Capítulo 41.
Descontrol en la clase de Arte.
Siara estaba convencida de lo que iba a hacer. Ahora más que nunca. Pensó en eso toda la noche. Lo único que le preocupaba era que Stefany Lemmens podría tomarlo como una traición. La había “contratado” para solucionar un problema, no para empeorarlo. Aún así Siara quiere hacerlo. Por dos motivos: le conmovió que Marcela haya encontrado una nueva forma de ser feliz y porque podría ser muy favorable para PornParadise.
Al entrar al salón de arte Siara sintió el poder que ejercen las cámaras cuando uno sabe que lo están filmando. Sin embargo, se tranquilizó al comprobar que no se veía ninguna. Oriana había hecho un gran trabajo al esconderlas. Le comentó que eran cinco en total, para tomar la acción desde distintos ángulos. Prepararon una historia por si alguna de las cámaras era descubierta. Le echarían la culpa a Fermín y sus amigos, de todas maneras Siara creía que no necesitarían llegar a esto.
La clase comenzó con Stefanny Lemens desnudándose. Lo hizo sin que ninguno de los presentes lo pidiera. Siara se lo había solicitado cuando le contó parte del plan. Era muy importante no perder el tiempo y que fuera la mismísima profesora quien propusiera dibujar desnudos. El segundo paso del plan era incluir un colaborador.
—Diógenes ¿querés ser el modelo masculino?
—Cualquier otro día estaría encantado de hacerlo, pero llevo tiempo sin dibujar. ¿Puedo quedarme acá en esta clase?
—Dale, Diógenes —intervino Hilda Melmann—. Ya estoy un poco cansada de dibujar puras conchas —la rubia mostró un boceto que hizo en la última clase donde se podía ver claramente a su amiga Agustina Buteller lamiéndole la vagina a Stefanny Lemmens.
—Eso, estaría bueno variar un poco —agregó Corea Masantonio mientras se ataba su llamativo pelo fucsia.
—Está bien, si me lo piden así, no puedo negarme.
Diógenes no tardó en desnudarse, todos los miembros del salón (incluyendo la profesora) se quedaron mirando su miembro, que a pesar de colgar flácido entre sus piernas, parecía desproporcionado para un cuerpo tan menudo.
Corea y su amiga Ludmila intercambiaron susurros.
—¿Se puede saber que cuchichean tanto ustedes dos? —Preguntó Stefanny.
—Ah, es que Ludmila piensa que Diógenes tiene linda verga.
—¡Ay, no… yo no dije eso! —Ludmila se puso roja y se cubrió la cara con su carpeta de dibujos.
—Sí lo dijiste.
—Solo dije que… que es agradable… emmm… estética.
—Literalmente dijiste “tiene linda verga”.
Las demás chicas se rieron. Era muy cómico ver a una muchacha con el increíble cuerpo de Ludmila Torres siendo tan tímida. Siara pensó que prácticamente era una versión tímida de Erika. Aunque calculó que Ludmila tiene las tetas un poco más grandes. Se sorprendió a sí misma pensando qué se sentiría chupar un par de melones como esos. En especial teniendo en cuenta la inocencia de Ludmila, que no es consciente de su propio atractivo físico. Rápidamente apartó esos intrusivos pensamientos lésbicos.
A pesar de las risas y de la incomodidad de la pobre Ludmila, la clase se inició normalmente. Bueno, todo lo normal que puede ser una clase con dos personas desnudas paradas en el centro. Stefanny dio algunas indicaciones sobre la iluminación y el volúmen mostrando como la luz caía sobre su cuerpo. Había una sola lámpara encendida, pero era suficiente para iluminar toda la sala.
—Esto es aburrido —dijo Hilda, después de unos minutos— Ponganle un poco de onda.
—¿Y qué proponés para hacerlo más interesante? —Preguntó la profesora.
—Y no sé… metete la verga de Diógenes en la boca, o que te la meta por la concha. Algo así… un poquito más erótico.
Stefanny Lemmens no se negó porque Siara se lo había pedido. Era importante para el plan que ella no se opusiera a ninguna de las propuestas de los alumnos. Stefanny se arrodilló frente a Diógenes y se tragó su verga. Solo la mantuvo dentro de la boca y se quedó quieta.
—Con un poquito más de ganas —pidió Hilda—. Que haya movimiento.
