Con mi pareja llevamos muchos años viviendo juntos en una relación abierta. De esta manera, ambos hemos tenido muchas parejas sexuales. Ana tiene 49 años, yo 63.
La última experiencia fue bastante buena, pues compartimos una noche de pasión con un invitado.
Jorge es un tipo de 59 años, arquitecto, separado, de muy buena figura y simpático. Hicimos buena amistad y poco a poco comenzó a visitarnos con mas frecuencia. Con Ana nos dimos cuenta que nuestro amigo buscaba “algo más”. Su forma de hablar, los temas que tocaba la forma en que miraba a mi mujer, era indicación de que Jorge andaba caliente con Ana. Ella coincidió conmigo, y me confesó que el tipo no le era indiferente, lo encontró un mino rico y deseable.
“Qué haremos al respecto?” preguntó mi mujercita con cara de caliente. Hacia ya un tiempo que con Ana nos planteábamos la posibilidad de tener sexo de a tres. Esta podría ser la oportunidad, pensé. Le pregunte si de verdad era de su gusto y me confesó: “esta guapo, además se ve discreto, inteligente y sensual”. Jorge era especial pues no provenía de grupos swingger, era un tipo callado, algo tímido incluso. Comenzamos a tocar temas más privados y se divirtió mucho con nosotros al intercambiar historias de nuestras experiencias sexuales. Esa semana me junté dos veces con Jorge y entre cervezas le confesé que con Ana teníamos una relación abierta; le insinué que si avanzaba no tendría obstáculos. Le conté a mi esposa entre algo de vergüenza y calentura, aceptó.
Un sábado dejamos a nuestra hija en casa de mi suegra y nos decidimos a avanzar en nuestra amistad con Jorge, hasta ver qué podía ocurrir.
Hacia calor, Ana andaba con una faldita de jeans muy corta, y una blusa casi transparente, yo notaba que Jorge la miraba nervioso, recorriendo con su mirada los muslos, el culo y las tetas de mi mujer; entonces decidí ir a la cocina y dejarlos a solas un rato. Al volver después de 15 minutos, estaban sentados en un mismo sillón riendo, las piernas abiertas de mi mujer le mostraba generosas vistas de su entrepiernas. El calzón de Ana expuesto y el dibujo de su vagina era evidente. Cuando llegue a la sala, ella se cambió de asiento y se ubicó a mi lado. Desde ahí le mostraba todo a Jorge. Se hizo tarde. Le dije a Jorge que se quedara a dormir pues él vive muy lejos. Tenemos una habitación para alojados, nosotros nos fuimos a nuestra pieza y obviamente tuvimos sexo.
Sabiendo que nuestro amigo estaba en la pieza del lado, Ana gemía y gritaba gozando la penetración.
Era las 5 de la mañana, Ana se levanta y va al baño, luego escucho que habla con Jorge y yo me hago el dormido. Aparecen juntos y desnudos, él con una verga erecta de respetable tamaño, no dijo nada. Solo se subió a la cama. Mi mujer se rie, abre los brazos y Jorge se monta sobe ella en un misionero caliente. Me hago a un lado, Ana comienza a gemir “…oh… eres tremendo…” le dijo. Después pude comprobar que el garrote de mi amigo debia medir 25 centímetros por lo menos. Me dio algo de celos. Era un bonito pene, muy masculino y se veía durisimo. Mi mujer levanta las piernas las separa y pone los ojos blancos, abre la boca para dejar escapar un gemido largo y caliente, mi amigo comienza a gemir. Ver a Jorge montado sobre Ana resoplando como animal fue impresionante. El hombre se mueve, entra y sale de la almejita lubricada. Mirar esto fue increíble, me dio celos, me dio alegría, me exité mucho. El sonido de los genitales follando era exquisito.
“rico…rico…delicioso…que cosota gruesa tienes… oh, Jorge… la tienes rica”, decía Ana a la vez que me mira se sonríe y estira el brazo para darme la mano mientras se la culean; me apreta la mano con fuerza. Mi amigo le muerde las tetas, la lame, le chupa la oreja, yo me hago a un lado.
