Riju cruzó una pierna fuerte y elegante sobre la otra y se hundió más profundamente en su trono, inclinándose con la barbilla apoyada en una palma y sus ojos esmeralda fijos en su invitada.
—Debo decir —dijo finalmente la pequeña Gerudo— que tu nuevo atuendo te sienta bien. Serías la pieza estrella del harén de cualquier mujer.
Zelda se movió nerviosamente, mordiéndose el labio inferior en un momento de sensibilidad que hizo que la polla de Riju palpitara bajo su taparrabos. Desde que llegó al desierto, la princesa rubia había cambiado su atuendo de viaje por uno más apropiado: sedas diminutas ahora cubrían su hermoso y pálido cuerpo, un broche dorado unía tiras errantes de tela sobre sus pechos sin ocultar del todo su voluptuoso escote. Sus hombros y cuello estaban desnudos, al igual que sus caderas y muslos, mientras que su trasero sobresalía magníficamente, abrazado con fuerza por el material blanco puro. "Lo tomaré como un cumplido", dijo por fin, ofreciendo la más mínima reverencia a la vidente Gerudo. Incluso en ese momento, Zelda era muy consciente del bulto que se elevaba en el taparrabos de Riju, levantando lentamente las elegantes telas blancas hasta que su erección apuntaba casi hacia el cielo. La parte inferior de la tela limpió sus bolas suaves y oscuras, tan grandes que se desbordaron por el borde de su trono como los deliciosos globos de sexo que eran. La base de su polla ahora era visible, Riju no hizo ningún intento de ocultarla: simplemente observó a Zelda con una sonrisa cruel, interesada en ver cómo reaccionaba. Bebió el cuerpo de su invitada con una intensidad tranquila y desvergonzada.
Por fin, Riju tarareó y dijo: “Acércate. Quiero verte más de cerca”.
Zelda había sabido de qué se trataba esta reunión desde el momento en que recibió la convocatoria de Riju. Había sido consciente de la verdadera naturaleza de la pequeña Gerudo desde su primer encuentro, y aunque apenas habían cruzado una palabra entre ellas, habían compartido demasiadas miradas hambrientas como para negar sus necesidades desbordantes. Cuando Zelda se acercó al trono, con sus anchas caderas balanceándose de un lado a otro, Riju separó sus fuertes muslos y movió las caderas, haciendo que su densa polla de niña rebotara hacia arriba y hacia abajo bajo el velo de tela. Zelda intentó mantener un aire de confianza, pero cuando una gruesa gota blanca de presemen emergió a través del fino material del taparrabos de Riju, sintió que su rostro se ponía rojo brillante y ardía. Se detuvo ante el trono, mareada de lujuria, vagamente consciente de la línea de baba que se deslizaba por su barbilla cuando se acercó demasiado al pequeño cuerpo bronceado de Riju y su enorme y tembloroso martillo sexual.
Riju era muy consciente de la sed de la princesa y la hizo aún más sedienta reclinándose y canturreando con los labios fruncidos. A medida que su excitación crecía, su taparrabos se levantó cada vez más, exponiendo su polla de niña color moca centímetro a centímetro plagada de venas. Al final, solo un bolsillo de tela mantuvo su polla bajo control, todo su eje, salvo la cabeza, palpitaba deliciosamente al aire. Los muslos tonificados de Riju estaban tan abiertos como podían, su pelvis bombeando hacia arriba y hacia abajo en suaves embestidas, follando el aire mientras Zelda observaba con desesperación. "Dios mío, ¿qué es esa mirada en tus ojos?", ronroneó Riju. "¿Pasa algo? Tus muslos están empezando a empaparse..."
Zelda se mordió el labio inferior y tembló, mirándose a sí misma para ver cómo, efectivamente, sus gruesos muslos brillaban con su propio néctar. Era imposible verse más excitada de lo que Zelda estaba ahora: sus ojos estaban borrosos, sus manos temblaban a sus costados, su coño estaba tan húmedo que no podía ocultarlo. En cambio, se humedeció los labios y dijo con voz temblorosa: "Por favor... libérate".
Riju arqueó una ceja, ladeando las caderas para que su polla gigante se balanceara de un lado a otro en su sujeción. Sus manos se deslizaron por los apoyabrazos... agarraron el borde mismo de su asiento de piedra... y gruñó mientras movía las caderas bruscamente hacia arriba. Su polla rebotó y luego estalló de su taparrabos en una cascada de carne marrón, balanceándose hacia abajo para GOLPEAR su muslo antes de saltar hacia arriba nuevamente y apuntar orgullosamente al techo. La carne de Riju estaba llena de venas y era hermosa, un globo gordo y blanco de pre-semen rezumaba de su punta mientras se balanceaba frente a sus dulces y sonrientes labios. Zelda emitió un suave gemido. Más resistencia era inútil: si no ponía sus manos en esa cosa ahora mismo, podría explotar. Cayó de rodillas ante la vidente Gerudo, jadeando de lujuria, mirando hacia arriba a esos ojos crueles y observadores.
