La madre de Pedro y el bully 19

Teresa estaba para acostarse a dormir pero primero revisó de nuevo el mensaje de Marcelo.
-Vestido rojo, muy apreto,quiero que se te vean bien esas tetas. También unos tacos altos y maquillada como una puta.
Ya había avisado a su esposo que saldría con Sofía el día siguiente por la tarde, pero todavía no sabía que tenía planeado el bully para esa ocasión, lo único que sabía era que tenía que ir a hacer compras.
En la mañana después de que su marido y sus hijos salieron, Teresa se alistó lo más rapido posible y con su auto salió a comprar lo que su amo le había pedido.
Giró por todos los negocios que conocía pero ni uno de ellos tenía lo que necesitaba, como era obvio de esperarse. Su lista era muy específica pero no era ropa que se encuentra normalmente en una tienda cualquiera.
Hizo el intento de probar uno o dos vestidos muy bellos que normalmente ella hubiera comprado pero no era por eso que estaba ahí.




Ya casi era medio día y ella derrotada se preparaba a regresar a casa pensando que iba a decepcionar a su amo. Justo en el momento en que había perdido todas las esperanzas vio salir de un negocio en un callejón augusto una particular copia de enamorados. Eran una chica muy linda abrazada por un hombre mayor, los dos cargando bolsas negras. Lo que llamó la atención de la madre de Pedro no fue solo la obvia diferencia de edad pero también el modo como estaba vestida la chica: un vestido rosado claro muy revelador y ajustado zapatos estivos muy lindos.


Era ropas muy similares a lo que Marcelo quería de ella. Teresa se hizo coraje y entró en el callejón.

La puerta del negocio era negra y de metal pero estaba abierta. Adentro un pasillo rojo con vidrios largo las paredes y al final de este una cortina negra que cubría lo que había de la otra parte.
-Oh!
Dijo Teresa sorprendida al encontrarse adelante vestidos de piel BDSM, dildos de todo tipo y películas pornográficas. La chica al banco era una emo con tatuajes que le cubrían todo el cuerpo faltando la cara que tenía al menos tres piercings.

-Hola.
Dice Teresa con timidez.
-Mmm…si?
Responde la cajera con malaganas.
-Am, talvez usted pueda ayudarme, yo…yo necesito un vestido para esta noche…para mi marido.
La chica la mira desde arriba abajo como examinándola.
-Para tu marido…claaro. Ven conmigo.
Una sola mirada y la chica fue capaz de ver a Teresa como era en realidad y la cosa a ella no le gustó ni un poco; se sintió avergonzada, culpable y juzgada.
-Aquí, estos son los que más vendemos.
Eran vestidos muy bellos pero también muy osados, asta vulgares se podía decir, como nunca había visto. Dudó un rato primero de ir a probar el que más le gustaba.




Era como Marcelo lo quería o al menos el que más correspondía a la descripción. El vestido era bastante costoso pero no era nada diferente de las sumas que normalmente gastaba para su ropa; su marido siempre le consentía en ese aspecto y lo estaba para hacer otra vez ya que Teresa usaría su dinero para comprarlo. Felipe era un hombre que confiaba mucho en su esposa y no se preocupaba de revisar cuanto gastaba.
Segura de esto, Teresa da la carta a la chica y paga su nuevo vestido.
Finalmente después de atender a sus hijos y a su esposo se preparó para encontrar a su amante.
-Adiós Felipe. Adiós niños. No me Esperen que talvez Sofía y yo conversemos asta tarde.
-Chao mamá.
Dijeron los chicos en coro.
Teresa sale de su hogar cerrando la puerta detrás de ella bajo los atentos ojos de su esposo. Cubierta por su chaqueta larga se sube a su auto revisando si tenía todo lo necesario en su bolsa mientras Felipe seguía viéndola por la ventana.
-Tengo que salir hijos. Me acordé que tengo que comprar una cosa.
Ni un minuto después que su esposa se había ido, él subió en su auto para ver donde iba. Teresa no lo sabía pero Felipe podía ver la posición de ella con su celular porque estaba conectado con el gps del auto.

Teresa estaba ansiosa de ver lo que Marcelo tenía listo para ella como una jovencita enamorada ansiosa de ver a su novio. Con una mano conducía y con la otra se maquillaba sin importarle del peligro. Afortunadamente sólo se hizo sonar por dos autos que notaron lo mal que conducía la mujer lo que puso nervios a Felipe. Él sabía que ella era buena conduciente así que no explicaba su manera manejar.

El cornudo no reconocía la zona en donde estaba pero tenía que saber de una vez por todas que hacía su esposa…y con quien.
Teresa tenía la dirección que le había dado Marcelo y era guiada por el GPS. Normalmente era una mujer habitual; no le gustaba salir de su rutina o de su zona pero desde Marcelo eso parecía haber cambiado. Ahora todo le parecía una aventura.
Finalmente llegó a su destinación, ósea un barrio no bello como el suyo pero respetable. Bajó de su auto y se puso a esperar debajo de la casa.
El corazón de Felipe latía como loco a causa del miedo; sus manos sudaba, su camisa estaba ya mojada y su respiración era de un desesperado. Quien abriría la puerta de esa casa? Si era un hombre él juró que saldría del auto y lo mataría por haber…no quería ni pensarlo. Los segundos eran infinitos pero al final la puerta se abrió…
Continúa...