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Compendio III
· ¡Dios!¡Cada vez que lo hacemos, parece mejor que antes! – exclamó, respirando agitada.
La contemplé en silencio…
· ¡Por favor, no me digas que solamente yo lo disfruté! - me miró preocupada. - ¡Di algo!
Me reí.
- ¿Qué quieres que diga? Sabes lo que pienso…
Me pegó en el vientre y se rió…
· ¡Dios!¡Ahí vas otra vez! ¡Tienes que hacerlo raro!
Pero no puedo negarlo. Hacerle el amor a Emma es enviciante.
Emma me miraba brillando en satisfacción, con una genuina sonrisa dibujándose en sus labios. Sus ojos, radiantes y vivos, reflejaban su felicidad al verme. Las esquinas de sus labios se curvaban levemente hacia arriba en deleite, acentuando el rosado de sus mejillas. Pero también percibía algo de suavidad en su expresión, una calidez genuina que emanaba de su interior a medida que me contemplaba, que me daba la impresión de que, para ella, todo estaba bien en el mundo y que no pudiese sentirse más allá que agradecida por mi presencia.
- Pero ¿Por qué te conformas conmigo?
· ¿De qué hablas?
- ¿Por qué no buscas a alguien más? – pregunté confundido.
Emma sonrió coqueta.
· ¿Por qué? ¿No me encuentras atractiva? - replicó tentadora.
Uno de los encantos de Emma es que sabe combinar su suspicacia con su belleza.
- No, no es eso. Es que me lo haces demasiado fácil para lo que vales.
· ¿A qué te refieres? – preguntó, mirándome cautivada.
- Es que te conformas con que nos veamos una vez a la semana.
Emma se rió con dulzura…
· ¿Estás diciendo que no quieres ser más mi “folla amigo”? – consultó divertida.
Y a pesar de que reposaba sobre mí, con sus ojos juguetones y nuestros cuerpos cansados y sudados por la contienda física, aun así, la miraba con ternura y acariciaba su rostro con cariño.
- ¡Vamos, Emma! Sabes que no te veo así.
Mis palabras la hicieron nuevamente avergonzar, ignorando una vez más el sentimiento que ha ido surgiendo entre nosotros durante estas últimas semanas.
Mientras observaba detalladamente a Emma, su belleza me afectó de nuevo, aunque no se trata solo de su atractivo físico y las bondades de su figura. Ciertamente, tiene el encanto de una esposa tradicional, con su comportamiento agraciado y su cálida sonrisa. Pero hay tanto más en ella que lo que pueden percibir los ojos.
Lo que realmente me cautivó de Emma es su inteligencia y actitud juguetona, su habilidad de desafiarme en debates inteligentes y mantenerme alerta. Ella tiene una manera de hacer que los momentos más mundanos se sientan excitantes y divertidos, y me he encontrado atraído a su personalidad magnética.
Pero más allá de su encanto y carisma, es la fortaleza interna y la resiliencia de Emma lo que la distingue del resto de las mujeres. Es una mujer orgullosa, abnegada y un confiable apoyo. El tipo de mujer, al igual que Marisol, capaz de permanecer a tu lado en las buenas o en las malas. Una mujer genuina y amorosa, que no se deja llevar por el dinero o el estatus social, sino que más bien valora las cualidades como la lealtad e integridad por encima de todo.
Pero también está su percepción sobre la maternidad. A pesar de tener a Karen como hija, Emma es de esas mujeres que no lo dejan ver como una carga que debe ser llevada para su pareja. Emma es lo suficientemente responsable y consciente para entender que el bienestar de Karen es su responsabilidad y no la de otra persona. Y aunque reconoce la importancia de una figura paterna en la vida de Karen, no es el tipo de mujer para forzar el rol en su pareja.
En pocas palabras, he visto en Emma no solo una pareja, pero una compañera de verdad. Alguien que podría ayudarme a crecer y evolucionar, quien estaría a tu lado a través de los desafíos y triunfos de la vida. En el fondo, el tipo de mujer que puede construir una vida contigo, ladrillo a ladrillo, creando algo fuerte y duradero juntos.