—Te lo digo… —dijo Zelda sin aliento, mientras deslizaba una mano por la base de la monstruosa polla de Riju—. No lo he hecho… desde hace más de un siglo…
—¿Ah, sí? —Riju sonrió con sorna—. Es un gran honor. Por favor, a tu propio ritmo, princesa.
Zelda respiró profundamente, intentando calmar sus emociones desenfrenadas, pero no tenía sentido: mientras Riju palpitara frente a ella, sería esclava de su placer. Apretando suavemente, Zelda hizo rebotar la polla de Riju arriba y abajo, admirando su gran tamaño: demasiado larga para estar completamente erecta, por lo que se dobló ligeramente, agitándose mientras rebotaba en su puño. Zelda cerró un ojo con fuerza cuando la gota de líquido preseminal saltó de la cabeza de la polla de Riju para salpicarle la cara, cálida y cremosa. Zelda dudó antes de buscar con la lengua, lamiendo la porquería de fuerte sabor de sus labios y llevándola hacia adentro. Riju disfrutó tanto de la exhibición que se hundió más en su silla, sus caderas y su culo se deslizaron por el borde, empujando su polla aún más hacia Zelda.
"Mmmm..."
El gemido de placer de Riju fue todo lo que Zelda necesitó para disipar sus dudas. Su otra mano envolvió la enorme polla de Riju y comenzó a bombearla sin piedad, de arriba a abajo, haciendo que la pequeña Gerudo gritara de placer. Riju comenzó a empujar con fuerza contra el agarre de Zelda. A pesar de su pequeño cuerpo, seguía siendo una Gerudo y el instinto de reproducción ardía en ella. Gimiendo y gimiendo, llenó las sedosas manos reales de Zelda con densos WHUMPs de carne, balanceando sus enormes bolas en el aire con cada embestida como la de un semental.
—¡Mmm! ¡Ja! ¡Quiero... quiero sentir tus pechos...! —gritó Riju, y su compostura, que antes era fría, empezó a agrietarse—. ¡P-por favor...!
Zelda no pudo hacer más que obedecer. Sus sedas eran tan escasas que solo necesitó apartar algunas tiras finas para dejar disponible todo su escote. Riju continuó follando el aire cuando ella soltó su polla color moca, subiéndola y bajando en salvajes péndulos hasta que Zelda atrapó esa deliciosa vara pre-babosa entre sus grandes y mullidas tetas y la abrazó con fuerza. Sus pechos se aplastaron deliciosamente, elevándose casi hasta su barbilla por la presión. Zelda bajó la cabeza para besar el glande de Riju, sus sedosos labios succionando al vacío alrededor de su rosada cabeza de polla. Inmediatamente, Zelda sintió un latido y un chorro caliente sobre su lengua cuando Riju echó un chorro de grasa directamente en su boca. —Mm... —Zelda tragó saliva, su delgado cuello ondulándose con gracia, y apartó los labios de la polla de Riju para mostrarle a la Gerudo su boca abierta y vacía mientras comenzaba a guiar sus pechos hacia arriba y hacia abajo, bombeando y apretando, abrazando sus súper suaves cojines del pecho mientras sumergía su lengua para hacer círculos alrededor de la punta de Riju—. Hnn. Schlp... —Los ojos de Zelda perdieron el foco una vez más mientras se deleitaba con el trozo de polla más grande que jamás había visto, disfrutando de su calor palpitante, acariciándolo entre sus deliciosos pechos. Los gemidos de Riju se hicieron más fuertes y menos constantes, su voz vaciló mientras su cabeza se inclinaba cada vez más hacia atrás, mirando al techo con la boca abierta en absoluta felicidad.
—¡Ah...! —La polla de Riju se contrajo en el agarre de Zelda, soltando ocasionalmente un chorro de semen en la parte posterior de las fauces de la princesa. Para entonces, Zelda había encontrado su ritmo: masturbaba a Riju con suaves y lentas embestidas, prodigando ese delicioso martillo follador con besos y lamidas lentas. Cada vez que su lengua subía por la cresta uretral de Riju, la vidente Gerudo se estremecía y disparaba otro denso y cremoso fajo en su boca real. El vientre de Zelda se llenó lentamente de semen, saciando con avidez la semilla de Riju.
—Siéntate... perfectamente quieta... —Zelda suspiró por fin y abrió bien los labios para recibir la polla de Riju en lo más profundo de su boca. Sus mejillas se hincharon maravillosamente mientras se tragaba la amplia cabeza de la polla de la Gerudo, sus ojos revoloteaban hacia arriba y hacia atrás en una expresión de placer vertiginoso. Se inclinó hacia delante, todavía masajeando el eje hiperactivo de Riju entre sus tetas pastosas, rebotando sus pechos hacia arriba y hacia abajo con alegres bamboleos—. Mmph... mmngh... —Succionó con avidez, moviendo la cabeza sobre la monstruosa polla de Riju, pintando largas líneas de baba arriba y abajo sobre su carne color moca. La respiración de Riju era rápida y aguda, resoplando y jadeando, sus abdominales se tensaron detrás de la piel brillante de su vientre mientras se rendía al asombroso masaje de Zelda.
