Pau hará lo que sea por un mejor puesto (Parte 3)

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Parte 2: https://m.poringa.net/posts/relatos/5543232/Pau-hara-lo-que-sea-por-un-mejor-puesto-Parte-2.html


La idea de volver a tener la oportunidad de follarme a Pau, pero esta vez por su culito apretado, me excitó de inmediato. No pude evitar sonreír y asentir con la cabeza, aceptando su provocativa invitación. Quedamos en encontrarnos al día siguiente en su casa después del trabajo.
Esa noche no pude dejar de pensar en lo que había sucedido entre Pau y yo en la oficina. Su entrega, su deseo desenfrenado, su capacidad para llevarme al borde del placer extremo, todo eso me tenía obsesionado. El pensamiento de follármela por el culo me mantenía despierto y excitado durante horas, deseando que llegara el día siguiente lo antes posible.
Al día siguiente, apenas pude concentrarme en mi trabajo, ansioso por llegar a la casa de Pau. Finalmente, llegó la hora de salir y no perdí ni un segundo en dirigirme hacia su dirección. Llamé a la puerta y ella me recibió con una sonrisa seductora, invitándome a pasar.
Nos sentamos en el sofá y comenzamos a tomar un trago, reímos y bromeamos como si nada hubiera sucedido entre nosotros. Pero ambos sabíamos lo que queríamos, lo que estábamos ansiosos por hacer.
Después de un rato de conversación banal, Pau se acercó a mí con determinación en sus ojos. Me tomó de la mano y me llevó a su habitación, donde nos miramos fijamente, con deseo palpable en el aire.
"Estoy lista para ti", dijo Pau con una voz suave pero cargada de deseo. "Pero quiero algo a cambio esta vez."
La miré con curiosidad, esperando a escuchar cuál sería su propuesta. Lo que Pau dijo a continuación me dejó sin aliento.
"Quiero un ascenso en la empresa", comenzó ella, su mirada fija en la mía. "Y quiero la libertad de faltar al trabajo cuando lo desee. A cambio, te dejaré follarme por el culo."
Mis ojos se abrieron sorprendidos por su petición, pero mi excitación no disminuyó en lo más mínimo. Sabía que no podía resistir la idea de poseer su culito delicioso, así que asentí con determinación.
"Está bien, Pau", le dije con una sonrisa pícara. "Te daré lo que deseas, a cambio de probar ese culito apretado tuyo."
Pau sonrió satisfecha y comenzó a desabrochar mi pantalón con habilidad, mientras acercaba su boca a la mía para besarme con pasión. Nuestros labios se encontraron en un beso lujurioso y excitante, mientras mis manos recorrían su cuerpo deseoso de ella. Sin dejar de besarme, Pau se quitó la blusa con elegancia, revelando un sujetador negro que apenas contenía sus voluptuosos senos. Mis ojos no podían apartarse de su cuerpo, de la forma en que se movía con gracia y sensualidad. Pronto, Pau se deshizo de su sujetador y sus senos quedaron al descubierto, erectos y tentadores.
No pude resistir la tentación de acercarme y tomar uno de sus pezones entre mis labios, chupando y mordisqueando con avidez. Pau gemía de placer, arqueando su espalda y ofreciéndome sus senos para que los disfrutara. Después, Pau se desabrochó la falda que vestía, revelando unas medias y ligueros negros que realzaban su belleza y su sensualidad. Lentamente, se deslizó la falda por sus piernas esbeltas, dejándola solo con una diminuta tanguita que apenas cubría sus partes más íntimas. Mis ojos se clavaron en esa pequeña prenda de encaje, deseando arrancarla con ansias y poseer a Pau por completo. Sin embargo, me contuve y disfruté del espectáculo que tenía frente a mí. Pau se giró hacia mí, mostrando su trasero redondo y perfecto, invitándome a disfrutar de la vista. 