La profesora empezó a mover su cabeza mientras la verga se iba poniendo cada vez más dura. Diógenes se mantenía estoico, como si fuera un modelo profesional; pero a Stefanny se la notaba un poco incómoda. Seguramente la primera vez que propuso algo de arte erótico en su clase no imaginó que terminaría chupando la verga o la concha de sus propios alumnos. Lo que sí imaginó fue lo que pasaría cuando el miembro de Diógenes estuviera bien duro. Hilda le pidió una penetración y ella, sin chistar, se la dio. Se puso en cuatro sobre el diván y permitió que Diógenes se la clavara.
A Ludmila Torres se la notaba incómoda, tenía la cara roja y hacía trazos sueltos en su cuaderno de arte. Siara miró de reojo y se dio cuenta de que no estaba dibujando nada. Sin embargo su amiga Corea parecía encantada con la escena, incluso le pidió a Diógenes que acelerase el ritmo, porque dibujar modelos estáticos es fácil, el verdadero desafío es dibujar figuras en movimiento.
Las embestidas de Diógenes se hicieron más fuertes y a Stefanny le costó cada vez más aguantar sus gemidos. Estaba recibiendo una auténtica cogida. Esto ya había pasado de ser arte erótico a porno convencional.
Hilda notó que Yelena tenía una potente erección en su pantalón. Siara sabía que el verdadero responsable era Diógenes. Ese flacucho es capaz de causar un gran impacto en Yelena.
—Hey, nena… ¿por qué no te sumás vos también? La profe tiene un agujero disponible.
—¿Te referís a la boca? —Preguntó Corea.
—No, no hablaba de la boca.
—Hey, creo que eso sería ir demasiado lejos —dijo Ludmila.
—La vez que Diógenes se la metió por el culo a Agustina no te quejaste —dijo Corea—. Al contrario… si hasta hiciste un lindo dibujito de eso.
—Pero… eso fue distinto. Stefanny es la profesora…
—¿Y qué dicen? ¿Se hace o no? —Preguntó Yelena—. Yo no tengo problema.
—Por supuesto que se hace —sentenció Hilda—. Y no se discute más.
Así fue que Yelena se desnudó, mostrando su verga bien dura ante los ojos de Stefanny. La profesora empezó a mamarla sin que se lo pidieran.
—Hey, dijimos que por el culo —intervino Hilda—. Agustina, alcanzales el lubricante. Está guardado en el cajón del escritorio de la profesora. Y de paso… sacate la ropa vos también.
Agustina Buteller obedeció cada orden sin oponer la menor resistencia. Además de buscar el lubricante, se lo pasó por el culo a Stefanny, incluso metiendo dos de sus dedos. Después se quitó toda la ropa. A Ludmila le sorprendía que esa chica se desnudara con tanta soltura a pesar de ser tan tímida.
Yelena se sentó en el sofá con su miembro apuntando al techo. Sobre ella se sentó Stefanny, dándole la espalda. Agustina, siguiendo las instrucciones de Hilda Melmann, lamió la concha y la verga. Luego ayudó a que la penetración anal se haga realidad. La pija de Yelena fue entrando de a poco.
—Tenganme paciencia, chicos —dijo Stefanny—. No estoy tan acostumbrada al sexo anal. Aunque… mmm… uff… no voy a negar que me gusta mucho.
—¿De verdad le gusta, profe? —Preguntó Ludmila.
—Sí, claro. Es lindo que te den por el culo de vez en cuando. En especial si es con una verga tan linda como la de Yelena. Algún día deberías probarlo.
Ludmila se hubiera puesto más roja si sus mejillas lo hubieran permitido, pero ya no daba para más. La chica era un semáforo.
El atrevimiento de Stefanny le demostró a Siara que estaba disfrutando el proceso, por esto ya no se siente tan culpable por estar grabándola a escondidas. Imagina que los seguidores de PornParadise disfrutarán mucho de esta explícita escena: “Profesora de arte tiene sexo con sus alumnos”.
La penetración anal fue un éxito, pero la escena estaría incompleta sin la segunda verga. Diógenes volvió a la acción y se la metió por la concha. Hilda pidió movimiento y fue la misma Stefanny quien se lo dio. Ella empezó a saltar sobre la verga de Yelena, provocando que se hundiera más en su culo. Diógenes acompañó con el movimiento de sus caderas. El goce de la profesora era evidente, estaba con los ojos cerrados intentando no gemir y no dejaba de acariciarse las tetas. Cuando Agustina se le acercó, no dudó en besarla. Sus bocas se unieron con pasión y lujuria.