El tipo esta como animal, gemía y gritaba: “…que tremenda mujer me estoy comiendo…! Si estas exquisita!” Yo hervía, mi pene lanzaba jugos babosos indicándome que quería eyacular. Entonces Jorge se retira y se pone de rodillas sobre la cama invitando a Ana a que le mame el pene. Ella se pone de lado y veo su precioso culo blanco y abundante que se me ofrece. Ana queda de lado al borde de la cama, verla mamar con pasión es maravilloso, lame la punta, luego baja, se lo mete entero hasta la garganta, y mientras le chupa el miembro a mi amigo, yo me la culeo por el ano. Al entrar dio un grito de dolor, me salí, pero me pidió que siguiera, le fascina que le den por atrás. Jorge por la boca y yo por el culo, Ana estaba feliz. Vamos, amorcito, le dijo Jorge, ¿quieres que entremos de a dos?. Ana se rie, me limpio el pene y me acuesto, ella se me sienta y la penetro por la vagina, comienza a moverse hasta que mi pene está por completo en su cueva sexual… Jorge se arrodilla avanza y comienza a penetrar por el ano. Siento por dentro como el hombre entra empuja y sale, y ahí aprovecho yo de entrar empujar y retirarme un poco, la cachita es perfecta. Jorge está afirmado de las nalgas de Ana, las tetas me quedan en mi boca asi es que se las chupo y se las muerdo… ella comienza a gemir fuerte, y grita: “hijos de puta… culeenme, déjenme bien culiada, me gusta la verga, me encanta que me den por el culo…” Ana está en pleno orgasmo.
“Exquisita y caliente…” dice Jorge. Siento que su pene crece y el tipo comienza a gemir como animal, siento las pulsaciones de su verga y siento que está lanzando sus chorros. Cuento hasta ocho disparos de semen, mientras Jorge gime al ritmo de sus espasmos.
Se sale, entonces mi mujer se sale también pero acomoda entre mis piernas y me la chupa hasta hacerme acabar. Tragó todo y me dejó limpio.
Nos tapamos y dormimos hasta las 10 de la mañana siguiente....
La última experiencia fue bastante buena, pues compartimos una noche de pasión con un invitado.
Jorge es un tipo de 59 años, arquitecto, separado, de muy buena figura y simpático. Hicimos buena amistad y poco a poco comenzó a visitarnos con mas frecuencia. Con Ana nos dimos cuenta que nuestro amigo buscaba “algo más”. Su forma de hablar, los temas que tocaba la forma en que miraba a mi mujer, era indicación de que Jorge andaba caliente con Ana. Ella coincidió conmigo, y me confesó que el tipo no le era indiferente, lo encontró un mino rico y deseable.
“Qué haremos al respecto?” preguntó mi mujercita con cara de caliente. Hacia ya un tiempo que con Ana nos planteábamos la posibilidad de tener sexo de a tres. Esta podría ser la oportunidad, pensé. Le pregunte si de verdad era de su gusto y me confesó: “esta guapo, además se ve discreto, inteligente y sensual”. Jorge era especial pues no provenía de grupos swingger, era un tipo callado, algo tímido incluso. Comenzamos a tocar temas más privados y se divirtió mucho con nosotros al intercambiar historias de nuestras experiencias sexuales. Esa semana me junté dos veces con Jorge y entre cervezas le confesé que con Ana teníamos una relación abierta; le insinué que si avanzaba no tendría obstáculos. Le conté a mi esposa entre algo de vergüenza y calentura, aceptó.
Un sábado dejamos a nuestra hija en casa de mi suegra y nos decidimos a avanzar en nuestra amistad con Jorge, hasta ver qué podía ocurrir.