—Mmm... tan suave... —canturreó Riju en absoluta felicidad, entregando su cuerpo a otra persona de una manera que nunca había soñado que haría, dejando que Zelda tomara el control de su placer. Esta era una experiencia nueva, sin duda (Riju estaba acostumbrada a golpear a las zorras hasta el olvido), pero quería que continuara y continuara...
...Excepto...
Riju entrelazó lentamente sus manos en los mechones rubios de Zelda, impulsada por un impulso salvaje que surgía desde lo más profundo de su ser. La Gerudo en ella no permitiría que la Princesa la controlara por completo, no cuando un placer mayor estaba tan, tan tentadoramente cerca. Zelda vio lo que Riju pretendía y supo que no podía detenerlo, así que cerró los ojos y se preparó para el impacto...
De repente, las manos de la Gerudo la apretaron con fuerza y la EMPUJARON sin vacilar ni piedad. Los ojos de Zelda se abrieron de golpe, su cuello se distendió, ¡mirando fijamente la polla de la pequeña transexual! Con la garganta embestida, Zelda no pudo hacer nada más que atragantarse y hacer burbujas de saliva alrededor de la empuñadura de Riju mientras la Gerudo la sujetaba, observando con interés cómo su bonito rostro se deformaba entre expresiones de tensión.
—P-Perfecta —ronroneó Riju—. ¡Una verdadera belleza de harén, si alguna vez hubo una...! —Dicho esto, se puso de pie bruscamente, cerniéndose sobre la Princesa mientras comenzaba a empujar dentro del ondulante bolsillo de su garganta. ¡GUK-GUK-GUK-GUK-GUK...! Zelda farfulló sobre la polla de Riju, sus nalgas se sacudieron levemente en sus ajustadas sedas blancas mientras la Gerudo se aprovechaba de su estado de indefensión. Sus pechos, ya parcialmente liberados de su escaso atuendo, se derramaron por completo para tambalearse y rebotar uno contra el otro al aire libre. Las lágrimas brotaron de sus ojos azules y se deslizaron por sus mejillas mientras sus labios entraban y salían sobre la densa polla de la Gerudo, su mandíbula abierta hasta el límite. Esta era una polla que incluso las mujeres Gerudo más grandes tendrían dificultades para tomar dentro, y aquí estaba Zelda, ahogándola con arcadas y toses babeantes.
Riju tarareó de placer, sus testículos golpeando la barbilla de Zelda con cada embestida, pero no pudo evitar sentir que algo faltaba. Extendió la mano hacia atrás y sacó un objeto de la mesa auxiliar de su trono, el Yelmo del Trueno, y, con un zumbido decidido, lo colocó sobre su cabeza. Con la otra mano sacó una varita amarilla brillante y la golpeó contra su vientre tonificado y oscuro.
—Prepárate —canturreó—. Las gerudo necesitan mucha más estimulación para correrse. —Y con eso, lanzó el hechizo de la varita. Zelda se tensó inmediatamente cuando un poderoso voltaje recorrió su cuerpo desde la polla flexible de Riju. Los ojos de la princesa se pusieron en blanco mientras era electrocutada, sus muslos se apretaron y sus hombros se elevaron lo más alto que pudieron alcanzar. El rayo no le hizo nada a Riju debido al casco, pero Zelda recibió la peor parte de la electricidad, sus lágrimas humeaban mientras rodaban por sus mejillas. Riju gruñó, golpeando más fuerte y más rápido la garganta gorgoteante de la princesa, resoplando y resoplando y apartando mechones húmedos de cabello de su rostro. Cuando su placer alcanzó su punto máximo, tocó fondo en la garganta de Zelda y emitió un gemido profundo y vacilante. —¡Haahhnn! Riju se quedó bizca y soltó chorro tras chorro de esperma por la garganta de Zelda, inundando su vientre de semen. Su orgasmo duró unos impresionantes veinte chorros, momento en el que sus testículos estaban casi aplastados contra el cuello de Zelda, sus manos retorcieron el cabello rubio de la princesa, sus abdominales aplastaron la nariz de Zelda hacia arriba. Gradualmente, centímetro a centímetro, Riju se retiró, desalojando su polla de la garganta blanda de Zelda. La princesa se desplomó contra el muslo de Riju, jadeando y resollando, el semen goteaba de su barbilla sobre su pálido escote. Riju suspiró y dejó caer su pene sobre la cabeza de Zelda, inclinándose hacia atrás una vez más para descansar.
—Hggk... ajá... —gruñó Zelda en su dulce delirio, aferrándose al cálido muslo de la vidente Gerudo—. Eso fue... —Levantó la nariz hacia la pesada polla de Riju y la besó dulcemente, gimiendo contra el miembro medio flácido de su amante mientras palpitaba y babeaba un lodo espeso y blanco por su cabello. Nunca se había sentido tan completamente utilizada, tan deseada por otro ser, y podía verse a sí misma volviéndose adicta a esa sensación—. Mmn...