Corea dejó su lápiz y metió la mano dentro de su pantalón. Se mordió el labio inferior y empezó a masturbarse. Cuando Ludmila giró la cabeza y la vio, se quedó boquiabierta. Siara sonrió, fue una expresión muy cómica que le recordó a los animes que tanto le gustan a Erika. A la pobre Ludmila casi se le sale la mandíbula. No podía creer la locura que estaba haciendo su amiga frente a toda la clase. Si bien no era la primera vez que veían escenas de sexo en el salón de arte, Corea y Lumila nunca habían participado de ellas. Jamás habían modelado.
En el diván a la profesora le estaban dando con todo. A Yelena le entusiasmó que Diógenes estuviera tan cerca y tan excitado, también le gustó que Stefanny se soltara tanto. Debía estar muy caliente como para permitir que sus alumnos la sometieran a una doble penetración en plena clase.
—¿Y vos, Hilda? —Preguntó Siara—. ¿No vas a participar?
—Mmm… lo estoy pensando.
—Marcela me mostró sus videos —no era del todo cierto, pero al menos los había visto—. Se nota que la pasaste muy bien con ella. No te vas a negar a pasar un buen momento justo ahora que la cosa se puso interesante ¿cierto?
—¿Y vos? ¿Estarías dispuesta a hacer algo así? Si vos te sumás, yo también.
—Entonces sacate la ropa, nena… porque allá vamos.
Ludmila y Corea, que venían siguiendo la conversación como si se tratase de un partido de tenis, se quedaron estupefactas al ver a Siara quitándose la blusa, exponiendo sus grandes tetas.
—Me dejás sorprendida —dijo Hilda—. La hija de la gran Verónica LeClerc está dispuesta a participar en una orgía. No lo puedo creer.
—No me conocés ni un poquito, Hilda. —Se quitó el pantalón y la ropa interior, quedando completamente desnuda. Dijiste que si yo iba, vos también…
—Entonces no podré negarme. —Se desnudó rápidamente, mostrándole a los presentes un cuerpo fibroso y de curvas bien definidas, al lado de Siara las tetas de la rubia parecían pequeñas, pero en realidad se las podría considerar de tamaño medio—. Nunca te presté mucha atención, Siara… siempre creí que eras una nena mimada más, una del montón. Veo que me equivoqué.
—Tendría que decir lo mismo de vos.
Las dos se reunieron en el centro de la habitación, justo frente a Corea y Ludmila. Se abrazaron como si fueran viejas amigas que llevaban tiempo sin verse, y se dieron un apasionado beso en la boca. Cada una recorrió con sus manos las nalgas de la otra.
Poco después, para mostrar que estaban decididas, se arrodillaron frente a Diógenes y empezaron a chuparle la verga. Yelena le estaba dando por el culo a Agustina mientras ésta le comía la concha a Stefanny Lemmens. La profesora de arte ya no se preocupaba en lo más mínimo por la clase, ella estaba tan excitada como todos los demás en ese diván.
Cuando Hilda y Siara se sumaron, se rompió la doble penetración a Stefanny, ella cedió la verga de Diógenes para la rubia recién llegada. Hilda, que ya había participado en situaciones como ésta en la casa de Marcela, se puso en cuatro y recibió la penetración en su concha. Al mismo tiempo comenzó a chupársela a Siara. Stefanny también se puso en cuatro, pero para que Yelena pudiera darle más fuerte por el culo. Su cara quedó justo encima de la de Siara. A Agustina Buteller le pidieron que se colocara justamente ahí, para que entre las dos pudieran chuparle la concha.
Entre Corea y Ludmila hubo cuchicheos cuando vieron que Siara no tenía problemas en lamer una vagina y dieron por ciertos esos rumores sobre las aventuras sexuales con Erika.
De ahí en adelante todo se volvió una amalgama de cuerpos desnudos que iban y venían. La clase de arte se había convertido en una auténtica orgía. Siara se limitó al sexo lésbico, estaba explorando esas nuevas sensaciones y quería llevarlas al límite. Disfrutó al chupar la concha de Hilda y la de Agustina, por supuesto no descuidó la de Stefanny, al fin y al cabo era la primera que había probado. Hilda primero recibió la verga de Diógenes, la montó como una yegua y luego cambió a la de Yelena. La rubiecita estaba desbocada, se comportaba como una auténtica matriarca sexual. Le daba órdenes e indicaciones a todos. “Diógenes, metele la verga a Agustina”, “Stefanny, chupale la concha a Siara”, “Agustina, chupá la pija de Yelena hasta que te acabe en la cara”.