- ¿Por qué no sales con alguien más? Eres inteligente, atractiva, sexy y divertida.
Emma sonrió con ternura.
· ¡Gracias,Marco! Pero tú sabes… no es tan sencillo. – respondió dubitativa.
- ¿Por qué no?
· ¡Ok!¿Quieres saber por qué no salgo en citas? ¡Está bien! ¡Es la por la razón por la que me siento la mujer más feliz y orgullosa en el mundo! ¡Se llama Karen!
Su lenguaje corporal levemente cambió a medida que ella me dio su respuesta, con sus palabras cargando una mezcla de energía y frustración a la vez. Cuando mencionó a Karen, su postura se enderezó, con sus hombros cuadrándose orgullosa y desafiante, como una declaración silenciosa a su compromiso como madre.
Pero a la vez, un toque de vulnerabilidad, reflejado en sus ojos esquivos que si bien, antes resplandecían con intensidad, la suavizaron levemente al hablar de su hija, entregando en su mirada una calidez maternal que resplandecía sobre el tono de frustración en su voz que, a pesar de haber sido energético, parecía suplicar discretamente comprensión.
No pude evitar sentirme tanto agradecido como enternecido al estar con esta compleja e inteligente mujer, que me encontraba digno para yacer junto con ella.
Acaricié su rostro, brindándole la calidez de alguien que la ama y ella se dejó querer, como si se arrepintiera de haber descargado su frustración en mí.
· Tengo a Karen. A la mayoría de los hombres, no les interesa salir con una mujer con una hija. Es una carga muy grande. – aclaró ella mucho más suave.
- Es eso lo que no entiendo. – le dije, asiéndola hacia mí, cobijando sus senos desnudos en mi pecho, en un tibio abrazo que me permitió oler sus cabellos. –He conocido a Karen y no la veo como una carga. Emma, eres una mujer increíble y cualquier hombre que se precie, lo vería como una ventaja.
Se apartó de mi abrazo y me miró escéptica.
· Realmente crees eso, ¿Cierto? – sonrió coqueta, con un leve tinte de sarcasmo.
Le sonreí de vuelta.
- Absolutamente.– respondí, acariciando sus cabellos y perdiéndome en el brillo de sus ojos. –Mira, lo entiendo. Presentar a Karen a alguien nuevo puede ser desalentador. Pero también pienso que tienes que tomarte las cosas con calma. No deberías presentarla de inmediato. Deja que la relación se desarrolle primero.
Emma rechistó entretenida.
· Ok, déjame ver si te entiendo. – exclamó coqueta. - ¿Estás diciendo que mantenga a mi hija escondida? ¿Por cuánto tiempo? ¿Uno? ¿Dos meses? ¿No piensas que eso sería engañoso?
- En absoluto. – le respondí más serio. – Se trata de ser precavida. Pienso que tienes que asegurarte de que el chico va en serio contigo antes de meter a Karen en el asunto. De lo contrario, podría ser confuso para ella.
Emma se rió jocosa.
· ¿Sabes algo? Tu esposa es una mujer afortunada. Tiene un marido dotado y excelente en el sexo, además de ser bastante comprensivo. – comentó, acariciándome cariñosa.– Y aunque entiendo tu punto de vista y agradezco tus palabras, sigo viendo difícil que alguien nos acepte a Karen y a mí.
- ¡Ya lo creo! ¡No será fácil! Pero creo que hay alguien ahí afuera que las querrá a ambas. Y hasta entonces, me tendrás a tu lado.
Y cuando dije eso, su mirada se tornó seductora, meneándose levemente.
· Sí…pero el sexo no será tan bueno.
Emma empezó a menearse suavemente. Nos besábamos abiertamente, más como amantes que simple “folla amigos”. Acariciaba sus tibias y redondas nalgas, embistiendo suavemente. Quería ir esta vez arriba, besando y acariciando a esta deliciosa ninfa.