La mano de Riju cayó sobre la cabeza de Zelda, acariciando distraídamente su cabello rubio. —Eso no fue más que un juego previo —dijo Riju con firmeza. Dejó la varita de relámpago a un lado y le sonrió a Zelda—. Espero que estés lista para una verdadera follada Gerudo. Solo... dame un minuto para recuperarme.
"Un minuto" resultó ser treinta segundos. Zelda observó con asombro cómo la polla de Riju se endurecía una vez más, brotando contra el aire hasta apuntar nuevamente al techo, rígida y babeando gotas de crema sobre su rostro asustado. Riju se enorgullecía del asombro de Zelda, presumiendo agarrando la empuñadura de su polla y moviéndola hacia arriba y hacia abajo con su fuerte agarre.
—Esta vez, tú tomas el mando —dijo Riju. Zelda tragó saliva y asintió, luego agarró la polla de la vidente y enterró la cara en su parte inferior palpitante, besando la carne cálida desesperadamente mientras Riju gemía y levantaba sus piernas en alto. Esas extremidades tonificadas se extendían sobre los hombros de Zelda, los pies cayendo sobre el grueso trasero de la princesa. Firmemente a horcajadas, Zelda se hundió en su obediente adoración de la polla, lamiendo su camino hacia arriba del eje de Riju solo para tomar la cabeza en sus fauces y chupar ruidosamente. Schlk, schlk, schlk... El vigor de Zelda era increíble, considerando que había sido alcanzada por un rayo no hace mucho tiempo, pero su lujuria superó su agotamiento. Su mejilla derecha se abultó mientras presionaba la cabeza del pene de Riju contra sus encías blandas, gruñendo y haciendo gárgaras, la baba caía por el eje de la Gerudo, ¡antes de abrirse más y tragar esa circunferencia por su garganta!
—¡Mmnghk! —Zelda se atragantó levemente cuando su delgado cuello se expandió alrededor de la polla de Riju, pero no se detuvo allí: balanceando su peso hacia adelante, comenzó a acariciar con sus largas ventosas la carne de la Gerudo de arriba a abajo, realizando un acto de desaparición como ningún otro. ¡Las multitudes se habrían maravillado al ver centímetro tras centímetro de la amplia polla de la Gerudo desaparecer en la garganta mágica de la Princesa, solo para emerger de nuevo más resbaladiza y brillante, cubierta de burbujas de saliva desde la base hasta la punta! Zelda se aseguró de enterrar esa cosa lo más profundo posible en su garganta llena de baches y ondulaciones antes de siquiera pensar en retirarse, produciendo una serie de chapoteos y estallidos descuidados que sonaron como música en los oídos de Riju. ¡La Gerudo no podía creer lo que estaba sintiendo! Una vez más, enrolló el cabello de Zelda alrededor de su muñeca, sintiendo la desesperada necesidad de meter la cabeza de la perra dentro de su polla, pero se contuvo: quería ver cuán hábil era realmente la Princesa.
Zelda no decepcionó. Glk...glg...glurk... Se deslizó hacia arriba y hacia abajo a un ritmo más rápido, sus nalgas se balanceaban bajo los pies de Riju mientras descansaba cada vez más su peso sobre el cuerpo de Zelda. Pronto la Princesa no pudo retroceder debido a que la pelvis de Riju se aplastaba casi hasta su mandíbula, por lo que movió su cabeza y cuello en círculos sensuales, chupando los últimos centímetros de esa deliciosa polla mientras las bolas de la vidente Gerudo descansaban sobre su clavícula. ¡Escuchó el chillido de placer de Riju, sintió que su cuerpo se arqueaba, vio su vientre tonificado surgir en un espasmo de placer absoluto y desgarrador...!
Y entonces llegó Riju. Su segunda carga estalló en el vientre de Zelda como una cascada, de alguna manera tan furiosa como la primera. "¡Mmngh!" Zelda hizo gárgaras, bizcando mientras Riju la embestía, sintiendo cada chorro golpeando su estómago como un mensaje del cuerpo de Riju al suyo. Ninguna otra polla jamás la satisfaría; ninguna otra persona podría siquiera acercarse. ¡Zelda era una adicta total a la polla de chica Gerudo!
La carga de Riju duró hasta que el rostro de Zelda se puso rojo oscuro por la falta de oxígeno. Por fin, se echó hacia atrás y Riju se cayó de su trono, cayendo al suelo en su base mientras hilos errantes de semen salían de su polla. Zelda jadeó en busca de aire, agarrándose la barriga apretada, resistiendo la presión en su interior, manteniendo la marea baja. Riju la miró con asombro, sus ojos se suavizaron cuando su polla de niña se desplomó. Zelda no pudo evitar agarrar la polla de Riju con su mano libre, bombeándola lenta y firmemente incluso cuando se ablandó en su agarre, ordeñando los últimos restos de semilla de ella.
—Increíble —dijo Riju con dulzura—. Ningún Hylean me había satisfecho antes... —Acarició el cabello de Zelda y, cuando la Princesa la miró a los ojos, besó sus labios con sabor a semen—. ¿No te quedarás en mi corte un poco más?
