Prosigo con la transcripción del diario íntimo y secreto de mi esposa, el cual descubrí y/o encontré por casualidad: Habíamos dejado cuando ella se enfrenta a esa situación inverosímil...
Todos los chicos, incluido mi hijo, estaban sin pantalón y pude ver los juveniles penes totalmente erectos, estaban parados frente al televisor donde una película pornográfica se estaba reproduciendo y obviamente ellos se masturbaban al verla.
Siempre me dio pavor la idea de sorprender a mi hijo masturbándose, como toda madre sé muy bien que él lo hace, por eso siempre golpeo la puerta antes de entrar a su cuarto, pero esta vez no tenía motivo alguno para pensar que pudiera estar haciéndolo.
Soy partidaria de que la masturbación es una necesidad que debemos satisfacer, me encanta que él lo haga, pero respeto su privacidad.
Todos los chicos continuaban estáticos mirándome fijamente, ninguno había intentado cubrir sus vergüenzas, de hecho, aún seguían con sus manos allí, como si solamente hubieran pausado la masturbación.
Llegó a mí el fuerte impulso de dar media vuelta y cerrar la puerta, pero eso sólo preocuparía a los chicos, sentirían que fueron descubiertos haciendo algo malo y eso les produciría mucha vergüenza.
La culpa era mía, por cometer la estupidez de venir hasta acá a hacerme la madre cachonda.
Soy una estúpida.
Madre: - ¡Uy, disculpen! – Dije sonrojándome al máximo – no sabía… - las palabras se trababan en mi boca, los chicos intentaron cubrirse con sus manos, se veían tan avergonzados como yo – no, está bien… no se detengan, es mi culpa… no quise – no sabía cómo explicarles.
Hijo: - ¡Mamá! Perdón, pensé que ya estabas dormida – mi hijo intentó levantar su pantalón del suelo.
Madre: - No pasa nada, en serio. No quiero arruinarles la… - no sabía si llamarlo fiesta – fue mi culpa, no debí venir a molestar.
Amigo 1: - Disculpe señora, lo que hicimos estuvo mal – se lamentó Fabio mientras intentaba tapar su pene.
Madre: - No tiene nada de malo, de verdad… es normal… - alguno de los chicos puso la película en pausa, en la pantalla se veía una mujer blanca de pelo negro y cuerpo monumental recibiendo un grueso pene dentro de su vagina – lamento haberlos interrumpido, no se detengan por mí, me haría sentir culpable.
Amigo II: - La culpa es nuestra, esta es su casa, no debimos… - exclamó David, el cuarto chico, un muchachito rubio de cabello corto que era muy bonito, seguramente era el que más atraía a las mujeres, que todo el resto.
Madre: - Es mi culpa – insistí – yo los hice quedar en la casa. No tiene nada de malo…
Amigo III: - Tu mamá es muy buena – dijo Mauro – si mi mamá nos veía así… nos mataba a todos juntos.
Madre: - Yo soy una mujer comprensiva, yo también pasé por la adolescencia… hice muchas locuras, no tengo derecho a recriminarles nada a ustedes. Pueden seguir tranquilamente, yo busco algo para tomar en la cocina y los dejo tranquilos.
Caminé hacia la cocina pasando por delante del sofá, todos me miraron pasar, evidentemente habían notado mi atuendo, la situación no era tal como la imaginaba pero podía ver la reacción de cada uno con mis propios ojos, todos subían sus pantalones pero, los penes se les pusieron aún más duros, incluso a mi propio hijo.
Amigo I: - ¿De verdad no le molesta que sigamos? – Volvió a preguntar David.
Madre: - En serio, sigan tranquilos, yo no los molesto más – dije tomando una botella plástica con agua de la heladera.
La película se puso en movimiento otra vez, ellos parecían algo tímidos, desde la cocina podía ver todo ya que no hay pared que divida un área de la otra, solamente hay una angosta mesada.
No movían sus manos con mucha energía, salvo para ponerse las prendas, estaban tanteando la situación con cuidado, como si yo fuera a decirles algo malo.
