Obviamente en cuanto salio Emilio por la puerta, me puse manos a la obra. Estaba muy caliente, más incluso que el día que lo vi masturbandose por lo que ahí mismo, en el sofá donde hace unos instantes forcejeaba con Emilio y tenía agarrada su pija empece a tocarme.
Mi boca todavía guardaba el sabor de la suya y eso me estaba poniendo muy cahonda, el sillón todavía olía a el, pase mi nariz por donde se había encontrado su pelo, su espalda, su culo y pase mi boca por mi mano izquierda lamiendo esa mano que había tocado su pija y que hoy era mi comida más cara.
Inicié el ritual acariciando cada parte de mi cuerpo, estirando y contrayendo mi zona abdominal, pasando la mano por mis muslos, por el perineo por mi vagina peluda, caliente y húmeda. (Recordatorio, hay que depilarse)
Posteriormente me bajé las mallas hasta debajo de las rodillas y empecé frotando mi clitoris que lo encontré más grande aún que el otro día, un tamaño bueno que creí no poder alcanzar con unos pocos minutos de excitación y todo ello palpitaba al ritmo de mi corazón.
Lamí y chupe la mano que había entrado en su calzoncillo hasta casi acabar con la existencia de saliva, tragaba todo y estaba bien rico, quería impregnar con ese olor y ese sabor cada parte de mi cuerpo, mientras mi hábil mano derecha jugaba dentro-fuera de la concha ayudada por una lubricación interna que no paraba de expulsar.
Que humedad, que lindo momento, sabía que a Emilio le había gustado, eso una mujer lo sabe igual que sabe que tarde o temprano caería otra vez en mi telaraña.
Que ricos momentos, ese día no comí, me lo pasé semi desnuda en el sofá recordando los momentos de la mañana con Emilio, pensado en él, en su verga e imaginándome situaciones totalmente ficticias con Emilio, que me hacían soñar.
Realmente había despertado un apetito sexual que no creía que pudiera tener, experimentada cosas nuevas que me gustaban y tendría que examinar mis propios comportamientos de ahora en adelante para no demostrar ese deseo en público o podría perjudicarme si alguien se enterara de esto.
Ahora si me empezaba a creer que yo con casi 40 años podía seducir a un chico de 20 y eso me excitaba, necesitaba polla, necesitaba verga y lo necesitaba ya. Por lo que pensé inmediatamente en mi marido Juan Carlos con el qué prácticamente llevaba sin tener sexo algo más de dos meses.
Juan Carlos es un hombre tres años mayor que yo, (42 años), nos conocimos en la facultad estudiando Empresariales y nos casamos 5 años antes de tener a Ana.
Juan Carlos mide 1,75. Tiene la piel blanca, el pelo corto y liso con entradas, una barba morena igual que el color del pelo, cejas prominentes y ojos marrones. A pesar de la ocupación laboral tiene un cuerpo robusto y con vello corporal.
Como dije anteriormente, sospechaba que mi marido tenía una amante, pero eso no importaba, era mi marido y debía darme placer, aunque pensara en Emilio y deseara que fuera él, todavía estaba muy lejos de conseguirlo por lo que tenía que recurrir a la vía más rápida.
Llamé al cabo de un rato a Juan Carlos para preguntarle por su día y me sorprendió saber que se encontraba en Madrid, a apenas 150km de donde vivíamos y que no había venido a pasar el fin de semana conmigo (algo que obviamente no me importaba en absoluto).
Quedaba todavía mucho domingo por delante y me armé de valor para proponerle si quedábamos en Madrid para cenar y dar un paseo, esperaba con ansia que dijera que sí porque sino confirmaría mis sospechas sobre su amante.
Le costó unos instantes contestar pero me dijo que sí, y en esos instantes supuse que había estado o estaba en ese momento con su amante, no me preocupaba para nada ya que yo estaba cazando a mi propio amante o por lo menos lo intentaba.
Después de una ducha rápida y picar algo de comida decidí arreglarme bastante esta vez, que Juan Carlos se sorprendiera, para ello me arreglé el pelo, me maquillé incidiendo en los detalles y busque lo más sexy del armario. Elegí un bustier tipo corsé color negro para aumentar mis senos, que parecieran más grandes. Y un tanga del mismo color, ambos con encaje, lacitos y transparencias. Combinado con un pantalón vaquero entallado y apretado que mostrará mis piernas.
Para la parte superior elegí una blusa de manga corta de color marrón que dejara a la vista mi cuello y yo pudiera elegir hasta donde quitar los botones.