—Jajaja… si insistes… —murmuró Zelda, y luego se inclinó para darle otro beso a Riju.
—Debo decir —dijo finalmente la pequeña Gerudo— que tu nuevo atuendo te sienta bien. Serías la pieza estrella del harén de cualquier mujer.
Zelda se movió nerviosamente, mordiéndose el labio inferior en un momento de sensibilidad que hizo que la polla de Riju palpitara bajo su taparrabos. Desde que llegó al desierto, la princesa rubia había cambiado su atuendo de viaje por uno más apropiado: sedas diminutas ahora cubrían su hermoso y pálido cuerpo, un broche dorado unía tiras errantes de tela sobre sus pechos sin ocultar del todo su voluptuoso escote. Sus hombros y cuello estaban desnudos, al igual que sus caderas y muslos, mientras que su trasero sobresalía magníficamente, abrazado con fuerza por el material blanco puro. "Lo tomaré como un cumplido", dijo por fin, ofreciendo la más mínima reverencia a la vidente Gerudo. Incluso en ese momento, Zelda era muy consciente del bulto que se elevaba en el taparrabos de Riju, levantando lentamente las elegantes telas blancas hasta que su erección apuntaba casi hacia el cielo. La parte inferior de la tela limpió sus bolas suaves y oscuras, tan grandes que se desbordaron por el borde de su trono como los deliciosos globos de sexo que eran. La base de su polla ahora era visible, Riju no hizo ningún intento de ocultarla: simplemente observó a Zelda con una sonrisa cruel, interesada en ver cómo reaccionaba. Bebió el cuerpo de su invitada con una intensidad tranquila y desvergonzada.
Por fin, Riju tarareó y dijo: “Acércate. Quiero verte más de cerca”.
Zelda había sabido de qué se trataba esta reunión desde el momento en que recibió la convocatoria de Riju. Había sido consciente de la verdadera naturaleza de la pequeña Gerudo desde su primer encuentro, y aunque apenas habían cruzado una palabra entre ellas, habían compartido demasiadas miradas hambrientas como para negar sus necesidades desbordantes. Cuando Zelda se acercó al trono, con sus anchas caderas balanceándose de un lado a otro, Riju separó sus fuertes muslos y movió las caderas, haciendo que su densa polla de niña rebotara hacia arriba y hacia abajo bajo el velo de tela. Zelda intentó mantener un aire de confianza, pero cuando una gruesa gota blanca de presemen emergió a través del fino material del taparrabos de Riju, sintió que su rostro se ponía rojo brillante y ardía. Se detuvo ante el trono, mareada de lujuria, vagamente consciente de la línea de baba que se deslizaba por su barbilla cuando se acercó demasiado al pequeño cuerpo bronceado de Riju y su enorme y tembloroso martillo sexual.
Riju era muy consciente de la sed de la princesa y la hizo aún más sedienta reclinándose y canturreando con los labios fruncidos. A medida que su excitación crecía, su taparrabos se levantó cada vez más, exponiendo su polla de niña color moca centímetro a centímetro plagada de venas. Al final, solo un bolsillo de tela mantuvo su polla bajo control, todo su eje, salvo la cabeza, palpitaba deliciosamente al aire. Los muslos tonificados de Riju estaban tan abiertos como podían, su pelvis bombeando hacia arriba y hacia abajo en suaves embestidas, follando el aire mientras Zelda observaba con desesperación. "Dios mío, ¿qué es esa mirada en tus ojos?", ronroneó Riju. "¿Pasa algo? Tus muslos están empezando a empaparse..."
Zelda se mordió el labio inferior y tembló, mirándose a sí misma para ver cómo, efectivamente, sus gruesos muslos brillaban con su propio néctar. Era imposible verse más excitada de lo que Zelda estaba ahora: sus ojos estaban borrosos, sus manos temblaban a sus costados, su coño estaba tan húmedo que no podía ocultarlo. En cambio, se humedeció los labios y dijo con voz temblorosa: "Por favor... libérate".
Riju arqueó una ceja, ladeando las caderas para que su polla gigante se balanceara de un lado a otro en su sujeción. Sus manos se deslizaron por los apoyabrazos... agarraron el borde mismo de su asiento de piedra... y gruñó mientras movía las caderas bruscamente hacia arriba. Su polla rebotó y luego estalló de su taparrabos en una cascada de carne marrón, balanceándose hacia abajo para GOLPEAR su muslo antes de saltar hacia arriba nuevamente y apuntar orgullosamente al techo. La carne de Riju estaba llena de venas y era hermosa, un globo gordo y blanco de pre-semen rezumaba de su punta mientras se balanceaba frente a sus dulces y sonrientes labios. Zelda emitió un suave gemido. Más resistencia era inútil: si no ponía sus manos en esa cosa ahora mismo, podría explotar. Cayó de rodillas ante la vidente Gerudo, jadeando de lujuria, mirando hacia arriba a esos ojos crueles y observadores.
