Cerca de medianoche pasé por la empresa en busca de mi marido, como siempre lo hacía, me había cruzado con German, quien me contó una vez mas lo cansado que lo tenía esa rutina y sus deseos de jubilarse, luego se cruzó con mi esposo y lo puso al tanto de como había sido su tarde y de los problemas que le dejaba por delante.
Nos despedimos, fuimos al coche y de ahí directo a casa.
Hablamos de muchas cosas y di rodeos para encarar lo que necesitaba encarar.
Dejamos el coche en el garaje y fuimos a cenar unas cosas que ya había dejado preparadas previamente, Claudio estaba contento y a pesar de todo no podía decirle lo de Adriano, y todo quedaría para la cama.
Yo había dejado adrede el dinero que su compañero de trabajo me había dejado sobre su mesa de luz, de su lado de la cama, el lo notó intrigado y preguntó al respecto, fue la llave que abrió la puerta a todo lo que tenía por contarle.
El me escuchó calmado, sin interrumpirme, pero luego llegó el temporal, Claudio empezó a gritarme, incrédulo, como poseído, me dijo que era una puta, que lo había hecho cornudo, y con su compañero de trabajo! como se suponía que volviera al día siguiente al empleo? me decía una y otra vez si acaso tanto me gustaba la verga que no podía mantener las piernas cerradas! y además, lo había hecho por unos mugrosos billetes? no me conocía, no conocía a la mujer que tenía a su lado en la cama.
Mi esposo caminaba de un lado a otro gritando tan alto como queriendo contar su desdicha a todo el barrio.
Mi pasividad y mi silencio fue mi peor respuesta, él esperaba que lo confrontara, que dijera algo, pero yo nada decía.
Vino a mi lado, me tomó con fuerzas de ambos brazos y me zamarreó, tuve temor a que me golpeara porque Claudio estaba fuera de si, destilaba odio de su ego herido, me empujó con todas sus fuerzas sobre el colchón de la cama y volvió a preguntarme si tanto me gustaba la pija, se abalanzo sobre mi y sus movimientos eran tan rápidos y tan masculinos que yo no alcanzaba a reaccionar, me sentí prisionera bajo el peso de su cuerpo, entonces metió con fuerzas sus lengua en mi boca, apretándome los labios con tanta vehemencia que sentí el sabor a un hilo de sangre de uno de los dos.
Sentí sus dedos bajar su slip con premura y los elásticos de mi tanga ceder anta la fuerza descontrolada, mi esposo me estaba violando y la situación se me tornó placenteramente perfecta, lo sentí entrar, y descargar en cada embate su furia, su pene duro llegaba profundo, me preguntaba si así me gustaba, si así lo disfrutaba, me decía si esa boca que el besaba era la misma que le había chupado la verga a su compañero, me metía los dedos en el culo y me preguntaba si Adriano también había pasado por ahí.
Yo solo respondía acariciándome el clítoris y teniendo continuos orgasmos, uno mas grande que el otro.
La luz de un nuevo día nos despertaría desnudos sobre nuestra cama, Claudio tenía una de sus manos sobre mis tetas, mi conchita había chorreado entre mis piernas las tres acabadas que mi marido había tenido en su interior, todo era perfecto, solo faltaba un punto a resolver, el cambio de turno, cuando Adriano y Claudio se cruzaran cara a cara, porque si Claudio imponía sus pensamientos, posiblemente terminaran a las trompadas, pero si lo hacía Adriano, seguramente volvería a cogerme.
Y la balanza se inclinaría del lado de Adriano, Claudio había sido muy hombre conmigo pero bajó la cabeza ante su par, incluso Adriano sin el menor resquemor le dijo en mi cara lo buena que estaba, lo rico que había sido cogerme y lo afortunado que el era por tenerme.
Y fue muy rico ponerle un precio a mi cuerpo para que Adriano volviera a cogerme, y la historia trascendió por fuera del trío y poco a poco todos los compañeros de trabajo de mi esposo sabían de la historia, y ya, cuando iba a llevarlo o traerlo, las miradas sobre mi cuerpo se sintieron diferentes.
No tardaría en tener una propuesta de un muchacho alto y delgado, un desconocido y así, lentamente la maquinaria se puso en marcha, si yo podía elegir con quien hacerlo y podía sacar un buen dinero, y Claudio podía hacer la vista gorda, entonces, por que no hacerlo?
Hicimos números, con mi cuerpo podía hacer muchísimo mas dinero que con lo que hacía en la compañía de seguros, y además, mi nuevo empleo sonaba mucho mas divertido y excitante, y lo hice con uno y con otro y con todo hombre que me resultara atractivo y que pudiera pagar mis servicios.
Empezaron a circular algunas fotos sexis, esa fotos que los hombres no pueden resistir, y mi trabajo pasó de boca en boca, trascendió la empresa de mi esposo, pasó por el barrio, por otros conocidos y por extraños de la web.
Hoy me gano la vida con lo que más me gusta hacer, coger, Claudio se transformó en mi manager, en mi protector, en mi amor, en mi mejor esposo y así nació la mas hermosa de las profesiones, ser una esposa escort.
Fin...
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