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Fantasia de una sissy pt1

Recuerdo que todo empezó hace varios años producto de la necesidad, en las noches estaba tan caliente que no podía pensar bien y sin saber cuándo ni cómo me hallé tomándome fotos desnudo para desconocidos en internet. Tengo un muy buen físico para ser sumiso, piel blanquita, pelito rubio y largo, ojitos claros, pequeño, flaco, pero con curvas, tengo muy buena cintura así como grandes caderas, con un culito bastante grande y un penecito muy chiquito que más se parece a un clítoris que a un verdadero pene.
Me gustaba hablar bastante con los hombres a los que les gustaba. Todo se quedaba en conversaciones muy subidas de tono con algunos comentarios extra, pero al final se terminaban olvidando de mi. Fue así hasta hace unos años que mi vida cambió radicalmente. Yo volvía a mi casa después de la universidad, tuve un par de problemas y me atrasé una hora. Enojado y resignado me ví obligado a tomar el tren que salía una hora después. El tren arribó lleno, pero al cabo de unas paradas la mayoría de los pasajeros se bajaron por lo que me pude sentar con comodidad, junto a mi se sentó un hombre, pero no me importó y seguí viendo mi celular. Suelo ver mucho contenido porno sin importar el lugar por lo que se me hace normal que se me queden viendo. Justo en ese momento estaba en snapchat revisando las decenas de conversaciones de hombres que me mandan fotos de sus penes. El hombre a mi par se dio cuenta y cuando lo miré de reojo refugió la vista en su teléfono. Pronto me percaté que él también estaba viendo sus chats de snapchat y no me pude creer cuando ví que estaba en chat conmigo. Resulta que aquel hombre era, de a quienes les he hablado, mi favorito. Rápido le escribí preguntandole si era él el que estaba al lado mío y repentinamente me volvió a ver. Fue en ese punto que lo reconocí: alto; muy musculoso y bien definido, llevaba una camisa de tirantes bastante holgada con la que podía ver perfectamente sus poderosos brazos; guapo y muy varonil; y lo que más me encata de él, su hermosa piel negra como el ébano. Nos quedamos viendo un rato hasta que de mi salió un tímido “hola”. La conversación siguió con un poco de incomodidad e incredulidad, pero pronto vimos que teníamos química y nos pusimos al día descubriendo que en realidad vivíamos cerca. Eventualmente salió el tema de conversación de tener sexo, justo en ese momento quedabamos solos él y yo en el vagon. no respondí nada pero me pegué lo más que pude a él. Lo volví a ver fijamente, nunca me había mostrado su cara en chat y por verguenza no lo había visto directo. Puse mi mano en su muslo y lentamente la fuí acercando a su entrepierna, no tardé mucho hasta dar con algo grande y blando. Empecé a acariciarlo lentamente, él puso su brazo alrededor mío y yo me recosté en su pecho. El bulto en sus pantalones se endurecía cada vez más y su tamaño aumentaba haciéndose cada vez más y más grande hasta el punto de hacerse enorme. Se había puesto de tal tamaño que él se incomodaba de cómo le apretaba el pantalón y sin decir ni advertir nada se desabrochó el pantalón y sacó del boxer su tan enorme y gigantesco pene, negro de arriba abajo y con algunas cuantas grandes venas. Me quedé asombrado viendo su inmenso tamaño y como palpitaba ansioso. Traté de agarrarlo con mi mano, pero me sorprendí aún más de ver como no pude agarrarlo por completo así que lo tomé con ambas manos y comencé a masturbarlo. El se mostraba sumamente impaciente y yo aceleré más y más, pero solo logré inquietarlo más. Sin esperarlo él empujó mi cabeza con su mano cerca de su negro pene, yo no me resistí y de un bocado metí en mi boca todo su glande, que, pece a ser tan solo la punta, llenó bastante mi paladar. Con los labios le masajeé la corona y pronto con la punta de la lengua le dibujé circulitos en su punta, justo sobre el frenillo. Él se excitó mucho y yo supe que lo estaba haciendo bien. Era mi primera vez mamando un pene de hecho supuse que si lo hacía bien sería por alguna cualidad innata de puta, soy amante del contenido “sissy” por lo que yo también me excité de pensar en que mi comportamiento era el que se esperaba (y me emocionó más pensar que se la mamaba a mi macho preferido). Seguimos así hasta que me dí cuenta que ya estábamos en mi parada por lo que, con resentimiento, me saqué el negro pene de la boca y me despedí, con dolor, de mi macho, diciéndole que lo volveríamos a hacer la próxima vez. Me di la vuelta y antes de dar dos pasos el tren arrancó repentinamente y tan bruscamente que el impacto me empujó para atrás de modo que caí de culo