—Te lo digo… —dijo Zelda sin aliento, mientras deslizaba una mano por la base de la monstruosa polla de Riju—. No lo he hecho… desde hace más de un siglo…
—¿Ah, sí? —Riju sonrió con sorna—. Es un gran honor. Por favor, a tu propio ritmo, princesa.
Zelda respiró profundamente, intentando calmar sus emociones desenfrenadas, pero no tenía sentido: mientras Riju palpitara frente a ella, sería esclava de su placer. Apretando suavemente, Zelda hizo rebotar la polla de Riju arriba y abajo, admirando su gran tamaño: demasiado larga para estar completamente erecta, por lo que se dobló ligeramente, agitándose mientras rebotaba en su puño. Zelda cerró un ojo con fuerza cuando la gota de líquido preseminal saltó de la cabeza de la polla de Riju para salpicarle la cara, cálida y cremosa. Zelda dudó antes de buscar con la lengua, lamiendo la porquería de fuerte sabor de sus labios y llevándola hacia adentro. Riju disfrutó tanto de la exhibición que se hundió más en su silla, sus caderas y su culo se deslizaron por el borde, empujando su polla aún más hacia Zelda.
"Mmmm..."
El gemido de placer de Riju fue todo lo que Zelda necesitó para disipar sus dudas. Su otra mano envolvió la enorme polla de Riju y comenzó a bombearla sin piedad, de arriba a abajo, haciendo que la pequeña Gerudo gritara de placer. Riju comenzó a empujar con fuerza contra el agarre de Zelda. A pesar de su pequeño cuerpo, seguía siendo una Gerudo y el instinto de reproducción ardía en ella. Gimiendo y gimiendo, llenó las sedosas manos reales de Zelda con densos WHUMPs de carne, balanceando sus enormes bolas en el aire con cada embestida como la de un semental.
—¡Mmm! ¡Ja! ¡Quiero... quiero sentir tus pechos...! —gritó Riju, y su compostura, que antes era fría, empezó a agrietarse—. ¡P-por favor...!
Zelda no pudo hacer más que obedecer. Sus sedas eran tan escasas que solo necesitó apartar algunas tiras finas para dejar disponible todo su escote. Riju continuó follando el aire cuando ella soltó su polla color moca, subiéndola y bajando en salvajes péndulos hasta que Zelda atrapó esa deliciosa vara pre-babosa entre sus grandes y mullidas tetas y la abrazó con fuerza. Sus pechos se aplastaron deliciosamente, elevándose casi hasta su barbilla por la presión. Zelda bajó la cabeza para besar el glande de Riju, sus sedosos labios succionando al vacío alrededor de su rosada cabeza de polla. Inmediatamente, Zelda sintió un latido y un chorro caliente sobre su lengua cuando Riju echó un chorro de grasa directamente en su boca. —Mm... —Zelda tragó saliva, su delgado cuello ondulándose con gracia, y apartó los labios de la polla de Riju para mostrarle a la Gerudo su boca abierta y vacía mientras comenzaba a guiar sus pechos hacia arriba y hacia abajo, bombeando y apretando, abrazando sus súper suaves cojines del pecho mientras sumergía su lengua para hacer círculos alrededor de la punta de Riju—. Hnn. Schlp... —Los ojos de Zelda perdieron el foco una vez más mientras se deleitaba con el trozo de polla más grande que jamás había visto, disfrutando de su calor palpitante, acariciándolo entre sus deliciosos pechos. Los gemidos de Riju se hicieron más fuertes y menos constantes, su voz vaciló mientras su cabeza se inclinaba cada vez más hacia atrás, mirando al techo con la boca abierta en absoluta felicidad.
—¡Ah...! —La polla de Riju se contrajo en el agarre de Zelda, soltando ocasionalmente un chorro de semen en la parte posterior de las fauces de la princesa. Para entonces, Zelda había encontrado su ritmo: masturbaba a Riju con suaves y lentas embestidas, prodigando ese delicioso martillo follador con besos y lamidas lentas. Cada vez que su lengua subía por la cresta uretral de Riju, la vidente Gerudo se estremecía y disparaba otro denso y cremoso fajo en su boca real. El vientre de Zelda se llenó lentamente de semen, saciando con avidez la semilla de Riju.
—Siéntate... perfectamente quieta... —Zelda suspiró por fin y abrió bien los labios para recibir la polla de Riju en lo más profundo de su boca. Sus mejillas se hincharon maravillosamente mientras se tragaba la amplia cabeza de la polla de la Gerudo, sus ojos revoloteaban hacia arriba y hacia atrás en una expresión de placer vertiginoso. Se inclinó hacia delante, todavía masajeando el eje hiperactivo de Riju entre sus tetas pastosas, rebotando sus pechos hacia arriba y hacia abajo con alegres bamboleos—. Mmph... mmngh... —Succionó con avidez, moviendo la cabeza sobre la monstruosa polla de Riju, pintando largas líneas de baba arriba y abajo sobre su carne color moca. La respiración de Riju era rápida y aguda, resoplando y jadeando, sus abdominales se tensaron detrás de la piel brillante de su vientre mientras se rendía al asombroso masaje de Zelda.