Ya todos entendían que la clase de arte quedaba suspendida, algo más interesante estaba ocurriendo. Agustina fue la única además de Stefanny en ser sometida a una doble penetración, y obviamente lo hizo por orden de Hilda. A Siara le dio mucho morbo ver a esa bonita y joven tímida sufriendo con la penetración anal de Diógenes mientras Yelena le daba por la concha; pero se la bancó… y encima pidió que le dieran duro.
Siara hizo al menos un 69 con cada una de las mujeres, al de Agustina lo hizo mientras Diógenes le daba por el culo, fue lo más cerca que estuvo de una verga. A la pobre Agustina todos la trataron como si fuera una muñequita sexual. Incluso Stefanny la agarró de los pelos y le hizo chuparle la concha, mostrando una conducta muy inapropiada para una profesora.
Yelena no quiso quedarse sin su dosis de verga, por eso aprovechó cada oportunidad que tuvo para chupar la de Diógenes. Hasta que por fin llegó el momento de recibirla por el culo. Diógenes parecía encantado de poder complacerla. Yelena recibió la penetración mientras Hilda le comía la verga, y a su vez Hilda le ofrecía su concha a Siara. No era extraño que se formaran estas cadenas sexuales. El diván es grande, pero con tantas personas interactuando a la vez los roces son inevitables.
El descontrol era total, a nadie le importaba la clase arte, ni siquiera a las únicas dos que no estaban participando de esa orgía. Corea se estaba masturbando copiosamente, con la mano dentro del pantalón. Ludmila parecía estar haciendo un gran esfuerzo por mantener sus manos encima del pupitre.
Siara necesitaba un respiro, además quería charlar con Corea, tenía una interesante propuesta para hacerle. Se acercó a ellas y dijo:
—¿La están pasando bien, chicas? ¿Les gusta mirar?
—A mí sí —admitió Corea. Ludmila no dijo nada, se limitó a bajar la cabeza—. No estoy tan loca como para participar; pero me calienta ver lo que hacen.
—Bueno, al menos te estás haciendo una paja. ¿Y vos, Ludmila? ¿No te vas a masturbar? Mirá que acá nadie te va a juzgar.
—Le da vergüenza. Por cierto, ¿le mostraste mis diseños a tu mamá?
—Justamente de eso quería hablarte. —Se acercó a ella con un meneo sensual, luciendo orgullosa toda su desnudez, y le acarició el mentón—. Mi mamá es una mujer muy ocupada, como te imaginarás. A ella le gustan las personas comprometidas. No pierde el tiempo con gente que no se compromete con sus objetivos. ¿Vos estás comprometida?
—¡Muy comprometida!
—¿Ah sí? Demostramelo…
Siara se sentó en una silla y abrió las piernas. Se acarició toda la raya de la concha y la hizo señas a Corea.
—¿Te… te la tengo que chupar? —la joven de cabello fucsia parecía haber perdido su confianza.
—Eso solo para empezar. Sería una buena forma de demostrarme tu compromiso. Digamos que esa es la cuota a pagar con mi mamá, para que ella dedique su valioso tiempo a revisar tus diseños. Después tendrías que pagarme a mí.
—Entiendo… por el dinero no hay problema. Pero… em… yo no soy lesbiana.
—Ni te pido que lo seas. Solamente me tenés que dar una chupadita, es un símbolo de compromiso. Nada más.
—Mmm…
—No lo hagas, amiga. No te rebajes de esa manera.
Corea miró a Ludmila y luego fijó la vista en la concha de Siara. Ya tenía una decisión tomada. Quiere ser diseñadora de moda, y no se va a conformar con trabajar para cualquiera. Ella quiere trabajar con la mejor. Sin pensarlo más, se acercó a Siara y se puso de rodillas ante ella, como un súbdito que se inclina ante su reina.
Acercó la boca a los labios vaginales mientras Siara se masturbaba, estaba disfrutando a pleno de este juego de poder. No entendía por qué hacer esto le estaba gustando tanto. Lo disfrutaba, pero al mismo tiempo le preocupaba estar convirtiéndose en una mala persona.
Las primeras lamidas de Corea fueron tenues, casi imperceptibles. Estaba intentando acostumbrarse al sabor del sexo femenino; pero esto a Siara no le agradó.
—Nena, si me la vas a chupar así, vamos mal. Así no noto ningún compromiso de tu parte. Solo dudas.
—Demostrale que podés hacerlo, amiga.
