Si bien le costó a mi mujer romper el tabú de no insinuarse ante otros, porlo menos en mi presencia; luego de tantas charlas, deseos, fantasíasmencionadas durante nuestros más furiosos encuentros sexuales, se da que hoy endía ella no tiene pudor al salir y no le cuesta nada más que tres porrones decervezas y dos vasos de fernet comenzar con el jueguito de calentarme la pijamal a mí, su esposo y los chavones que estén en grupitos cerca nuestro.Comienza con miradas hacia donde estén, luego sigue con risas, luego elacercamiento y por último los bailes con esos desconocidos que no tardan más deuna canción en comenzar a interrogarla y ni hablar de apoyarla y mandarlealguna que otra mano.
Es que es entendible las reacciones de estos desconocidos. Frente tuyo tenésuna mina que te está insinuando a la charla, al contacto y es muy difícil (mássi saliste para ponerla) rechazar la invitación a una morocha, vestida pararomper la tierra que te mira, te hace caritas, te regala una sonrisa y cuandola sacas a bailar te deja todo su orto a disposición.
Y eso es lo que paso otro viernes en donde fuimos un bar de pequeñas dimensiones donde esprácticamente escaparle al contacto cuerpo a cuerpo, así estábamos con ella yme empieza a comentar que desde la barra un grupo la está mirando sin parardesde que llegó, a lo que yo le dijo que se trata de otro grupo más que va acaer en el típico juego de cada salida donde ella liga tragos, baila un poco,les calienta la pija, los despide y nos venimos de raje a nuestra cama paracoger sin parar contando hasta los mínimos detalles de lo que le dicen oproponen durante ese rato de provocación constante.
Esta salida fue diferente, incluso durante un tiempo me negó que algodistinto a otras veces había pasado con este grupo de desconocidos, luegoalgunas experiencias, que narraremos en próximos capítulos, se animó a confesarque algo, en particular de uno de ellos, llamaba su atención e encendía sushormonas.
La cosa empezó cuando se acercan a nosotros personal de seguridad paraquitar las mesas en las que permanecíamos sentados y desde donde mi mujerdirigía su mirada al grupo de la barra, liderado, podremos decir, por un tal“Carucha”. Hasta el momento de la interrupción del personal de seguridad dellugar a las acciones hasta el momento controlada de mi mujer no conocíamos aninguno de estos individuos pero luego de bajar las luces, subir la un poco lamúsica y comenzar a quitar las mesas conel fin de acrecentar la pista de baile no pudimos evitar el acercamiento entrenosotros y ellos, instantáneamente se acercaron, comenzaron a bailar en ronditaentre ellos con el fin de lograr contacto visual y físico con nosotros quebailábamos y compartíamos un fernet entre nosotros.
No tardaron en empezar empujar de a poco, a la sonrisa y a arengar losbailes de mi mujer. Con algo llovido del cielo, a mi me vinieron unas tremendasganas de ir al baño, acción que pondría fin a nuestro distanciamientorespetuoso con el grupo de jóvenes.
_ perdón amor, tengo que ir urgente al baño, no doy más_ le dije.
_ ¿me vas a dejar sola acá? Preguntocon cara de asombrada y a su vez picara ella.
_ no va a pasar nada_ le dije_ de ultima un baile no le hace mal a nadie_ yme fui para el baño.
Al regresar al lugar veo que mi mujer estaba bailando con uno de ellos ycompartiendo una cerveza (al parecer nuestro fernet ya se había terminado) yque alrededor hacían ronda como esperando su turno, al verme llegar se meacerca, los pibes me saludan sin ningún remordimiento, y me dice:
_¿querés amor? Está bien fresquita.
_no gracias, voy a comprar otra, veo que se terminó el fernet.
_Sí, perdón como no volvías no me quedo otra que hacerme la boluda ytomármelo.
_No pasa nada, ¿vos querés otra?
_Nono, el me regalo está.
_ah okok, muy bien amor_ le dije_ y salí para el lado de la barra.
Me fui a la barra y me posicioné en un lugar donde pudiera observar la escenasin ser visto, la excitación ya comenzaba a correr mi cuerpo, la pija me empezabaa apretar y al roce con una banqueta que tenía delante se ponía más a pleno. Desdemi punto de vista podía observar como ella se reía con uno de ellos luego deque este algo le dijera al oído, mientras bailaban y tomaban las miradas entreambos comenzaban a ser más intensas y los diálogos de él al oído de mi esposaeran más duraderos, ya podía observar como a cada vuelta que le daba aprovechabaa apoyarla por la espalda y hablarle. Ella me buscaba con su mirada, pero era prácticamenteimposible que me pudiera ver. En un momento, el baile entre ambos se volvió unpoco más sensual y él ya no solo le hablaba al oído, sino que había encontrado,seguramente inconscientemente, uno de los puntos débiles de mi mujer, sucuello.