Rapidamente llegue al sitio acordado con Juan Carlos, una heladería en pleno centro de Madrid donde pasamos un rato agradable charlando sobre nuestra hija, los detalles de la semana de ambos (obviamente mentí con los detalles de mi semana). Estaba demasiado hablador, quería él proponer los temas a tratar y llevar el peso de la conversación todo ello para evitar decirme en que hotel se encontraba hospedado.
Algo se apagó en él cuando le pregunté donde íbamos a cenar. ¿Acaso pensaba que había recorrido más de 150km para tomar un helado? Buscamos un sitio rico en esa misma zona y su conversación esta vez se tornó más fría y apática.
No me iba a dar por satisfecha hasta encontrar lo que había venido a buscar, una polla, su polla y que me quitara la calentura, pasó pronto la tarde-noche, llegaron los postres y sabiendo que no me iba a invitar al hotel decidí crearme yo misma la invitación.
Por lo que una vez pagada la cuenta le obligué a llevarlo al hotel en mi coche, me costó horrores que aceptara y en apenas 15 minutos llegamos al parking del hotel.
Me sorprendió mucho que después de toda la tarde sin usar el móvil personal (el del trabajo parecía no llevarlo) escribiera continuamente y rápidamente durante todo el trayecto al hotel. ¿Hablaría con su amante? ¿Habría quedado con ella? ¿Estaría ella en el hotel?
Desgraciadamente para ella hoy Juan Carlos era mío, por lo que una vez aparcado el coche en el hotel, sin esperar invitación apagué el motor y para su sorpresa le acompañe al ascensor dirección el bar de recepción. Pero en el último momento cambié de opinión y le dije de ir a su habitación.
Juan Carlos estaba tranquilo, abrió la puerta y me permitió investigar un poco la "calidad" de la habitación, no encontré nada fuera de lo normal mientras tanto el se ponía comodo, ya eran las 11 de la noche y buscó en su maleta el pijama para pasar la noche.
Cuando comenzaba a desvestirse volví del baño que era donde me encontraba y me coloque delante suya con actitud dominadora mientra el se encontraba sentado en la cama.
Juan Carlos- Sara, mañana madrugo, deberías irte y si te quieres quedar vamos a dormir ya.
S- Tranquilo hombreton deja que sea yo quien te desista y nos vamos a dormir.
Juan Carlos era un hombre que se dejaba llevar ante mi, yo siempre dominaba y el sumiso cumplía con creces mis exigencias.
Me arrodille delante de él mientras sonreía, yo también sonreía pensando en la buena follada que íbamos a tener.
Y comencé a quitarle el Jersey y la camisa, siguiendo de rodillas note que mis pechos estaban a la altura de su miembro e intentaba rozarlo.
Procedí a quitarle el cinturón mientras besaba su abdomen y ombligo, el me miraba desde arriba y tenía en sus ojos el deseo. Por lo que se levantó un poco hacia arriba para poder sacarle sacale el pantalón, una vez lo hice el procedió a quitarme la blusa.
Nos besamos apasionadamente y volví a ponerme de rodillas, veía el bulto de su bóxer aumentar de tamaño y procedí a besar y morder la tela del calzoncillo, Juan Carlos estaba loco de deseo y pronto apretó mi cabeza contra sus partes, quería follar y yo aún lo quería más.
Me alcé delante suyo, comenzó a tocarme las tetas aún recogidas en mi bustier y mientras yo me lo quitaba el se encargaba de mis pantalones, se sorprendió por la belleza del tanga y mi culo prieto, debido a años de atletismo de joven mi culo era una joya para él, y posiblemente en lo que más se fijaba la gente cuando apenas tenía 20 años, ahora con más edad seguía estando en su sitio.
Juan Carlos fuera de si, me atrajo hacia el y empezó a comer mis pezones mientras los estrangulaba suavemente con las manos que bajaban hacia mi culo y su boca hacia mi ombligo, y posteriormente esas hábiles manos bajaban mi tanga para mostrar mi pequeña vagina sin depilar que estaba húmeda de placer.
Buscó mi vagina con cuidado y delicadeza con esas manos hábiles hasta que comprobó su humedad introdujo los dedos despacio y los movió suavemente llenandome de placer.
Empecé a gemir un poco mientras el metía los dedos con suavidad moviéndolo en el interior, los sacaba muy húmedos y cuando lo hacía me los llevaba a la boca para saborear mis fluidos.