Tras esto, Pau se arrodilló frente a mí y tomó mi miembro en su mano con delicadeza. Comenzó a besarlo suavemente, recorriendo cada centímetro con sus labios y lengua, enviando olas de placer a través de mi cuerpo entero. Luego, sin previo aviso, se lanzó a chupármela con voracidad, haciendo una increíble garganta profunda que me hizo gemir de placer. Sus movimientos eran expertos y coordinados, como si hubiera practicado esta técnica una y otra vez.
Mi excitación crecía con cada succión, cada lamida, cada gesto de su lengua traviesa. Cada vez que sentía que estaba a punto de explotar, ella frenaba un poco, prolongando el placer. Sentía su boca caliente y húmeda envolviendo mi erección, llevándome al borde del éxtasis en cuestión de segundos. Comencé a mover mis caderas lentamente, controlando el ritmo de la mamada que estaba recibiendo.
Pau gemía suavemente cada vez que la penetraba en la boca, haciendo que mi excitación aumentara aún más. No pude resistirme más y la tomé del cabello, guiándola para que aumentara el ritmo y la intensidad de sus movimientos. Pau obedeció sin dudar, entregándose por completo a mi placer y dejándome follar su boca con desenfreno
Finalmente se la saqué de la boca y mientras no dejaba de restregársela por la cara, le dije que quería que me montara antes de cogérmela por el culo. Pau asintió con ansias, se levantó y se quitó la diminuta tanguita que cubría su suave y húmedo sexo.
Se subió sobre mí, guiando mi miembro erecto hacia su entrada mojada, y empezó a cabalgarme con un ritmo frenético. Sus gemidos de placer llenaban la habitación, mezclándose con mis gruñidos guturales. Sus caderas se movían en círculos, buscando la profundidad y el placer que solo yo podía darle.
La sensación de tener a Pau sobre mí, sintiendo su calor, su humedad y su deseo, era abrumadora. Mis manos se aferraban a sus caderas, ayudándola a mantener el ritmo de la cabalgata salvaje. Cada embestida era más intensa que la anterior, llevándonos a ambos al borde del abismo del placer.
Pau inclinó su cuerpo hacia adelante, acercando su rostro al mío, y nuestros labios se encontraron en un beso apasionado y lujurioso. Nuestras lenguas se entrelazaban en una danza salvaje, mientras continuábamos follando con una intensidad que nos dejaba sin aliento. El sudor empapaba nuestros cuerpos, haciéndonos brillar a la luz de la luna que se filtraba por la ventana.
El éxtasis se apoderaba de mí, sintiendo las contracciones de mi miembro a punto de explotar en un torrente de placer incontrolable. Pau gemía en mi oído, aumentando la intensidad de sus movimientos, llevándome al límite de mi resistencia. Mis brazos la rodearon, acariciando su espalda sudorosa y sintiendo su corazón latir con frenesí.
Pero sin duda lo mejor de tener a Pau montándome era ver cómo sus enormes tetas rebotaban con cada movimiento. Eran como dos globos preciosos que llenaban mi visión, tentándome a apretarlos y disfrutar de su suavidad mientras ella se entregaba a mí con pasión.
Mis manos se posaron en sus melones, apretándolos con firmeza mientras Pau gemía de placer con mi verga adentro. La sensación de tener esos enormes pechos entre mis manos, mientras ella seguía moviéndose sobre mí con desenfreno, era increíblemente excitante. Podía sentir el calor que desprendían, la suavidad de su piel bajo mis dedos, y el peso exquisito que tenían en mis manos.
Pau arqueó la espalda, ofreciéndome sus pechos con ansias, invitándome a disfrutar de ellos a mi antojo. Mis dedos se deslizaron por sus pezones erectos, pellizcándolos suavemente y arrancando gemidos de placer de sus labios entreabiertos. Me deleité en su exquisita entrega, disfrutando de la sensación embriagadora de tenerla completamente rendida a mis deseos. Finalmente, Pau alcanzó el clímax, gimiendo fuertemente mientras su cuerpo se estremecía de placer.