Mi mente era un descontrol total producto de la calentura y de laimaginación. Pensaba como este pibe debía estar rozándole la pija bien dura sobreen pantalón engomado que ella llevaba puesto. Me imagina las cosas que debíaestar diciéndole al oído para convencerla a tal punto de mantenerla de espaldasy comerle el cuello cada tanto mientras el resto de los pibes se mantenían almargen. Luego de esa noche nos enteraríamos que ese pibe, conocido comocarucha, era algo así como uno de los líderes del grupito.
Yo ya no daba más, la pija muy dura y una calentura que me hacía bajarme elfernet como agua. Fue así como de buena a primera me desconcentré de la escenay comencé a mirar a la nada, estaba totalmente en babia, la música que había hechosu rehén por unos instantes. Cuando me percaté de mi estado embobado, quierovolver a mirar la escena, pero para mi sorpresa y mayor calentura, solo estabanlos compañeros de carucha, ni una señal de mi mujer y este tipo en la diminutapista.
Mi cabeza volaba de calentura a tal punto que estaba como ido del mundo, fuihasta el baño de varones y nada, luego pensé que podían estar en un pequeñopatio interno que tiene el lugar donde solo van los fumadores y como mi mujerno fumaba, hasta ese entonces y este patio es bastante oscuro fui con latranquilidad de que allí no encontraría lo que buscaba.
Fue tanta mi sorpresa al llegar y ver lo que veía que volví sobre mis propiospasos y me fui fuer del local. Pues en aquel patio Carucha le comía la boca a lengüetazosa mi mujer y esta respondía como si no hubiese un mañana. Sentada sobre unaespecie de mesada ella abrazaba las piernas de carucha y sobre una de susmanos, la muy putita, tenía un cigarro encendido. Lo que me hizo irme de esaescena fue que ella me vio llegar y aligero sus besos mientras no quitaba susojos de los míos, mirada que solo había yo contemplado en sus momentos de muchoplacer, lo deje, talvez no aguante tanta pasión, talvez debía salir del lugar,tomar aire y calmar mis pulsaciones para la noche de sexo ardiente que meesperaba en casa.
CONTINUARA…
Es que es entendible las reacciones de estos desconocidos. Frente tuyo tenésuna mina que te está insinuando a la charla, al contacto y es muy difícil (mássi saliste para ponerla) rechazar la invitación a una morocha, vestida pararomper la tierra que te mira, te hace caritas, te regala una sonrisa y cuandola sacas a bailar te deja todo su orto a disposición.
Y eso es lo que paso otro viernes en donde fuimos un bar de pequeñas dimensiones donde esprácticamente escaparle al contacto cuerpo a cuerpo, así estábamos con ella yme empieza a comentar que desde la barra un grupo la está mirando sin parardesde que llegó, a lo que yo le dijo que se trata de otro grupo más que va acaer en el típico juego de cada salida donde ella liga tragos, baila un poco,les calienta la pija, los despide y nos venimos de raje a nuestra cama paracoger sin parar contando hasta los mínimos detalles de lo que le dicen oproponen durante ese rato de provocación constante.
Esta salida fue diferente, incluso durante un tiempo me negó que algodistinto a otras veces había pasado con este grupo de desconocidos, luegoalgunas experiencias, que narraremos en próximos capítulos, se animó a confesarque algo, en particular de uno de ellos, llamaba su atención e encendía sushormonas.
La cosa empezó cuando se acercan a nosotros personal de seguridad paraquitar las mesas en las que permanecíamos sentados y desde donde mi mujerdirigía su mirada al grupo de la barra, liderado, podremos decir, por un tal“Carucha”. Hasta el momento de la interrupción del personal de seguridad dellugar a las acciones hasta el momento controlada de mi mujer no conocíamos aninguno de estos individuos pero luego de bajar las luces, subir la un poco lamúsica y comenzar a quitar las mesas conel fin de acrecentar la pista de baile no pudimos evitar el acercamiento entrenosotros y ellos, instantáneamente se acercaron, comenzaron a bailar en ronditaentre ellos con el fin de lograr contacto visual y físico con nosotros quebailábamos y compartíamos un fernet entre nosotros.