—Mmm... tan suave... —canturreó Riju en absoluta felicidad, entregando su cuerpo a otra persona de una manera que nunca había soñado que haría, dejando que Zelda tomara el control de su placer. Esta era una experiencia nueva, sin duda (Riju estaba acostumbrada a golpear a las zorras hasta el olvido), pero quería que continuara y continuara...
...Excepto...
Riju entrelazó lentamente sus manos en los mechones rubios de Zelda, impulsada por un impulso salvaje que surgía desde lo más profundo de su ser. La Gerudo en ella no permitiría que la Princesa la controlara por completo, no cuando un placer mayor estaba tan, tan tentadoramente cerca. Zelda vio lo que Riju pretendía y supo que no podía detenerlo, así que cerró los ojos y se preparó para el impacto...
De repente, las manos de la Gerudo la apretaron con fuerza y la EMPUJARON sin vacilar ni piedad. Los ojos de Zelda se abrieron de golpe, su cuello se distendió, ¡mirando fijamente la polla de la pequeña transexual! Con la garganta embestida, Zelda no pudo hacer nada más que atragantarse y hacer burbujas de saliva alrededor de la empuñadura de Riju mientras la Gerudo la sujetaba, observando con interés cómo su bonito rostro se deformaba entre expresiones de tensión.
—P-Perfecta —ronroneó Riju—. ¡Una verdadera belleza de harén, si alguna vez hubo una...! —Dicho esto, se puso de pie bruscamente, cerniéndose sobre la Princesa mientras comenzaba a empujar dentro del ondulante bolsillo de su garganta. ¡GUK-GUK-GUK-GUK-GUK...! Zelda farfulló sobre la polla de Riju, sus nalgas se sacudieron levemente en sus ajustadas sedas blancas mientras la Gerudo se aprovechaba de su estado de indefensión. Sus pechos, ya parcialmente liberados de su escaso atuendo, se derramaron por completo para tambalearse y rebotar uno contra el otro al aire libre. Las lágrimas brotaron de sus ojos azules y se deslizaron por sus mejillas mientras sus labios entraban y salían sobre la densa polla de la Gerudo, su mandíbula abierta hasta el límite. Esta era una polla que incluso las mujeres Gerudo más grandes tendrían dificultades para tomar dentro, y aquí estaba Zelda, ahogándola con arcadas y toses babeantes.
Riju tarareó de placer, sus testículos golpeando la barbilla de Zelda con cada embestida, pero no pudo evitar sentir que algo faltaba. Extendió la mano hacia atrás y sacó un objeto de la mesa auxiliar de su trono, el Yelmo del Trueno, y, con un zumbido decidido, lo colocó sobre su cabeza. Con la otra mano sacó una varita amarilla brillante y la golpeó contra su vientre tonificado y oscuro.
—Prepárate —canturreó—. Las gerudo necesitan mucha más estimulación para correrse. —Y con eso, lanzó el hechizo de la varita. Zelda se tensó inmediatamente cuando un poderoso voltaje recorrió su cuerpo desde la polla flexible de Riju. Los ojos de la princesa se pusieron en blanco mientras era electrocutada, sus muslos se apretaron y sus hombros se elevaron lo más alto que pudieron alcanzar. El rayo no le hizo nada a Riju debido al casco, pero Zelda recibió la peor parte de la electricidad, sus lágrimas humeaban mientras rodaban por sus mejillas. Riju gruñó, golpeando más fuerte y más rápido la garganta gorgoteante de la princesa, resoplando y resoplando y apartando mechones húmedos de cabello de su rostro. Cuando su placer alcanzó su punto máximo, tocó fondo en la garganta de Zelda y emitió un gemido profundo y vacilante. —¡Haahhnn! Riju se quedó bizca y soltó chorro tras chorro de esperma por la garganta de Zelda, inundando su vientre de semen. Su orgasmo duró unos impresionantes veinte chorros, momento en el que sus testículos estaban casi aplastados contra el cuello de Zelda, sus manos retorcieron el cabello rubio de la princesa, sus abdominales aplastaron la nariz de Zelda hacia arriba. Gradualmente, centímetro a centímetro, Riju se retiró, desalojando su polla de la garganta blanda de Zelda. La princesa se desplomó contra el muslo de Riju, jadeando y resollando, el semen goteaba de su barbilla sobre su pálido escote. Riju suspiró y dejó caer su pene sobre la cabeza de Zelda, inclinándose hacia atrás una vez más para descansar.
—Hggk... ajá... —gruñó Zelda en su dulce delirio, aferrándose al cálido muslo de la vidente Gerudo—. Eso fue... —Levantó la nariz hacia la pesada polla de Riju y la besó dulcemente, gimiendo contra el miembro medio flácido de su amante mientras palpitaba y babeaba un lodo espeso y blanco por su cabello. Nunca se había sentido tan completamente utilizada, tan deseada por otro ser, y podía verse a sí misma volviéndose adicta a esa sensación—. Mmn...