Corea giró la cabeza para mirar a Ludmila. Le agradó saber que ahora contaba con su apoyo, eso hizo las cosas mucho más fáciles. Asintió con la cabeza y volvió a intentarlo.
En esta ocasión su lengua fue mucho más decidida. Recorrió toda la concha de Siara presionando con fuerza. El sabor femenino no le molestó y entendiendo esto comenzó a chupar con ganas. No lo hizo pensando en placeres lésbicos, sino en lo impresionante que sería trabajar con la mismísima Verónica LeClerc. Ya fantaseaba con ser su aprendiz, su sucesora.
Había visto muchos videos lésbicos, incluso junto a Ludmila. Su amiga era extremadamente tímida y hasta le costaba masturbarse, Corea la ayudó con esto. Adquirieron la costumbre, basada en la confianza, de masturbarse juntas mientras miraban porno. Incluso se hicieron un montón de pajas analizando todo el material que se había filtrado recientemente. Y sí, las cosas se pusieron un poco extrañas cuando empezaron a ver videos lésbicos; sin embargo, conocían a esas chicas del instituto. Querían ver qué habían hecho, querían saberlo todo. Por eso no quitaron ni uno solo de estos videos. Además los comentaron, se preguntaron qué se sentiría chupar una concha o por qué a Pía Prodan le gustaba que Noemí García le orine en la cara. Llegaron a la conclusión de que había algo morboso en ese acto. Incluso Corea lo puso a prueba. Cuando se bañaron juntas, le pidió a Ludmila que la mee en la cara. A Ludmila le pareció ridículo, pero divertido. La loca propuesta de su amiga la hizo reir mucho. Tenía una confianza extrema con Corea, por eso accedió. La jovencita de cabello fucsia se arrodilló en el receptáculo de la ducha y Ludmila le meó toda la cara, incluso dentro de la boca. El veredicto fue que sí, definitivamente es muy morboso. Corea no chupó la concha de su amiga; pero se masturbó de rodillas en el suelo. Ludmila también hizo lo mismo, pero de pie… y cuando tuvo ganas de orinar otra vez, lo largó sin preguntarle a Corea. Ella lo recibió todo, encantada. La paja fue tan intensa que ambas llegaron al orgasmo. Ese fue el acto más lésbico en el que le tocó participar a Corea… hasta ahora.
Se dijo a sí misma que si podía calentarse con Ludmila meándole la cara, más aún podía hacerlo con la concha de Siara. Y así fue. «No está tan mal, —se dijo—. Y Siara está re buena. Es preciosa». Sus lamidas fueron más intensas y seguras. Más lésbicas. Ya había genuina devoción en ese acto. Le estaba comiendo la argolla a la hija de su ídola. Ahora entiende a todas esas chicas que vio en videos lésbicos, varias de las cuales son sus compañeras. Chupar una concha puede ser muy morboso si se es heterosexual. Tiene un gustito prohibido especial.
—Lo estás haciendo muy bien —aseguró Siara. Se había olvidado de la orgía en el diván, solo tenía ojos para Corea y Ludmila—. Con esto ya pagaste una parte, la de mi mamá. Pero ahora falta la mía.
—¿Qué tengo que hacer?
—¿Vos? No mucho… en realidad la que tiene que hacer algo es Ludmila. Si querés que le lleve tus diseños a mi mamá, quiero que Ludmila me chupe la concha.
—No, de ninguna manera —dijo Ludmila.
Corea se acercó a su amiga, la tomó de las manos y la miró a los ojos como si fuera un cachorro mojado.
—Ludmila, sabés que jamás te pediría una cosa así si no fuera algo tan importante. Lo sabés muy bien, amiga: ser diseñadora de moda es el sueño de mi vida. Y estamos hablando de Verónica LeClerc. Te lo pido por favor. Si hacés esto por mí, voy a estar en deuda con vos por el resto de mi vida.
Esas palabras bastaron para convencerla. Ludmila se puso de pie y enderezó la espalda como un soldado listo para la guerra. Corea es su mejor amiga y le ayudó a luchar contra su timidez. Siente que el vínculo entre ellas es sagrado. Las mejores amigas están para esto.
Se acercó a Siara, dispuesta a arrodillarse, pero ella la detuvo.
—Esperá, primero quiero ver tus tetas…
Ludmila se sonrojó. Siempre se avergonzó del gran tamaño de sus senos, le cuesta mucho mantenerlos ocultos. Hoy tenía puesta una blusa blanca muy sencilla que le apretaba las tetas como casi toda la ropa que usaba. No lo hacía a propósito, ella no tiene la culpa de que la ropa que le gusta le quede tan chica en el pecho.