Tomé un pequeño sorbo de agua directamente de la botella sin apartar la mirada de esos miembros erectos, nunca en mi vida había visto tantos al mismo tiempo, me sentía un poco obnubilada, no podía pensar claramente.
Caminé de regreso a mi habitación sin decir nada, pero en cuanto pasé por detrás del sofá Fabio me dijo:
Amigo IV: - Señora, no hace falta que se vaya… si no le molesta – fue una insinuación, seguramente quería mirar mi cuerpo por un rato más o le calentaba la idea de que yo lo vea masturbándose.
Madre: - Ustedes necesitan privacidad. No quiero molestarlos.
Amigo V: - De verdad señora – agregó David – no nos molesta para nada, pero si la hace poner incómoda, lo entiendo – este chico era un encanto, hasta parecía apenado porque me marchara.
Madre: - ¿Incómoda? – la verdad era que si, me ponía bastante incómoda, pero tenía que admitir que yo me la había buscado al venir hasta acá vestida de esta forma, podría quedarme un ratito, para que no se sientan culpables y luego regresar a mi cama – no, para nada, no me pone incómoda.
Para demostrar seguridad me senté en el sillón individual de la izquierda, este no miraba hacia el televisor, sino que apuntaba derecho hacia los chicos.
Inmediatamente noté sus miradas en mí, estaba muy sonrojada, no sólo porque se estaban masturbando sino también por las explícitas escenas de la película, nunca había visto material de este tipo delante de mi hijo.
La chica de la pantalla ahora estaba acompañada por dos hombres, uno la penetraba desde atrás por la vagina y el otro le ofrecía su pene, para que ella pueda mamarlo.
Mis ojos iban de la pantalla a los miembros erectos de los chicos, me di cuenta de que estaba muy tensa, tenía las piernas juntas y las manos sobre las rodillas, intenté relajarme un poco, pensar en otra cosa, aunque no lo conseguía.
Me senté más cómodamente, apoyando mi espalda contra el respaldar del sillón y separando levemente las piernas.
Ninguno decía nada, pero los ojos se movían constantemente, a veces se centraban en mí y eso hacía que me incomodara aún más, ya que los tenía justo delante, masturbándose pensando en mí.
Pero la excitación recorría mi cuerpo, esto iba haciendo que todo me importara menos, después de un rato ni siquiera me importaba que mi hijo se masturbara mirándome.
Dejando mis preocupaciones de lado separé más mis piernas, debido a la muy escasa ropa que llevaba mi entrepierna podía verse con facilidad.
La diminuta tanga negra mostraba pelitos sobresaliendo por todos lados, me concentré en la película mientras mi hijo y sus amigos me miraban sin dejar de masturbarse, los chicos se daban con ganas, sus manos se movían constantemente y sus erectos miembros parecían dotados de vida propia.
En la película la protagonista estaba siendo penetrada por tres hombres, uno por cada agujero disponible, yo luchaba contra mis ganas de masturbarme.
Madre: - Espero que no pienses que las mujeres hacemos esas cosas – les dije – en estas películas todo es actuado… y mal actuado. La mayoría de las mujeres no se comportan de esa manera.
Hijo: - Si mamá, lo sabemos – mi hijo tampoco parecía preocupado por estar masturbándose frente a mí – pero es lindo imaginar esas cosas, y mucho más lindo es verlas – puse una de mis piernas sobre el apoyabrazos del sillón, esto dejó una gran separación entre ellas y la diminuta tanga tapaba muy poco mi nidito sexual.
Amigo VI: - Laura ¿usted se…? – Fabio fue el primero en llamarme por mi nombre, pero no se atrevió a completar la pregunta.
Madre: - ¿Si yo qué? – pregunté intrigada, todos miraban directo hacia mi vulva, ésta estaba apretada en un pequeño triángulo de tela negra y amenazaba con salirse por los lados, la división de mi vagina se notaba mucho.
Amigo X: - ¿Usted podría mostrarnos sus pechos? – se animó por fin. La pregunta me tomó por sorpresa, los miré incrédula, todos portaban su mejor cara de súplica.