Hacia calor, Ana andaba con una faldita de jeans muy corta, y una blusa casi transparente, yo notaba que Jorge la miraba nervioso, recorriendo con su mirada los muslos, el culo y las tetas de mi mujer; entonces decidí ir a la cocina y dejarlos a solas un rato. Al volver después de 15 minutos, estaban sentados en un mismo sillón riendo, las piernas abiertas de mi mujer le mostraba generosas vistas de su entrepiernas. El calzón de Ana expuesto y el dibujo de su vagina era evidente. Cuando llegue a la sala, ella se cambió de asiento y se ubicó a mi lado. Desde ahí le mostraba todo a Jorge. Se hizo tarde. Le dije a Jorge que se quedara a dormir pues él vive muy lejos. Tenemos una habitación para alojados, nosotros nos fuimos a nuestra pieza y obviamente tuvimos sexo.
Sabiendo que nuestro amigo estaba en la pieza del lado, Ana gemía y gritaba gozando la penetración.
Era las 5 de la mañana, Ana se levanta y va al baño, luego escucho que habla con Jorge y yo me hago el dormido. Aparecen juntos y desnudos, él con una verga erecta de respetable tamaño, no dijo nada. Solo se subió a la cama. Mi mujer se rie, abre los brazos y Jorge se monta sobe ella en un misionero caliente. Me hago a un lado, Ana comienza a gemir “…oh… eres tremendo…” le dijo. Después pude comprobar que el garrote de mi amigo debia medir 25 centímetros por lo menos. Me dio algo de celos. Era un bonito pene, muy masculino y se veía durisimo. Mi mujer levanta las piernas las separa y pone los ojos blancos, abre la boca para dejar escapar un gemido largo y caliente, mi amigo comienza a gemir. Ver a Jorge montado sobre Ana resoplando como animal fue impresionante. El hombre se mueve, entra y sale de la almejita lubricada. Mirar esto fue increíble, me dio celos, me dio alegría, me exité mucho. El sonido de los genitales follando era exquisito.
“rico…rico…delicioso…que cosota gruesa tienes… oh, Jorge… la tienes rica”, decía Ana a la vez que me mira se sonríe y estira el brazo para darme la mano mientras se la culean; me apreta la mano con fuerza. Mi amigo le muerde las tetas, la lame, le chupa la oreja, yo me hago a un lado.
El tipo esta como animal, gemía y gritaba: “…que tremenda mujer me estoy comiendo…! Si estas exquisita!” Yo hervía, mi pene lanzaba jugos babosos indicándome que quería eyacular. Entonces Jorge se retira y se pone de rodillas sobre la cama invitando a Ana a que le mame el pene. Ella se pone de lado y veo su precioso culo blanco y abundante que se me ofrece. Ana queda de lado al borde de la cama, verla mamar con pasión es maravilloso, lame la punta, luego baja, se lo mete entero hasta la garganta, y mientras le chupa el miembro a mi amigo, yo me la culeo por el ano. Al entrar dio un grito de dolor, me salí, pero me pidió que siguiera, le fascina que le den por atrás. Jorge por la boca y yo por el culo, Ana estaba feliz. Vamos, amorcito, le dijo Jorge, ¿quieres que entremos de a dos?. Ana se rie, me limpio el pene y me acuesto, ella se me sienta y la penetro por la vagina, comienza a moverse hasta que mi pene está por completo en su cueva sexual… Jorge se arrodilla avanza y comienza a penetrar por el ano. Siento por dentro como el hombre entra empuja y sale, y ahí aprovecho yo de entrar empujar y retirarme un poco, la cachita es perfecta. Jorge está afirmado de las nalgas de Ana, las tetas me quedan en mi boca asi es que se las chupo y se las muerdo… ella comienza a gemir fuerte, y grita: “hijos de puta… culeenme, déjenme bien culiada, me gusta la verga, me encanta que me den por el culo…” Ana está en pleno orgasmo.
“Exquisita y caliente…” dice Jorge. Siento que su pene crece y el tipo comienza a gemir como animal, siento las pulsaciones de su verga y siento que está lanzando sus chorros. Cuento hasta ocho disparos de semen, mientras Jorge gime al ritmo de sus espasmos.
Se sale, entonces mi mujer se sale también pero acomoda entre mis piernas y me la chupa hasta hacerme acabar. Tragó todo y me dejó limpio.
Nos tapamos y dormimos hasta las 10 de la mañana siguiente....
5 comentarios - Trio con mi mujer y un amigo
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