A pesar de su vergüenza, Ludmila se levantó la blusa, exponiendo sus melones. Estaba completamente roja. A Siara le parecieron hermosas, muy parecidas a las de Erika, aunque un poquito más grandes. Agarró una y empezó a chuparla. Ludmila mantuvo los ojos cerrados, como si quisiera evadirse de la realidad. Siara le hizo señas a Corea para que se acercara, luego señaló la teta que estaba libre.
—Em… amiga, ¿puedo hacerlo? —Preguntó Corea, entendiendo que las señas de Siara eran una orden.
—Sí… sí, claro… a vos te doy permiso —respondió Ludmila, tartamudeando.
Se habían visto desnudas en numerosas ocasiones, pero nunca habían tenido contacto tan directo. Tener a Siara chupándole una teta ya era raro; pero que además lo hiciera Corea le parecía demencial.
Después de unos segundos Siara dijo:
—Ahora sí… tenés que hacerlo.
Ludmila asintió con la cabeza, aún no había perdido su sentido del deber para con su mejor amiga. Se arrodilló, manteniendo la frente en alto y recordando por quién lo hacía. Se acercó tímidamente a la concha. Siara la miró maravillada, pensando en lo mucho que le recordaba a Erika. Ludmila se lanzó para adelante, dispuesta a hacerlo.
—¡No, esperá! —Exclamó Siara, cerrando las piernas.
—¿Hice algo malo?
—Em… no… nada. Solo que antes de chuparmela a mí, mejor chupasela a Corea. Me parece que eso te va ayudar a soltarte. Tenés más confianza con ella.
—Es cierto, pero… mmm… bueno, sí… siempre supe que si alguna vez iba a probar con una mujer, la primera sería Corea.
—Ay, ¿de verdad pensaste eso?
—Sí, claro. Sos mi mejor amiga. ¿Con quién más voy a tener mi primera vez lésbica?
En la cara de Siara se pudo ver una mueca de amargura.
Corea estaba muy entusiasmada. Se desnudó completamente antes de que alguien se lo pidiera. Su cuerpo era muy menudo, pero fibroso. Tenía una cintura pequeña y caderas anchas, a pesar de ser tan delgada. Sus tetas eran muy pequeñas, casi imperceptibles, todo lo contrario a su amiga. Su pubis estaba completamente depilado, dándole a su vagina un aspecto inmaculado.
Se sentó en su silla y abrió las piernas con entusiasmo. Ya no estaba pensando en los diseños de moda, lo único que le importaba era su amiga.
Ludmila se mostró más decidida al tratarse de alguien de confianza. Conocía bien el cuerpo desnudo de Corea, hasta la había visto excitada, metiéndose los dedos en la concha. Nunca se lo comentó, pero en más de una ocasión, mientras miraban esos videos lésbicos, Ludmila sintió la tentación de chuparle la concha. No lo hizo porque no sabía cómo iba a reaccionar Corea, y tampoco estaba segura de que le gustaran las mujeres. Fue solo la calentura del momento. Pero ahora… gracias a Siara tenía la oportunidad de probarlo.
Se lanzó con determinación y comenzó a lamer como si lo hubiera hecho muchas veces.
Esa lengua, por dios… recorriendo sus gajos vaginales, y dentro de su vulva. No creyó que Ludmila se animara a tanto en su primera experiencia lésbica. Corea era puro éxtasis. Su mejor amiga le estaba comiendo la concha. Se preguntó cómo cambiaría su amistad con esto, y se imaginó que sería para bien. Habiendo roto el hielo quizás la próxima vez que se juntaran a masturbarse terminarían cogiendo, como las chicas de los videos. Con suerte Ludmila le mearía la boca mientras ella le chupaba la concha. Pensar en eso la hizo gemir, o quizás fue la hábil lengua de Ludmila que había encontrado zonas muy sensibles en su vagina.
Siara se limitó a mirar desde su silla mientras se masturbaba. Miró un poco de la orgía, allí se estaban dando con todo; pero lo que más le fascinaba era ver a la hermosa Ludmila comiéndole la concha a su mejor amiga.
A Ludmila no le importó el paso del tiempo, ella siguió chupando con ganas. Intercambió muchas miradas cómplice con Corea, las dos sabían que la estaban pasando bien, que disfrutaban a pleno de esta sesión de sexo oral.
