MOMENTOS SALVAJES CON MI CUÑADA
Mi cuñada Alison era una mujer felizmente casada, pero a mí no me engañaba. Siempre tenía una mirada pícara, una voz suave y mucha sensualidad... Me la imaginaba gimiendo cada vez que hablábamos. Pues bien, su marido consiguió un trabajo de camionero y mi mujer (su hermana) también se iba a veces uno o dos días fuera de la ciudad por trabajo.
Un hermoso día en que mi mujer había salido de viaje y el marido de Alison también estaba de viaje, ella quería compañía para pasar la noche y llamó a nuestra casa buscando a su hermana. Le expliqué que estaba de viaje de negocios. Así que mi cuñadita me pidió que pasara la noche en su casa porque tenía miedo de quedarse sola por la noche. En aquel momento imaginé todo tipo de cosas, pero las consideré todas ilusiones. Al fin y al cabo, Alison estaba casada y, además, ¡era la hermana de mi mujer!
Sin embargo, fui allí para hacer este «pequeño favor»... Cuando llegué, Alison abrió la puerta principal con el interfono y me dijo que esperara en el salón porque se estaba duchando. Cuando salió del baño, casi me vuelvo loco. Llevaba unos shorts cortos blancos y transparentes que dejaban al descubierto sus ligueros negros y una blusa escotada. ¡Casi se le caen las tetas! Alison tiene unos pechos grandes y deliciosos, la piel clara y el pelo largo y castaño.
Pero volviendo a la historia... Era la hora de acostar a su hijo y ella lo cogió para llevarlo a su habitación. Cuando se agachó para recoger al pequeño, ¡sus pantalones cortos se subieron y dejaron al descubierto la parte inferior de su culo! Rápidamente se los bajó pero esto dejó al descubierto la parte superior de su culo, ¡mostrando sus pequeñas paridades cabalgando por su culo!
El bebé tardó unos veinte minutos en dormirse y, cuando Alison volvió, sugirió que viéramos la tele, ya que había buenas películas. Alison se sentó en un extremo del sofá y yo en el otro, pero enseguida cogió una almohada y apoyó la cabeza en mi regazo. Me quedé mirando sus enormes tetas, tanto que ni siquiera me acordaba de lo que estaba haciendo.
Alison se dio cuenta de que estaba babeando y me miró riéndose un poco. Pensé: «Esta noche me voy a follar a esta tía buena».
Entonces me quitó la almohada y se tumbó sobre mi muslo. No pude controlarme y mi polla empezó a ponerse dura. Alison se dio cuenta y puso su cabeza justo encima de mi polla. Empezó a hablar de cómo su marido ya no le hacía caso. Mi cuñada se levantó y me preguntó: «¿Por qué mi marido no me presta más atención? ¿No cree que soy atractiva?».
Al principio esa pregunta me asustó un poco, ¡pero era mi oportunidad! «¿Puedo ser sincera contigo? Estás muy buena!", respondí sin ningún pudor. «¿De verdad? ¿Te acostarías conmigo?", me preguntó. «¡Lo haría!», respondí, casi ahogándome, ¡pero muriéndome de ganas de follarme a esa tía buena!
Entonces sonó el teléfono. Era su puto marido y esto acabó estorbando un poco. Le dio largas durante cinco minutos y luego colgó. Después de colgar, me miró y se fue a la cocina. No pude resistirme y fui tras ella. Llegué y la agarré, acercando mucho a aquella preciosidad. Antes de que pudiera decir nada, la giré y le di un beso ardiente. La empujé contra la pared y empecé a besarle la boca y a apretarle las tetas. Descendí hasta su coño, que era suave y perfumado. Entonces empecé a acariciarle el coño y las tetas.
«¡Eso es! ¡¡¡Vamos, cuñado mío!!! ¡¡¡Sácame bien!!! Es lo que me faltaba!", me dijo. Mi cuñada tiró de mí hasta el salón, me tiró en el sofá, se arrodilló delante de mí y empezó a quitarme los pantalones. Me agarró la polla, me la acarició y empezó a chupármela. Me lamió desde las bolas hasta la cabeza. La lamió, la chupó y se la pasó por la cara... Su boca era maravillosa.
«Mmmmm, qué polla más deliciosa, mmmmmm...1», dijo Alison. «Entonces chúpala toda. Métetela toda en la boca. ¡Demuestra lo que se pierde tu marido!", le dije, ¡burlándome de ella!
La puse a cuatro patas en el sofá y empecé a lamerle el coño y el culo. Hicimos sesenta y nueve... Después, Alison puso mi polla entre sus tetas y le hice una buena paja cubana. Luego mi cuñada se tumbó con las piernas abiertas y empecé a meterle mi polla en su coño húmedo y caliente.
Alison gemía y se contoneaba y me decía guarradas: «¡¡¡Oh, me encanta!!! Métemela, métemela dentro de tu niña traviesa. Métemela hasta el fondo. Fóllate a tu cuñada hambrienta de polla!"... Y yo
se la devolvió: «¡Toma mi polla, puta! ¡Retuércete! Gime!».
Le metí la polla en el coño y le acaricié el culo con los dedos. Incluso saqué mi polla del coño de Alison y empecé a lamer y lubricar su culo. La mojé bien y la coloqué en posición para que se sentara sobre mi polla. Alison se sentó muy despacio, ya que tenía el culo muy apretado. Mi cuñada finalmente se la metió toda y empezó a saltar con mi polla enterrada en su culo. La puse en todos
a cuatro patas de nuevo y comenzó a bombear su culo con fuerza. No podía más... «¡Voy a correrme!», dije, ¡caliente como el demonio!
Ella se dio la vuelta y se arrodilló frente a mí... «¡Quiero tu semen en mi boca! ¡Reviénteme el semen, cachondo!». ¡Y me corrí un montón! Cubrí su cara con mi leche. Fuimos juntos al baño y allí en la ducha, ¡empezamos de nuevo! Nos frotamos el uno contra el otro en la ducha y Alison se inclinó para chuparme la polla, esta vez más despacio y suavemente, lo que me puso aún más cachondo. Tuve que detenerme para no correrme y perderme otro polvo. Salimos del baño y la tiré en la cama. Empecé a comérmela y repetimos nuestro sesenta y nueve y todo lo que habíamos hecho unos minutos antes- ¡Seguimos así hasta casi el amanecer! Follamos mucho y dejé a mi cuñada bien cachonda.
Y a partir de ese día, siempre fue lo mismo... Cuando mi mujer y el marido de mi cuñada salían de la ciudad por trabajo, ¡yo iba a su casa a hacerle compañía a la pobre! ¡Y obviamente aprovechaba para follármela toda la noche!
EL FINAL
2 comentarios - Momentos salvajes con mi cuñada.