Madre: - No creo que eso sea apropiado – como tampoco era apropiada la forma en la que estaba sentada frente a ellos.
Amigo X: - Bueno, pero nosotros estamos aquí desnudos… y usted puede vernos – comenzó diciendo David – nosotros solamente le pedimos ver un poco. Creo que es justo – justo o no yo ya no tenía muchas ganas de seguir argumentando.
Madre: - Está bien, pero solamente un ratito, después me vuelvo a mi cuarto – todos asintieron con la cabeza.
Sin mucho preámbulo bajé la mitad superior de mi camisón exponiendo ambas tetas al unísono.
Eran grandes y bien redondas, la aureola de mis pezones era marrón y contrastaba mucho con la piel blanca de mis pechos.
Los masajeé un poco y pude ver como aceleraban el ritmo de su masturbación, al parecer ninguno estaba dispuesto a acabar todavía, me sorprendía el aguante de estos chicos.
Uno de ellos puso la película en pausa.
Amigo X: - ¿Puede venir más cerca? – preguntó Mauro tímidamente.
Él era quien más me sorprendía, no podía creer que un chico tan tímido se animara a masturbarse frente a sus amigos… o frente a la madre de su amigo.
No pude negarme a su pedido, el camisón cayó al piso en cuanto me puse de pie ya que no tenía de dónde sostenerse.
Quedé vistiendo solamente esa diminuta tanga que dejaba poco a la imaginación y que se metía cada vez más dentro de mi vagina.
Los seis estaban muy sorprendidos cuando desfilé frente a ellos con paso sensual.
Sus manos se agitaban frenéticamente, me sentía una estrella porno.
Di un giro completo sobre mis talones para mostrarles todo mi cuerpo, mis pechos rebotaban cuando me movía. Al parecer los chicos no se pudieron reprimir más y se pusieron de pie junto a mí.
Sin darme tiempo a nada uno agarró mi teta con una de sus manos y otro me tocó la concha.
Por supuesto que, esto no termina acá... (continuará).
http://www.poringa.net/posts/relatos/5507294/El-diario-secreto-de-mi-esposa-III-c-imagenes.html
Todos los chicos, incluido mi hijo, estaban sin pantalón y pude ver los juveniles penes totalmente erectos, estaban parados frente al televisor donde una película pornográfica se estaba reproduciendo y obviamente ellos se masturbaban al verla.
Siempre me dio pavor la idea de sorprender a mi hijo masturbándose, como toda madre sé muy bien que él lo hace, por eso siempre golpeo la puerta antes de entrar a su cuarto, pero esta vez no tenía motivo alguno para pensar que pudiera estar haciéndolo.
Soy partidaria de que la masturbación es una necesidad que debemos satisfacer, me encanta que él lo haga, pero respeto su privacidad.
Todos los chicos continuaban estáticos mirándome fijamente, ninguno había intentado cubrir sus vergüenzas, de hecho, aún seguían con sus manos allí, como si solamente hubieran pausado la masturbación.
Llegó a mí el fuerte impulso de dar media vuelta y cerrar la puerta, pero eso sólo preocuparía a los chicos, sentirían que fueron descubiertos haciendo algo malo y eso les produciría mucha vergüenza.
La culpa era mía, por cometer la estupidez de venir hasta acá a hacerme la madre cachonda.
Soy una estúpida.
Madre: - ¡Uy, disculpen! – Dije sonrojándome al máximo – no sabía… - las palabras se trababan en mi boca, los chicos intentaron cubrirse con sus manos, se veían tan avergonzados como yo – no, está bien… no se detengan, es mi culpa… no quise – no sabía cómo explicarles.
Hijo: - ¡Mamá! Perdón, pensé que ya estabas dormida – mi hijo intentó levantar su pantalón del suelo.
Madre: - No pasa nada, en serio. No quiero arruinarles la… - no sabía si llamarlo fiesta – fue mi culpa, no debí venir a molestar.