Cuando llegó el turno de chupársela a Siara, Ludmila ya estaba mucho más relajada. Y tenía una cosa en claro: chupar conchas le daba morbo. Le gustó hacerlo con Corea y probar una segunda vagina en el mismo día le parecía excitante. A pesar de su timidez, cuando está excitada Ludmila puede atreverse a hacer cosas que sorprenderían a más de uno.
La concha de Siara le pareció tan apetecible como la de su amiga. Corea no quería dejar sola a Ludmila en esta tarea, por lo que se arrodilló junto a ella y colaboró con las lamidas. Siara tomó las cabezas de ambas chicas y las obligó a besarse. Se dieron su primer beso genuinamente lésbico y lo disfrutaron como dos buenas amantes. Luego siguieron chupando concha.
—Te voy a proponer otra cosa, Corea —dijo Siara, mientras disfrutaba de las lamidas—. Quiero que me pases algunos videos bien explícitos cogiendo con Ludmila. Pero cogiendo en serio, haciendo de todo. Y a cambio te voy a dar una buena recompensa.
—¿Qué recompensa? —Preguntó Corea, entre risas.
—Voy a convencer a mi mamá de que confeccione uno de tus diseños y lo use en un desfile de moda.
A Corea casi se le salen los ojos de la emoción.
—¡Wow! ¿De verdad podés hacer eso?
—Sí, claro.
—¡Dios, sería increíble! ¿Qué decís, Ludmila? ¿Me vas a ayudar?
—Contá conmigo, amiga. Vamos a coger como conejas.
Las dos se rieron y volvieron a lamer la concha. Siara no tenía idea de cómo convencería a su madre de que use uno de esos diseños, ni siquiera sabía si eran buenos. Pero alguna cosa se le ocurriría. Quería ver a estas dos hermosas chicas cogiendo… y quería tenerlo en video. Obviamente lo sumaría al catálogo de PornParadise.
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Hilda ya estaba agotada, con todo el cuerpo sudado y con rastros de semen por todas partes.
—Dios, eso fue intenso… necesito una ducha, urgente. Agustina, vamos a bañarnos.
Su amiga asintió en silencio. Las dos se pusieron de pie y comenzaron a vestirse. Eso marcó el final de la orgía. Todos los demás comenzaron a hacer lo mismo, excepto Siara y Stefanny. Yelena entendió que había llegado su momento de marcharse y al ver que Diógenes amagaba con quedarse a dibujar, le dijo:
—Tengo mucha hambre. ¿Me acompañás a comer algo? Dale, no me dejes sola.
—Sí, sí… claro. Vamos. Hay un lindo restaurante acá, a dos cuadras.
—Perfecto, yo invito.
Ludmila y Corea fueron las primeras en huir. No querían dar explicaciones sobre lo que habían hecho ni responder preguntas. Desaparecieron tan rápido como les fue posible.
Siara y Stefanny se quedaron solas, acostadas una junto a la otra en el diván. Tenían los cuerpos cubiertos de sudor y restos de semen.
—Esto se salió totalmente de control —dijo la profesora—. No sé cómo puede ayudarnos a averiguar qué pasa entre Diógenes y su madre.
—De eso quería hablarte. Voy a dar el caso por cerrado —dijo Siara, mientras le acariciaba suavemente la concha.
—Pero… si estabas avanzando. ¿Qué pasó?
—No tiene sentido seguir adelante con esto —introdujo dos dedos en la concha de Stefanny—. ¿Te diste cuenta de lo que pasó? ¿Qué conclusiones podés sacar?
—¿Sobre lo que pasó acá? —Siara asintió con su cabeza—. Mmmm… Hilda es muy mandona… y se nota que le gusta mucho ver otras personas teniendo sexo.
—No es que le guste ver a otros cogiendo. Ella disfruta de la manipulación. Le encanta controlar situaciones y llevar a los demás a hacer lo que ella dice. Tiene una relación particular con Agustina Buteller. Esta chica vendría a ser algo así como la mascota sexual de Hilda. Desconozco cuál será el acuerdo que tienen entre ellas. Quizás Hilda le esté pagando o puede ser solo porque a Agustina la aprecia y disfruta de su rol de sumisa. ¿Viste los videos filtrados de Agustina?
—Sí, estaba chupando una concha en uno de los baños del instituto.
—Así es, pero no cualquier baño. —Siara empezó a masturbar rápidamente a Stefanny—. Estuve revisando todos los que hay en el instituto y ninguno encaja totalmente con el video. Solo hay un baño al que no pude entrar. Al que nadie puede entrar.
—Al de Hilda Melmann.
