Secreto bien guardado. Segunda parte.

El estridente sonido del timbre del colegio me sacó de la ensoñación en la que estaba. Hacía rato que ya no escuchaba a la profesora, en todo el último módulo su voz se había enmudecido y solo la veía gesticular. El tintineo me trajo de vuelta al mundo junto con las voces de mis compañeros que se agrupaban rápidamente a la salida del aula, ignorando ellos también a la teacher. Estaba ansioso porque era viernes y al salir de ahí, después de pasar por la biblioteca a buscar "las dos torres" de Tolkien, me iba a la casa de mi tía Maribel. Después de lo que pasó no habíamos vuelto a hablar. Silencio atronador jaja.
Cuando llegué mi tío estaba preparando las cosas para ir a pescar y tuve que disimular la alegría. Intuyo que esa era la coartada perfecta que necesitaba Oscar para poder irse a "pescar" otra cosa porque se comportaba raro. Estaba serio, pensativo y apurado a la vez. Seguramente mi voz llegó hasta el interior de la casa porque al cabo de un momento salió a mi encuentro Maribel secándose las manos en el delantal. Nosotros estábamos cargando las cañas de pescar y otros bártulos en el baúl del auto. Me saludó afectuosamente como siempre, me ayudó a quitar la mochila y me dijo que entrara a merendar. Yo tenía puesto el uniforme del colegio,  abrí un poco el nudo del corbatín y fui derecho al baño. Cuando salí estaba con el semblante fresco, relajado. Había empezado el finde y esa sensación propia de los viernes me embargaba. Además, me quedaba solo con ella…