Nos quedamos allí, abrazados y empapados en sudor, tratando de recuperar el aliento después de la explosiva pasión que acabábamos de compartir. Pau se acurrucó contra mi pecho, suspirando de satisfacción. Después de un momento, nos miramos a los ojos y nos sonreímos cómplicemente, sabiendo que aún nos esperaba otra ronda de placer. Sin decir una palabra, Pau se puso en cuatro patas sobre la cama, ofreciéndome su culito tentador.
Tomé un poco de lubricante y lo apliqué en su entrada trasera, preparándola para lo que estaba por venir. Comencé con un dedo, explorando su ano con delicadeza y cuidado. Pau gimió suavemente, disfrutando de las nuevas sensaciones que le estaba brindando. Luego, introduje otro dedo y comencé a moverlos lentamente dentro de ella, preparándola para mi miembro. Pau arqueó la espalda y empujó sus caderas hacia atrás, ansiosa por recibirme. Sin más preámbulos, coloqué mi verga en su entrada y comencé a empujar lentamente. Con un gemido de placer, me abrí paso en su ano estrecho y caliente, sintiendo cómo me envolvía en un éxtasis indescriptible.
Pau gimió de placer y dolor al mismo tiempo, adaptándose a mi tamaño y a la sensación de ser penetrada por detrás. Me detuve un momento para darle tiempo de acostumbrarse, acariciando su espalda y sus caderas empapadas en sudor. Una vez que estuvo lista, comencé a moverme dentro de ella, aumentando el ritmo con cada embestida. Pau gemía y se retorcía de placer, disfrutando de la sensación de ser cogida por el culo. Sus gemidos eran música para mis oídos, excitándome aún más y llevándome a un nivel de placer que creía inalcanzable.
"Ay si papi, sigue así", gemía Pau entre suspiros entrecortados. "Esta tan duro y grande, me encanta".
Sus palabras me excitaban y me motivaban a cogerla con más fuerza y más pasión. Sentía cómo su culito se contraía alrededor de mi miembro, apretándome con fuerza y aumentando mi placer hasta niveles insospechados. Mis embestidas se hicieron cada vez más intensas, llevando a Pau al borde del éxtasis una vez más.
"¿Te gusta así, putita?", le pregunté entre gemidos, mientras seguía embistiéndola con furia.
"¡Sí, sí, sí! ¡Soy tu putita, cógeme más duro!", respondió Pau con lujuria, con las palabras saliendo de sus labios entre fuertes gemidos.
Mis embestidas se volvieron más rápidas y descontroladas, sintiendo el placer arder en cada fibra de mi ser. El sonido de nuestros cuerpos chocando y las exclamaciones de placer de Pau llenaban la habitación, creando una sinfonía de lujuria y deseo. No podía contenerme más, estaba a punto de correrme y liberar todo el placer acumulado dentro de mí.
"¡Pau, me voy a correr!", exclamé entre gemidos, sintiendo cómo el placer me invadía por completo.
"¡Sí, papi, lléname el culito de leche! ¡Llénamelo y va a ser tuyo para siempre!", respondió Pau con voz entrecortada por el placer.
Aquellas palabras fueron la gota que colmó el vaso de mi excitación. Mis embestidas se volvieron aún más intensas, buscando el clímax final. Y finalmente, con un bramido de placer, me dejé llevar por la ola de éxtasis y me corrí dentro de Pau, llenando su culito apretado con mi leche caliente y espesa.
Ambos jadeábamos exhaustos, con el sudor bañando nuestros cuerpos y el aire cargado de la tensión sexual que habíamos liberado. Me dejé caer a su lado, abrazando a Pau con satisfacción y complicidad. Desde ese día en adelante, cada vez que Pau quería algo en el trabajo, me daba las nalgas para conseguirlo. Y yo no podía resistirme a sus encantos, a su entrega, a su delicioso culito que ya me pertenecía por completo.
 

1 comentario - Pau hará lo que sea por un mejor puesto (Parte 3)

facuss911
Son hermosas las putitas de oficina. Foto?