sobre el negro pene aún expuesto de mi acompañante. Fue tal la sorpresa que me quedé inmovil y él aprovechando la oportunidad me tomó por las caderas y me tuvo pegado a él. Le pedí que me soltara, pero me hizo ver que ya había pasado mi parada para luego convencerme que lo acompañara hasta su casa pues quedaban cerca y nosotros teníamos con algo pendiente. Accedí porque en ese momento no tenía la mente clara. Mientras tanto él me manoseaba el pecho y los muslos en tanto que me devoraba el cuello. Llegamos a la siguiente parada que era la de él. Se guardó su enorme pene negro y agarrandome firmemente del culo me dirigió hasta su casa. Él vivía en un barrio muy marginado y peligroso, pero me dijo que no me preocupara mientras andara con él, esa sensación fue bastante excitante,me sentí como una puta. Llegamos a su casa y metiéndome a su cuarto me hizo tirada a la cama con una nalgada. Cuando lo volví a ver ya se había quitado el pantalon y mostraba su negro pene con sumo poder. Le pedí un poco de tiempo pues todo estaba sucediendo demasiado rápido y no podía procesarlo. Le expliqué que era mi primera vez y que aunque me había metido otras cosas por el ano nunca nada tan grande como su negro pene. Recordé en ese momento que en mi mochila traía un lubricante y un paquete de condones, no se porque los compré, son xxs, jamás se los podría dar a él. Tomó el lubricante y me dijo que me quitara la ropa, eso hice, primero la camisa, luego mis apretados jeans y por último la ropa interior. Él me observó en todo momento y cuando me quité lo último revelé mi pequeño pene que, aunque estaba completamente erecto, resultaba diminuto y en comparación de su masivo pene negro. Él se rió de mi tamaño y puso su negro pene junto a mi clítoris, su cabeza era más grande que todo mi miserable pene. Fue tan intimidante que del miedo se me fue la erección y mi pequeño penecito se hizo más chiquitito aún, escondiéndose debajo del pubis y entre el saco de mis pequeños testículos. Él apretó su negro pene aún más y yo sentía como se me salía un poquitín de líquido preseminal (naturalmente me salía muy poquito y muy rápido). Me tiró de pronto a la cama y sin mencionar nada me abrió completamente de piernas y con delicadeza me untó el lubricante en el ano. Agradecí a Dios haberme rasurado la noche pasada. Pasó uno de sus gruesos dedos bordeando mi ano. Posó su otra mano en mi pecho y la pasó de extremo a extremo para al final subirla hasta mi cuello y sujetarme la mandíbula, me metió uno de sus dedos en la boca y yo lo chupé sin pensarlo. Me empecé a sentir muy exitada y no noté en que momento él ya había arrimado la punta de su negro pene a mi ano que comensaba a dilatarse permitiendo que entrara el negro pene que tanto anciaba recibir. Sentí una sensación extraña por mis extrañas, como si se estuvieran preparando para lo que venía. Pero ninguna preparación hubiese sido suficiente para cuando él, con dificultad, logró pasar su cabeza. Apreté duro y él movió lentamente sus caderas. Fue difícil superar el dolor inicial, pero aún sin haberme acostumbrado él empujó aún más su negro pene. Gemí que se detuviera, pero eso solo lo excitó más y con más fuerza me hizo empujado su negro miembro. Traté de apartarme un poco, pero me ví atrapada por sus brazos. Noté como su respiración se hizo sumamente pesada y pensé que ya quería acabar. Siguió dándome duro mientras me decía puta, hasta que me dijo: ”Me vengo”. Y cambiando de misionero a cowgirl y poniéndome arriba, unida a él por su glande, me agarró el culo con fuerza y de un solo jalón me hizo bajar por completo de golpe metiéndome su negro pene por completo y corriéndose justo cuando llegué a lo más abajo. Nos quedamos pegados un momento hasta que él destapona su enorme pene negro de mi ano dejando que se libere un cascada blanca que me recorrió todo el culo. Yo quedé paralizada por un rato mientras que él me decía que nunca antes se había corrido tanto y tan rápido, parece ser que se excitó tanto conmigo que no pudo más. Se fue a bañar y yo con dificultad lo seguí para acompañarlo. Su negro pene parecía que quería volver a pararse, pero no pudo. Nos abrazamos y tocamos amorosamente mientras nos besábamos. Le pedí ayuda para que me abriese el culo mientras yo me agachaba con las piernas extendidas para que el agua cayera directo en mi ano y poder limpiarlo. Una vez limpio me lamió y metió la lengua en el ano hasta que se cansó. Finalmente nos vestimos y él me fue a dejar hasta mi casa. Durante todo el trayecto no aguantaba el dolor y apenas podía caminar. Nos despedimos cuando llegué a la entrada y caí dormido apenas toqué la cama.