· ¡Mhmm!¡Me habría gustado conocerte antes! – respondió enternecida, luego de mi primera y profunda estocada. – Así, el padre de Karen serías tú.
Y aunque sé que ella lo sentía genuino, yo sabía la verdad…
Cuando Marisol me conoció, yo ya había perdido las esperanzas y francamente, no perdía el tiempo mirando mujeres. Sin embargo, mi mejor amiga logró vislumbrar el potencial que había en mí y permaneció a mi lado y se me hizo inseparable, hasta el punto de que cuando nos besamos por primera vez, también me cuestioné por qué no lo habíamos hecho antes.
Pero de haber conocido a Emma, simplemente habría sido uno de sus amigos: ella, porrista de su escuela; yo, el chico nerd y otaku. Un enorme abismo nos habría separado…
Aun así, no quitaba lo refrescante del momento. Mientras que sus labios se impregnaban a los míos, forzando mi cuello para que nos siguiéramos besando; sus generosos, blandos y tibios senos se prensaban bajo mi pecho y su cintura se adosaba junto con la mía, favoreciendo el contacto de nuestros sexos y con sus piernas envolviéndome los muslos, yo aprovechaba de acariciar sus sudorosas y sedosas nalgas y acercarla más hacia mi cuerpo.
· ¡Ahhh!¡Estás tan adentro! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Dios! ¡Nunca tienes suficiente! ¡Ahh! ¡Ahhh!¡Sigue así! ¡Sigue así! ¡Ahh! ¡Ahhh! ¡Marco! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Tan intenso! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Vamos, Marco! ¡Vamos, Marco! ¡Así! ¡Así! ¡Sí, sigue así! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Tan profundo! ¡Sí! ¡Ahí! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Me estás matando!¡Ahhh! ¡Se siente tan bien! ¡Vamos, Marco! ¡Vamos, Marco! ¡Dame más! ¡Quiero más! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh! ¡Me estoy viniendo de nuevo! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Sigue así! ¡Sigue así! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh! ¡Quiero más! ¡Más! ¡Eso es! ¡Justo ahí! ¡Ahí!¡Ahhh! ¡Dios, Marco! ¡Acábame adentro! ¡Lléname con tu leche! ¡Oh, Dios! ¡Oh,Dios! ¡Aggghhhhh!
Y descargué intensamente en ella, prensando su copa de la vida y rebalsándola. Nos besábamos alocadamente, con nuestras lenguas arremolinándose en nuestras bocas, bebiéndonos mutuamente, embriagados de placer.
· ¡Dios,Marco!... no sé cómo no tienes más hijos…-comentó, riéndose enloquecida. –Nunca había sentido tanto semen caliente en mi vientre… ni siquiera cuando Wind y yo vivíamos juntas.
Reposé satisfecho al lado de ella, para variar, aun pegados por nuestros sexos.
· ¿Sabes?...a veces, me masturbo pensando en cómo lo hará tu esposa, para calmar esa cosa insaciable…- exclamó lujuriosa, mordiéndose el labio de forma coqueta.
Y fue ahí que mi mente hizo clic…
- ¿Y no te gustaría conocerla?
Sorpresivamente, la idea la impactó al instante.
· ¿Qué?¡No! ¡Yo solo estaba bromeando! - exclamó preocupada.
Pero bastó solo una modesta y tranquila estocada de mi cintura para apaciguarla…
- ¡Pero vamos! ¡Dijiste que conmigo, aceptarías a estar con otra mujer! – le cobré la palabra.
Ella se quejó placentera…
· Pero tu esposa…
La besé y la adosé a mí, haciendo que se perdiera en mi mirada.
- Ella también está ansiosa por volver a experimentar con otra mujer. – confesé, con una amplia sonrisa en mis labios.
Y fue ahí que Emma recién pudo contemplar lo vasto que es el océano de perversiones que hay en mi vida.
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1 comentarios - PDB31 Dime qué piensas…