En la semana había pensado mucho. Muchos recuerdos de mi vieja me habían puesto algo melancólico. Pero ahora sentía que esa nostalgia había desaparecido. Con ella me sentía bien, realmente bien. Tomamos un café con leche con medialunas los tres y al rato él se fue. Chau Oscar, hasta el domingo! Jaja
Al quedar solos todo estaba como si nada hubiera pasado. Me dispuse a lavar las tazas y casi terminando me dijo que fuera a hacer mis cosas, que se iba a poner a cocinar unas empanadas. Cuando ella estaba en la cocina se transformaba en un manojo de nervios, así que era mejor no molestarla. Me recosté en el sillón a ojear el libro que me disponía a leer. Al rato ya se sentía el olorcito propio de la carbonada.
Cenamos en el comedor, coca para mí, ella descorchó un Malbec. Para hacerme el canchero le pregunté si podía tomar un poquito. "Que pendejo de Mier" dijo y trajo otra copa de vino, con mucho menos cantidad que la de ella (obviamente). Charlamos mucho en la cena y perdí la cuenta de la cantidad de empanadas que comí y cada tanto me hacía el boludo y ponía un poco más de vino en mi copa. Habré tomado tres en total, lo suficiente como para estar alegre. Cuando me levanté me di cuenta que estaba algo mareado. Por supuesto se dió cuenta al toke (tenía las mejillas coloradas) y entre risas me dijo que me acostara.
Me encontraba en mi habitación desprendiendo el botón de una de las mangas de la camisa cuando entró a traerme un vaso con agua y un alikal. Tenía el cinto abierto y el pantalón desprendido. Dejó el vaso y la pastilla en la mesita de noche, al lado del velador encendido. La única luz en la habitación. Se acercó y me tocó la frente. "Estás colorado nene" me dijo y me ayudó a desprender los botones y quitarme la camisa.
Antes que se fuera del cuarto, fugazmente ví que me relojeó el boxer nuevo que tenía puesto y (quizá sea solo una percepción mía) nuestros ojos se encontraron. Había algo tácito llenando el ambiente que nos rodeaba. Salió de la habitación. Me acosté y me dispuse a leer un rato. Intento fallido, mi mente estaba ocupada recordando y fantaseando. No sé en qué momento me quedé dormido pero me desperté al sentir que se desvanecía el peso del libro que había quedado tendido en mi pecho. Estaba medio dormido, medio en pedo, aún así me corrí rápido cuando ella, después de dejar a Tolkien durmiendo en la mesa de luz y apagar el velador, se recostó abrazándome. Empecé a sentir cosquilleo en la panza y mucho calor. Esa sensación fue en aumento cuando empezó a acariciarme el pelo despacito con un dedo. Dulcemente lo pasaba por mi sien y con el dorso de los dedos seguía el contorno de la mejilla. Estoy seguro que debía de saber que no dormía porque a pesar de estar con los ojos cerrados mi respiración se había acelerado bastante. Luego empezó a acariciarme el labio con el dedo medio. Asomé la punta de la lengua hasta encontrarlo y sin darme cuenta comencé a chuparlo. Lo metía y lo sacaba despacio y al hacerlo, para mi sorpresa, comencé a gemir despacito. "Te gusta?" Me dijo susurrando y asentí con la cabeza. Se incorporó un poco y pasó su brazo derecho por debajo de mi cuello de tal manera que pudiera seguir jugando pero con los dedos de la otra mano. Con la izquierda liberada empezó a acariciarme el cachete de la cola por fuera del bóxer.
Apretaba y frotaba. Recordaba la semana anterior cuando en el baño me había frotado el orto con jabón y lo rico que se había sentido y sin darme cuenta le abría más cola. Sus dedos a unos escasos centímetros del ano me hacían temblar. Lentamente apoyó la yema de un dedo de lleno sobre mi cola abierta y empezó a apretar de a poquito hundiendo la tela de la ropa interior en mi lado más profundo, prohibido; mientras me hacía chupar los dedos de la otra mano me dijo "te gusta?". En un momento reaccioné e intenté zafarme (me sentí mal, poco hombre). Ante lo cual paró en el acto y me tranquilizó al oído "shh shh shh está bien tranquilo tranquilo". Después empecé a sentir sus labios en mi nunca en forma de unos besitos tiernos a la vez que se quejaba en un llantito simulado, ficticio. Pasó su lengua por mi oreja y una sensación frenética nació en mi estómago y fue a perderse en mi cola pasando a través de mis testículos.
Sentía los latidos del corazón en la pija. Se escuchó un gemido, pero está vez no era ella la que se quejaba. Era mi voz! Estaba completamente excitado y entré nuevamente en trance cuando sentí ese dedo en la cola que intentaba perderse y la tela no lo permitía. En un momento me di la vuelta y mi boca encontró sus labios. Me estaban esperando porque al mínimo contacto entreabrió la boca y comencé a besarla lenta pero apasionadamente. Por momentos más lento y por momentos más rápido nuestras lenguas se entrelazaron en una única melodía. En ese momento se sentó del todo en la cama y levantó los brazos. Le quité el camisón y nos seguimos besando un rato más mientras con las manos nos acariciábamos. Gracias a la luz que lograba colarse por las rendijas de la persiana pude ver su figura entre líneas de luz: El pelo que le tapaba parte del rostro, esos ojos "achinados" por la excitación mirándome; sus tetas, ligeramente caídas con los pezones duros me apuntaban (totalmente culpables de la mayor parte de mi distracción en el cole). Ahora podía tocarlas, acariciarlas, besarlas nuevamente. Eran mías. Al hacerlo ella gemía y se quejaba con ese llantito o quejido agudo (no sé bien cómo describirlo pero creo que se entiende).
Sus manos no estaban quietas sino que habían bajado el bóxer y me agarraba el pito con una mano y con la otra me acariciaba los huevos.
Me tumbó sobre la cama, bajó el bóxer y comenzó a chuparla con desesperación. Había mucho líquido preseminal que chorreaba, bajaba por los huevos y me generaba cosquillas en la cola. Me animé a más cuando entretenida chupando mis testículos levanté las piernas, ofreciéndome. Hubo una pausa. Suspenso por un momento. Todo mojado sentía su respiración ahí, justo ahí. La espera se hacía eterna y me puse ansioso. Quería sentirla ya y un sudor gélido se apoderó de mí. Recuperé la calma al sentir el suave roce de su lengua acariciándome el ano. Despacio, como si saboreara conmigo cada tramo del recorrido, lamía concienzudamente y cada tanto introducía lo más que podía la lengua. Mi pija estaba como un mástil y ella aferrada a él. Luego, con un dedo de su mano libre comenzó a introducirlo hasta cubrir una falange. No daba más, sin darme cuenta empecé a moverme y ella entendió que quería más. Primero un dedo, luego dos. Era muy rico la ligera presión sobre los bordes del culo que sentía cuando una vez dentro los flexionaba levemente. Me estaba cogiendo con sus manos y yo quería más.
Estuvo buen rato así hasta que se paró en el suelo se bajó la bombacha no sin quitarme la mirada de encima y en un gesto pícaro se lamió los dedos. Me levanté y casi con violencia la puse de espaldas en contra la pared e intenté penetrarla. Estaba arrebatado y la falta de experiencia se hizo notar, porque no podía. Ella levantó ligeramente un pie (solamente el talón) y pude apreciar su cola y vagina por un momento. La penetré con firmeza y mientras la cogía se hacían pequeñas ondas en sus glúteos. Posé mis manos en su cola con la fuerza suficiente como para poder ver su orto bien abierto y la pija entrar y salir. Gritaba y se quejaba con un tono agudo de voz a la vez que me pedía más duro. Una de sus manos buscó la mía y la situó en una teta. Su mano sobre la mía apretaba con más intensidad a la vez que se movía con más seguridad y firmeza. Sentí los espasmos de su vagina al terminar congruentes con sus gritos. Sus piernas estaban mojadas y temblaban. Yo estaba todo empapado. TODO. Las gotas de sudor caían por mis sienes, la frente y la espalda. Yo seguí así, sin parar y en el momento que estaba por terminar ella se zafó se dió la vuelta y se agachó rápidamente. Pude observar cómo recibía mi leche con la boca abierta. Un buen chorro entró, otro descontrolado cayó en las mejillas y le salpicó un ojo hasta la frente. Otra línea de leche le tapó parte de la nariz y el lagrimal del otro ojo. Le rocié mucho las tetas también. Comenzó a limpiarse con un dedo. Dedo que se llevaba a la boca con mirada cómplice. Se levantó, nos besamos y exhaustos nos tiramos a la cama. Estuvimos un rato en silencio tapados y luego comenzamos a charlar. Su cabeza descansaba muy cerca de la mía y me miraba con ternura. Me preguntó por el colegio, por cómo había transcurrido la semana, por el pelotudo de mi viejo y no sé cómo la conversación fue derivando, entre una cosa y otra, a sus sueños de pendeja. "Siempre quise conocer europa" me dijo con los ojos llorosos y la voz quebrada. Al rato, mientras nos mirábamos rompí nuevamente el silencio para preguntarle "soy gay?". Meditó un poco, se acercó y me preguntó " te atraen los hombres?" Ante mi negativa y con una mirada convincente me dijo "entonces podés disfrutar de todo tu cuerpo tranquilamente. La hombría se define por otro lado".

Muchas gracias por la buena onda y los puntos, ayudan a seguir contando. Un abrazo

2 comentarios - Secreto bien guardado. Segunda parte.

taxilibre
Me enanore de la tia deberíamos conocerla je gracias por compartir +10