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Lo que me pasó con Adriana 4ta parte.

Saludos a toda la comunidad poringuera. Hoy les traigo la 4ta parte de este relato que he venido desarrollando desde hace varios años. Primeramente les dejo los enlaces a las 3 partes previas.


http://www.poringa.net/posts/relatos/3373157/Lo-que-me-paso-con-Adriana.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3421055/Lo-que-me-paso-con-Adriana-segunda-parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3538044/Lo-que-me-paso-con-Adriana-3ra-parte.html

Rondaba mi edad por los 37 o 38 años, era ya un hombre casado felizmente que amaba a su familia, la vida me sonreía en los aspectos económico, laboral y familiar. Un domingo por la mañana, salía yo de una tienda de conveniencia junto a mi hijo mayor Adrián, un niño de 4 años que era toda mi adoración. Caminábamos con rumbo a mi automóvil cuando una voz de varón, un poco afeminada, me llamó a lo lejos: -¡Juan Carlos!.
La voz me pareció un tanto familiar, así que ipso facto volteé, pero desconocí al hombre que se acercaba. Era un hombre de aproximadamente 1.74m de estatura, complexión medianamente atlética, con la pelvis un poco extraña, como curveada levemente para ser un hombre, y fue imposible evitar darme cuenta de que era un macho nalgón. De facciones mestizas pero destacaba más lo español que la etnia mexicana, con barba de candado. Al acercarse a mí, su rostro me resultó completamente familiar, como si hubiera estado en mi vida en algún lapso, pero no podía ubicar de donde, así que por un momento pensé que se trataba de algún compañero de la secundaria. Llegó y me saludó, y me preguntó que como se llamaba mi nene, a lo que le respondí que Adrián, por lo que se sonrojó un poco y esbozó una sonrisa de satisfacción. Me dijo "¿no me reconoces, Juan Carlos?", por lo que le respondí que me es muy familiar pero no lo ubicaba aun, y me dijo "Soy Adri"; mi mente quedó en pausa por unos segundos, de solo escuchar aquel nombre que me traía recuerdos de miel por aquella relación que había tenido con aquella mujer transexual que marcó mi vida, se me hizo un nudo en la lengua y en la mente...quedé estupefacto.

-¡¿Qué?! ¿Pero qué pasó contigo?- pregunté anonadado.
-Una larga historia, Juan. Mi WhatsApp es el mismo de hace años, lo recuperé al regresar de Países Bajos. Entiendo que no podamos platicar en este momento, así que me gustaría que me escribieras. Chao.
Obviamente yo no sentía ni la menor atracción por este ser humano que, irónicamente, había sido alguien trascendental en mi vida, al grado que mi hijo se llama Adrián en honor a aquel viejo amor que aun corría por las calles de mi mente y las calenturas de mi verga. Pero decidí llamarlo, me atormentaba la curiosidad de saber qué había pasado con aquella curvilínea y deliciosa mujer trans a la que yo había amado y disfrutado tanto. Quedamos de vernos en un Starbucks, mi esposa me llevó y obviamente no tuvo ninguna sospecha al ver a aquel atractivo varón de barba de candado. Lo saludé con un apretón de manos, como dos hombres se saludan, y comenzamos la conversación. Me comentó que Louis (el arquitecto con el que se casó en Holanda) fue un buen esposo un par de años, pero luego vinieron tiempos tormentosos hasta que se divorciaron y Adriana se fue a vivir de roomie con un grupo de chicas trans prostitutas, por lo que era difícil para ella, ya que los clientes creían que también ella estaba en servicio y como era la más bella y la más buenota, las demás chicas sentían celos, por lo que al paso de algunos años tuvo que regresar a México con sus padres; arruinada en lo económico, se unió a la congregación cristiana a la que iban sus padres. Ahí la convencieron para que hiciera su regreso al estado natural y ella aceptó. Se sacó las tetas y una buena parte de las nalgas, se cortó el cabello y quedó como todo un hombre y siguió con su vida. Ahora tenía un trabajo como maestro de inglés,  le estaba yendo bien, y me comentó que lo que no ha cambiado es su gusto por los hombres, pero no ha encontrado un novio formal. Después me preguntó por mi vida, le dije que después de que se fue a Holanda, seguí con mis proyectos, me casé y tengo una linda familia a la que amo. Me propuso tajantemente ir a la cama, a lo que me negué rotundamente, ya que en estado de hombre no sentía ninguna atracción por él. Me insistió y pues recordé que es el mismo ser humano al que yo había amado tanto hacía algunos años, por lo que finalmente acepté y nos fuimos al motel. Iba yo sin motivación, más temeroso por algo que nunca había experimentado, ya que mis relaciones homosexuales habían sido solo con chicas trans muy femeninas, y esta era la primera vez que lo haría con un hombre cis. Entramos al cuarto y me plantó un beso como en aquellos años, pero no sentí nada, al contrario me sentía incómodo. Nos desnudamos los dos y él tenía una erección completa, cosa de la que yo carecía. Me comenzó a besar y a acariciar, me preguntó que qué pasaba, a lo que le respondí que no me gustan los hombres. Aquella verga que tantas veces chupé y a la que le extraje el semen, hoy me resultaba sin chispa, pues estaba en el cuerpo de un varón. Me puse en cuatro y le dije que me cogiera, que no lo vería y me imaginaría que estaba con Adriana cuando ella me cogía y así los dos eyacularíamos, por lo que aceptó, terminamos y nos fuimos. A los pocos días me llamó, yo ya no quería saber de él realmente, puesto que no me gustaba y ponía en riesgo a mi familia, pero acepté verlo. Me citó en casa de sus padres, ya que los viejos se habían ido de vacaciones a Miami y él se quedó solo en casa. Llegué y me lo encontré convertido en Adriana, obviamente sin aquellas tetas y aquellas curvas de locura, pero se había puesto una peluca igual, maquillado igual, se puso tacones, lencería deliciosa, sostén de encaje para ocultar su ausencia de tetas, obviamente rasurado y oliendo a perfume de mujer, y mi verga reaccionó como en antaño, ya que lo ayudaba mucho que estaba nalgón natural y ya vestido de mujer se veía muy bien. Me fui sobre él y cogimos como locos, como en nuestros años de noviazgo. Me dijo que él ya no quería ni podría volver a ser Adriana, aunque si nos veíamos esporádicamente lo haría solo para mí, por lo que acepté verlo de vez en cuando y furtivamente para recordar aquel par de años de nuestro noviazgo más que sexual.

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