Amigo 1: - Disculpe señora, lo que hicimos estuvo mal – se lamentó Fabio mientras intentaba tapar su pene.
Madre: - No tiene nada de malo, de verdad… es normal… - alguno de los chicos puso la película en pausa, en la pantalla se veía una mujer blanca de pelo negro y cuerpo monumental recibiendo un grueso pene dentro de su vagina – lamento haberlos interrumpido, no se detengan por mí, me haría sentir culpable.
Amigo II: - La culpa es nuestra, esta es su casa, no debimos… - exclamó David, el cuarto chico, un muchachito rubio de cabello corto que era muy bonito, seguramente era el que más atraía a las mujeres, que todo el resto.
Madre: - Es mi culpa – insistí – yo los hice quedar en la casa. No tiene nada de malo…
Amigo III: - Tu mamá es muy buena – dijo Mauro – si mi mamá nos veía así… nos mataba a todos juntos.
Madre: - Yo soy una mujer comprensiva, yo también pasé por la adolescencia… hice muchas locuras, no tengo derecho a recriminarles nada a ustedes. Pueden seguir tranquilamente, yo busco algo para tomar en la cocina y los dejo tranquilos.
Caminé hacia la cocina pasando por delante del sofá, todos me miraron pasar, evidentemente habían notado mi atuendo, la situación no era tal como la imaginaba pero podía ver la reacción de cada uno con mis propios ojos, todos subían sus pantalones pero, los penes se les pusieron aún más duros, incluso a mi propio hijo.
Amigo I: - ¿De verdad no le molesta que sigamos? – Volvió a preguntar David.
Madre: - En serio, sigan tranquilos, yo no los molesto más – dije tomando una botella plástica con agua de la heladera.
La película se puso en movimiento otra vez, ellos parecían algo tímidos, desde la cocina podía ver todo ya que no hay pared que divida un área de la otra, solamente hay una angosta mesada.
No movían sus manos con mucha energía, salvo para ponerse las prendas, estaban tanteando la situación con cuidado, como si yo fuera a decirles algo malo.
Tomé un pequeño sorbo de agua directamente de la botella sin apartar la mirada de esos miembros erectos, nunca en mi vida había visto tantos al mismo tiempo, me sentía un poco obnubilada, no podía pensar claramente.
Caminé de regreso a mi habitación sin decir nada, pero en cuanto pasé por detrás del sofá Fabio me dijo:
Amigo IV: - Señora, no hace falta que se vaya… si no le molesta – fue una insinuación, seguramente quería mirar mi cuerpo por un rato más o le calentaba la idea de que yo lo vea masturbándose.
Madre: - Ustedes necesitan privacidad. No quiero molestarlos.
Amigo V: - De verdad señora – agregó David – no nos molesta para nada, pero si la hace poner incómoda, lo entiendo – este chico era un encanto, hasta parecía apenado porque me marchara.
Madre: - ¿Incómoda? – la verdad era que si, me ponía bastante incómoda, pero tenía que admitir que yo me la había buscado al venir hasta acá vestida de esta forma, podría quedarme un ratito, para que no se sientan culpables y luego regresar a mi cama – no, para nada, no me pone incómoda.
Para demostrar seguridad me senté en el sillón individual de la izquierda, este no miraba hacia el televisor, sino que apuntaba derecho hacia los chicos.
Inmediatamente noté sus miradas en mí, estaba muy sonrojada, no sólo porque se estaban masturbando sino también por las explícitas escenas de la película, nunca había visto material de este tipo delante de mi hijo.
La chica de la pantalla ahora estaba acompañada por dos hombres, uno la penetraba desde atrás por la vagina y el otro le ofrecía su pene, para que ella pueda mamarlo.
Mis ojos iban de la pantalla a los miembros erectos de los chicos, me di cuenta de que estaba muy tensa, tenía las piernas juntas y las manos sobre las rodillas, intenté relajarme un poco, pensar en otra cosa, aunque no lo conseguía.
Me senté más cómodamente, apoyando mi espalda contra el respaldar del sillón y separando levemente las piernas.