—Así es. Como ella es hija del dueño del edificio, tiene su propio baño. Todos los videos de Agustina fueron grabados allí, chupándole la concha a Hilda. Esto no tendría nada de raro si se tratase de otra persona; pero viniendo de Hilda… bueno, es parte de su juego de manipulación. Diógenes también. Lo llevó a hacer cosas con su madre que, probablemente, no hubiera hecho. La influencia de Hilda puede ser muy fuerte. Hay algo en su forma de ser y en el poder que irradia que lleva a otros a obedecerla.
—Si ella es la que manipuló a Diógenes y a su madre, ¿por qué no me lo dijiste antes? ¿De qué sirvió todo esto?
—Quería demostrarte que vos también sos parte del juego de Hilda —A Stefanny se le cortó la respiración—. Toda la clase de arte es su salón de juego, y es algo que vas a tener que aceptar. No podés echar a Hilda de tu clase. Tiene demasiado poder en el instituto. Si la echáis, al otro día te quedás sin trabajo. Todo lo que haga Diógenes con su madre o lo que hagas vos con tus alumnos va a ser la voluntad de Hilda. Cuanto antes aceptes que no podés hacer nada, mejor. A veces hay que entender que hay cosas que no se pueden cambiar. —La besó en la boca mientras le metía los dedos en la concha—. Sos la nueva mascota sexual de Hilda Melmann… y todos los que participen en la clase de arte también lo serán.
Siara bajó a chuparle la concha, quería darle unos minutos para asimilar lo que le había dicho. A ella le convenía que la clase de arte fuera el salón de juegos de Hilda, le daría muchas horas de videos de gran calidad para PornParadise. Tendrían contenido exclusivo al que Uvisex no podría acceder.
Pasados unos segundos Stefanny dijo:
—No me gusta aceptarlo, pero tenés razón, Hilda es demasiado poderosa dentro del instituto. Tendré que acostumbrarme a chuparle la concha cada vez que me lo pida —dijo esto mostrando un dejo de lujuria, casi como si disfrutara de la situación—. No voy a cambiar nada. Seguiremos dibujando y cogiendo… imagino que habrá clases que serán auténticas orgías, como esta.
—Sí, al menos podrías intentar pasarla bien.
—Seguramente me acostumbraré a que el sexo sea el auténtico protagonista de mis clases de arte. Solo quiero que seas sincera conmigo en una cosa. Diógenes y su madre… ¿qué hacen exactamente?
—Empezaron modelando, con cautela. Pero ahora… cogen como conejos. Aunque no estén dibujando. Tus sospechas eran ciertas: Diógenes mantiene una relación incestuosa con su madre.
—Umm, bueno al menos me alegra haber llegado al fondo de ese asunto. Quizás… quizás pueda invitar a Marcela a participar de la clase.
—Estoy segura de que va a venir. Ella ya aceptó que Hilda la manipula, y hasta te diría que le gusta.
—¿Y vos? ¿Vas a volver a las clases?
—Yelena va a seguir cursando, de eso estoy segura. Yo… no lo creo. El arte no me interesa demasiado. Aunque… podría venir a alguna clase, para modelar… y ver qué pasa.
—Me alegra saberlo. —Hubo unos segundos de silencio y sexo oral—. Siara, ¿sería muy atrevido de mi parte si te invito a tomar algo? Sé que sos mi alumna…
—¿Como una cita?
—Sí.
—Lo voy a pensar.
—Oh, eso significa que no.
—No, significa que lo voy a pensar. Todavía no sé qué está pasando con mi sexualidad… si realmente quiero salir con mujeres o no.
—Oh, ya veo. Te entiendo. Tuve que pasar por lo mismo cuando tenía tu edad. Tomate el tiempo que consideres necesario. Solamente quiero que sepas que la propuesta va en serio. —Le acarició el cabello—. Siento algo muy fuerte por vos. Si las cosas salen bien, hasta podría proponerte que seas mi novia.
—¿Y no te molestarían las habladurías? Digo… una profesora que se coge a su alumna.
—En otro momento de mi vida, me hubiera aterrado. Ahora no me importa en lo más mínimo. Que hablen y digan todo lo que quieran.
—¿Qué cambió?
—Hilda Melmann. No te olvides que ahora soy su “muñequita sexual”. Mientras la mantenga complacida, tengo mi trabajo asegurado. Nadie me va a echar. Hilda me va a proteger. No va a querer quedarse sin sus orgías en la clase de arte.
Siara sonrió y volvió a chuparle la concha.
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