No tardaron en empezar empujar de a poco, a la sonrisa y a arengar losbailes de mi mujer. Con algo llovido del cielo, a mi me vinieron unas tremendasganas de ir al baño, acción que pondría fin a nuestro distanciamientorespetuoso con el grupo de jóvenes.
_ perdón amor, tengo que ir urgente al baño, no doy más_ le dije.
_ ¿me vas a dejar sola acá? Preguntocon cara de asombrada y a su vez picara ella.
_ no va a pasar nada_ le dije_ de ultima un baile no le hace mal a nadie_ yme fui para el baño.
Al regresar al lugar veo que mi mujer estaba bailando con uno de ellos ycompartiendo una cerveza (al parecer nuestro fernet ya se había terminado) yque alrededor hacían ronda como esperando su turno, al verme llegar se meacerca, los pibes me saludan sin ningún remordimiento, y me dice:
_¿querés amor? Está bien fresquita.
_no gracias, voy a comprar otra, veo que se terminó el fernet.
_Sí, perdón como no volvías no me quedo otra que hacerme la boluda ytomármelo.
_No pasa nada, ¿vos querés otra?
_Nono, el me regalo está.
_ah okok, muy bien amor_ le dije_ y salí para el lado de la barra.
Me fui a la barra y me posicioné en un lugar donde pudiera observar la escenasin ser visto, la excitación ya comenzaba a correr mi cuerpo, la pija me empezabaa apretar y al roce con una banqueta que tenía delante se ponía más a pleno. Desdemi punto de vista podía observar como ella se reía con uno de ellos luego deque este algo le dijera al oído, mientras bailaban y tomaban las miradas entreambos comenzaban a ser más intensas y los diálogos de él al oído de mi esposaeran más duraderos, ya podía observar como a cada vuelta que le daba aprovechabaa apoyarla por la espalda y hablarle. Ella me buscaba con su mirada, pero era prácticamenteimposible que me pudiera ver. En un momento, el baile entre ambos se volvió unpoco más sensual y él ya no solo le hablaba al oído, sino que había encontrado,seguramente inconscientemente, uno de los puntos débiles de mi mujer, sucuello.
Mi mente era un descontrol total producto de la calentura y de laimaginación. Pensaba como este pibe debía estar rozándole la pija bien dura sobreen pantalón engomado que ella llevaba puesto. Me imagina las cosas que debíaestar diciéndole al oído para convencerla a tal punto de mantenerla de espaldasy comerle el cuello cada tanto mientras el resto de los pibes se mantenían almargen. Luego de esa noche nos enteraríamos que ese pibe, conocido comocarucha, era algo así como uno de los líderes del grupito.
Yo ya no daba más, la pija muy dura y una calentura que me hacía bajarme elfernet como agua. Fue así como de buena a primera me desconcentré de la escenay comencé a mirar a la nada, estaba totalmente en babia, la música que había hechosu rehén por unos instantes. Cuando me percaté de mi estado embobado, quierovolver a mirar la escena, pero para mi sorpresa y mayor calentura, solo estabanlos compañeros de carucha, ni una señal de mi mujer y este tipo en la diminutapista.
Mi cabeza volaba de calentura a tal punto que estaba como ido del mundo, fuihasta el baño de varones y nada, luego pensé que podían estar en un pequeñopatio interno que tiene el lugar donde solo van los fumadores y como mi mujerno fumaba, hasta ese entonces y este patio es bastante oscuro fui con latranquilidad de que allí no encontraría lo que buscaba.
Fue tanta mi sorpresa al llegar y ver lo que veía que volví sobre mis propiospasos y me fui fuer del local. Pues en aquel patio Carucha le comía la boca a lengüetazosa mi mujer y esta respondía como si no hubiese un mañana. Sentada sobre unaespecie de mesada ella abrazaba las piernas de carucha y sobre una de susmanos, la muy putita, tenía un cigarro encendido. Lo que me hizo irme de esaescena fue que ella me vio llegar y aligero sus besos mientras no quitaba susojos de los míos, mirada que solo había yo contemplado en sus momentos de muchoplacer, lo deje, talvez no aguante tanta pasión, talvez debía salir del lugar,tomar aire y calmar mis pulsaciones para la noche de sexo ardiente que meesperaba en casa.
CONTINUARA…
3 comentarios - Mi mujer Enfiestada /Partuza cap. I