Después de unos minutos de rico dedeo aparté su mano derecha de mi vagina bruscamente y lo empujé en el pecho hacia atrás para que se tumbara y dejara las piernas en el borde de la cama, comencé volviendo a besar el paquete que guardaba el bóxer que se notaba perfectamente su tamaño y estaba deseando ser liberado.
Procedí a ello, despacio retire el calzoncillo y salió disparada su polla, bien tiesa, rica, recta y depilada (ya habría tiempo de sospechar porque estaba depiladas cuando normalmente nunca se depilaba) y procedí con mi ritual experto de comer una rica verga.
Empezando por esos ricos huevos, chupandolos e introduciendolos en mi boca Juan Carlos respiraba fuerte y dejaba que hiciera mi trabajo, una vez bien húmedos pase a jugar con el grande a chuparlo de a poco y exprimirlo a meter mi lengua por cualquier recoveco y limpiar bien mi juguete.
Mi vagina palpitaba y deseaba ser perforada pero debía tener a Juan Carlos al límite, dominarlo, y esperar que la vagina hiciera el trabajo final.
Empecé a cabecear esa rica polla, no llegando hasta el final pero si intentándolo en cada cabeceó llevándola hacia un lado y otro de mi boca y luego hacia el fondo, mientras tanto miraba a Juan Carlos a los ojos y notaba que me deseaba el me dejaba hacer y yo me estaba divirtiendo.
Paraba durante varios segundos y le besaba el cuerpo, los muslos y el abdomen mientras el me tocaba la cara y la atraía hacia su boca. Me humedecia rico los labios y escupia en ella para yo llevar toda la saliva hacia su polla bien recta.
Pasado un rato de ricos juegos limpie su verga con mi boca, la iendo la suavemente y tragándome todos los restos de babas y de líquido pre seminal.
Inmediatamente el se coloco más en el interior de la cama, sabía que pocas veces le dejaba llevar la iniciativa y eso hoy no iba a cambiar, lo iba a montar.
Monté encima de él, de frente a él introduciendo la polla despacio a pesar de mi coño lubricando, me gustaba siempre que fuera lento y ser yo la que lo hiciera y decidiera como de lento. Juan Carlos me miraba enloquecido y notaba que quería meterla cuanto antes. Pero no iba a pasar.
Lentamente fuí bajando hasta que entró toda y Juan Carlos gimió de placer mientras me miraba como loco, estaba muy excitsdo y yo empecé a cabalgar su rica polla arriba y abajo simplemente, pero guardaba muchos ases bajo mi manga en el caso de sacar el semen a mi marido y eso el lo sabía.
Mientras yo montaba y gemía, el me intentaba manosear todo el cuerpo y cuando me acercaba a su cara para besarlo me tocaba mis pezones y me sorbia la boca con ansia y determinación.
Mis fluidos empapaban la polla de Juan Carlos e incluso había un hilillo de flujo por sus testículos. Estaba realmente mojada y empecé a mover mi cintura a ambos lados.
Sabia que era bastante buena en la cama aunque no había practicado en los meses anteriores pero son cosas que no se olvidan.
Por experiencia sabia que a Juan Carlos le quedaba poco y baje el ritmo para aguantar más mientras el tocaba mis tetas con ganas y jugaba con ellas. Le gustaba decir: Mis tetas locas, porque eran pequeñas y caídas y botaban mucho según el.
Me levante y la saqué completamente, Juan Carlos se sorprendió pensando que había finalizado pero no, lo que hize fue en esa misma posición acuclillarme encima se su polla y para tener estabilidad tenia mis manos en sus piernas.
Esta vez más rápido fue él quién dirigió su polla a mi vagina. Ahora si botaba sobre su polla intentando que saliera un buen trozo y viviera a entar hasta el fondo, aumenté el ritmo y mientras lo hacía me moví hacia los lados y adelante y atrás.
Gemía de placer y Juan Carlos se estremeció antes de explotar le di varios sentones más, con rabia para llegar al orgasmo definitivo mientras Juan Carlos me miraba enloquecido.
Había explotado dentro de mi y notaba su leche dentro. Me quedé unos instantes encima, metida al máximo, recuperando el aliento mientras Juan Carlos hacia comentarios del tipo: ¿Te gustó?, Que rico mama, impresionante, estas preciosa...
Pasaba de sus comentarios, la saqué antes de lo que él quería y me fui a la ducha sin mediar palabra.
Había obtenido lo que quería pero no me sentía satisfecha, quería más pero dudaba que mi marido me diera lo que quería.
0 comentarios - El inicio de mi nueva vida sexual III