Fantasia de una sissy pt1

La siguiente semana continuó de forma ordinaria, con dolor los primeros días, pero después de lo sucedido él no me volvió a escribir. Así pasó todo hasta un día antes al que nos encontramos me envía una docena de fotos de su negro y enorme pene y un mensaje dicienndome que compre lubricante y avise a mi madre que esa noche no regresaré a casa. Al día siguiente lo esperé bien obediente una hora después de clases, él llegó por mi espalda y me saludó con una nalgada, me dijo que pagaría un taxi y pronto llegamos a su casa. Ya en su cuarto me arrodilló y se sacó ese tan negro pene. No me resistí y lo acepté todo aunque por momentos creí que iba a vomitar. Cuando mi boca y lengua no fueron suficientes para satisfacerlo, me tomó por sorpresa me puso en cuatro y me metió la mitad de su negro pene por el culo. En esta ocasión duró mucho más antes en venirse. Terminado este round esperamos 5 minutos para el siguiente en la ducha, él no me dijo nada, pero yo sabía que habría y me lo confirmó cuando al meterse al baño me hizo una seña para que lo siguiera y yo, como su buena perra sumisa, lo seguí. Me puso contra la pared y me penetró sin piedad. Me dolía, sí, pero ya lo iba disfrutando más. Se vino por segunda vez y terminamos de bañarnos. Me dijo que no me vistiera, que me quedaría desnuda todo el rato que estuviera en la casa, nos sentamos en el sillón de su casa y me explicó que su padre no regresaría hasta mañana en la noche y que yo me regresaría hasta mañana a mi casa. Pasamos un buen rato conociéndonos más y al rato le pregunté sobre nuestra relación, creía que el solo quería usarme para un par de ratos por lo que me sorprendió que me ofreciera una relación seria, centrada en el sexo claro y en la relación de dominancia y sumisión. Yo quedé enamorada y a él se le volvió a parar. Sin esperar acción o indicación me puse encima y lo volvimos a hacer. Lo hicimos en la cocina, en la sala, en el garaje, en la ventana. Me desperté tarde al día siguiente, estaba sobre él, acostada sobre su poderoso pecho, con su negro pene dentro y con la habitación hecha completamente un desastre. Desayunamos y pasamos lo poco que quedaba de mañana juntos y después practicamos posturas nuevas. Me sorprende la cantidad de veces que me llegó a empotrar, la fuerza con que lo hacía, las ansias con que gustaba de mi cuerpo, la forma en que me deseaba. Al comienzo llevaba la cuenta de cuantas veces lo hicimos, pero llegó el punto en que simplemente la perdí. Ya casi caía la noche y me fue a dejar hasta mi casa, nos despedimos y yo seguí recto hasta mi cuarto, toqué la cama y me dormí profundamente. Los primeros días de la nueva semana no tuvieron novedad alguna, hasta que una noche sin avisar él me envió un mensaje diciendo que lo esperara más tarde, y después de un par de minutos que parecieron horas, escuché un golpeteo por una ventana. Bajé y lo encontré del otro lado del cristal, me pidió que lo dejara entrar, se me hizo raro en un inicio, pero aunque me negué al inicio rápidamente cambié de parecer y lo dejé pasar. Él quería cogerme ahí mismo en la sala o subirme en la mesa, pero por miedo de que mi madre nos encontrara lo llevé hasta mi cuarto donde mi hizo suya nuevamente. Me decía con su brusca respiración, que sentía las bolas demasiado llenas y que se apresuró ante mí para descargarlas. A mi encantan sus testículos, grandes y negros, y por sobre todo lo que más me gusta ver es lo mucho que le cuelgan, le cuelgan como 14 centimetros de tanto que le pesan. Mientras me estaba dando duro se detuvo un momento y con seriedad me preguntó si quería que yo fuese su novia, le respondí obviamente que sí y él se corrió dentro inmediatamente. Sin sacar su negro pene de mi estableció que nuestra relación sería principalmente sexual, conmigo siendo su puta sissy, claramente yo estaba de acuerdo. Luego me comentó que quería además algo fuera de lo estrictamente sexual, a lo cual accedí sin pensar. Finalmente me habló respecto a mi cuerpo, le gustaba mucho, pero decía que le gustaría que fuera más femenino, me preguntó si estaría dispuesta a consumir estrógenos y a llevar una terapia de hormonas como si fuera una mujer trans. Siempre valoré la feminidad y la apariencia de las mujeres, me gustaba verme así y aunque me reconocí como hombre toda mi vida la verdad es que no estaba muy identificada como tal así que no tuve ningún problema. Finalmente hablamos largo y tendido sobre mi pene, a él le gustaba, pero dijo que le gustaría si fuera más pequeño, yo tenía ese mismo fetiche y hablamos sobre la posibilidad de conseguir una jaula de castidad, él dijo que se encargaría de eso y de otras cosas. Me besó y se fue. No lo tenía muy claro, pero en ese momento mi vida estaba por cambiar.