Ninguno decía nada, pero los ojos se movían constantemente, a veces se centraban en mí y eso hacía que me incomodara aún más, ya que los tenía justo delante, masturbándose pensando en mí.
Pero la excitación recorría mi cuerpo, esto iba haciendo que todo me importara menos, después de un rato ni siquiera me importaba que mi hijo se masturbara mirándome.
Dejando mis preocupaciones de lado separé más mis piernas, debido a la muy escasa ropa que llevaba mi entrepierna podía verse con facilidad.
La diminuta tanga negra mostraba pelitos sobresaliendo por todos lados, me concentré en la película mientras mi hijo y sus amigos me miraban sin dejar de masturbarse, los chicos se daban con ganas, sus manos se movían constantemente y sus erectos miembros parecían dotados de vida propia.
En la película la protagonista estaba siendo penetrada por tres hombres, uno por cada agujero disponible, yo luchaba contra mis ganas de masturbarme.
Madre: - Espero que no pienses que las mujeres hacemos esas cosas – les dije – en estas películas todo es actuado… y mal actuado. La mayoría de las mujeres no se comportan de esa manera.
Hijo: - Si mamá, lo sabemos – mi hijo tampoco parecía preocupado por estar masturbándose frente a mí – pero es lindo imaginar esas cosas, y mucho más lindo es verlas – puse una de mis piernas sobre el apoyabrazos del sillón, esto dejó una gran separación entre ellas y la diminuta tanga tapaba muy poco mi nidito sexual.
Amigo VI: - Laura ¿usted se…? – Fabio fue el primero en llamarme por mi nombre, pero no se atrevió a completar la pregunta.
Madre: - ¿Si yo qué? – pregunté intrigada, todos miraban directo hacia mi vulva, ésta estaba apretada en un pequeño triángulo de tela negra y amenazaba con salirse por los lados, la división de mi vagina se notaba mucho.
Amigo X: - ¿Usted podría mostrarnos sus pechos? – se animó por fin. La pregunta me tomó por sorpresa, los miré incrédula, todos portaban su mejor cara de súplica.
Madre: - No creo que eso sea apropiado – como tampoco era apropiada la forma en la que estaba sentada frente a ellos.
Amigo X: - Bueno, pero nosotros estamos aquí desnudos… y usted puede vernos – comenzó diciendo David – nosotros solamente le pedimos ver un poco. Creo que es justo – justo o no yo ya no tenía muchas ganas de seguir argumentando.
Madre: - Está bien, pero solamente un ratito, después me vuelvo a mi cuarto – todos asintieron con la cabeza.
Sin mucho preámbulo bajé la mitad superior de mi camisón exponiendo ambas tetas al unísono.
Eran grandes y bien redondas, la aureola de mis pezones era marrón y contrastaba mucho con la piel blanca de mis pechos.
Los masajeé un poco y pude ver como aceleraban el ritmo de su masturbación, al parecer ninguno estaba dispuesto a acabar todavía, me sorprendía el aguante de estos chicos.
Uno de ellos puso la película en pausa.
Amigo X: - ¿Puede venir más cerca? – preguntó Mauro tímidamente.
Él era quien más me sorprendía, no podía creer que un chico tan tímido se animara a masturbarse frente a sus amigos… o frente a la madre de su amigo.
No pude negarme a su pedido, el camisón cayó al piso en cuanto me puse de pie ya que no tenía de dónde sostenerse.
Quedé vistiendo solamente esa diminuta tanga que dejaba poco a la imaginación y que se metía cada vez más dentro de mi vagina.
Los seis estaban muy sorprendidos cuando desfilé frente a ellos con paso sensual.
Sus manos se agitaban frenéticamente, me sentía una estrella porno.
Di un giro completo sobre mis talones para mostrarles todo mi cuerpo, mis pechos rebotaban cuando me movía. Al parecer los chicos no se pudieron reprimir más y se pusieron de pie junto a mí.
Sin darme tiempo a nada uno agarró mi teta con una de sus manos y otro me tocó la concha.
Por supuesto que, esto no termina acá... (continuará).
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