lo ignoré y seguí enfocándome en ella, con más pasión.
Él no se movió del lugar, así como tampoco en ningún momento se quitó la ropa, ni siquiera para masturbarse. Yo seguí con diferentes posiciones, siempre asegurándome de que el pudiera apreciarlas lo más posible.
Finalmente, después del segundo orgasmo de ella, el cual fue extremadamente fuerte, ella quedo recostada en la cama, yo me levante, desnudo y transpirado como estaba camine hasta un sillón que allí había y me senté. Él se levantó, camino hasta donde estaba yo, y se arrodillo frente a mí, en ese momento mis nervios volvieron, jamás había hecho nada con un hombre, cerré los ojos y puse mis manos tomando con fuerza los apoyabrazos, y pude sentir como el me comenzó a hacer sexo oral, se sentía raro, pero estaba logrando excitarme otra vez. Cuando llego el momento que sentía que acabaría otra vez, puse una de mis manos en la nuca de él, apretando muy fuerte, asegurándome de acabar bien dentro de su boca.
Cuando me termine de vestir, ella todavía se encontraba desnuda, recostada en la cama sobre un gran almohadón y fumando, me incline y le di un beso en la boca, así como la promesa de repetir la velada, luego me fui del lugar, él todavía se encontraba en silencio, sentado en la silla.
Habíamos planeado encontrarnos en aquel bar a las ocho, así que me asegure llegar 15 minutos antes. Quería estar temprano para conocer y sentirme más cómodo en el lugar, además, cuando ellos llegaran y vieran que ya me encontraba allí, lograr crear una suerte de ventaja psicológica con ellos.
A ella la salude con un abrazo, un beso en la mejilla, y una gran sonrisa, como si fuera una amiga íntima de toda la vida. A él le estreche la mano con la frialdad con la que se saludaría a un compañero de trabajo que se conoce poco.
Yo me había pedido ya un whisky, el cual había apoyado bien a la vista en la mesa, les ofrecí algo para tomar, ella muy amablemente se pidió un gin and tonic, el, haciendo honor al papel que estaba representando, se pidió simplemente una gaseosa.
Mi conversación fue más que nada con ella, quien me contaba cosas de su vida, y yo respondía con los detalles más grandes y decorados posibles de la mía. Cuando el comenzaba a hablar, me aseguraba de cortarlo con alguna pregunta a ella.
Cuando termine mi bebida, le entregue mi vaso vacío a él, y de una forma bastante seria y autoritaria le dije que me trajera otro, él lo tomo y en silencio se alejó hasta la barra. En ese momento moví mi silla un poco más cerca de ella, y le tomé las manos por sobre la mesa, y comencé a llevar la conversación a un nivel más íntimo. El, fiel a su parte, al llegar a la barra, se quedó allí. Sabía que nos miraba.
Después de un rato, cuando volvió, yo me encontraba pegado a ella y le había tomado las dos manos, las cuales no solté cuando él se sentó, puso mi vaso sobre la mesa acercándomelo, yo lo ignoré, mientras seguí mi conversación con ella.
Cerca de 20 minutos más tarde, con el todavía sentado en silencio, mientras que yo casi le estaba hablando al oído a ella, nos levantamos, nuevamente, de forma muy estricta y autoritaria le dije que fuera la pagar la cuenta, mientras la rodeaba a ella con mi brazo por su cuerpo y salíamos del lugar.
Cuando entramos en la habitación del hotel, inmediatamente me acerque a ella, la tome por la espalda y comencé a besarla muy intensamente. Unidos en un abrazo nos tiramos en la cama, arrancándonos la ropa y sintiendo todos nuestros cuerpos.
En algún momento, mientras yo me encontraba encima penetrándola, sentí como se abría y se cerraba la puerta, por el rabillo del ojo pude verlo a él, que se sentaba en una pequeña silla en silencio y un poco alejado de nosotros, lo ignoré y seguí enfocándome en ella, con más pasión.
Él no se movió del lugar, así como tampoco en ningún momento se quitó la ropa, ni siquiera para masturbarse. Yo seguí con diferentes posiciones, siempre asegurándome de que el pudiera apreciarlas lo más posible.
Finalmente, después del segundo orgasmo de ella, el cual fue extremadamente fuerte, ella quedo recostada en la cama, yo me levante, desnudo y transpirado como estaba camine hasta un sillón que allí había y me senté. Él se levantó, camino hasta donde estaba yo, y se arrodillo frente a mí, en ese momento mis nervios volvieron, jamás había hecho nada con un hombre, cerré los ojos y puse mis manos tomando con fuerza los apoyabrazos, y pude sentir como el me comenzó a hacer sexo oral, se sentía raro, pero estaba logrando excitarme otra vez. Cuando llego el momento que sentía que acabaría otra vez, puse una de mis manos en la nuca de él, apretando muy fuerte, asegurándome de acabar bien dentro de su boca.
Cuando me termine de vestir, ella todavía se encontraba desnuda, recostada en la cama sobre un gran almohadón y fumando, me incline y le di un beso en la boca, así como la promesa de repetir la velada, luego me fui del lugar, él todavía se encontraba en silencio, sentado en la silla.
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