puta

Un día de pronto me dijo que saldríamos en la noche, quedamos de vernos fuera de mi casa y cuando llegó el momento salí, él estaba afuera, traía consigo un maletín deportivo. Nos saludamos con un abrazo y él me dió una nalgada. Me dijo que si me portaba bien me daría un premio y me indicó que pasaríamos por zonas interesantes y acordes a mi, pero primero me debía cambiar, y tenía que ser en un callejón cercano. Me desnudé y él me dió mis prendas, linda lencería roja para todo el cuerpo, aunque sin calzon. Él me dió una tanga de látex apretadisima. Además una minifalda, un crop top, unas medias muy largas, botas de plataforma, aretes, una mascarilla y una enorme gabardina con la cual cubrirme. No tardé en darme la vuelta cuando él me atacó por detrás y ahí en medio lo hicimos, me ponía nerviosa a la vez que me excitaba hacerlo en un callejón, en un lugar público, en cualquier momento nos podrían ver. Él terminó rápido, aún quedaba mucha noche. Caminamos durante un rato hasta llegar a un barrio lleno de prostitutas, y prostíbulos en cada esquina. “Acá perteneces” me dijo. Era verdad. Ni bien llegamos cuando él, con mucha gracia y sigilo, me quitó la gabardina y me dejó expuesta. Puso la mano en mi culo y seguimos avanzando. Estuvimos toda la noche por esos lugares. Los hombres me miraban sin ninguna discreción, ofrecían pagos, pero él los rechazaba. Las mujeres eran hermosas, grandes caderas y pechos, con sus agridulces caras que resultaban tan provocativas. El ambiente era sumamente vulgar y eso me excitaba demasiado. Salimos a un lugar sin gente, aunque muy transitado de día, ahí, en una señal de tráfico él me volvió a coger por sorpresa y a entregarme su pasión. Se corrió fuera y encima mió, me dijo que no podía limpiarme en ningún momento. Recorrimos más la ciudad, él trajo consigo una cámara con la que me sacó una sesión de fotos a lo largo de varios lugares, en la serie de fotos se podía ver el progreso de la recolección de semen sobre mi cuerpo. Cogimos mucho esa noche, tanto que se me quitó el miedo de hacerlo en público y me sentía preparada para hacerlo en frente de una gran multitud, en un escenario. Faltaba poco para el amanecer, me dejó en mi casa y antes de despedirse sacó un paquete pequeño y envuelto y me lo entregó. Lo abrí, grande y grata fue mi sorpresa al darme cuenta que se trataba de una jaula de castidad. Estaba tan feliz, finalmente mi sueño de empequeñecer mi micropene daría inicio, tanto él como yo estábamos de acuerdo en empezar el proceso para hacerlo más pequeño. La jaula era de metal, me dió una llave y él se quedó la otra, me dijo que cuando me acostumbrara él se quedaría con las dos.
Fue incómodo cuando empecé a usar la jaula, era muy apretada y me estorbaba. Tanto él como yo estábamos de acuerdo que debía usarla siempre, pero en ocasiones me incomodaba porque se notaba mucho debajo de la ropa. Transcurridas unas semanas me sorprendí un día que entré en razón de que la jaula no la sentía para nada. Me la quité y me medí el penecito y grande fue mi sorpresa cuando ví que sí había reducido de tamaño, pasando de unos 4,5 cm a 3 cm, y ya casi no se me paraba, antes llegaba a los 6 cm, ahora no llega ni a los 5. Me emocioné mucho que se lo dije a él y le mandé una gran cantidad de fotos, él también se veía contento. Estaba emocionada por conseguir otra más pequeña.
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