La mano de Riju cayó sobre la cabeza de Zelda, acariciando distraídamente su cabello rubio. —Eso no fue más que un juego previo —dijo Riju con firmeza. Dejó la varita de relámpago a un lado y le sonrió a Zelda—. Espero que estés lista para una verdadera follada Gerudo. Solo... dame un minuto para recuperarme.
"Un minuto" resultó ser treinta segundos. Zelda observó con asombro cómo la polla de Riju se endurecía una vez más, brotando contra el aire hasta apuntar nuevamente al techo, rígida y babeando gotas de crema sobre su rostro asustado. Riju se enorgullecía del asombro de Zelda, presumiendo agarrando la empuñadura de su polla y moviéndola hacia arriba y hacia abajo con su fuerte agarre.
—Esta vez, tú tomas el mando —dijo Riju. Zelda tragó saliva y asintió, luego agarró la polla de la vidente y enterró la cara en su parte inferior palpitante, besando la carne cálida desesperadamente mientras Riju gemía y levantaba sus piernas en alto. Esas extremidades tonificadas se extendían sobre los hombros de Zelda, los pies cayendo sobre el grueso trasero de la princesa. Firmemente a horcajadas, Zelda se hundió en su obediente adoración de la polla, lamiendo su camino hacia arriba del eje de Riju solo para tomar la cabeza en sus fauces y chupar ruidosamente. Schlk, schlk, schlk... El vigor de Zelda era increíble, considerando que había sido alcanzada por un rayo no hace mucho tiempo, pero su lujuria superó su agotamiento. Su mejilla derecha se abultó mientras presionaba la cabeza del pene de Riju contra sus encías blandas, gruñendo y haciendo gárgaras, la baba caía por el eje de la Gerudo, ¡antes de abrirse más y tragar esa circunferencia por su garganta!
—¡Mmnghk! —Zelda se atragantó levemente cuando su delgado cuello se expandió alrededor de la polla de Riju, pero no se detuvo allí: balanceando su peso hacia adelante, comenzó a acariciar con sus largas ventosas la carne de la Gerudo de arriba a abajo, realizando un acto de desaparición como ningún otro. ¡Las multitudes se habrían maravillado al ver centímetro tras centímetro de la amplia polla de la Gerudo desaparecer en la garganta mágica de la Princesa, solo para emerger de nuevo más resbaladiza y brillante, cubierta de burbujas de saliva desde la base hasta la punta! Zelda se aseguró de enterrar esa cosa lo más profundo posible en su garganta llena de baches y ondulaciones antes de siquiera pensar en retirarse, produciendo una serie de chapoteos y estallidos descuidados que sonaron como música en los oídos de Riju. ¡La Gerudo no podía creer lo que estaba sintiendo! Una vez más, enrolló el cabello de Zelda alrededor de su muñeca, sintiendo la desesperada necesidad de meter la cabeza de la perra dentro de su polla, pero se contuvo: quería ver cuán hábil era realmente la Princesa.
Zelda no decepcionó. Glk...glg...glurk... Se deslizó hacia arriba y hacia abajo a un ritmo más rápido, sus nalgas se balanceaban bajo los pies de Riju mientras descansaba cada vez más su peso sobre el cuerpo de Zelda. Pronto la Princesa no pudo retroceder debido a que la pelvis de Riju se aplastaba casi hasta su mandíbula, por lo que movió su cabeza y cuello en círculos sensuales, chupando los últimos centímetros de esa deliciosa polla mientras las bolas de la vidente Gerudo descansaban sobre su clavícula. ¡Escuchó el chillido de placer de Riju, sintió que su cuerpo se arqueaba, vio su vientre tonificado surgir en un espasmo de placer absoluto y desgarrador...!
Y entonces llegó Riju. Su segunda carga estalló en el vientre de Zelda como una cascada, de alguna manera tan furiosa como la primera. "¡Mmngh!" Zelda hizo gárgaras, bizcando mientras Riju la embestía, sintiendo cada chorro golpeando su estómago como un mensaje del cuerpo de Riju al suyo. Ninguna otra polla jamás la satisfaría; ninguna otra persona podría siquiera acercarse. ¡Zelda era una adicta total a la polla de chica Gerudo!
La carga de Riju duró hasta que el rostro de Zelda se puso rojo oscuro por la falta de oxígeno. Por fin, se echó hacia atrás y Riju se cayó de su trono, cayendo al suelo en su base mientras hilos errantes de semen salían de su polla. Zelda jadeó en busca de aire, agarrándose la barriga apretada, resistiendo la presión en su interior, manteniendo la marea baja. Riju la miró con asombro, sus ojos se suavizaron cuando su polla de niña se desplomó. Zelda no pudo evitar agarrar la polla de Riju con su mano libre, bombeándola lenta y firmemente incluso cuando se ablandó en su agarre, ordeñando los últimos restos de semilla de ella.
—Increíble —dijo Riju con dulzura—. Ningún Hylean me había satisfecho antes... —Acarició el cabello de Zelda y, cuando la Princesa la miró a los ojos, besó sus labios con sabor a semen—. ¿No te quedarás en mi corte un poco más?
—Jajaja… si insistes… —murmuró Zelda, y luego se inclinó para darle otro beso a Riju.
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