Llegamos a su casa y metiéndome a su cuarto me hizo tirada a la cama con una nalgada. Cuando lo volví a ver ya se había quitado el pantalon y mostraba su negro pene con sumo poder. Le pedí un poco de tiempo pues todo estaba sucediendo demasiado rápido y no podía procesarlo. Le expliqué que era mi primera vez y que aunque me había metido otras cosas por el ano nunca nada tan grande como su negro pene. Recordé en ese momento que en mi mochila traía un lubricante y un paquete de condones, no se porque los compré, son xxs, jamás se los podría dar a él. Tomó el lubricante y me dijo que me quitara la ropa, eso hice, primero la camisa, luego mis apretados jeans y por último la ropa interior. Él me observó en todo momento y cuando me quité lo último revelé mi clítoris que, aunque estaba completamente erecto, resultaba diminuto y en comparación de su masivo pene negro resultaba aún más diminuto. Él se rió de mi tamaño y puso su negro pene junto a mi clítoris, su cabeza era más grande que todo mi miserable pene. Fue tan intimidante que del miedo se me fue la erección y mi pequeño penecito se hizo más chiquitito aún, escondiéndose debajo del pubis y entre el saco de mis pequeños testículos. Él apretó su negro pene aún más y yo sentía como se me salía un poquitín de líquido preseminal (naturalmente me salía muy poquito). Me tiró de pronto a la cama y sin mencionar nada me abrió completamente de piernas y con delicadeza me untó el lubricante en el ano. Agradecí a Dios haberme rasurado la noche pasada. Pasó uno de sus gruesos dedos bordeando mi ano. Posó su otra mano en mi pecho y la pasó de extremo a extremo para al final subirla hasta mi cuello y sujetarme la mandíbula, me metió uno de sus dedos en la boca y yo lo chupé sin pensarlo. Me empecé a sentir muy exitada y no noté en que momento él ya había arrimado la puta de su negro pene a mi ano que comenzaba a dilatarse permitiendo que entrara el negro pene que tanto anciaba recibir. Sentí una sensación extraña por mis extrañas, como si se estuvieran preparando para lo que venía. Pero ninguna preparación hubiese sido suficiente para cuando él, con dificultad, logró pasar su cabeza. Apreté duro y él movió lentamente sus caderas. Fue difícil superar el dolor inicial, pero aún sin haberme acostumbrado él empujó aún más su negro pene. Gemí que se detuviera, pero eso solo lo excitó más y con más fuerza me hizo empujado su negro miembro. Traté de apartarme un poco, pero me ví atrapada por sus brazos. Noté como su respiración se hizo sumamente pesada y pensé que ya quería acabar. Siguió dándome duro mientras me decía puta, hasta que me dijo: ”Me vengo”. Y cambiando de misionero a cowgirl y manteniendome arriba, unida a él por su glande, me agarró el culo con fuerza y de un solo jalón me hizo bajar por completo de golpe metiéndome su negro pene por completo y corriéndose justo cuando llegué a lo más abajo.
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